Entrevista

Sükran Moral

«Todo empieza con el cuerpo»

Ilya U. Topper
Ilya U. Topper
· 18 minutos
Şükran Moral (autorretrato) | © Şükran Moral
Şükran Moral (autorretrato) | © Şükran Moral

Estambul | Diciembre 2014

Es el enfant terrible del arte turco: los performances de Şükran Moral (Terme, Samsun, 1962) están hechas para escandalizar a la buena sociedad, pero incluso han llegado a chocar a los propios círculos artísticos. Su radical defensa de la libertad de la mujer en una sociedad aún profundamente machista – apenas con un barniz de igualdad en ciudades como Estambul– no deja indiferente a nadie. Hasta en Europa – ha expuesto en Amsterdam, Berlín, Suecia… – sus propuestas pueden sorprender, y en Nueva York tuvo que cambiar el título de una obra: llamarla Bordello [burdel] no les pareció muy decente a los galeristas.

Meterse en un hamam de hombres y hacerse fotos a pecho descubierto, filmarse en un burdel. Siempre transgredir líneas rojas.

Meterse en un hamam de hombres y hacerse fotos a pecho descubierto, escenificar una boda tradicional en un pueblo kurdo, pero con tres novios, filmarse en un burdel de verdad fingiendo que se trata de un museo… siempre se trata de transgredir líneas rojas. La más roja de todas, la homosexualidad femenina. En 2010 realizó un performance en Estambul donde, tras una cortina transparente, hacía el amor con otra chica. La reacción era sorprendente: una marea de amenazas de muerte que la hicieron exiliarse varios meses a Roma, ciudad donde llevaba ya tiempo estudiando y trabajando.

Ahora, Moral está de vuelta en Estambul. Su última obra denuncia otra forma de la violencia contra las mujeres: la tradición – prohibida pero aún frecuente – de casar a las adolescentes apenas tengan doce o trece años. En Turquía las llaman “novias-niñas”.

Una muñeca vestida de novia, un colchón ensangrentado… ¿Qué quiere expresar?

El colchón tiene forma de Turquía. Es un mensaje doble: por una parte se refiere a las niñas que pierden la virginidad, por otra simboliza una Turquía perdida. Las niñas a las que se les casa a una temprana edad, no pueden terminar su educación, algo fundamental para que ellas puedan decidir sobre su vida. Ser una novia niña es una forma de violencia contra la infancia. Una muy frecuente: Turquía es el segundo país de Europa en número de novias-niñas. Y es un gran daño a la sociedad turca, una violencia nada bueno para el futuro del país.

«Ser una novia niña es una forma de violencia contra la infancia. Turquía es el segundo país de Europa en número de novias-niñas».

¿Por qué la obra se llama “Welcome to Turkey?”

Modifiqué un anuncio de bienvenida a Turquía por una agencia turística: yo digo a los propios turcos “Bienvenidos”: Bienvenidos a nosotros mismos. Mírate a ti mismo. Ahí están las casas a orillas del Bósforo, las mezquitas, las playas, el sol… Pero lo esencial es: mírate y rinde cuentas ante ti misma. Porque si estas niñas no pueden decidir sobre su vida, si no van al colegio, si sólo las casan y luego hasta las asesinan, ¿qué futuro nos espera? Sí, desafortunadamente, estos crímenes son habituales: en Turquía asesinan a muchas mujeres. Es una masacre. Una guerra contra las mujeres.

¿El dramatismo quiere despertar conciencias?

Hago de vez en cuando cosas así de dramáticas: en 2009 utilicé y modifiqué escenas del filme Law & Violence; también me he dedicado a exponer la violencia que se ejerce dentro de la familia contra las mujeres, contra las niñas. Porque es algo de lo que hoy día, incluso en la clase media todavía no se habla; hay mucha vergüenza. Y cuando hay vergüenza a hablar entre las mujeres adultas, trabajar contra la violencia ejercida hacia las niñas es aún más difícil.

«En Gezi hice un performance. Usé una cuchilla de afeitar para trazar una A en mi piel. La A de la anarquía. Soy una artista radical».

Usted trabaja a menudo con la sangre. Incluso la propia: Durante las protestas de Gezi, se hizo cortes en la barriga.

Sí, en Gezi hice un performance. Usé una cuchilla de afeitar para trazar una A en mi piel. La A de la anarquía. Soy una artista radical. Me gusta ser radical.

¿Ser así de radical es algo difícil en Turquía?

Sí, es peligroso. Es difícil responder, pero ¿no soy también yo? No tengo miedo a nada. Lo importante: realizar mi idea a toda costa, aunque pueda morir. En el fondo no entiendo cómo tantos artistas rehuyen el riesgo de morir; yo, en cambio, lo acepto. Pero no se lo aconsejo a nadie. Es una cosa mía personal. Si tienes miedo de morir, no puedes hacer nada en la vida. Aprendí de muy niña este concepto vital. En mi filosofía no cabe el miedo, porque antes o después moriremos.

Aún sin miedo hace falta superar muchos obstáculos, imagino.

Tengo una motivación: me enamoro mucho de mis proyectos artísticos y quiero hacerlos a toda costa. Aunque sea peligroso… En 2010 hice en la galería Zilberman de Estambul un performance llamado Amemus, donde hacía el amor con otra mujer. Hubo un linchamiento mediático y recibimos amenazas de muerte, no sólo yo sino también la galería. Fue algo muy serio, demasiado serio. En un correo decían que pagarían dinero a quien me asesinara; amenazaron con poner bombas a las galerías que expusieran estas obras…

Usted no se arriesga sola, pues; también se arriesgan los galeristas.

Sí, y tanto. Después del performance queríamos exponer un vídeo y fotografías de aquel performance y han amenazado con atacar la galería, os vamos a meter una bomba, dijeron, vamos a matar a tus hijas… Amenazas muy serias.

«Hice un performance donde hacía el amor con otra mujer. Hubo un linchamiento mediático y recibimos amenazas de muerte».

Pero además había otra mujer.

Ella no se arriesgó porque no la conocen; nadie ha descubierto quién es.

Amemus, a diferencia de otras obras, no se realizó en la calle. Los espectadores ¿sabían qué iban a encontrarse?

No habíamos explicado el contenido. Los invitados eran como mucho ciento veinte personas, no eran demasiados. Todas eran personas seleccionadas, del ámbito artístico.

¿Y ellos también se enfadaron?

Los enojamos también a ellos [risas], eso demuestra que el trabajo era fuerte… Por esa parte estoy contenta, porque nuestros intelectuales, entre comillas, no eran tales, eran falsos. También los hemos escandalizado, como nunca [risas]. Es hipocresía.

¿Por qué se escandalizaron tanto?

«Nuestra sociedad odia a las mujeres. Cualquier expresión de la libertad a ellos los vuelve locos».

En primer lugar, porque soy una mujer. Se demuestra que nuestra sociedad odia a las mujeres. Cualquier expresión de la libertad a ellos los vuelve locos. No sé si tratarían a un hombre así, no creo que habría recibido tantas amenazas. Pero como mujeres exponemos ideas muy libres, como es hace el amor con otra mujer, tener una relación lesbiana, algo que también estar a favor de los gays.

¿Es muy difícil encontrar a personas dispuestas a participar en obras tan arriesgadas?

Nunca es igual, cambia en cada caso. Una vez hablo con un burdel, con un tipo que prostituye a mujeres, intento convencerle; le hablo como si fuera un director de museo. Le digo que quiero hacer mi trabajo… y me mira, todo ruborizado, como diciéndose, ‘¿y qué le digo, qué hago, qué coño me importa esto?’ [Risas] Voy ahí, hablo con los chicos, les digo que haré esto, les hablo a las claras; a muchos los convenzo pero a muchos otros no los convenzo.

Cuando hizo ‘Hamam’ y acabó fotografiándose rodeado por diez hombres, con la misma poca ropa que ellos, ¿lo acordó con la dirección de una casa de baños o entró simplemente sin avisar?

Entré tal cual, y me encontré a los hombres allí, lavándose, y me uní a ellos, sí [risas].

¿En estas performance sabe de antemano qué reacciones puede haber en su “público”?

«Cuando termino un performance, me pregunto luego: dios ¡¿cómo he hecho eso? Pero me divierto. Me gusta el riesgo».

No, no lo sé. Por eso, luego siempre hago cosas nuevas. Cuando termino un performance, me pregunto luego: dios ¡¿cómo he hecho eso?! Cómo lo he hecho, ¡mamma mía! Pero me divierto, me gusta. De otra manera me aburro. La vida ya es demasiado aburrida. Me gusta el riesgo.

Dijo que un performance es meterse en medio de la vida, en la calle, sin set de rodaje ni galería. Como cuando escenificó una boda con tres novios en un pueblo kurdo. ¿Usted lanza la obra sin avisar?

Fue en un pueblo de Mardin. Naturalmente hablé con una persona, una casa. Pero no hice un anuncio público. Iniciada la ceremonia, la gente empezó a oír la música y vinieron para ver qué estaba pasando. Cuando se enteraron del todo, era demasiado tarde, porque el performance había acabado. Yo hago unos performance “Vur kaç”: Golpea y escapa.

En las fotos parece haber que los espectadores observan con bastante respeto.

Por qué no lo están entendiendo. En estos casos nunca se sabe qué puede ocurrir. Hice otra obra recientemente en Diyarbakir, que este año se proyecta como vídeo en la feria de arte Contemporary Estambul, y ya veremos si se arma un follón…[risas] Me coloqué en un balcón del centro de la ciudad, vestida de Hitler, y me puse a ladrar cual perro durante 15 minutos. Entiendes, todos los dictadores hablan desde los balcones [imita ladridos].

Pero su tema preferido es el papel de las mujeres.

El poder y las mujeres. Porque el poder siempre somete a las mujeres. Eso es lo peligroso. He trabajado años y años en mi país; a menudo no me han tomado en serio, me despreciaban llamándome “feminista”, pero ahora comprenden que las cosas están yendo realmente mal para las mujeres. No es un capricho de las mujeres que somos feministas. Va en serio de verdad. Todo el mundo debe entender que el feminismo no es algo que se pueda despreciar.

Lo entienden lentamente ¿verdad?

«Las cosas están yendo realmente mal para las mujeres. No es un capricho de las mujeres que somos feministas.»

Sí. Por eso debemos hablar siempre, trabajar, no tenemos otra opción. Por esto, como artista escojo temas de mujeres… Hay artistas que trabajan toda su vida sobre el mar. El silencio del mar. Yo trabajo sobre las mujeres. ¿Qué es la diferencia? Tal vez yo pueda ser útil a alguien, cambiar el modo de pensar, una mujer que ve mi obra puede pensar en hacer lo mismo.

Porque si las mujeres ya lo tuviesen claro, la sociedad sería distinta.

Sería distinta, pero ellas también son parte del poder. Adoran a los militares, también las mujeres. Adoran los músculos, la sumisión. Y eso no sólo afecta a las mujeres, sino a la sociedad. Entre los 75 millones de ciudadanos turcos hay 35 millones de mujeres. Si sometes a las mujeres, has sometido la sociedad. Es muy astuto el poder, y qué estúpidas somos nosotras.

No faltan organizaciones feministas en Turquía. Se lucha.

Las feministas de Turquía somos fuertes, estamos peleando para tener suficiente protección para quien esté amenazada por el marido, por los hombres, aunque se están matando incluso así, bajo protección: las matan el marido, los parientes. Hay mucha tolerancia para quien mata a una mujer. En el tribunal siempre hay descuento. Un hombre puede decir que la mujer lo había provocado y se le aplican atenuantes. Matar a una mujer sale barato.

«Turquía no está yendo a mejor. Está cada vez más cerrado, y eso es un peligro. Nos estamos alejando de la ciencia, la cultura…»

¿Adónde va Turquía? ¿Se vuelve más abierta, más religiosa?

En mi opinión, Turquía no está yendo a mejor. Está cada vez más cerrado, y eso es un peligro. Nos estamos alejando de la ciencia, la cultura, estamos abrazando todas las ideas del Medievo, la mediocridad. Siempre he dicho que necesitamos los principios de la democracia, y por el contrario estamos perdiendo todo, poco a poco. Como intelectual, artista, llevo veinte años con estos temas, y siempre me han dicho que no era verdad, que estaba exagerando. Pero si no hacemos algo en contra, una oposición muy fuerte, podemos perder nuestra libertad, todos.

¿No hay también avances? El adulterio, por ejemplo, se despenalizó en 1998.

No ha cambiado nada, al contrario. Ahora, si una mujer está embarazada, desde el hospital se lo hacen saber a su marido, a sus parientes, para que impidan que aborte. Y luego dicen en público que una mujer embarazada no debería andar por la calle, que una mujer no debe reírse en voz alta… Son señales fuertes: están creando otro modo de ver, contraria a la libertad de las mujeres, del ser humano. Y al hablar de esas cosas estúpidas, que hasta dan vergüenza, no hablamos de la Ilustración, de arte, ciencia, cultura. Estamos bajando el nivel.

«El AKP se esfuerza en llevar a la sociedad turca hacia atrás. Y Occidente le coloca a Turquía el nombre de «islam moderado». ¡Fuck!»

El partido AKP es muy conservador, pero, ¿y la sociedad? Si cambia el Gobierno, ¿cambiará la sociedad también?

No lo sé… Pero son ellos quienes se esfuerzan desde hace 30 años para llevar la sociedad turca hacia atrás. Han hecho todo lo que han podido. Y a Occidente se le ha ocurrido de repente colocar a Turquía el nombre de “islam moderado”. ¡Fuck!

¿De moderado nada?

Es una escenificación. No es creíble. Ellos están rebajando los niveles de cultura, han educado una nueva sociedad que debe ser conservadora. No lo consiguen del todo, porque los turcos no son asi. Pero están haciendo todo lo que pueden para llevarnos hacia atrás.

Atrás… ¿eso quiere decir que hace 30 años la sociedad estaba más abierta?

En Turquía nunca ha habido una democracia demasiado real. Pero no era como ahora, pienso. Soy artista, no puedo hacer análisis políticos. Pero mi trabajo es muy político; pienso que haciendo arte puedo hacer algo. Yo combato desde hace veinte años, y aún más, por la libertad de las mujeres. Arriesgo mi vida ¿no? Y lo seguiré haciendo, porque he entendido que esto es lo más importante de todo. Lo entendí muy pronto, cuando ocurrió el golpe de Estado (1980). Yo era la misma, aunque era pequeña, pero ya combatía entonces. Sé muy bien qué es lo que sucede cuando hay un dictador: hace falta hablar.

Las revueltas del parque Gezi, en verano de 2013, ¿cambiaron algo?

En mi opinión, sí. Gezi cambió cosas. Hay una gran oposición en Turquía. Puede que no esté muy visible pero puede llevar a una gran explosión, visible; y esa oposición salió de Gezi. Yo no me lo esperaba. Fue una sorpresa.

Sin embargo, en la constelación política no ha cambiado nada.

Las revoluciones tardan su tiempo. No es algo fácil. Sólo que… han comparado Gezi con la Primavera árabe, pero no es lo mismo. La Primavera Árabe es una falacia, un invento, una mentira. Los árabes se metieron en la primavera y fue un infierno. No es creíble, nunca lo fue. Porque los árabes no se han organizado para hacer una oposición. Sí, han dicho: No queremos. Pero no basta con decir: No quiero. Hay que proponer algo.

«La Primavera Árabe es una falacia. Los árabes no se han organizado para hacer una oposición. No basta con decir: «No quiero». Hay que proponer algo».

¿Pero no era una esperanza, en un primer momento?

No para mí. Yo nunca creí en la Primavera árabe. Porque la esperanza viene de la libertad de las personas. Y los árabes no han entendido esto. Ese arcaísmo, esa cultura feudal, no la consiguen dejar atrás. La libertad de las personas es importante, la libertad individual. Eso no lo han entendido. Y si no lo entienden, no puede haber nada.

En Turquía, la proliferación del velo está marcando dos concepciones de la sociedad. ¿Qué es el velo?

Es una puesta en escena para conquistar toda la sociedad a través del cuerpo de las mujeres. Es un juego sucio. Este juego servía porque todos los países árabes del planeta están aplastados y dicen que en Occidente somos imperialistas… Puedes decir lo que quieras, pero no puedes defenderte cubriendo a las mujeres, no es esto lo que te ayudará.

¿Para usted, el velo es un símbolo contrario a la libertad de la mujer?

Este discurso es muy polémico. Digamos que todos debemos ser libres de taparnos la cabeza o llevarla descubierta, pero¿bajo cuál condición, dónde, con quién? Cuando una niña se debe cubrir la cabeza, ¿es libertad o es imposición? Si sus padres le dan regalos, la tratan bien porque se cubre la cabeza, ¿es una elección libre? No.

«El velo es una puesta en escena para conquistar toda la sociedad a través del cuerpo de las mujeres. Es un juego sucio».

Aquí también es cada vez más habitual. El AKP se enorgullece de que ya se puede llevar velo en la universidad y ahora incluso en la escuela.

Sí: han traído libertad para tapar la cabeza a niñas de ocho años. A las niñas del colegio. ¿Cómo puede ser? Porque ven a las niñas como objeto de sensualidad. Como objeto. Si no, no le pedirían taparse, hacerse desaparecer. Porque no se trata de ser sensual sino de que ellos decidan si la mujer debe ser sensual, deseable, o no. No educan a los hombres en la necesidad de tener una buena relación con las mujeres. Al contrario, siempre tratan de cubrir, de hacer desaparecer a las mujeres.

¿Por qué es tan difícil cambiar esa mentalidad?

Los turcos rechazan el cuerpo. Porque Turquía no tuvo el Renacimiento que Europa vivió hace 500 años. Nunca resolvió los problemas relacionados con la anatomía. Europa, en cambio, en primer lugar observó el cuerpo. Mira los dibujos desde Cimabue: Los conocimientos sobre la perspectiva anatómica no bastaban para trazar el cuerpo de Jesucristo. Así que Europa empezó a estudiar los contornos y la perspectiva, también para la ciencia y las guerras.

¿Y aqui no se puede?

En Europa, las personas lucharon. Pero hicieron falta 500 años. Nosotros también debemos luchar por ello.

«En Europa, las personas lucharon. Pero hicieron falta 500 años. Nosotros también debemos luchar por ello. Por eso hago las performance con el cuerpo».

En Europa, las personas lucharon. Pero hicieron falta 500 años. Nosotros también debemos luchar por ello. Primero tenemos que aprender nuestros contornos, nuestro cuerpo. Por eso es tan importante lo que hice. Por eso hago las performance con el cuerpo. Porque todo empieza con el cuerpo.

Usted ha sufrido censura por parte del Gobierno actual, o ha tenido denuncias?

Por ahora no. Ellos presionan de otro modo. Intentan aislarte. La gente no te compra tus trabajos. Y la violencia psicológica, aparte. Pero yo ya soy internacional; puedo pasar de esto. Ya he visto mi nombre en la prensa vietnamita, en chino… No hay tantos artistas con fama mundial. Y quiero hacer buen uso de esa voz, de esa oportunidad de ser mundial.

¿Tiene un nuevo proyecto?

Tengo uno, pero no lo puedo decir. No quiero que me lo roben. Tengo pensamientos muy malos [risas]. Hay unos proyectos muy malvados que me dan vueltas por la cabeza…

En la escena artística turca, usted es el enfant terrible, ¿verdad?

¡Sí! [risa estrepitosa] Pero ¡me divierto tanto! Sí, monto un follón y luego miro qué pasa.