Opinión

El turno de los vivos

Saverio Lodato
Saverio Lodato
· 3 minutos

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Palermo | 23 Mayo 2017

 

Maria Falcone ha recordado.

Ha recordado que el primer enemigo de su hermano Giovanni Falcone fue el Consejo Superior de la Magistratura, aquel CSM que, cuando aún estaba vivo, no hizo otra cosa que obstaculizarle, haciéndole primero la vida difícil y, después, imposible. Fueron por lo tanto los magistrados – y esta vez Maria Falcone por fin ha dado nombres – los que empezaron el “trabajo sucio” que años después culminaría en la tragedia de Capaci [municipio siciliano en el que la mafia asesinó a Falcone el 23 de mayo de 1992].

La hermana del magistrado, junto con el procurador Alfredo Morvillo, el hermano de Francesca, la esposa de Falcone, han pronunciado unas palabras muy duras ante el presidente de la República, Sergio Matarella. ¿Qué valor tienen estas palabras?

Falcone no murió solo por envidias y traiciones profesionales. También hizo su parte la política

Nos gusta describirlas como un pequeño gran resultado, un cuarto de siglo después, en una jornada que permanece ahogada por la retórica, por los coros del Estado, por la gran orquesta institucional.
Habría que decir tantas otras verdades, repetirlas hasta la saciedad. Falcone no murió solo por envidias y traiciones profesionales. También hizo su parte, una magna pars, la política. No se quedaron atrás, en aquellos días lejanos del “trabajo sucio”, periodistas, opinionistas, comentadores televisivos. Se reservó incluso un espacio propio, un espacio muy feo, el presidente de la República de entonces, Francesco Cossiga. Y la lista podría continuar.

¿Todo resuelto? ¿El río sigue su curso? Ni pensarlo. Nos hemos quedado impresionados por las vastísimas reconstrucciones en los periódicos de lo que sucedió hace veinticinco años. Nos ha sorprendido que en los periódicos, que una vez fueron “iluminados”, sobre el tema “mafia” no hemos encontrado nunca, en ninguna parte, en referencia a Capaci, la palabra “Estado”. Mantienen la distancia, prudentes y avergonzados, como algo que no se toca, impronunciable, como un tabú inviolable aún veinticinco años después.

Qué pena.

El presidente del Senado, Piero Grasso, ha señalado que si Falcone y Borsellino aún estuvieran vivos, la Italia de hoy sería mejor. Tiene razón.

Pero la realidad es que – por desgracia – fueron asesinados. Por lo que nos permitimos añadir: estaría bien que al menos los periódicos “iluminados” de entonces, fueran aún hoy “iluminados”. Estaría bien que en Italia existiera una política distinta.

Los muertos no vuelven. Les toca a los vivos hacer su parte.

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© Saverio Lodato | Publicado en Antimafiaduemila | 23 Mayo 2017 | Traducción del italiano: Carmen Pliego

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