Reportaje

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Irene Savio
Irene Savio
· 11 minutos
Maidán (Plaza de la Independencia) de Kiev (Mayo 2014) |  © Irene Savio
Maidán (Plaza de la Independencia) de Kiev (Mayo 2014) | © Irene Savio

Kiev | Junio 2014

El 20 de febrero, en plena ‘guerra’ del Maidan, con los muertos contándose por muchas decenas en la plaza central de Kiev, una delegación de políticos europeos llegó a la capital ucraniana. Estaba encabezada por Frank-Walter Steinmeier, ministro de Exteriores alemán, acompañado por sus homólogos de Francia y Polonia. La visita estaba coordinada por la jefa de política exterior de la UE, Catherine Ashton, que ya había visitado Kiev en diciembre y durante una semana entera en enero.

Tras una primera reunión con los grupos opositores, el trío fue a ver al aún primer ministro, Víktor Yanukóvich, parapetado en su residencia. Al día siguiente, Yanukóvich abandonó Kiev y tras errar unos días por el este del país, se exilió a Moscú.

Exactamente un mes después, el 21 de marzo, el jefe del nuevo gobierno de transición ucraniano, Arseni Yatsenyuk, firmó en Bruselas los capítulos políticos del Acuerdo de Asociación y Libre Comercio entre la UE y Ucrania. Al día siguiente, Steinmeier volvió al Maidan para darse un baño de masas. A todas luces, el bando “europeo” había ganado la guerra de desgaste.

Porque fue la firma de este acuerdo lo que provocó lo que ya es casi una guerra civil de Ucrania. Planteado en 2011, Kiev había previsto firmar en noviembre de 2013 el acuerdo pero se negó, por sorpresa de muchos, supuestamente por presiones de Moscú. Esa negativa desencadenó las protestas del Maidan que llevaron a su caída, y al paseo triunfal de Steinmeier en marzo. El último acto se escenificó apenas el 27 de junio pasado, cuando se ratificaron en Bruselas también los aspectos económicos del Acuerdo.

Ucrania se está convirtiendo en otro agujero negro para la economía de la Unión Europea

Pero ya no es nada claro que el triunfo europeo en el conflicto ucraniana sea realmente una victoria. Al menos desde el punto de vista económico: Ucrania se está convirtiendo en otro agujero negro para la economía europea en un momento en el que la UE apenas está intentando recuperar su estabilidad financiera. Y la amenaza de sanciones de Bruselas contra Rusia por su papel en la crisis ucraniana tampoco sienta bien al comercio.

Dependencias

“Mientras continúe el conflicto, desde un punto de vista económico, nadie se beneficiará de la actual situación en Ucrania”, dice el economista Vasyl Yurchyshyn, del centro Razunkev de la capital ucraniana. Otros expertos coinciden en que la crisis ucraniana está afectando a la economía de todos los implicados: Rusia, Ucrania y la UE.  Grupo, este último, en el que están muchos países de la antigua Europa del Este, que todavía dependen enormemente de Rusia en varios aspectos. Su crecimiento previsto para este año ha bajado del 2,7% al 1,4%, según un estudio del Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD).

Las últimas cifras de la oficina estadística de la Comisión Europea (Eurostat) muestran un panorama poco alentador. En los primeros dos meses de este año, las exportaciones europeas hacia Rusia sumaban 25.600 millones de euros, unos 3.000 millones menos que en ese mismo periodo en 2013. Y esta contracción también se registra en las exportaciones europeas hacia Ucrania, que hasta marzo de este año habían caído un 12% (unos 1.000 millones de euros menos en esos tres meses). Precisamente después de años de crecimiento en las relaciones económicas entre Europa y Rusia.

Precisamente, la estrategia de presión sobre Moscú —las sanciones en su contra aprobadas por la UE y Estados Unidos—  le está haciendo daño a los propios miembros del club europeo. Han convertido a Rusia en un cliente al que le han recortado el sueldo: su PIB crecerá solo un 0,5% este año, según las estimaciones actuales. Lo que, claro, se debe también a la agresividad de las políticas del Kremlin.

“Las consecuencias de la firma (del Acuerdo de Asociación con la UE) por Ucrania y Moldavia serán sin duda serias. Es importante que las partes entiendan las consecuencias en las relaciones con otros socios, entre ellos Rusia, con la que tanto Moldavia como Ucrania tienen un acuerdo de libre comercio”, advirtió el pasado 27 de junio el viceministro de Asuntos Exteriores ruso, Grigori Karasin.

El grifo del gas



Otro quebradero de cabeza para la UE es la dependencia del sector energético de Rusia: aproximadamente, una cuarta parte del gas que consume Europa es ruso y el 80% de este gas pasa por Ucrania. En junio, Moscú le cortó el fluido a Ucrania, a causa de una falta de acuerdo sobre el precio del gas y por la deuda que Ucrania tiene con Rusia. Circunstancia que, ahora, que es verano, no supone un inmediato riesgo para el suministro hacia Europa, pero esto cambiará cuando llegue el invierno y los ucranianos aumenten su consumo de gas, imprescindible para sobrevivir al invierno.

Ya en 2009, durante la llamada «guerra» del gas entre Ucrania y Rusia, Kiev decidió quedarse con parte del gas destinado a Europa. La antigua república soviética también produce gas propio, pero sus reservas no son suficientes para hacer frente a la demanda de particulares y empresas.

Un conflicto entre UE y Moscú haría peligrar 154.000 millones de euros de los bancos europeos en Rusia

Y finalmente están los peligros financieros que implica para la Unión que bancos como el italiano Unicredit, el francés Société Genérale y el austríaco Raiffeisen figuren en la lista de las primeras 15 entidades que operan en Rusia, como recuerda la consultora Economist Intelligence Unit.

Según estimaciones de Banco de Pagos Internacionales (BIS) y Deutsche Bank, la exposición de los bancos de la UE a los bancos rusos alcanza al menos 154.000 millones de dólares: es la suma del dinero que pueden perder si un conflicto entre Bruselas y Moscú impide que los banqueros europeos cobren sus deudas o recuperen sus inversiones en Rusia. Los que más tienen que perder, en cifras absolutas, son las de Francia, con 50.900 millones, seguidos de los de Italia con 28.600 millones. Y difícil también es la situación de Austria, cuya exposición equivale al 1.4% del total de sus activos, la más alta en Europa. Estados Unidos, en cambio, sólo corre el riesgo de perder  36.700 millones (el 0,2% del total de sus activos).

Esta situación es la que produce inquietud en los banqueros europeos. “Respetamos las decisiones de la Unión y las cumpliremos. Pero si las restricciones (contra Rusia) se endurecerán, eso podría tener un impacto en nuestros negocios y en toda Europa”, dijo recientemente Gianni Franco Papa, directivo de Unicredit, en declaraciones al diario alemán Handelsblatt. Por su parte, Société Générale reveló que, en los primeros tres meses del año, ha ganado un 13% menos en Rusia, respecto al resultado del mismo periodo en 2013.

Estados Unidos va mejor

Por el contrario, “el comercio bilateral entre Ucrania y Estados Unidos también ha bajado, pero el volumen de negocios entre estos países nunca ha sido elevado, razón por la que el declive es más leve”, observa el economista Volodymyr Sidenko. Según datos de la oficina del censo de EE UU, en los primeros cinco meses del año, los estadounidenses perdieron unos 100 millones de dólares de sus ventas a Ucrania y ganaron más de 600 millones en Rusia.

Además, en Ucrania, EE UU tiene más posibilidades de crecimiento pues “ha invertido en dos sectores, la agricultura y la energía, mantiene en el país un proyecto de exploración gasífero y el contexto actual hace prever un incremento de la cooperación en el aérea militar”, continúa Sidenko. El pasado 3 de junio, el presidente estadounidense, Barak Obama, propuso un plan de seguridad de 1.000 millones de dólares (unos 730 millones de euros) para la región.

Un capítulo aparte es uno de los pilares de la economía ucraniana: los cereales. De acuerdo con un estudio encargado por la agencia Reuters, las exportaciones de Ucrania, Rusia y Kazajistán caerán un 3% en el bienio 2014/2015; esto, al tiempo que el corte de suministro de gas por parte de Rusia también amenaza con dañar la producción agrícola de Ucrania, pues se necesita de ese recurso para secar los granos almacenados en los silos, como recalcó la Confederación Agraria de Granos de Ucrania.

Sin embargo, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO),  la situación no es, al menos de momento, tan negra para este sector clave de la economía ucraniana: hasta ahora, Ucrania ha sido el sexto exportador mundial de trigo y recientemente se había convertido en el tercero de maíz, detrás de Estados Unidos y Brasil, según Commerzbank. De hecho, los precios más bajos del trigo y el maíz en el pasado mes de junio, con respecto al mes anterior, se deben, entre otras cosas, a “una menor preocupación sobre la posible interrupción de los envíos procedentes de Ucrania”, según FAO.

El PIB de Ucrania se reducirá un 5% este año, debido a la huida de capitales y la caída de la moneda

Lo que, sin embargo, no está claro cuál es el modelo económico que la Unión tiene para Ucrania, país cuyo PIB caerá un 5% este año —entre otros motivos, a raíz de la huida de capital del país y la depreciación de la grivna, la moneda nacional—, que tiene serios problemas estructurales —como la extendida corrupción y el alto déficit— y que en la actualidad se encuentra en respiración asistida por el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Según fuentes comunitarias, “el modelo de Europa para Ucrania es Polonia”, país que entró en la UE en 2004. El problema es que, si bien Polonia es hoy cuatro veces más rica que Ucrania, también es un país donde la desigualdad social, el subempleo y la pobreza son problemas que han quedado arraigados en la sociedad, como recordaba recientemente un informe del Banco Mundial.

Aduanas



A esto se suma que Moscú ya ha amenazado con modificar las condiciones para la exportación de productos ucranianos a Rusia, país al que hasta ahora iban dirigidas el 25% del total de sus exportaciones de Kiev. «Ucrania no podrá vender sus productos al mercado ruso en las mismas condiciones que antes, ya que cada zona de libre comercio tiene sus exigencias y postulados, y debido a esto Rusia tendrá que revisar las condiciones en las que comerciamos con Ucrania», advirtió en junio el jefe del comité parlamentario para Asuntos Internacionales, Alexéi Pushkov.

Para Moscú, la firma del Tratado entre Kiev y la UE no es “compatible” con la Unión Aduanera con Rusia

Para Moscú, de hecho, la firma del Tratado con la UE no es “compatible” con la Unión Aduanera con Rusia, pues permitirá que más del 90% de los productos europeos entren al mercado de Ucrania sin pagar impuestos aduaneros, lo que Rusia ve como una amenaza para los productos rusos.  De ahí que Rusia esté estudiando introducir nuevos aranceles sobre los productos ucranianos que entran en su país, muchos de los cuales provienen precisamente del este ucraniano —donde el enfrentamiento armado continúa desde abril—, algo por el que Kiev podría perder hasta 40.000 millones de dólares en un año, según estimaciones de Moscú.

Por todas estas razones, hay quien ya ha empezado a levantar la voz en contra de las políticas de Bruselas. Ha sido el caso de Herbert Stepic, exdirector ejecutivo del banco austríaco Raiffeisen International. «La UE no se ha preocupado por Ucrania durante los últimos 15 años. Yo mismo he tratado de convencer a los comisarios europeos para que le digan a Kiev que es importante para ellos como socio comercial y como enlace con Rusia. En lugar de eso, se apresuraron a lograr un acuerdo de asociación sin ninguna consulta con Rusia», enfatizó Stepic, en una entrevista al periódico austriaco Kurier.

“Vladímir Putin, el presidente ruso, le lleva una ventaja de un año luz a la UE en la realización de sus planes, simplemente porque puede tomar decisiones y ponerlas en práctica. Mientras que fíjense qué caos reina en la UE en relación con las elecciones del presidente de la Comisión Europea», abundó Stepic. En fin, concluyó: la política de la UE con respecto a Ucrania es de un «amateurismo impresionante”.