Opinión

La cara de un chico

Uri Avnery
Uri Avnery
· 9 minutos

opinion

Las fechorías que el ejército de ocupación de Napoleón cometió en España no se fotografiaron. La fotografía todavía no se había inventado. Los valientes que luchaban contra la ocupación tuvieron que confiar en Francisco de Goya para que el retrato inmortal de la resistencia quedara plasmado.

Los partisanos y los que luchaban en la clandestinidad contra la ocupación alemana de sus países en la Segunda Guerra Mundial no tuvieron tiempo para sacar fotos. Incluso en el caso del heróico levantamiento del gueto judío de Varsovia, las imágenes no fueron grabadas por los que participaron. Los propios alemanes fueron los que grabaron las atrocidades que cometieron y, como buenos alemanes, las catalogaron y archivaron de forma ordenada.

Todavía no está claro qué es más efectivo a largo plazo: si las balas o las fotografías

Entre tanto, la fotografía se ha convertido en una práctica de lo más corriente. Las acciones israelíes en los territorios ocupados de Palestina se graban en todo momento. Ahora todo el mundo tiene teléfonos móviles que pueden sacar fotos. Aparte, las organizaciones pacifistas israelíes han proporcionado cámaras a muchos habitantes árabes.

Los soldados disparan con armas. Los palestinos disparan con cámaras de foto.

Todavía no está claro qué es más efectivo a largo plazo: si las balas o las fotografías.

Hace poco, la grabación de un vídeo de corta duración en una aldea remota de Cisjordanía, Nabi Saleh, ha sentado un precedente.

A estas alturas, todo israelí ya ha visto este vídeo varias veces. Las cadenas de televisión israelíes lo han emitido una y otra vez. Millones y millones de personas de todo el mundo lo han visto en su televisión local. Está circulando por las redes sociales.

El vídeo muestra un incidente que tuvo lugar cerca de la aldea un viernes, hace dos semanas. Nada muy especial. Nada terrible. Tan sólo un suceso rutinario. Pero las fotografías son inolvidables.

La aldea de Nabi Saleh se encuentra en la Cisjordania ocupada, no muy lejos de Ramalá. Lleva ese nombre en honor a un profeta (Nabi significa profeta tanto en árabe como en hebreo) que vivió antes de los tiempos de Mahoma y que, según se dice, está enterrado allí. Su extensa tumba es el orgullo de sus 550 habitantes.

La población nunca ha cambiado: fueron sucesivamente cananitas, judíos, griegos, romanos, bizantino, árabes

Nabi Saleh está construida sobre los restos de un puesto de avanzada cruzado, que a su vez estaba construido sobre los restos de una aldea bizantina. Su historia se remonta probablemente a los tiempos de los antiguos cananitas. Estoy convencido de que la población de estas aldeas nunca ha cambiado: simplemente fueron cambiando de religión y cultura dependiendo de quién tuviera el poder. Fueron sucesivamente cananitas, judíos, griegos, romanos, bizantinos y finalmente árabes.

La ocupación más reciente (que dura hasta el día de hoy) es la israelí. Estos nuevos invasores no tienen interés en convertir a la población local. Sólo quieren apropiarse de su tierra y, si es posible, hacer que se vayan. En parte del territorio de Nabi Saleh se estableció un asentamiento llamado Halamish (»pedernal»).

El conflicto entre la aldea y sus nuevos »vecinos» empezó inmediatamente. Entre ellos se encuentra un pozo antiguo que los colonos han restaurado y ahora reclaman como suyo. La aldea no está dispuesta a rendirse.

Como en muchas otras aldeas de la zona, como Bil’in, cada viernes, justo después de los rezos en la mezquita, tiene lugar una manifestación contra la ocupación y los colonos. Unos pocos activistas israelíes por la paz y voluntarios internacionales participan en ellas. Por lo general, los manifestantes no son violentos pero, a menudo, algunos adolescentes y niños que bordean la manifestación lanzan piedras. Los soldados disparan balas de acero cubiertas de goma, gas lacrimógeno y granadas aturdidoras, y a veces balas de verdad.

El vídeo comienza con un soldado enviado para arrestar a un chico que había (o no) lanzado una piedra

Como en muchas aldeas árabes pequeñas, la mayoría de los habitantes pertenecen a un clan, en este caso el de los Tamimis. En una de las manifestaciones un chico de este clan murió a causa de un disparo, y una chica recibió un disparo en el pie. El protagonista del último suceso es un chico del clan Tamimi.

El vídeo que ha sacudido al mundo comienza con un único soldado, al que obviamente se envió para arrestar a un chico que había (o no) lanzado una piedra.

El soldado avanza por el terreno rocoso dando saltos, busca al chico, que está escondido detrás de una piedra, y lo atrapa. Es Muhammad Tamimi, de doce años y con un brazo escayolado.

El soldado rodea con su brazo el cuello del chico, que grita aterrorizado. Pronto aparece su hermana de catorce años, y poco después su madre y otras mujeres. Todas tiran del soldado, que trata de apartarlas empujándolas con su otro brazo. Durante el salvaje forcejeo, la hermana muerde el brazo del soldado; el brazo con el que tiene cogida el arma.

El soldado lleva un pasamontañas. Esto es nuevo. ¿Por qué llevan pasamontañas? ¿Qué esconden? Después de todo, no son policías rusos que temen la venganza de los mafiosos. Cuando yo era soldado, hace mucho tiempo, no se usaban pasamontañas.

En el transcurso de la melé, una de las mujeres consigue quitarle el pasamontañas al soldado. Vemos su cara: es sólo un joven corriente, que acaba de salir del instituto y que obviamente no tiene ni idea de qué hacer. Parece que hay fotógrafos por todos lados. Se pueden ver sus pies.

Si los fotógrafos no hubieran estado allí, ¿habría usado su arma el soldado? Es difícil de decir. Hace poco, un coronel disparó y mató a un chico que había lanzado una piedra a su coche. El Ejército justifica e incluso elogia este tipo de actos en »defensa propia».

El niño llorando y suplicando, las mujeres empujando y golpeando, el soldado a su vez empujándolas…

Durante algunos minutos la escena sigue: el niño llorando y suplicando, las mujeres empujando y golpeando, el soldado a su vez empujándolas, todo el mundo gritando. Entonces, se acerca otro soldado y le dice al primero que suelte al chico, al que se ve huyendo.

No sabemos quién es este soldado. Es difícil adivinar de dónde viene. Es simplemente un soldado, uno de los muchos que mantienen el orden en los territorios ocupados, que se enfrentan cada semana a las manifestaciones.

Otra perspectiva de este suceso la proporciona uno de los manifestantes que está fuera de cámara, por así decirlo, al que el vídeo captó durante un breve instante. Fue reconocido.

Es un profesor que lleva el nombre de dos personas ilustres: el fundador del sionismo, Theodor Herzl, y el compositor Franz Schubert. Herzl Schubert es un activista veterano, pacifista y de izquierdas. He coincidido con él en muchas manifestaciones.

Al día siguiente de que se mostrara el vídeo en todas las cadenas de televisión israelíes, se armó un gran revuelo pidiendo que se le inhabilitara. ¿Cómo? ¿Un manifestante pacifista de izquierdas en las aulas?

No se acusaba a Schubert de predicar sus opiniones en clase. Sus actividades pacifistas no tenían lugar en horas de trabajo. El simple hecho de que participara en una manifestación en su propio tiempo libre fue suficiente. Su caso está ahora »siendo estudiado» por el Ministerio de Educación.

¿Cómo? ¿Un manifestante pacifista de izquierdas en las aulas? El Ministerio «estudiará» su caso

Éste, por cierto, no es un caso excepcional. A una respetada educadora que fue elegida directora de una escuela de arte no se le permitió acceder al puesto tras descubrirse que muchos años atrás había firmado una petición para que el Ejército permitiera que los soldados se negaran a prestar servicio en los territorios ocupados. La petición no instaba a los soldados a negarse; sólo pedía respeto por la decisión moral de los que se negaran. Eso es suficiente. El Ministerio, que ahora dirige un demagogo nacionalista-religioso, prometió »estudiar el asunto».

Por supuesto, estos casos de macartismo moderno afectan sólo a gente de izquierdas. Nadie pide la inhabilitación del rabino que prohibe la venta o alquiler de apartamentos a los árabes. O del rabino que escribió que en determinadas circunstancias está permitido matar a no judíos, niños incluídos. Sus sueldos los paga el Estado.

Millones y millones de personas en todo el mundo ya deben haber visto el vídeo de Nabi Saleh. Es imposible evaluar el alcance de los daños.

El en vídeo no sucede nada especialmente terrible. Es la imagen de la ocupación, la imagen actual de Israel

No es que este vídeo sea especialmente desagradable. No sucede nada terrible. Es la imagen de la ocupación, la imagen actual de Israel, la que queda grabada en las mentes de los que ven el vídeo.

Desde hace ya muchos años, casi todos las noticias que salen de Israel tienen que ver con las acciones y las fechorías de la ocupación. Nada queda de la imagen de Israel como ese Estado progresista, creado por las víctimas del crimen en masa más repugnante de la historia moderna. El Estado de los pioneros que »hicieron florecer el desierto». El bastión de la libertad y la democracia en una región turbulenta.

Esa imagen hace mucho tiempo que se borró. El Israel que ahora se presenta al mundo es un Estado de invasores, de opresores, de colonizadores brutales, de soldados armados hasta los dientes que arrestan a gente en mitad de la noche y la persiguen durante el día.

Esta imagen cambia la percepción que se tiene de Israel en todo el mundo. Cada vídeo y cada noticia contribuye imperceptiblemente a este cambio. La actitud de la gente corriente en todo el mundo, los judíos también incluidos, cambia. El daño es duradero y probablemente irremediable.

Es muy probable que la cara aterrorizada del joven Muhammad Tamimi nos persiga durante mucho tiempo.

¿Te ha gustado esta columna?

Puedes colaborar con nuestros autores y traductores. Elige tu aportación