Entrevista

Ángela Rodicio

«El Daesh no existiría sin internet»

Alejandro Luque
Alejandro Luque
· 12 minutos
Ángela Rodicio (Sevilla, Nov 2016) |  ©  Alejandro Luque /M'Sur
Ángela Rodicio (Sevilla, Nov 2016) | © Alejandro Luque /M’Sur


Sevilla| Noviembre 2016

Ángela Rodicio (Ribadavia, 1963) empezó a informar en 1990 con la desintegración de la antigua URSS y la guerra entre Irán e Iraq, y desde entonces ha cubierto casi todos los conflictos de Europa y Oriente Medio, desde los Balcanes a Israel. Reconocida con galardones como el Cirilo Rodríguez y el Víctor de la Serna, autora de libros como La guerra sin frentes o Acabar con el personaje, su última obra es Las novias de la Yihad, que mereció el premio Espasa 2016. En él explica el proceso por el cual miles de mujeres se han unido en los últimos años al Estado Islámico.

Su libro comienza buscando a los simpatizantes de la yihad en Londres, no en Siria o en Iraq. ¿Tenemos el problema en casa?

«Ya no existe el ellos o el nosotros, como en tiempos de Lepanto. Ahora ellos están aquí»

Así es. Mientras preparaba la documentación para este libro, incluyendo un viaje a Iraq y a la frontera Siria, el hijo adolescente de una amiga me dijo: “Vente a Londres y te presento a toda esta gente que un día de estos se va a ir con los talibanes o con el Estado Islámico, estudian en mi universidad”. Al final se ve que todo es muy coherente. Ya no existe el ellos o el nosotros, como en tiempos de Lepanto, el aquí o el allí. Ahora es ellos y nosotros: ellos están aquí, nosotros tenemos nuestros intereses geoestratégicos allí. De hecho, el Daesh no existirá sin internet, que es por definición un mundo global.

¿Hasta qué punto la situación socioeconómica influye en la captación de estas jóvenes?

Para nada. En absolutamente todos los estamentos se ha filtrado esta ideología. Tanto por parte de conversos como musulmanes de origen, he visto interés por alistarse con algún grupo armado. Es gente que de repente siente vacío, muy vulnerable, con una gran incomunicación con sus casas… Creo que estamos viviendo un momento de transición, donde alguien se radicaliza en pocos días porque hay un terreno abonado de vacío, de descreimiento, de incomunicación. Esos son los puntos débiles.

Usted alude a Mesopotamia para explicar lo que sucede ahora. ¿No es exponerse mucho a la mitología orientalista?

«En la época del califato abasí, Bagdad era la capital del mundo, de la cultura universal»

No se entiende nada sin la historia de la zona. Su líder, Abu Bakr al-Baghdadi, que en realidad es un al-Qurashī, de la tribu de los al-Qurashī de Samarra, cogió ese nombre, al-Baghdadi… precisamente porque estos fenómenos no existirían si no hubiera un reclamo moral. En la época del califato abasí de los suníes de Bagdad en su época dorada, Bagdad era la capital del mundo, de la cultura universal. Fueron los que importaron el papel de China, empiezan la escritura con los caracteres de los caldeos, fundan las religiones monoteístas… Abraham hizo el viaje desde Ur, en el sur de Iraq, hasta Hebrón. Si no entiendes estos reclamos históricos, no entiendes por qué todos estos jóvenes van a recrear su época dorada del califato.

Claro, la pregunta es si lo que quieren es regresar a una época preexistente, o es una recreación a lo Mil y Una noches que obedece a otros intereses, que justifica ciertos desmanes.

Por supuesto, por parte de ellos, es volver a las raíces de la religión. El Estado Islámico es la interpretación más radical del islam, que es la wahabí. Pero la instrumentalización que se hace de ello es otra cosa. La zona geográfica donde se mueven estos grupos terroristas son por definición zonas geoestratégicas de petróleo, oleoductos, de nuevas fronteras. De hecho, las viejas fronteras ya no cuentan, hoy los expertos hablan incluso de Siraq, es un nuevo ente. Luego ves las fronteras que fueron creadas justo hace cien años, en Sykes-Picot, reprogramando los despojos del Imperio Otomano, y son líneas rectas, no son naturales. Eso es lo que se está rediseñando ahora. Y esta gente que te vende ahora las Mil y una noches, lo que vende son las Mil y una noches del terror. Esta es la razón por la cual mi libro no solo propone un viaje geográfico, sino también por la mente de estos adolescentes.

La mayoría de las mujeres que aparecen en su libro son víctimas del engaño y la esclavitud. Hoy mismo veíamos en prensa la detención en España de una activista marroquí a favor del Daesh. ¿Cómo se explica ese perfil?

Sí, tienes por un lado a las occidentales convertidas de segunda generación, nacidas en Occidente, que han sido un reclamo propagandístico. Llegaban allí, les ponían el niqab, le daban un kalashnikov, les enseñaban a hacer bombas, las grababan y acababan siendo videoclips de proselitismo. Y más ahora, que no tienen gente. Lo último que me contaron en Mosul es que están haciendo captaciones por Facebook, sobre todo de iraquíes… Han pasado de ser un poco objeto de propaganda, a ser militantes: radicalización exprés, mártires, kamikazes.

Las conversas, ¿suelen ser más papistas que el Papa?

«En Iraq tienes catorce religiones reconocidas en la Constitución de 2005»

Por todas partes. Una cosa es el islam, donde hay un respeto por las religiones del Libro. Tienes a los judíos con la Torah, a los cristianos con la Biblia, los musulmanes con el Corán. Pero en Iraq, la antigua Mesopotamia, tienes catorce religiones reconocidas en la Constitución de 2005: los mandeos de Juan el Bautista, cristianos asirios, caldeos, jacobitas, todo esto alrededor de Mosul; y turcomanos chiíes y suníes, kurdos chiíes y suníes… Tienes un maremágnum de religiones. Pero ellos no tienen ningún respeto a lo que consideran sectas de infieles, impuros.

¿Quienes sufren más esa ideología?

Por ejemplo, los yazidis o yazidíes, a los que se califica de adoradores del diablo –aunque en realidad lo son del Ángel Caído–, y que siempre han vivido en esa zona de paso. En esta región de Sinyar, que han vaciado y está llena de petróleo y gas, en una zona estratégica entre Turquía, Siria e Iraq, y que ahora mismo la quiere Erdogan, los rusos, los kurdos, los iraquíes… Pues bien, las esclavas sexuales que han logrado escapar de allí te dicen que cuando han coincidido con yihadistas occidentales o novias de la yihad, las han tratado fatal, porque se consideraban de primera clase. ¿Mecanismo de defensa, lavado de coco llevado hasta las últimas consecuencias? Supongo que de todo un poco.

¿Le inquieta que las conversas de aquí, en internet, se muestren a menudo comprensivas y hasta complacientes con las interpretaciones radicales del islam?

No me meto ahí, porque yo todavía soy Gutenberg. Del año 1500 al 2000 hemos tenido una cultura de letra empresa, pero con internet llegamos a una segunda oralidad. Esto es fundamental para entender este fenómeno, como los populismos. Vivimos en un mundo donde no vas a cotejar hechos, sino a buscar emociones. Y te vuelves muy vulnerable.

Volviendo a los yazidíes, ¿esa condición de adoradores diabólicos es lo que las hace, según su libro, el botín más preciado del Daesh?

«La obsesión de Turquía es crear una zona para que no haya continuidad geográfica entre los kurdistanes»

Bueno, el botín más preciado son las occidentales, que eran las que les solían dar a los chechenos. Pero luego están las yazidíes que han ido comprando y vendiendo como un mercado al por mayor, como moneda de cambio. Uno se cansaba de la suya y se la vendía a otro.

Un Kurdistán independiente, ¿serían un muro de contención frente a estos movimientos?

El Kurdistán independiente es una especie de utopía. Ya con los tratados de Sèvres y Santo Stefano se les prometió, pero es casi una imposibilidad geográfica. Ahora mismo la obsesión de Turquía es crear una zona de seguridad entre Turquía y Siria, precisamente para que no haya continuidad geográfica entre los kurdistanes. Los iraníes no les van a dejar, tampoco… Los iraquíes, ellos mismos ya creen que son independientes. Yo he ido de Bagdad a Erbil y me han pedido el pasaporte… Las tres franjas en que quedó Iraq en el 91 con las zonas de exclusión aérea coinciden con la división actual de Iraq. En fin, el Kurdistán es una especie de entelequia, pero la realidad sobre el terreno hace que uno se vuelva muy descreído con esa posibilidad.

El hecho de que no haya habido atentados en los últimos tiempos, ¿es eficacia policial, o responde a otros factores?

Yo creo que son varias cosas, fíjate. Por ejemplo aquí, en España, se dan tres fenómenos: uno, la policía se ha reciclado de la lucha contra ETA y hay muy buenos profesionales; dos, aquí la gente no es tan racista como en otros lugares; y tres, esto lo necesitan como tierra de paso, para ir del Norte de África hacia la ruta de los Balcanes o a Europa. Pero tenemos un peligro mayor: hay quien cree que si caen Mosul y Raqqa se acaba el problema, pero creo que ahora mismo los tienes focalizados y localizados, pero después será lucha de guerrillas. Me decía un mando policial que hay 65.000 sospechosos ahora mismo en Europa, en células de unos diez. Hablamos de un problema apocalíptico casi, muy poco manejable.

Viejas corresponsalías

Usted perteneció a la ‘generación Iraq’. ¿Tuvo maestros allí?

Más que maestros, tuve lecturas. Con doce años me leí Oh, Jerusalem, y luego Alejandro Magno, Marco Polo, Plutarco, las Vidas paralelas… Pero una de las razones por las que siempre me fascinó Oriente Medio fue por la calidad de grandes periodistas y grandes escritores, sobre todo sajones. Eso me llevó a estudiar inglés y árabe. Para mí era como lidiar con la creme de la creme del periodismo internacional. Sir Richard Burton, Robert Byron –La via a Oxiana es uno de mis libros de cabecera–, Fitzroy Maclean –Eastern approaches fue otro, y pude conocer al autor años después en Sarajevo–, etcétera…

25 años después de la guerra de los Balcanes, ¿sabe qué sentido tuvo aquello?

Creo que tampoco se entiende nada de lo que está pasando ahora, tampoco, sin la guerra de los Balcanes. Toda esta gente, estos jóvenes universitarios con los que he hablado, denuncian la doble moral de Occidente. Y ya en Bosnia, que duró tres años y medio de asesinatos en directo, se decía lo mismo. “Aquí dejan que nos pudramos y nadie toma cartas como en la invasión de Kuwait, porque no tenemos petróleo”, decían. Esa idea perdura hoy.

En aquel tiempo, ¿podía imaginar la deriva que tomarían compañeros suyos como Alfonso Rojo, Hermann Tertsch o el propio Pérez-Reverte?

Cada uno se marca su trayectoria, gracias a dios. Puedo hablar por mí, pero no me atrevería a hablar por nadie.

Israel, ¿es el país más difícil desde el que informar del mundo?

No, yo soy muy objetiva e independiente, puedes informar de todo, siempre. Lo demás, como dice la Biblia, se da por añadidura.

Usted conoció a Yitzhak Rabin cuando solo era un diputado. ¿El Israel de hoy es una consecuencia directa de su asesinato?

Me da mucha pena que no se hable de proceso de paz, cuando hay una guerra. Ahora mismo lo que vemos en Oriente Medio, con ese rediseño general de fronteras, es otra frase distinta, que no habría sido posible sin el fracaso de las grandes mentes con grandes iniciativas, como fue la de Rabin.

¿Irán está también en otra fase, o solo cambia nuestra percepción del país?

Curiosamente, lo que se está viendo es que todo este caos de la zona, el mayor beneficiario indirecto es Irán. Su alianza con Rusia le está dando dividendos en Siria, Iraq ha desaparecido y está bajo su área de influencia, tienen su Kurdistán bajo control… El ganador ahora mismo es Irán, lo que nos deja todavía más espeluznados.

Termino con Iraq. Usted, que conoció el país antes de la guerra, ¿podía imaginarse que hoy el conflicto sería de índole religiosa, entre suníes y chiíes?

De nuevo es instrumentalizar la religión. Un Iraq desintegrado, divido, repartido con la excusa de la religión y con base a los intereses económicos es algo que estamos viendo in the making, como dicen los ingleses, desde 1991.

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