Reportaje

El multifrente de Mosul

Ethel Bonet
Ethel Bonet
· 13 minutos
Un guerrillero del PAK kurdo-iraní, en el frente de Mosul (Ago 2016) | © Ethel Bonet
Un guerrillero del PAK kurdo-iraní, en el frente de Mosul (Ago 2016) | © Ethel Bonet

Bashiqa (Iraq) | Agosto 2016

“Ésta es nuestra tierra y por eso la defendemos”, asegura Hazhar, un joven comandante de una unidad de combatientes kurdos iraníes. “No vamos a marcharnos hasta que Mosul sea liberada”.

Hazhar, de 24 años, y sus camaradas ocupan la mejor posición para esta ambiciosa meta: el frente de Bashiqa,que dista tan sólo 20 kilómetros de Mosul. A lo largo de los mil kilómetros de trincheras que han cavado los peshmerga, las fuerzas armadas del Kurdistán iraquí autónomo, para defender sus posiciones y repeler los ataques del Estado Islámico (Daesh), Bashiqa es la posición más avanzada.

Más de 700 kurdos de Irán combaten en Iraq contra el Daesh, sobre todo ante Mosul

«Nos unimos a la batalla contra el Daesh a petición del Ministerio Peshmerga del Kurdistán iraquí y retornaremos a nuestras bases a petición del mismo Ministerio también», dice Hazhar, miembro del Partido de la Libertad del Kurdistán (PAK), una formación política y guerrillera kurda de Irán, que tiene a más 700 guerrilleros combatiendo en Iraq.

Este grupo de apátridas kurdo-iraníes, que han nacido y crecido en los campamentos de entrenamiento de la guerrilla separatista iraní, defiende la posición más peligrosa de todo el valle. Desde allí mantienen a raya a los combatientes del Daesh, que atacan cada noche el puesto militar iraní con obuses y cohetes de fabricación casera.

A veces, las unidades armadas del PAK se denominan “Halcones de la Libertad”, aunque no tienen relación con el grupúsculo homónimo, conocido por las siglas TAK, que reivindica algunos atentados en Turquía.

Los combatientes del PAK no reciben ayuda directa de los peshmerga, ellos mismos han comprado sus vetustos rifles kalashnikov pero también poseen tres morteros , uno de 82 milímetros y dos de 60 milímetros, que utilizan para bombardear la localidad de Bashiqa.

“Somos voluntarios, no necesitamos dinero para luchar, lo hacemos porque creemos en nuestra causa», puntualiza el guerrillero iraní, cuya meta a largo plazo es la unificación de todo Kurdistán para convertirlo en un Estado independiente.

La localidad de Bashiqa, bajo control de los yihadistas desde junio de 2014, es un punto estratégico ya que es la puerta que conduce a Mosul y no se podrá avanzar hacia la capital del Daesh sin liberarla antes. Desde la loma de la montaña se puede ver con claridad la “ciudad dorada” del Califato, el preciado botín que todos ambicionan.

El único factor de unión entre todas estas milicias es su antipatía hacia el Estado Islámico

En las montañas alrededor de Bashiqa, además de los ‘halcones’ del PAK y los peshmerga iraquíes, hay milicias suníes, milicias cristiano-asirias, milicias turcomanas, así como contingentes de las tribus shabak (una minoría religiosa kurda) y de los yezidíes. Parte de ellas se agrupan bajo el paraguas de Al-Hashd al Wataní, es decir Movilización Nacional, dominado por fuerzas suníes de Mosul y bajo mando del exgobernador de Mosul, Athil Nuyaifi. A esto se añaden tropas del Ejército turco y fuerzas especiales canadienses.

En la teoría, todos estos grupos están bajo el mando del general Bahram Yasin de la 7º división peshmerga en la base de Bashiqa. En la práctica, el único factor de unión entre todos estos grupos es su antipatía hacia el Estado Islámico. Cada grupo armado sospecha del otro, y todos temen que habrá una lucha violenta por el poder tras la conquista de Mosul.

A esto se añade, más al sur, el Ejército regular iraquí apoyado por milicias chiíes, conocidas como Al Hashd al Chaabí (Movilización Popular).

A unos 3 kilómetros de la localidad de Bashiqa, en el punto más alto de la zigzagueante carretera, conocida como Lufa, que conduce al bastión del Dáesh, se halla el contingente de Hazhar: medio centenar de combatientes iraníes del PAK. Su posición, aunque más pequeña que otras, está fuertemente fortificada con trincheras. “Llevamos un año aquí», dice Hazhar. Hasta agosto de 2014, su unidad estaba justo en los límites de Mosul, pero cuando cayó Bashiqa se fue a las montañas con el resto de los peshmerga.

mosul-frenteEl PAK, un partido fundado en 1991 bajo el nombre de Unión Revolucionaria del Kurdistán, inició en 2004 la lucha armada contra el Gobierno iraní, de forma paralela al más conocido PJAK, pero pronto se retiró al Kurdistán iraquí, que llevaba tiempo siendo el lugar de exilio de su dirigente Husein Yazdanpana. Sus unidades armadas se han desplegado en el frente del Daesh, desde Kirkuk, Guer y Mahmur hasta Mosul, poco después de que los yihadistas se apoderasen de esta ciudad, en junio de 2014.

¿Qué busca Turquía en Mosul?

La presencia de militares turcos y de sus aliados suníes, las milicias Hashd Watani, que representan los intereses de política exterior de Ankara en Iraq, complica aún más el espectro de la ofensiva multifrontal de Mosul.

Desde al menos 2013, Turquía tuvo un grupo de unos 90 soldados en Bashiqa, que entrenaba a las milicias suníes por petición de Athil Nujaifi. En diciembre de 2015, Ankara envió un refuerzo de 150 uniformados, acompañados por entre 20 y 25 tanques, a la base de Bashiqa, tras firmar un acuerdo con el presidente del Kurdistán iraquí autónomo, Masud Barzani, para entrenar a los peshmerga, si bien Bashiqa se halla fuera de los límites del territorio kurdo. Bagdad protestó, calificó la acción de “incursión” y exigió la inmediata retirada del contingente turco de Iraq. Sin éxito.

Unos 300 militares turcos entrenan a más de 2.000 combatientes de tribus suníes y peshmerga

Ahora, las fuerzas turcas han extendido sus posiciones y tienen dos puestos de avanzada a pocos kilómetros del bastión yihadista de Bashiqa para “proteger” al grupo de formadores turcos – unos 300 militares – que están entrenando a más de dos mil combatientes de las tribus suníes y los peshmerga.

Los mandos peshmerga entrevistados sospechan que los intereses de Turquía van más allá del entrenamiento de combatientes antiyihadistas y que han colocado sus unidades en el terreno para mantener en jaque a su archienemigo: la guerrilla kurda del PKK, que combate en Turquía pero tiene su retaguardia en el Kurdistán iraquí, concretamente en los montes Kandil, 80 kilómetros más al norte. Pero aunque los guerrilleros del PKK no tienen presencia en el frente de Bashiqa, sí mantienen posiciones en las vecinas montanas de Sinyar, hacia la frontera siria, y más al sur, en el frente de Kirkuk, con el visto bueno de los peshmerga.

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ha proclamado otro motivo para mantener las tropas en suelo iraquí: la presencia de tribus turcomanas, que califica de “hermanos étnicos”. Como la mayor parte de Oriente Próximo, Mosul fue una provincia otomana hasta 1920 y, al igual que en Siria, siguen existiendo importantes colectivos que conservan el idioma turco. Ankara se considera su protector y les proporciona financiación y entrenamiento.

Ejército iraquí y peshmerga no trabajan en sincronía, lo que ralentiza las operaciones

A pesar del optimismo del primer ministro iraquí, Haider Al Abadi, que espera recuperar Mosul para finales del año, aún queda un largo camino por recorrer para liberar la ciudad, con unas dos millones de habitantes la segunda mayor de Iraq. En primer lugar, el ejército iraquí y los peshmerga no están trabajando en sincronía, lo que ralentiza las operaciones contra el Daesh.

Tampoco está claro el papel que desempeñaran los otros agentes armados, las milicias de Hashd Watani y las de Hashd Chaabí, estas últimas respaldadas por el Ejército iraquí pero sobre todo apoyadas por Irán. Existe el temor de que una vez que el Estado Islámico haya sido expulsado de la ciudad las milicias suníes y chiíes puedan luchar entre ellas por el control de la urbe.

¿Quien luchará en Mosul?

Las tropas peshmerga han pasado a la ofensiva contra el Estado Islámico con el fin de asegurar los pueblos y ciudades de mayoría étnica-kurda o los de otras minorías que se sienten marginados u oprimidos bajo el gobierno chií de Abadi. Su misión es impedir las incursiones del Daesh en el territorio kurdo, desde hace años la única región pacífica de Iraq. También hay quien cree que intentarán ampliar las fronteras del Kurdistán autónomo, si es posible, aunque a diferencia de Kirkuk, situada más al sur, el Gobierno regional kurdo nunca ha reivindicado formalmente Mosul.

Los líderes kurdos han sido reacios a moverse hacia Mosul sin antes atar un arreglo político entre Bagdad y Erbil. Pero, por otro lado, no quieren perder su influencia ni permitir que el ejército iraquí o milicias árabes puedan llegar primero. “Nosotros estamos preparados para la batalla de Mosul, solo estamos esperando a que Bagdad de el visto bueno”, declara el general Bahram Yasin de la 7º división peshmerga. No obstante, advierte que “si otros grupos armados iraquíes que no son el ejército regular se mueven hacia Mosul, los peshmerga iremos a la liberarla”.

Preocupado por las ambiciones separatistas de los kurdos, el primer ministro Abadi ha vacilado en el tema de cooperar con los peshmerga en la ofensiva para arrebatar a Dáesh la segunda ciudad de Irak. En agosto, el premier iraquí insistió en que solamente las fuerzas del Estado entrarían en Mosul.

En medio de este juego de rivalidades se encuentra Estados Unidos, que entrena tanto a soldados iraquíes como a las fuerzas peshmerga y a los combatientes suníes de Hashd Watani. Pero más equilibrista aún es la posición de Teherán, que respalda al Gobierno central de Bagdad y su Ejército, y especialmente a las milicias de Hashd Chaabí que finalmente se encontrarán frente al Daesh, tal vez hombro con hombro con el PAK, cuyos guerrilleros se han formado lanzando ataques contra soldados iraníes.

Bahram Yasin considera que debería ser la coalición internacional, liderada por Washington, quien defina qué fuerzas participarán en la conquista de Mosul y no el Gobierno de Bagdad. Su mayor preocupación es que una vez que Mosul sea finalmente liberado “puedan estallar enfrentamiento armados entre sus unidades y los militares iraquíes o milicias árabes”.

¿Un Daesh debilitado?

El general Bahram y sus hombres creen que su enemigo, aunque siga siendo una amenaza grave, empieza a sentir la presión. «Hace apenas dos meses, nos bombardeaban con 20, 30, incluso 40 morteros diarias. Ahora, se ha reducido», indica. Observa que los yihadistas empiezan a estar faltos de suministros y utilizan tuberías, materiales de construcción e incluso rollos de papel de cocina que rellenan con explosivos y los disparan.

«Daesh tiene francotiradores cualificados y ha adquirido una gran destreza en usar coches bomba»

Los peshmerga están ahora mejor equipados. Su brigada ha recibido misiles antitanque MILAN, ametralladoras pesadas y 800 armas cortas de la Coalición. Pero para el comandante iraní del PAK que está en primera línea, el Daesh está mostrando pocos signos de derrota.

“El Estado Islámico tiene francotiradores cualificados y unidades de mortero y ha adquirido una gran destreza en plantar IED (artefactos explosivos improvisados) que detonan a distancia, así como coches bomba, lo que les hace aún más difíciles de combatir”, asegura Hazhar.

Ante los bombardeos aéreos de la coalición, que han reducido su capacidad de movimiento, el Daesh ha optado por una táctica defensiva, advierte el comandante kurdo-iraní.

“Los yihadistas han cavado trincheras y túneles subterráneos para evitar los ataques aéreos. Tampoco se mueven en vehículos todoterreno, sino que utilizan motocicletas o tractores pequeños para no ser identificados, y queman neumáticos para que el humo negro impida la visibilidad a los aviones y drones de reconocimiento”, dice Hazhar, observando el horizonte.

Ankara – Bagdad, alta tensión

Blindado turco ante la frontera siria (Suruç, 2014) | © Ilya U. Topper
Blindado turco ante la frontera siria (Suruç, 2014) | © Ilya U. Topper

Desde que el Gobierno turco reforzó el contingente militar en Bashiqa, en diciembre de 2015, las autoridades iraquíes han protestado contra la presencia militar turca en su territorio. Sin éxito. Aunque en diciembre, Ankara hizo el gesto de retirar algunos tanques y colocarlos en territorio kurdo, el grueso de tropas se quedó en la base. Las escaramuzas con el Daesh se limitaron a algunos ataques de morteros que causaron la muerte de varios soldados turcos y recibieron respuesta de la artillería turca.

En septiembre, Ankara aseguró que las tropas sólo tenían misión de entrenamiento y no entrarían en combate. Pero Bagdad retomó el asunto: el 4 de octubre, el Parlamento votó una resolución en la que describió el contingente turco como “fuerzas de ocupación”. El primer ministro, Haidar Abadi, insistió en la retirada. Ambos Gobiernos citaron al embajador del otro para expresar quejas. El 11 de octubre, Erdogan salió a la palestra visiblemente enfadado, negándose en rotundo a aceptar órdenes de Bagdad. “»Conoce tus límites», se dirigió directamente a Abadi, en televisión: «No eres mi interlocutor. No estás a mi nivel, no tienes mis quilates, no tienes mi calidad». Agregó que fue el propio Gobierno iraquí que había pedido la presencia turca en Bashiqa y la prensa hizo circular imágenes de una visita (no fechada) del ministro de Defensa iraquí, Khaled Obeidi, a las tropas turcas en la base.

“Nos habéis invitado ¿y ahora nos decís que nos vayamos?” se indignó Erdogan. Insistió en que Turquía quiere participar en la coalición que, con respaldo aéreo de Estados Unidos y Francia, inicia el ataque a Mosul. De no ser invitado, anunció, Ankara pasaría “a un plan B o, si o puede ser, un plan C”.

I.U.T | Estambul | Oct 2016

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