Reportaje

Diario de un policía griego

Andrés Mourenza
Andrés Mourenza
· 8 minutos
Un policía fuerza la puerta de un 'piso patera' en Atenas | © Andrés Mourenza/M'SurDetención de inmigrantes indocumentados en Atenas | © Andrés Mourenza/M'SurPiso de inmigrantes indocumentados durante una redada en Atenas | © Andrés Mourenza/M'SurLa fiscal comprueba documentación en un piso registrado | © Andrés Mourenza/M'SurCajas con mercancía falsificada importada desde China | © Andrés Mourenza/M'Sur

Hoy es día de redadas. Desde primera hora de la mañana, los policías de diversas unidades (criminal, inmigración) y cuerpos (local, nacional y financiera), así como un fiscal público y representantes del departamento de salud municipal y del Ayuntamiento comienzan a congregarse en la terraza de una cafetería de Omonia, uno de los barrios más degradados del centro de Atenas.

Para hacer tiempo y combatir el calor, que ya comienza a apretar a esa hora, los policías y funcionarios charlan armados de ‘frappé’, el refresco nacional griego hecho a base de café soluble.

Un gigantón de la Policía abre un azucarillo tras otro y se los lleva a la boca: “El azúcar es mi droga”. “Necesita mucho azúcar y energía porque está casado y tiene dos hijos. Su situación es muy difícil”, bromea otro, mientras hace un signo indicando que su compañero está tocado del ala.

Pero en verdad, la situación de la policía griega no es fácil. Los recortes al sector público exigidos por los prestamistas internacionales de Grecia han provocado que la mayoría de los agentes cobre algo menos de 680 euros, y si las nuevas medidas de austeridad exigidas por la troika entran en efecto, la policía griega deberá trabajar por el salario mínimo: 585 euros mensuales.

Los policías trabajan por 680 euros al mes y los recortes amenazan con bajarles otros 100

9:10 de la mañana

Una vecina espera bajo el portal de un edificio cuya sucia pintura se desconcha. Ha llamado a la Policía denunciado que en uno de los pisos viven entre 25 y 28 inmigrantes pero alguien ha debido dar alarma porque cuando los agentes entran en el apartamento sólo encuentran a un africano enfermo sobre un colchón. Es Nafik, un somalí de unos 30 años con tarjeta de refugiado.

Según la policía, la mayoría de inmigrantes pagan en torno a 5 euros por noche a algún inmigrante con papeles que a su vez alquila legalmente la casa a un griego por unos 250-300 euros. A Nafik le cuesta tres, pero ya no lo queda dinero. Dice que pagó “mucho” por llegar hasta Grecia en un camión y ahora no encuentra trabajo. Además se queja de problemas respiratorios y tiene las encías putrefactas, pero no puede permitirse el dinero que le costaría un hospital.

Es la triste historia de muchos inmigrantes que se ven atrapados en un país en crisis por las leyes europeas que les impiden viajar otros estados miembros con más oportunidades. “Desde que en España reforzaron la vigilancia del estrecho de Gibraltar, aumentaron los problemas”, explica Andreas, uno de los agentes. Italia hizo lo propio y ahora Grecia es el principal punto de entrada de la inmigración sin papeles a la Unión Europea.

Arrestan cada día a 500 inmigrantes sin papeles que viven hacinados

“Sólo en el centro de Atenas, detenemos a unos 500 sin papeles por día”, añade Andreas, que lleva desde las 6 de la mañana inmerso en operaciones puesto que ha tenido que ir a investigar una pelea con cuchillos entre afganos y bengalíes por una tonelada de hierro (que, comprada al peso, les reportará unos 150 euros). “Normalmente las peleas en que se ven involucrados los inmigrantes son entre ellos, no con griegos, y son por el control de las zonas donde cada uno recoge chatarra o cartón. Nosotros, junto con las asociaciones de inmigrantes tratamos de que no pasen a mayores”, asegura.

9:55

“Vamos, vamos, vamos. Los papeles, el contrato de alquiler. ¡Calzáos! ¡Fuera, rápido, salid fuera!”, grita otro de los policías en la segunda casa registrada. “¿No me oyes? ¡Que salgas, he dicho!”, sigue gritando y abriendo las puertas de todas las habitaciones, incluido el baño donde uno de los cuatro bangladesíes que viven en el apartamento hace sus necesidades.

Tres de ellos no tienen los papeles en regla y son llevados a un autobús blindado de la policía que durante el día se irá llenando de inmigrantes. “De acuerdo a la ley el castigo es muy estricto, unos tres años de prisión, pero tenemos en cuenta que vienen de países con problemas y que no tienen dinero. Les caerán entre cuatro y cinco meses. Algunos irán a centros de retención pero en la práctica, dado que no hay sitios en las cárceles ni dinero para repatriarlos, la mayoría serán puestos en la calle con una orden de expulsión que muy pocos cumplen. Y al poco tiempo volverán a ser detenidos y ocurrirá lo mismo. Es una situación que no lleva a ninguna parte”, explica el fiscal Dionisios Mussakis, que acompaña a la patrulla.

“Hace veinte años no había problemas en estos barrios pero ahora la situación ha cambiado dramáticamente”, se lamenta el fiscal. El auge de la inmigración- ha provocado también un aumento del apoyo de la población local al partido neonazi Amanecer Dorado que, en estos barrios, patrullan las calles y propina palizas a los inmigrantes que encuentran solos, un hecho ante el que varias ONG denuncian la “pasividad” policial.

Muchos estarán detenidos 4-5 meses, volverán a la calle y serán arrestados de nuevo

“No tenemos información sobre vinculaciones con Amanecer Dorado. Eso sí, nuestra Federación exige que esto se investigue y si hay una conexión y colaboración de algún agente debe asumir sus responsabilidades. Nuestra posición es contraria a la violencia venga de quien venga”, asegura Jristos Fotópulos, presidente de POASY, el mayor sindicato policial.

11:25

En el edificio denunciado nadie abre la puerta así que la patrulla mixta debe llamar a un cerrajero que trabaja habitualmente con la policía. Pero el hombre tampoco logra abrir, la puerta está bloqueada. Finalmente, un agente lo consigue con una fuerte patada.

Dentro hay un bangladesí aterrado. Los policías entienden pronto el por qué. En los somieres, bajo los colchones, hay escondidos cientos de calcetines de contrabando de los que venden los manteros en las calles de Atenas. El hombre, que dice llamarse Rahman, asegura angustiados que no son suyos sino de sus compañeros, pero la oficial de la policía financiera toma parte y el hombre será probablemente juzgado por comercio ilegal.

12:10

El botín de la última redada del día es aún mayor. Los policías ha recibido un chivatazo sobre un almacén chino de venta al por mayor en Metaxurgio, una zona industrial de Atenas venida a menos. En cuanto penetran al local se dan cuenta de la magnitud y uno de los agentes telefonea a los refuerzos: “Venid rápido, este trabajo será grande”. Y lo es.

Grecia se ha convertido en uno de los puertos de entrada en Europa de mercancía falsificada

Manos, inspector de la policía financiera, calcula que hay unos 20.000 bolsos, maletas y carteras en falsificaciones de muy buena calidad. De hecho, en uno de los cuartos del almacén se descubren bolsas llenas de chapas de Prada, Dolce & Gabbana y otras grandes marcas listas para ser cosidas a los productos sin marca.

“Tienen facturas hechas en Italia y otras hechas en China”, explica Manos. La familia china que atiende el negocio ha vivido anteriormente en Italia, uno de los nuevos centros de producción de artículos de moda falsificados.

Pero Grecia también se está convirtiendo en uno de los puertos de entrada en Europa de la mercancía falsa, especialmente desde que, según explica otro policía, el gigante chino del transporte marítimo, Cosco, adquirió en 2010 los derechos de gestión de parte del puerto del Pireo, el mayor de Grecia, por 4.200 millones de dólares.  Una hora después, los policías no han hecho más que comenzar su trabajo en el almacén de productos falsos.

Muchos creen que no dan abasto. POASY denuncia que se trabajan muchas más horas de las convenidas sin retribución, hasta seis días por semana, y que los recortes están afectando a la capacidad operativa de la Policía, a lo que se suma el aumento de la criminalidad y la tensión social. “Pero, cuando hay tantos policías que se emplean para reprimir protestas, ¿cómo podemos dedicarnos a luchar contra el crimen?”, se pregunta Fotópulos.

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