Reportaje

De nuevo, Berlusconi

Darío Menor
Darío Menor
· 7 minutos
Silvio Berlusconi (Japón, 2008) | Ricardo Stuckert / Agência Brasil (CC)
Silvio Berlusconi (Japón, 2008) | Ricardo Stuckert / Agência Brasil (CC)

Roma | Abril 2008

La basura sin recoger de Nápoles —un servicio que domina la Camorra—, el escándalo de la mozzarella contaminada con dioxinas y vetada en varios países, la venta de la defenestrada Alitalia, la inestabilidad política, la precariedad laboral —sobre todo entre los jóvenes—… Los italianos acuden a las urnas los días 13 y 14 de este mes, en uno de los momentos en que el país parece haber tocado fondo de manera más profunda, en una situación de desilusión hacia el anterior Gobierno e incertidumbre hacia el próximo.

Según vaticinan todas las encuestas, el escenario futuro más probable es el de un nuevo Ejecutivo dirigido por Silvio Berlusconi, quien con 71 años —pero más pelo y menos arrugas cada vez— se presenta a sus quintas elecciones consecutivas. Sería la tercera vez que ‘Il Cavaliere’ ocupase el Gobierno de Italia. Su mayor rival es Walter Veltroni, líder del nuevo Partido Democrático (PD), la formación que une a las dos principales agrupaciones del centro-izquierda y que se ha visto perjudicada por el legado del Ejecutivo saliente de Romano Prodi.

El cambio que esperan los italianos y que el país necesita urgentemente no se vislumbra después de ver cómo se ha desarrollado la campaña electoral. Aunque ha sido más moderada y aburrida que en otras ocasiones, resulta harto difícil encontrar una idea nueva en los distintos contendientes. “Los programas de los dos candidatos principales son absolutamente iguales”, afirma Beppe Grillo, el humorista que, desde su blog, se ha convertido en uno de los hombres más influyentes de Italia.

El gobierno de Romano Prodi no supo ‘vender’ sus éxitos en la lucha contra la mafia

Veltroni se presenta como el adalid de una nueva generación, el representante de una forma de hacer política que supera la tradicional crispación italiana: ‘buenismo’ y talante frente a las actuaciones y declaraciones casi cómicas que tanto gustan a Berlusconi. Sin embargo, sus propuestas —subida de las pensiones y reducción del coste de la política— no parecen lo suficientemente sólidas para sacar al país de su letargo.

Además, el ex alcalde de Roma está todavía demasiado ligado a la oportunidad perdida que significó el anterior Gobierno. Veltroni lo sabe y parece incluso contentarse con una derrota honrosa que le permita purgar sus penas en la oposición y esperar a la siguiente oportunidad. Ésta aparecerá pronto, ya que debido al endiablado sistema electoral italiano, pocos creen que el próximo Ejecutivo pueda sobrevivir demasiado tiempo.

Sin alternativa

“El gran problema del Gobierno de Prodi ha sido su incapacidad para comunicar las cosas buenas que ha hecho. Por ejemplo, durante este período se han producido numerosos e importantes golpes a las mafias, pero a la opinión pública no le han llegado más que noticias aisladas sobre este asunto. De lo que sí nos enterábamos todos era de las desavenencias internas de la coalición, que finalmente supusieron el derrumbe del Ejecutivo”, afirma Dario Antiseri, director del departamento de Ciencias Políticas de la Universidad LUISS.

“Berlusconi es el líder: ha conseguido que no surja nadie con capacidad de sustituirle”

A esta mala experiencia del último Gobierno de centro-izquierda se une la falta de alternativa a Berlusconi en el centro-derecha. “Es el líder más reconocido; además, ha conseguido que no surja nadie con capacidad de sustituirle”, reconoce Antiseri. En esta ocasión, el tercer hombre más rico de Italia concurre a las elecciones con un bloque más sólido que en las anteriores. Siguiendo el ejemplo del PD, ‘Il Cavaliere’ ha impulsado su nueva marca electoral, el Pueblo de la Libertad (PdL), en la que confluyen su antiguo partido —Forza Italia— con la Alianza Nacional de Gianfranco Fini y otras formaciones menores. Además, cuenta con el apoyo de la federalista Liga Norte y del Movimiento por la Autonomía (MpA) en el sur.

De esta manera, Berlusconi trata de hacer evolucionar el tradicional sistema de coaliciones infinitas hacia un bipartidismo en el que el centro-derecha esté representado por el Pueblo de la Libertad. Su adversario, con el que tratar de igual a igual, sería el PD de Veltroni. Ambos líderes comparten esta opinión e incluso se ha especulado en una posible alianza para sacar al país de la profunda crisis en que se encuentra. La receta, según sugirió recientemente la revista estadounidense Newsweek, sería formar un Gobierno de ‘Veltrusconi’.

Alianzas incómodas

En este sentido han ido muchas declaraciones de la campaña. “Debe primar el voto útil”, han insistido tanto ‘Il Cavaliere’ como el ex alcalde de Roma, provocando las críticas de las formaciones menores. Pese a este empeño por impulsar el bipartidismo, debido a la polémica ley electoral vigente el partido que venza tendrá que recurrir a incómodas alianzas para formar Gobierno. Si, como se prevé, el PdL gana, deberá apoyarse en la siempre impredecible Liga Norte y en otras formaciones.

No se espera que tenga muchos problemas en la Cámara de los Diputados, donde un buen número de miembros se reparte según el llamado premio de mayoría a nivel nacional. En el Senado, sin embargo, será más complicado que el partido vencedor obtenga una mayoría amplia, ya que el premio al ganador se realiza de acuerdo a la base regional.“Espero que quien gane logre una mayoría suficiente en la Cámara Alta. En caso contrario, estamos abocados a que se repita la situación vivida en enero, cuando un partido minoritario como la Udeur provocó la caída del Ejecutivo”, explica el profesor Antiseri.

Una de las grandes incógnitas de las elecciones es el número de indecisos. “Los italianos están hartos de su clase política, que no sienten que les represente y de la que se avergüenzan”, coinciden los analistas. Veltroni, con su estilo cuidado para “acabar con la crispación y el insulto al adversario”, espera seducir a los abstencionistas y a los que todavía no han decidido a quién votar. Para ello, ha tratado de vender el PD como un símbolo de unidad.

“Los italianos están hartos de su clase política: no sienten que les represente y se avergüenzan”

No obstante, los electores recelan de la nueva formación porque da cabida a personajes casi opuestos, como al ex presidente de la patronal y al único trabajador que sobrevivió al incendio en una acería de Turín. Tampoco está nada claro si lograrán convivir en armonía los laicistas procedentes del Partido Radical con los democristianos que antes militaban en La Margarita.

Graves problemas

Gane quien gane, la situación en que encontrará el país no es nada positiva. “Deberá afrontar graves problemas”, considera Antiseri. Para Luigi La Spina, editorialista del diario turinés La Stampa, en Italia existen al menos tres grandes asuntos “prioritarios y gravísimos” que requieren una intervención inmediata del próximo Ejecutivo.

El primero es la puesta en marcha de obras públicas que permitan el desarrollo del país. La construcción de la Alta Velocidad, nuevas autopistas y plantas de tratamiento de basuras son imprescindibles para “conseguir una mayor competitividad” y mejorar la economía, lastrada por los bajos sueldos, el estancamiento y la precariedad.

Según La Spina, el segundo gran asunto es el Sur, donde hay que acabar con las mafias, ya que “sin estas regiones, Italia no puede desarrollarse”. Finalmente, el último punto de emergencia es la superación de la gerontocracia que domina todas las instituciones italianas: el Gobierno, la cultura y las empresas. El profesor Antiseri coincide en esta apreciación y añade que, sin una profunda reforma educativa, Italia seguirá sumida en la “crisis económica y cultural” de la que considera responsable a los políticos. “Hasta ahora, ellos han sido la enfermedad, no los cirujanos”.