Entrevista

Baltasar Garzón

«Toda la vida estamos cortando la cabeza de múltiples hidras»

Alejandro Luque
Alejandro Luque
· 18 minutos
Baltasar Garzón | © Gonzalo Pérez
Baltasar Garzón | © Gonzalo Pérez


Sevilla| Febrero 2017

En el punto de mira (Planeta) es el título del corpulento volumen en el que Baltasar Garzón ha querido hacer un repaso a su amplia trayectoria como juez. Nacido en Torres (Jaén) en 1955, fue considerado el juez estrella por excelencia al ocuparse desde la Audiencia Nacional de los casos más llamativos hasta 2012, desde el terrorismo al narcotráfico, desde la delincuencia económica a los crímenes contra la Humanidad. Fue el juez que puso contra las cuerdas a Pinochet, contribuyó a la derrota de ETA y hasta tuvo una fugaz experiencia como candidato a diputado por el PSOE. Su intervención en el caso Gürtel le valió la expulsión del Tribunal Supremo, y desde entonces asesora al Tribunal Penal Internacional de La Haya y al director de la defensa de Julian Assange, fundador de Wikileaks, entre otros empeños.

Tras la sentencia del caso Nóos ¿usted entiende las críticas a la judicatura, ese desencanto que cunde cada vez que se da un fallo inesperado?

«Sin pedagogía sobre lo que es un sumario, un juicio o una sentencia, hay un riesgo de desconexión»

El problema creo que es de pedagogía. Muchas veces las posturas preestablecidas respecto de los juicios se compadecen mal con el resultado de las sentencias. Se hace un juicio de valor paralelo que lleva a esa decepción. El público en general conoce todo a través de los medios: si no hay una pedagogía sobre lo que es un sumario, un juicio o una sentencia, se corre el riesgo de desconexión. En el caso Nóos ha habido muchísima información, y cosas que no eran como se estaban contando, y cuando se les da una interpretación jurídica, no corresponde con lo que se espera. Es verdad que ha habido una dispersión importante entre las peticiones de  pena y establecimiento de las mismas en la sentencia, pero habrá que estudiar el argumento de la jueza para decidir. Lo importante es que ha habido un juicio, que ha habido posibilidad de defensa y acusación, y una resolución. Quizá lo deseable es que no se tarde diez años, que fuera todo más ágil y que hubiera una comprensión mayor del funcionamiento de la justicia.

¿Cree, como algún periodista ha dicho del juez Castro, que hay un populismo judicial?

No. En más de una ocasión he defendido al juez Castro, como puedo defender o criticar al tribunal. El juez Castro tenía unos elementos en la instrucción que le llevaron a tomar una decisión desde mi punto de vista correcta. La fase de juicio oral es diferente, es donde se deben producir las pruebas, y el fiscal tenía una posición diferente. Ahora el tribunal acoge la opción de la absolución de la condena penal, aunque opta por la condena a título lucrativo de la Infanta. El juez Castro hizo todo lo que tenía que hacer con todas las garantías, hubo dos controles, sus resoluciones fueron confirmadas. Y lo que no se le puede imputar, y desgraciadamente esto entra en la falta de pedagogía que comentábamos antes, es el resultado de la sentencia. Al juez se le puede imputar el auto de prisión que dicta, el archivo que decreta y se revoca… Pero no el resultado de la sentencia.

La jueza Alaya ha sorprendido no hace mucho afirmando que “existe una justicia para los poderosos y otra para los demás”. ¿Usted lo comparte?

«No me ha temblado la mano ante quien tenía poder y ante quien no tenía»

No sé a lo que se ha querido referir, porque desde luego ella, las decisiones que ha tomado, se han referido a los poderosos. Sí es verdad que la justicia a veces no es igual para todos, y los más vulnerables siguen siéndolo frente a quienes, teniendo medios y posibilidades de hacer una defensa más técnica, agresiva y completa, pueden obtener mejores resultados. Habría que impulsar que la defensa de todos aquellos que pasan ante la Justicia sea consistente en todos los ámbitos, incluyendo preparación, capacitación, etc., y que no dependa solo de la pertenencia a un gran bufete. El juez y el magistrado, a la hora de instruir y de juzgar, no debería guiarse por el color de la camisa o chaqueta, o si tiene más o menos dinero, sino por las pruebas. Así lo he entendido yo siempre, y no me ha temblado la mano a quien tenía poder y a quien no tenía. Eran personas que estaban frente a la Justicia con unos indicios que había que valorar, y nada más.

Usted se dedicó durante mucho tiempo a la lucha contra los narcos. ¿Ha llegado a ver la lucha contra la droga como una guerra perdida? ¿Y a contemplar la legalización como una solución posible, para no pasarnos la vida cortando la cabeza de la hidra?

Toda la vida estamos cortando la cabeza de múltiples hidras. Cortamos la de la corrupción y vuelve a surgir multiplicada, la del narcotráfico o la del terrorismo, igual. Probablemente va en la naturaleza humana destruirse unos a otros. Pero con el narcotráfico siempre he dicho, desde hace veintitantos años, que había que priorizar, que habría que combatir el narcotráfico y el crimen organizado, sobre todo, luchando contra las estructuras criminales y el blanqueo de activos, que al fin y al cabo es lo único que guía: y no desde luego contra aquellos que, sufriendo las consecuencias, no tienen más remedio que sufrirlas. ¿Es un fracaso la lucha contra el narcotráfico? Quizá nunca se tendría que haber creado este delito, cuando en 1919, en el Tratado de Versalles, la lucha contra el contrabando de opiáceos como tal. Hoy hay estructuras muy difíciles de salvar, pero también medidas alternativas. No se pueden llenar las cárceles de personas que muchas veces delinquen como consecuencia drogoinducida del consumo de sustancias. Hay que establecer medidas alternativas, buscar la persecución selectiva de las conductas más graves, y desde luego cambiar en algunos puntos, si no llevamos cien años y seguiremos otros cien.

En MSur figura el conflicto del País Vasco como “apagado”. ¿No hay vuelta atrás con ETA?

«No se pueden llenar las cárceles de personas que delinquen como consecuencia drogoinducida»

El terrorismo de ETA es historia, han sido más de 40 años de lucha contra una organización que enfocó la lucha política no de una forma equivocada, sino criminal. El uso de la violencia no puede justificar jamás el quebranto de una democracia y pelear con armas que matan, y no con argumentos. Eso ya pasó. Como explico en el libro, una de mis metas cuando estaba en la Audiencia Nacional fue acabar con ETA, con ayuda de muchas otras personas. Eso se consiguió. Hoy día, y ya desde 2011, ETA no tiene sentido, sería una excrecencia tremenda, aún más de lo que fue siempre. No hay por donde agarrar una lucha violenta por las ideas. Ahora estamos en el debate político, participativo, donde tenemos que estar. Sí habría que instar a las fuerzas políticas para que se dé definitivamente un espacio de paz y tranquilidad.

En su libro también se ocupa de Israel y Gaza. ¿Qué opinión tiene del episodio del Mavi Marmara, un caso de piratería en alta mar que al parecer ha quedado impune?

«Israel es un gran país, pero yo lo que quiero es que Palestina lo sea también»

Esa es una de las consecuencias de la modificación de la Ley de Jurisdicción Universal , el PP en 2014 acabó con ella, y ya el PSOE en 2009 la restringió sobremanera. Desde mi punto de vista, aquello fue un hecho ilícito claramente definido, tendría que haberse continuado la investigación, y no cegarse como se hizo aquí, como prácticamente con todas las investigaciones que estaban abiertas al amparo de la jurisdicción universal. Demuestra esa lucha casi constante del interés político, diplomático e incluso económico frente al interés de la justicia y la defensa del interés las víctimas, entendiendo como tales las de Palestina como las de Iraq, España o Argentina. Ha sido un fracaso de la justicia, pero no por decisión de la justicia, sino por ese miedo a no arriesgarse a hacer una interpretación mucho más integral de la normativa internacional y española para proteger a los más desfavorecidos.

A la vista de su respeto por los derechos fundamentales, ¿usted consideraría Israel un estado fallido, como lo es por ejemplo Somalia, o le parecen palabras mayores?

Son cosas perfectamente distintas. Israel es un gran país, pero yo lo que quiero es que Palestina lo sea también. Que haya dos Estados que sean capaces de entenderse mediante el diálogo, la convivencia pacífica, y no mediante la ocupación de tierras o el secuestro político como ocurre en Gaza. Defiendo la presencia de los dos Estados, por tanto, no estoy acorde con la postura de la nueva administración norteamericana, donde esto se deja de lado, cuando el camino para la ONU, prácticamente desde la creación de Israel, siempre ha sido ese. Dos Estados soberanos, fronteras definidas y unas buenas relaciones que ayuden a pacificar esa zona tan efervescente.

Hablemos de Al Qaeda. Siempre se ha dicho, y usted acaba de recordarlo, que la pista que hay que seguir en el crimen es el dinero. ¿A dónde conduce la pista del dinero en el terrorismo islámico?

Al Qaeda ya está muy fraccionada, después de haber sido un punto de referencia histórico. El rol lo ha asumido el Estado Islámico. Desde luego, la pista no está lejos de determinadas grandes fortunas de alguos países de la zona, ni de las fuentes de recursos naturales explotadas ilícitamente, del contrabando de esas materias y de los grandes intereses corporativos. Hay una especie de cohabitación entre el interés ecónomico de quienes se tapan los ojos ante las atrocidades, y a quien le interesan las atrocidades para mantener su posición. Que ahora se esté debatiendo en EEUU el levantamiento del veto a comerciar con países en los que hay grandes indicios de que los recursos naturales están contaminados de sangre, los llamados diamantes de sangre, es muy preocupante. Es un paso atrás hacia lo que deben ser unas relaciones internacionales, industriales, comerciales, abiertas, éticas, libres de corrupción.

Los esbirros del terrorismo islámico suelen aducir la reconquista de Al Andalus o la búsqueda del Paraíso para justificar sus acciones. Pero más arriba del organigrama habrá gente que sepa que esto no son más que pretextos. ¿Ha llegado alguna vez a hablar con alguno de ellos?

«El Estado Islámico no está en el control de un territorio: la colonización se produce en los medios»

A lo largo de mi carrera, desde que ingresé en la Audiencia Nacional hasta ahora mismo, sí he tenido la oportunidad de tomar declaración o entrevistarme con los máximos responsables de organizaciones terroristas, guerrilleras, etc. El Estado Islámico o el supuesto Califato Universal no está tanto en el control de un territorio, que puede ser muy interesante, sino que la colonización se produce en los medios. Es evidente que no se puede pensar en un califato al estilo medieval, pero sí a través de las nuevas tecnologías con argumentos que son absurdos, pero que residencian ahí por causas más profundas que no somos capaces de afrontar sin ningún tipo de apriorismo. El terrorismo no sucede porque sí, el fanatismo se genera, se va formando, y hay muchos factores lo integran. Políticas de identificación de la inmigración con el terror, como las que vemos defender en Europa a los partidos de extrema derecha, contribuyen más a alimentar a la bestia, y le da la medida que necesita para tomar más aliento. No creo que sea conquista de tierra lo que buscan, sino ocupar las mentes y progresar con los medios que las propias sociedades occidentales les están dando.

La Gürtel le costó el puesto de juez. ¿Cómo se siente tras arriesgar su carrera por luchar contra la corrupción, mientras que la masa no es capaz de penalizar con su voto estás prácticas?

«Se desplegó una batería frente a mí porque era un juez incómodo que podía llegar a lugares poco deseables»

Es de las grandes contradicciones que existen, pero no podemos ponerlos en el mismo fiel de la balanza. Mi obligación como juez y mis convicciones como ciudadano están muy claras. En el libro cuento que era muy fácil ponerme de perfil, de espaldas incluso, ante lo que tenía. Hay argumentos para que cualquier juez o fiscal dilate una investigación o la entorpezca si quiere, pero eso sí habría sido prevaricar. Tanto en el tema del franquismo como en el de la Gürtel, era consciente de a lo que me arriesgaba, pero mi decisión desde el principio estaba clara, como siempre lo estuvo con el tema del narcotráfico, el terrorismo o la Jurisdicción universal. Yo estoy como juez para servir a la sociedad de la mejor forma posible. Por tanto, tengo que combatir a la corrupción, no tanto a un partido político como a quienes han cometido presuntamente hechos delictivos. Después se desplegó toda una batería frente a mí porque era un juez incómodo que podía llegar a lugares poco deseables en ese momento. Luego, lo que algunos intentaron de amedrentar a algunos jueces y fiscales, se demostró que no ha sido efectivo y al final se producen las sentencias. Mi labor concluyó cuando dejé la investigación, lo hice respetando al máximo todos los principios de defensa: esa es la paradoja, que se me condenara por no haber respetado esos principios. Discrepo profundísimamente. Ahora, cuando veo las sentencias, no me alegro de que nadie vaya a la cárcel –nunca me ha gustado que nadie ingrese en prisión- pero es un trabajo resultado que está dando sus frutos. A pesar de todo, el partido ha tenido el arte, especialmente su presidente, de conseguir que los votos le den la razón. La paciencia y ese estoicismo del que a veces hace gala el presidente, que a veces se confunde con la impasibilidad y la indiferencia, ha producido que ahora tengamos un gobierno que yo, como trece millones de españoles, no queríamos.

En Estados Unidos se habla de la posibilidad de empeachment solo un mes después de la toma de posesión de Trump como presidente. ¿Cree que hay base para una destitución judicial?

Yo no sé si la habrá o no. Desde luego, el sistema norteamericano está demostrando que tiene contrapesos importantes. El veto migratorio, esa cacicada realizada por un presidente tuitero como Trump , ha sido un ejemplo contundente de ello, y será difícil revertirlo. Puede haber responsabilidades, sin lugar a dudas. Lo que no estamos en este mundo es sobrados de gente sensata. Por tanto, cuando un insensato puede poner en peligro a la Humanidad, el propio sistema que lo ha elegido tiene que tener los mecanismos para deterlo. Sobre todo, detener ese ataque a la dignidad de millones de personas por el hecho de que no hayan nacido en tierra norteamericana, o que se menosprecie a Latinoamérica. Me duele mucho, muchísimo, que el presidente español se ponga de perfil y saque banderas que no es capaz de agitar ni siquiera en nuestro propio país, y no se ponga firmemente del lado de Latinoamérica frente a este señor que quiere levantar muros y atar cadenas cuando estábamos en una fase muy diferente.

Como antiguo candidato del PSOE, ¿se atrevería a hacer un diagnóstico de la situación del partido ahora, o le pilla muy lejos?

«Se perdió una ocasión histórica entre PSOE, Podemos e incluso Ciudadanos para un cambio profundo»

Uf… No, no es que me pille lejos, soy observador, me gusta participar y opinar en política, y a todos nos debería ocurrir lo mismo. Me da susto cuando alguien dice ‘soy apolítico’, todos tenemos un criterio político. Que un partido centenario tenga estas dificultades me preocupa. No son dificultades de simple confrontación de unas primarias, sino estructurales, de visión de la izquierda, de la socialdemocracia, del liberalismo o el neoliberalismo, y me preocupa u PSOE que se gire demasiado hacia la derecha. Tiene un rol que desafortunadamente ha desaprovechado en este año perdido, en el que yo abogaba, quería y deseaba un gobierno de progreso, y no un gobierno popular sostenido artificial o puntualmente por otros grupos. Se perdió una ocasión histórica entre PSOE, Podemos e incluso Ciudadanos para hacer un cambio profundo. Ahora se está sufriendo, y mucho me temo que tenemos Partido Popular para rato.

En Sicilia y Nápoles los jueces han estado siempre en el punto de mira. El hecho de que, salvo excepciones como la de Nino di Matteo, no se amenace hoy, no se debe a que no exista el crimen, sino que los criminales están en el parqué de las grandes Bolsas, y no en los barrios bajos. ¿Es esto correcto?

«El crimen organizado no se presenta ahora con un barco pirata, sino en un penthouse con portátil»

En más de una ocasión he dicho que el crimen organizado no se presenta ahora con un barco pirata, con un capitán con parche en el ojo y pata de palo, sino en un ático o un penthouse, un consejo de administración y como arma un ordenador portátil. Hay más peligro en esos maletines y en esos ordenadores que en los maletines nucleares que difícilmente se van a desplegar, aunque haya visiones apocalípticas de ello. Tenemos que avanzar en la persecución del crimen corporativo que utilizan la no violencia, no en el sentido de Gandhi o mandela, sino de gastar recursos o hacerse más visibles, sino como siempre hizo el crimen organizado, penetrar de forma discreta, sibilina, oculta, y permear todas las instituciones para que éstas sean inermes frente a ellos. Estamos, sí, en una fase en la que muchos países no es necesario asesinar a un juez o un fiscal, sino tomar una decisión en una bolsa o una corporación que nos lleve a hacer rescates multimillonarios y lo paguemos todos los ciudadanos.

Nos conocimos hace muchos años en un recital de José Agustín Goytisolo. ¿Sigue frecuentando a los poetas? ¿qué tiene el juez Garzón en la mesita de noche?

Tengo muchas cosas, siempre. Me interesa la novela histórica, pero también Oriente Medio, por ejemplo tengo ahora en la mesita Identidades asesinas, de Amin Maalouf, y El hombre esférico, donde se encuentra un Cervantes joven con un escritor griego casi frustrado. Acabo de leer un libro muy recomendable, Los enemigos íntimos de la democracia, de Todorov, que murió hace unas semanas. Siempre me gusta leer a Neruda, a José Agustín, a Lorca, y todas las derivadas: la música, el cine… Incluso escribir, busco hacerlo no solamente sobre temas jurídicos, sino también desde otro ámbito. Me gusta escribir cuentos, va todo en el sentido de relajarme.

La próxima vez que alguien me diga que no tiene tiempo para leer, ¿puedo ponerlo como ejemplo?

Sí, bueno, lo que pasa es que yo duermo bastante poco. Hay tanto para leer y tan poco tiempo, que a uno le falta tiempo para abarcarlo todo. Pero leer te dota de una proximidad a las realidades diversas fundamental. Conocer los lugares a los que voy, su idiosincrasia. Y cuando necesitas tener una foto en la mente que no sea la de la inmediatez del trabajo, te permite esa evasión.

 

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