Opinión

¿Isratina o Palestrael?

Uri Avnery
Uri Avnery
· 11 minutos

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Hubo una vez un tipo que tuvo una idea completamente revolucionaria: un avión que usa agua como combustible.

Se acabó la gasolina, se acabó la contaminación, se acabaron los precios desorbitados. Simplemente cárgalo de agua y volará hasta el fin del mundo.

“¡Genial!”- gritaron todos de alegría-. “¡Enséñanos los planos!”

“¿Planos?”- dijo el hombre- “Yo he tenido la idea, dejaré a los ingenieros trabajar en los detalles técnicos”.

Los inventores de “La Solución del Estado Único” me recuerdan a este genio. Tienen una idea maravillosa, pero quedan algunas preguntas sin responder.

La primera pregunta: ¿cómo se hace?

La respuesta más obvia: con una guerra.

Todos los niños han sido adoctrinados desde la guardería para considerar el Estado «judío» como el mayor de los ideales

El mundo árabe movilizará sus ejércitos, Israel será conquistada. Los vencedores impondrán su voluntad.

Esto podría pasar dentro de unas cuantas generaciones, pero yo lo dudo mucho. En un mundo de armas nucleares, las guerras pueden acabar en la aniquilación mutua.

Entonces, si no es una guerra, tendrá que ser la “presión extranjera”.

Esto también lo dudo. El movimiento de boicot internacional es bastante efectivo, a su manera, pero está lejos, muy lejos, de ser capaz de obligar a los israelíes a hacer algo a lo que se opone cada fibra de su ser: renunciar a su soberanía. Lo mismo ocurre con la presión política, puede que dañe a Israel, puede que la aísle (aunque no creo que eso sea posible en esta generación o en la siguiente), pero tampoco será suficiente para hacer que Israel se arrodille.

¿Convencer a la mayoría de Israel? Uno debe estar muy alejado de la realidad de nuestro país para creer que esto pueda suceder en un futuro probable. Desde hace ya más de 130 años, el corazón de la razón de ser sionista e israelí ha sido alcanzar la categoria de Estado israelí (o “judío”). Muchos han muerto por esta causa. Todos los niños en Israel han sido adoctrinados desde la guardería, pasando por el colegio y llegando hasta el ejército, para que consideren el Estado como el mayor de los ideales. ¿Renunciarán a él voluntariamente? No parece probable.

De cualquier modo, para poder seguir con el debate, supongamos que de un modo u otro, la Solución del Estado Único se hace posible. Puede que gracias a la intervención divina.

¿Cómo funcionaría?

Desde la II Guerra Mundial, no hay un solo ejemplo de dos Estados que se hayan unido voluntariamente

En todos y cada uno de las docenas de debates que he tenido con defensores del Estado Único de todo tipo, nunca, ni siquiera una vez, he recibido una respuesta a esta simple pregunta. Ni una sola vez. Como el inventor del avión que usa agua como combustible, le dejan eso a los ingenieros.

Intentémoslo.

¿Cómo se llamaría el Estado? No es una pregunta fácil.

Muammar Gaddafi propuso “Isratina” (¿porqué no “Palestrael”?). Se me ocurren “Tierra Santa”, “Estado de Jerusalén” y otros nombres. Puede que simplemente “Estado Unido de Israel y Palestina” (llamémoslo EUIP).

Se han propuesto varias banderas e himnos nacionales, algunos de ellos bastante ingeniosos. ¿Alguien derramará su sangre por ellos?

Y sin embargo, ese tampoco es el verdadero problema. Sólo cuando nos aproximamos a las realidades del Estado se multiplican las preguntas.

¿Cómo funcionará el Estado en cuanto a las cuestiones diarias?

Lo difícil que este asunto puede llegar a ser, está ilustrado por un hecho histórico muy simple: desde la Segunda Guerra Mundial, no hay un solo ejemplo de dos pueblos o dos Estados que se hayan unido en uno sólo voluntariamente. Sin embargo, hay abundantes ejemplos de Estados multinacionales que se han separado.

Empecemos con la Unión Soviética, una gran potencia mundial. Luego Yugoslavia, Serbia, Checoslovaquia, Sudán.

Otro países se encuentran bajo la amenaza de la separación. ¿Quién habría pensado que el venerable Reino Unido podría llegar a desunirse? Los escoceses, los catalanes, los vascos, los quebequenses, ucranianos de la zona este, todos esperan su turno. Sólo los suizos, unidos por siglos de historia, parecen ser inmunes, así como Bosnia y Herzegovina.

Sea como sea, miremos el asunto en sí más de cerca.

El Estado debe tener un ejército unido. ¿Cómo funcionará?

¿Servirán los judíos y los árabes en el mismo pelotón? ¿O habrá batallones y brigadas separadas? Si hay problemas en un barrio judío, seguirán las unidades judías órdenes contra sus hermanos? Y en una guerra contra un Estado árabe, ¿cómo actuarán las unidades árabes?

¿Será el Jefe del Estado Mayor judío o árabe? ¿o puede que vaya por rotación? Y el Estado Mayor, ¿mitad y mitad?

El salario medio de los judíos en Israel es 25 veces más alto que el de los árabes en los territorios ocupados

Y eso es fácil comparado con el cuerpo de policía. ¿Servirán los judíos y los árabes codo con codo, tal y como hicieron durante el mandato británico, cuando prácticamente todos los policías pertenecían a una organización nacionalista secreta?

¿Y cómo investigará este cuerpo de policías los crímenes nacionalistas? ¿Quién será el inspector general?

Luego está la cuestión de los impuestos. A día de hoy, el salario medio de los judíos en Israel es 25 veces más alto que el de los árabes en los territorios ocupados de Palestina. No, no es una errata, no son un 25% más altos, sino 25 veces más altos.

¿Pagarán los árabes los mismo impuestos? Muy pronto, los ciudadanos judíos se quejarían de que son los que pagan casi todas las prestaciones sociales y la educación de los ciudadanos palestinos. Problemas.

Luego están los problemas sobre la estructura política.

Por supuesto, habrá sufragio libre y universal, pero ¿cómo votarán los ciudadanos, de acuerdo a los intereses de su clase social o siguiendo una línea étnica?

La experiencia de muchos países indica que la identidad étnica tendrá prioridad. En la Israel de hoy, esa es la norma. Durante el mandato británico, había sólo un partido unitario: el partido comunista, con tendencias rusas. Poco antes de la guerra de 1948, se separó en judíos y árabes. En el nuevo Estado de Israel se volvieron a unir (por orden de Moscú), pero luego se volvieron a separar. En la práctica, es un partido árabe a día de hoy, con algunos seguidores judíos.

Nuestro partido de 1948 tenía estricta paridad: en la lista de candidaturas había un árabe, un judío, un árabe, un judío…

En 1948 me involucré en la fundación de un nuevo partido, el Partido Progresista para la Paz, que se basaba en una estricta paridad: nuestra lista para la Knesset contaba con un árabe, un judío, un árabe, un judío, y así hasta 120.

En dos campañas electorales sucesivas llegamos a la Knesset, pero ocurría algo muy curioso: casi todos nuestros votantes eran árabes. Poco tiempo después, el partido desapareció.

Creo firmemente que en el EUIP pasaría lo mismo. En el Parlamento, dos bloques se enfrentarían entre sí en un ambiente de hostilidad mutua permanente. Será extremadamente difícil formar un gobierno de coalición que funcione y que esté compuesto por elementos de ambas partes. Véase el caso de Bélgica, otro Estado binacional problemático.

Algunos defensores del Estado Único admiten que el proyecto sólo es factible si ambos pueblos cambian su actitud básica por completo, y un espíritu de amor y respeto mutuos reemplazan el actual odio y desprecio nacionalistas.

Hace unos 50 años tuve una conversación con el entonces embajador de la India en París, Kavalam Madhava Panikkar, un respetado hombre de Estado e intelectual. Por supuesto, hablamos sobre la paz entre Israel y Palestina, y me dijo: “¡Se necesitarán 51 años!”

“¿Por qué 51 años exactamente?”- le pregunté sorprendido, a lo que él respondió: “Porque necesitamos una nueva generación de profesores, eso llevará 25 años. Estos nuevos profesores educarán a una nueva generación de estudiantes,que serán capaces de alcanzar la paz. Eso llevará otros 25 años. Alcanzar la paz llevará un año más”.

Bueno, han pasado 51 años y la paz parece estar más alejada que nunca.

Los casamenteros suelen decir: “No se quieren aún, pero una vez estén casados y tengan hijos, se acabarán queriendo”.

Puede. ¿Cuánto tiempo llevará? ¿Cien años? ¿Doscientos años? Todos nosotros estaremos muertos mucho antes.

El principal argumento contra la visión del Estado Único es que pronto se convertirá en un campo de batalla de conflicto permanente, como el Líbano. No habrá un sólo día de paz interna.

Los judíos israelíes y los árabes palestinos son dos de las naciones más nacionalistas del mundo

El mayor peligro es que en un Estado así, con una mayoría árabe en crecimiento, los ciudadanos judíos pudientes y con un nivel alto de educación irán abandonando el país lentamente (como algunos están haciendo ya). Al final, sólo quedarán los de clases más humildes, con un nivel bajo de educación, una comunidad judía pequeña en un Estado árabe.

Tengo la oscura sospecha de que algunos de los defensores árabes del Estado Único se acogen a esta idea sólo por ese motivo: ponerle fin a Israel.

Los judíos israelíes y los árabes palestinos son dos de las naciones más nacionalistas del mundo. Hay que ser un optimista extremo (incluso más extremo de lo que yo lo soy) para creer que funcionará.

Tengo que hacer una confesión: yo también creí en la “Solución del Estado Único”, mucho antes de que el término se inventara. En 1945, cuando tenía apenas 22 años, fundé un grupo que estaba dedicado a la idea de que la nueva nación hebrea de Palestina y la nación árabe de Palestina, unidos por el amor común a su país, podrían llegar a ser una gran nación y convivir en un sólo Estado.

Siento gran respeto por los adeptos del Estado Único: su visión es noble, pero está desconectada de la realidad

Nuestra ideología causó un gran tumulto en la comunidad sionista del país. Fuimos condenados universalmente, pero durante la guerra de 1949, cuando estuve en contacto directo con la realidad Palestina, abandoné esta bonita idea para siempre; desde 1949 en adelante, fui uno de los creadores del concepto de la Solución de los Dos Estados.

Siento un gran respeto por los adeptos de la Solución del Estado Único. Sus objetivos son admirables, su visión es noble, pero está desconectada de la realidad.

Me gustaría dejar algo muy claro: para mí, la Solución de los Dos Estados no es una receta para la separación y el divorcio. Por el contrario, es más como una boda.

Desde el primer día, hace 66 años, cuando nosotros, un pequeño grupo, alzamos el estandarte de la Solución de los Dos Estados, nos quedó claro que ambos Estados, conviviendo juntos en un pequeño país, deben cooperar estrechamente. Las fronteras deben estar abiertas para la entrada y salida de personas y mercancías, y las economías estrechamente entrelazadas. La actitud cambiará poco a poco en ambas partes.

Se formarán conexiones, las amistades volverán a establecerse. Los intereses económicos en el ámbito de los negocios convencerán a la gente. La gente trabajará junta y acabará gustándose. Como dicen los árabes: Inchalá (Si Dios quiere).

Cuando alguien me pregunta si esta es la mejor solución, mi respuesta es: “Es la única solución”.

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