Opinión

La verdadera Nakba

Uri Avnery
Uri Avnery
· 9 minutos

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Hace tres semanas fue el día de la Nakba (el día en que los palestinos dentro y fuera de Israel conmemoran su “catástrofe”), el éxodo de más de la mitad de los palestinos de los territorios ocupados por Israel en la guerra de 1948.

Cada lado tiene su propia versión acerca de este crucial evento.

De acuerdo con la versión árabe, los judíos llegaron de la nada, atacaron a un pueblo pacífico y lo expulsaron de su país.

De acuerdo con la versión sionista, los judíos habían aceptado el plan de compromiso de las Naciones Unidas, pero los árabes lo rechazaron y comenzaron una guerra sangrienta, durante la cual los Estados árabes los convencieron de que abandonasen sus hogares para regresar más tarde con sus victoriosos ejércitos.

Fui testigo presencial de lo que ocurrió en la guerra de 1948 y lo intentaré describir

Ambas versiones son un completo sinsentido, una mezcla de propaganda, leyenda y un oculto sentimiento de culpa.

Durante la guerra, yo era miembro de una unidad operativa activa a lo largo de todo el frente del sur. Fui testigo presencial de lo que ocurrió.

Escribí un libro durante la guerra, “In the fields of the Philistines” (En las tierras de los filisteos), y otro inmediatamente después, “The Other Side of the Coin” (La otra cara de la moneda). Los dos se publicaron juntos en inglés con el título “1948: A Soldier’s Tale” (1948: el relato de un soldado). También escribí un capítulo sobre estos eventos en la primera mitad de mi autobiografía “Optimistic” (Optimista), que se publicó en hebreo el pasado año. Intentaré describir lo que sucedió realmente.

En primer lugar, debemos tener cuidado de no mirar el año 1948 con los ojos de 2015. Aunque pueda resultar difícil, debemos intentar transportarnos a la realidad de entonces; de otro modo, no seremos capaces de entender lo que realmente sucedió.

La guerra de 1948 fue única. Fue la consecuencia de algunos eventos históricos que no pueden ser comparados con nada. Sin tener en cuenta el contexto histórico, psicológico, militar y político, es imposible entender lo que sucedió. Ni la exterminación de los nativos americanos por los colonos blancos, ni los genocidios coloniales varios se le asemejan.

La causa inmediata fue la resolución de las Naciones Unidas de dividir Palestina, la cual lo árabes rechazaron de plano, por considerar a los judíos unos intrusos extranjeros. La parte judía la aceptó, pero más adelante, David Ben-Gurion se jactó de que no tenía intenciones de considerarse satisfecho con las fronteras de 1947.

El bando judío tenía un liderazgo unido mientras que los palestinos eran incapaces de estructurar uno

Cuando la guerra comenzó a finales de 1947, había alrededor de 1.250.000 árabes y 635.000 judíos en una Palestina gobernada por los británicos. Vivían próximos los unos a los otros, pero separados por barrios en las grandes ciudades (Jerusalén, Tel Aviv-Yafo, Haifa), y juntos en los pueblos vecinos.

La guerra de 1948, en realidad, fueron dos guerras que se fundieron en una. Desde diciembre de 1947 hasta mayo de 1948, fue una guerra entre la población árabe y la población judía dentro de Palestina. Desde mayo hasta el armisticio a principios de 1949, fue una guerra entre el nuevo ejército israelí y los ejércitos de los países árabes (sobre todo Jordania, Egipto, Siria e Irak).

En la primera y decisiva estapa, el lado palestino era claramente superior en número; los pueblos árabes dominaban casi todas las carreteras importantes, por lo que los judíos sólo podían moverse rápidamente, en autobuses blindados y con guardias armados.

Sin embargo, el bando judío tenía un liderazgo unido bajo Ben-Gurion, y organizó una fuerza militar unificada y disciplinada, mientras que los palestinos eran incapaces de estructurar un liderazgo y un ejército unificados. Esto resultó decisivo.

En ninguno de los lados había una distinción real entre soldados y civiles. Los habitantes de los pueblos árabes poseían rifles y pistolas, y entraban en acción cuando un convoy judío que estuviera de paso, era atacado. La mayoría de los judíos estaban organizados en la Haganá, las fuerzas de defensa clandestinas. Las dos organizaciones “terroristas”, el Irgún y el Grupo Stern, también se unieron a las fuerzas unificadas.

En ambos lados, todo el mundo sabía que se trataba de una lucha existencial.

En el lado judío, la tarea más inmediata era eliminar los pueblos árables de las carreteras. Ese fue el comienzo de la Nakba.

Se trataba de una lucha étnica entre dos partes y cada una reclamaba para sí el país entero

Desde el principio, las atrocidades proyectaron una sombra siniestra. Vimos fotos de árabes desfilando en Jerusalén con las cabezas cortadas de nuestros camaradas. Hubo atrocidades cometidas también por nuestro lado, que alcanzaron su clímax en la infame masacre de Deir Yassin. Deir Yassin, un barrio cercano a Jerusalén, fue atacado por una de las fuerzas del Grupo Stern, muchos de sus habitantes masculinos fueron masacrados y a las mujeres las hicieron desfilar por la Jerusalén judía. Incidentes como estos formaban parte del ambiente de la lucha existencial.

En todos los aspectos, se trataba de una absoluta lucha étnica entre dos partes, cada una de las cuales reclamaba para sí el país entero como su patria exclusiva, negando las reclamaciones de la otra parte. Mucho antes de que el término “limpieza étnica” tuviera un uso extenso, fue practicado a lo largo de esta guerra. Muy pocos árabes permanecieron en el territorio conquistado por los judíos, y ningún judío permaneció en las pocas zonas conquistadas por los árabes (el bloque de Gush Etzion, la ciudad vieja de Jerusalén).

Cuando mayo estaba cerca y con la expectativa de que los ejércitos árabes entraran en el conflicto, el lado judío intentó crear una zona de la cual expulsar a todos los habitantes no judíos.

Los refugiados árabes no “abandonaron el país”: atacados, se escaparon al siguiente pueblo

Es importante que se entienda que los refugiados árabes no “abandonaron el país”. Cuando sus pueblos fueron atacados (generalmente por la noche), cogieron a sus familias y escaparon al siguiente pueblo, que más adelante sería atacado también, y así sucesivamente. Al final se encontraron con que entre ellos y sus hogares había una frontera, acordada como línea de alto el fuego.

El éxodo palestino no fue un proceso homogéneo. Cambiaba cada mes, en cada sitio y en cada situación.

Por ejemplo: se indujo a la población de Lod a huir disparando a la gente indiscriminadamente; cuando se conquistó Safed, de acuerdo con el comandante “no les echamos, abrimos un pasillo para que pudieran huir”.

Antes de la ocupación de Nazaret, los líderes locales firmaron un documento de rendición por el que se garantizaba a los ciudadanos que se respetaría su vida y su propiedad. Más adelante, al comandante judío Dunkelman (un oficial canadiense), se le ordenó verbalmente que los expulsara. Él se negó, y exigió una orden escrita que nunca llegó. Por esa razón, Nazaret es a día de hoy una ciudad árabe.

Cuando se conquistó Yafa, la mayoría de sus habitantes huyeron por mar a Gaza. A los que se quedaron, tras la rendición, se les metió en camiones y se les envió a Gaza también.

Aunque gran parte de la expulsión fue dictaminada por necesidades militares, ciertamiente había un deseo inconsciente, semiconsciente o consciente de echar a la población árabe. Estaba “en la sangre” del movimiento sionista. De hecho, mucho antes de que su fundador, Theodor Herzl, hubiera siquiera pensado en Palestina, cuando escribió el borrador original de su revolucionario libro “El Estado judío” (“Der Judenstaat”), propuso fundar su Estado judío en la Patagonia (Argentina), y propuso inducir a todos los habitantes nativos a abandonarla.

Después de que los ejército árabes entraran en el conflicto en mayo, los judíos frenaron a los egipcios a 22km de Tel Aviv. La Naciones Unidas decretaron un alto al fuego de un mes, que el lado israelí utilizó para equiparse por primera vez con armamento pesado (artillería, tanques, fuerzas aéreas), que Stalin le vendió. Durante los intensos enfrentamientos de julio, la balanza cambió y el lado israelí poco a poco fue ganando ventaja.

Los líderes sionistas estaban seguros de que los refugiados caerían en el olvido. Eso no pasó

Desde entonces, se tomó la decisión política (distinta de una militar), de que había que expulsar a la población árabe: se les ordenó a las unidades que dispararan a todo árabe que intentara volver a su pueblo.

El momento decisivo llegó al final de la guerra, cuando se decidió que no se les permitiría a los refugiados volver a sus hogares. No hubo una decisión oficial. Esa idea ni siquiera surgió. Masas de refugiados judíos de toda Europa, supervivientes del Holocausto, invadieron el país y ocuparon los lugares que habían dejado los árabes.

Los líderes sionistas estaban seguros de que en una o dos generaciones, los refugiados caerían en el olvido. Eso no pasó.

Deberíamos recordar que todo esto ocurrió sólo unos años después de la expulsión masiva de los alemanes de Polonia, Checoslovaquia y los países bálticos, lo cual fue aceptado como algo natural.

Como en una tragedia griega, la Nakba estuvo condicionada por el carácter de todos sus participantes, tanto verdugos como víctimas.

Cualquier solución del “problema”, debe comenzar por una disculpa inequívoca por parte de Israel por su participación en la Nakba.

La solución práctica debe incluir al menos un retorno simbólico de un número acordado de refugiados al territorio israelí, un reasentamiento de la mayoría de ellos en el Estado de Palestina cuando sea creado, y una generosa compensación para aquellos que elijan quedarse donde están o emigrar a algún otro sitio.

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