Opinión

Todos sionistas

Uri Avnery
Uri Avnery
· 9 minutos

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En muchas ocasiones, la gente me pregunta: ‘‘¿Eres sionista?’’

Mi respuesta por defecto es: ‘‘Depende de a lo que te refieras por sionismo’’.

Digo esto con total sinceridad. El término sionismo puede significar muchas cosas distintas. Como el término socialista, por ejemplo. François Hollande es un socialista. Joseph Stalin también lo era.

¿Se parecen en algo?

Cuando yo era joven, circulaba un chiste por Alemania: ‘‘Un sionista es un judío que le pide dinero a un segundo judío para instalar a un tercer judío en Palestina’’. Mi padre era esa clase de sionista. Eso era antes de que los nazis llegaran al poder, por supuesto. Sospecho que esa definición se puede aplicar hoy en día a muchos sionistas estadounidenses.

En el primer borrador de la biblia sionista, Theodor Herzl proponía la Patagonia como el sitio ideal para el Estado judío

Theodor Herzl, el fundador del movimiento sionista, no quería ir realmente a Sión, una colina en Jerusalén. No le gustaba nada Palestina. En el primer borrador de la biblia sionista, Der Judenstaat, proponía la Patagonia como el sitio ideal para el Estado judío, por su clima apacible. También porque estaba prácticamente despoblada, tras una campaña genocida que Argentina había llevado a cabo.

Cuando el movimiento pasó a centrarse en Sión, el sionismo seguía significando muchas cosas distintas para gente diferente. Algunos querían que el país se convirtiera simplemente en un centro espiritual de los judíos. Otros querían que se convirtiera en una utopía socialista. Otros querían que se convirtiera en un baluarte nacionalista basado en la fuerza militar.

La renovación de la lengua hebrea, que se ha convertido en una parte tan integral de nuestras vidas, no formaba parte en absoluto del proyecto sionista. Herzl, cuya ambición inicial era convertirse en un gran escritor alemán, pensaba que hablaríamos alemán. Otros hubieran preferido el yídish. El deseo fanático de rejuvenecer el hebreo vino desde abajo.

Los sionistas ateos declaran que los judíos son una nación, no una religión

Incluso el deseo de fundar un Estado judío no era unánime. Algunos sionistas apasionados, como Martin Buber, soñaban con un Estado binacional, mitad árabe, mitad judío. Los sionistas ‘‘prácticos’’ querían cumplir el sueño sionista mediante la colonización paciente del país; los sionistas ‘‘revisionistas’’ querían conseguir de inmediato una ‘‘carta de reconocimiento’’ internacional.

Los sionistas religiosos quieren un Estado basado y dominado por la religión judía. Los sionistas nacional-religiosos creen que Dios envió a los judíos al ‘‘exilio’’ por sus pecados y, por medio de sus acciones, querían hacer que Dios enviara al mesías de inmediato. Los sionistas ateos declaran que los judíos son una nación, no una religión, y no quieren tener nada que ver con la fe judía.

Etcétera.

Entonces, ¿qué significa ‘‘sionismo’’ hoy en día? La palabra se cita constantemente en Israel sin que se piense demasiado. Casi todos los partidos quieren que se les vea como sionistas y tachan a sus adversarios de antisionistas: una acusación fatal en la política israelí. Sólo las minorías pequeñas en los extremos rechazan el honor. Por un lado, los comunistas, por otro, los ultraortodoxos (estos últimos creen que es un gran pecado volver en masa a la Tierra de Israel sin el permiso expreso de Dios).

La victoria inevitable del antisemitismo en todos los países del mundo se da por hecho en el sionismo

Para muchos israelíes, el sionismo no significa nada más que patriotismo israelí. Si quieres que Israel exista como un ‘‘Estado judío’’ (sea lo que sea eso) eres sionista. Aparte, tienes que creer que Israel es una parte del ‘‘pueblo judío’’ internacional y que es su líder, una especie de centro de mando. En terminología actual: ‘‘El Estado-nación del pueblo judío’’.

En un sentido más profundo, el sionismo puede significar la creencia seria de que todos los judíos del mundo al final terminarán viniendo a Israel, ya sea por su propia voluntad o traídos por el antisemitismo. La victoria inevitable del antisemitismo en todos los países se da por hecho. Por tanto, cualquier ola antisemita real o imaginada – como la que está teniendo lugar en Francia – se recibe con una satisfacción secreta (‘‘os lo dijimos’’).

¿En qué posición me encuentro yo?

Pocos años antes de la fundación del Estado de Israel, un grupo de jóvenes de este país, la mayoría artistas y escritores, declararon que no eran judíos, sino hebreos. Se les apodó ‘‘los cananitas’’.

Su verdad era que los jóvenes que hablaban hebreo en este país no eran parte de la comunidad judía internacional, sino una nación hebrea nueva e independiente. No querían tener nada que ver con los judíos. Algunas de sus declaraciones sonaban extremadamente antisemitas. Concebían la nación hebrea como una continuación – tras el breve intervalo de unos pocos miles de años – de los cananitas originales, el pueblo prebíblico. De ahí el apodo.

Cuatro años después fundé otro grupo, llamado ‘‘Grupo de Lucha’’. También proclamábamos que éramos una nación hebrea nueva. Pero a diferencia de los cananitas reconocíamos que esta nación era parte del pueblo judío, tanto como los australianos, por ejemplo, son parte de la cultura anglosajona.

También contradecíamos a los cananitas en otro elemento crucial de la doctrina. Los cananitas negaban la existencia de una nación o naciones árabes. Nosotros no sólo reconocíamos el nacionalismo árabe, sino que declarábamos que la nación árabe era el aliado natural de la hebrea en la creación de una nueva región semítica.

Poco después se fundó Israel. Hace cuarenta años, en un caso de difamación, el juez me pidió que definiera mi actitud hacia el sionismo.

Igual que se desmontan los andamios una vez que el edificio se termina, el sionismo debería desecharse hoy

Para responder me inventé el término ‘‘postsionismo’’. El movimiento sionista, aseguraba, es un movimiento histórico con increíbles logros: una sociedad totalmente nueva, una lengua antigua renovada, una cultura nueva, una economía nueva, nuevos modelos sociales como el kibbutz y el moshav. Pero el sionismo también ha cometido graves injusticias, sobre todo con el pueblo árabe-palestino.

Sin embargo, dije, esto es historia. Con la creación del Estado de Israel, el sionismo ha cumplido su papel. El patriotismo israelí debe reemplazarlo. De la misma forma que se desmontan los andamios una vez que el edificio nuevo se termina, el sionismo ha vivido más de lo que se le necesitaba y debería desecharse.

Ésta sigue siendo mi postura hoy en día.

Todo este asunto ha resurgido ahora por el nombre oficial que ha escogido la nueva lista electoral conjunta del Partido Laborista y el grupo de Tzipi Livni : ‘‘Campo Sionista’’.

A nivel pragmático, es una jugada inteligente. Los partidos de derechas casi siempre acusan a la izquierda de ser antipatriótica, incluso traidora, una quinta columna. En nuestro caso, a la izquierda se la acusa de ser antisionista. Por tanto, tiene sentido que una nueva lista conjunta se llame a sí misma sionista. No ‘‘un’’ partido sionista, sino ‘‘el’’ partido sionista.

Para todos los árabes, sionismo es sinónimo de maldad: les quitó su país, expulsó a los palestinos

(Siguiendo la misma lógica, hubo un partido francés muy moderado que una vez se definió como ‘‘Partido Radical’’; la palabra ‘‘democrático’’ ha aparecido en los nombres oficiales de varios países comunistas y los fascistas alemanes se definían como ‘‘nacional-socialistas’’). Teniendo asegurados sus adeptos incondicionales, esperan que ese término erróneo atraiga votos de otros sectores.

Un aspecto negativo del nombre de la lista a nivel pragmático es que excluye automáticamente a los ciudadanos árabes. Para todos los árabes, sionismo es sinónimo de maldad. El sionismo les quitó su país; el sionismo expulsó a los palestinos árabes y perpetró la Naqba; hoy en día el sionismo discrimina a los ciudadanos árabes en todos los aspectos de la vida.

De todas formas, muy pocos ciudadanos árabes han votado en el pasado reciente al Partido Laborista y, en cualquier caso, a estos les trae sin cuidado la cuestión del sionismo como nombre. Todas las fuerzas políticas árabes del país, incluyendo al partido comunista Hadash, que cuenta con una serie de miembros judíos, se han unido esta semana en una lista árabe conjunta, y se espera que acaparen casi todos los votos árabes.

(Ésta, por cierto, es una de las ironías de la política israelí. El partido ‘‘Israel Beitenu’’ de Avigdor Lieberman, que algunos consideran fascista, quería echar a los árabes de la Knesset. Al darse cuenta de que ninguna de las tres listas árabes conseguía el 3,25% de los votos, promulgaron una ley que elevaba a este nivel el umbral electoral para acceder a la Knesset. Como resultado, todos los partidos árabes, que se detestan los unos a los otros, se han unido en una lista conjunta que puede que alcance el 10% o más).

Aparte de los ortodoxos, éste será el único partido que se define como antisionista. Todos los demás, desde los nacional-religiosos de extrema derecha ‘‘Hogar Judío’’ hasta el Meretz, de extrema izquierda, se declaran sionistas acérrimos.

Por tanto, puede decirse que es un golpe maestro que Herzog y Livni hayan pillado la codiciada etiqueta.

Publicado en Gush Shalom | 31 Ene 2015 | Traducción del inglés: Víctor Olivares