Entrevista

Lluís Bassets

«La España profunda prefiere el independentismo a la tercera vía»

Alejandro Luque
Alejandro Luque
· 16 minutos
Lluís Bassets (Formentor, 2017) | © Alejandro Luque / M'Sur
Lluís Bassets (Formentor, 2017) | © Alejandro Luque / M’Sur

Formentor (Mallorca) | Septiembre 2017

La presencia de Lluís Bassets
(Barcelona, 1950) en la tranquila bahía mallorquina de Pollença es llamativa, sobre todo, por el hecho de que quedan solo unos días para la cita del 1-O, de la que viene ocupándose en su diario, El País. “No creas, tengo la habitación del hotel convertida en una redacción”, asegura. En su rostro no se refleja cansancio, sí una sincera preocupación. Periodista desde hace cuatro décadas, director adjunto del citado rotativo y al cargo de la edición de Cataluña, el autor de títulos como La Oca del señor Bush, Cómo los neocons han destruido el orden internacional desde la Casa Blanca, El año de la revolución. Cómo los árabes están derrocando a sus tiranos o La Gran Vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol intervino en las Converses de Formentor y habló para MSur del procés, las primaveras árabes y la crisis del periodismo.

Estos días he hablado con compañeros que definen la situación de Cataluña como “interesantísima” y hasta “apasionante”. ¿Usted usaría adjetivos menos entusiastas?

«Ahora mismo hay dos Cataluñas cada vez más alejadas, si no enfrentadas»

Desde el punto de vista objetivo, que no puede ser el mío, entiendo que es de las cosas más interesantes que están pasando en estos momentos en Europa. Si yo fuera un periodista americano o simplemente no europeo –francés no tanto– lo vería con curiosidad e interés, y con más frialdad de la que soy capaz. Porque hablamos de algo que me afecta personalmente, es la historia de Cataluña, la historia de mi país, la historia del catalanismo. Estamos en el final de un ciclo clarísimo, una evolución terminal del catalanismo como gran movimiento transversal, posibilista, reformista, con vocación de intervención en la gobernación de España, con una voluntad de normalización lingüística y cultural y de autogobierno muy fuerte. Ese catalanismo gradualista, transversal, que abarcaba desde la izquierda a la derecha, desde sectores del PP a la extrema izquierda, a estas horas está muriendo. Está pereciendo y está apareciendo una cosa nueva, muy interesante para los politólogos, para los que se dedican a Derecho Constitucional, pero que tiene un efecto sobre la sociedad muy duro; un efecto divisivo extraordinario, que desde el catalanismo se minimiza porque vive de la leyenda catalanista de “un solo pueblo”. De un solo pueblo nada, ahora mismo hay dos Cataluñas cada vez más alejadas, si no enfrentadas.

Los acontecimientos van tan deprisa que casi no nos da tiempo de distinguir prioridades. ¿Qué le preocupa más?

«En vez de explorar con buena fe, se han cerrado los caminos cada vez que se ha podido»

Lo que más me preocupa es la incapacidad de quien dirige el movimiento independentista por una parte y del Gobierno por otro, para encontrar un terreno mínimo de entendimiento, y de tender un mínimo puente para llegar a una situación más civilizada. Al final, si hay problemas en la calle, si hay dificultades con el orden público, si se está ya en zona de peligro, es por culpa de quienes tiene mayores responsabilidades, y estos son, por orden de reparto: uno, Rajoy, sin duda, porque su responsabilidad viene de lejos, por toda la actitud de su partido y suya en el tema del Estatuto, con el manoseo del Tribunal Constitucional, el tipo de sentencia que sacaron, la gestión que hicieron de la sentencia… y una vez empezado todo el lío, Rajoy tenía margen para reaccionar, y no lo hizo. Y dos, una persona que está en segundo plano, pero que es responsable muy cerca de Rajoy, que es Artur Mas. Puigdemont está al frente ahora, pero viene con una situación heredada. Mas también tuvo oportunidad de rectificar, y tuvo en su mano un liderazgo importante que no supo utilizar.

Para encontrar una solución habría que recurrir a un discurso ideológico que, al menos desde fuera, no se ve por ningún lado en este momento. Todos hablan a las tripas…

Desde fuera y desde dentro. Otro de los problemas que hay es que, así como hay una agenda, un relato, un programa muy bien trabajado, enfrente no hay nada, está el status quo. Y cada vez que alguien ha intentado construir algo, le ha caído lo que no está escrito. Cuando el PSOE se apuntó a la reforma de la Constitución, el cachondeo sobre el estado federal lo conocemos perfectamente. Y los últimos episodios sobre la plurinacionalidad… En vez de intentar explorar con buena fe y buena voluntad, escuchandonos unos y a otros, lo que se ha hecho es cerrar los caminos cada vez que se ha podido.

¿Por qué?

Tengo una sospecha muy desagradable: a veces pienso que la España profunda, como cree que la independencia es imposible por debilidad de Cataluña, por falta de poder efectivo, prefiere que crezca el independentismo antes de dar bazas a la tercera vía. Que Cataluña se instale en una protesta que creen que no se conseguirá nunca, antes de darle un estatuto de singularidad dentro de España, que creo que es la única solución. Hay que preservar, por supuesto, la unión de los españoles, pero la única forma de hacerlo es satisfaciendo en una parte importante las aspiraciones más legítimas del catalanismo: mayor autogobierno…

Mayor todavía…

«Se trata de saber si España es capaz de incluir a una Cataluña independentista»

Sí señor, mayor todavía. Es decir, se trata de saber si España, la democracia española, es capaz de incluir a una Cataluña independentista. Tal y como está planteado, la cosa está así. Vamos a ver si España es capaz de dirigirse a los catalanes y ofrecerles algo sustancial, atractivo. ¿Hablo de ceder ante el chantaje? No, una nación en el sentido amplio de la palabra es la capacidad de tener juntos a ciudadanos de distintos orígenes, religiones, lenguas, etc.

Ante este panorama, y echando mano de aquel adagio almodovariano, ¿Existe alguna posibilidad, por pequeña que sea, de salvar lo nuestro?

Yo todavía no veo ninguna luz. Y no veo necesidad alguna de ser más piadoso con la catástrofe actual. Hay que decir las cosas como son: esto es un desastre, vamos hacia un desastre todavía mayor si nadie lo remedia. Y si el día 2 de octubre seguimos instalados en el inmovilismo de unos y de otros esto será aún peor. Es importante que se produzca un revulsivo a favor de la España plural. Así de claro. Y no estoy convencido de que esta sea la reacción de Podemos, que hasta ahora ha sido más bien oportunista. Pero puede haber una reacción del centro, del PSOE, parte del PP. Es de ahí de donde tiene que salir una reacción de verdad.

Ya se lo pregunté a Ramón de España: para la izquierda rupturista, ¿Cataluña no es España, o es la España por la que hay que empezar a refundar todo, a cualquier precio?

«La reacción de Podemos hasta ahora ha sido más bien oportunista»

Ellos lo leen de otra forma. Son revolucionarios sin sujeto político, y de pronto les aparece un sujeto político, como una especie de regalo venido del cielo, y lo necesitan para no desaparecer. El movimiento independentista, sin el auxilio de Podemos, sin Ada Colau, sin Catalunya Si que es Pot, encararía las cosas con mucha más debilidad de lo que lo hace ahora. Ha habido una asociación de intereses mutuos. Lo claro es que estamos ante movimientos populistas puros, populismos de diseño. Yo tuve una conversación con Errejón y estaba encantado con la Asamblea Popular Catalana, le parecía que era un producto de diseño magnífico, en cuanto a los planes que él ha estudiado, cómo hay que crear pueblo, empezando por crear la oposición con un enemigo exterior.

¿Nadie se acuerda ya de que hace cuatro años estos mismos políticos huían del pueblo enfurecido? ¿Cómo han logrado – tanto Rajoy como los independentistas – ponerse delante de ese pueblo?

Nadie se acuerda. Ahora están juntos, esta es la operación.

Hablemos de las primaveras árabes, de las que se ocupó en un libro excelente. ¿Ha llegado a saber por qué naufragaron todas, salvo quizás Túnez?

Es muy complicado. Las primaveras en cierta forma tienen que ver lo que está pasando en Cataluña. Son un caso claro de regímenes fosilizados, en los que coincide una sociedad con mucho paro, unas economías en mal estado, con un uso de los teléfonos móviles muy intenso. Lo que da velocidad y rapidez y conectividad al movimiento, tanto en las primaveras como en Cataluña, es eso. En aquel momento se planteó de una forma un poco absurda: la causa no eran las redes sociales, pero sin ellas no habrían tenido la capacidad de desbordamiento, la rapidez con que se llega a poner en peligro el poder. Entonces, si vemos lo que ha ido pasando, hay algo en común: las redes empoderan, pero son insuficientes. Falta siempre una…

¿Una qué?

Mira Hong Kong, allí ha habido unas protestas extraordinarias, sensacionales, pero fracasaron. ¿Turquía? Fracaso. Yo encuadraría el aspecto de las técnicas de movilización de masas. El empoderamiento introduce elementos de inestabilidad muy fuertes, pero con una gran incapacidad para construir alternativas. Lo vamos a ver ahora en Cataluña. El poder se fragiliza, está claro: está más débil, más fragmentado, es más fácil de perder. Esto lo cuenta muy bien Moisés Naim en su libro.

¿Cómo vivió aquellos movimientos en lo que pudo observar personalmente?

Viajé un poco, no demasiado. En Túnez estuve en un momento muy bueno, me preguntaban mucho sobre la Transición española. Fue muy bonito, muy interesante…

Hubo analistas como Uri Avnery que opinaron que las primaveras no habían fracasado, sino que eran oscilaciones dentro de una revolución que acababa de empezar…

«El arranque de las primaveras fue laico y cosmopolita, la capitalización fue religiosa»

Creo que sí, hay una semilla democrática sembrada universalmente que tiene que dar sus frutos. En Irán esto está sembrado, vamos a ver cuánto tarda en crecer. Y en todo el mundo árabe. Es un ciclo largo. Pero en visión más corta se puede leer de otra forma, como un gran terremoto geopolítico en el que ha perdido poder Estados Unidos, ha ganado Rusia, y ha aparecido un intento de recuperación de poder por parte del frente suní que encabeza Arabia Saudí. Con el descabezamiento de los Hermanos Musulmanes en Egipto, la consolidación de la dictadura de Sisi y el ataque a Qatar, un intento de cerrar filas contra Irán en el Golfo, está prefigurando todo. Por ejemplo, una buena paliza, una derrota para una buena temporada, para los Hermanos Musulmanes, que tuvieron su gran momento en las primaveras árabes. Como sabes y dije en mi libro, el arranque de las primaveras fue laico y cosmopolita, la capitalización fue religiosa e identitaria, y la consolidación es dictatorial y de un identitario más rígido y dogmático… más todavía.

Una de las cosas más interesantes de su libro es que el islam nunca aparecía como elemento determinante de las revueltas, como sí reflejaban otros periódicos. ¿Había demasiados medios mirando a través de las “gafas verdes”?

Ahora añadiría que la capitalización a medio plazo fue de los Hermanos Musulmanes, sin duda, pero esto no se consolida, al contrario.

Siria, ¿va a seguir siendo la gran amenaza para la estabilidad en Oriente Medio?

Creo que Siria va a perpetuarse. Nos hemos centrado mucho en el Estado Islámico, pero el enfrentamiento serio no será ese. El Daesh puede ser lo desagradable que se quiere, pero el enfrentamiento ahora es entre suníes y chiíes, Teherán y Riad. Mientras estos no entren en una cierta zona de acuerdo, de pacto, esto seguirá. Esta guerra tiene un gran porvenir todavía.

No ha mencionado al monarca alauí. ¿Asad no tendrá ningún papel relevante en el futuro de Siria?

«Asad es un peón más, alrededor del cual se organiza el tablero»

Esto depende mucho de Rusia. Asad es un peón más. Es verdad que cuanto más se empecinan unos en pedir su cabeza, más se empecinan otros en negarla, y termina siendo un peón alrededor del cual se organiza el tablero. Pero el tema serio, ya digo, es el otro. Tiene más poder el general de la Guardia Revolucionaria que Asad. Es mi impresión, ¿eh?, tampoco soy un experto en la región.

Se ha ocupado de la crisis del periodismo. El oficio, tal y como lo hemos conocido, ¿es ya un cadáver andante?

Ya no es, ya ha cambiado. La prensa tradicional ya no tiene la influencia ni el poder que teníamos, la calidad del periodismo funciona por otros vericuetos, y la verdad es que los medios no sabemos adónde vamos. Sí está clara una cosa, la importancia de un marchamo personal en nuestro trabajo. Venimos de un mundo de encuadramiento en redacciones, en marcas colectivas, y vamos hacia otro donde pesará más el compromiso individual, con tu sello, tu identidad, tus ideas, tu trayectoria.

¿Un periodismo de gurús?

No, de especialistas, de buenos enviados especiales, de investigadores, de periodismo de datos. Creo poco en los medios, pero sí en el oficio. El oficio tiene un porvenir brillante; en cambio los medios estamos todavía en fase magmática, de tanteo. Sobre todo de búsqueda de modelos de negocio, que es nuestro calvario. No tenemos una idea clara de cómo obtener beneficios.

¿Es consciente de que El País ha pasado de ser la referencia de la izquierda en España a ser blanco de…?

«El País en España se ha convertido en un muñeco de pim pam pum»

Bueno, creo que son fenómenos coyunturales. El País en España se ha convertido en un muñeco de pim pam pum, también en buena parte por conveniencia política, porque los medios se han convertido en agentes políticos de primer plano, mira a Trump cómo ataca a los medios… Pero a la vez te vas a Brasil, donde tenemos una edición estupenda, con una gran audiencia, y allí no somos el muñeco de pim pam pum de los progres, más bien al contrario. Y te vas a México, donde se ha hecho un trabajo fantástico con el tema de la violencia de las mafias de la droga o con el terremoto. Estamos entrando en una nueva etapa, en la que hay que matizar muy bien las generalizaciones. El País, a pesar de todo, fuera de España tiene un prestigio.

¿Qué se ha hecho mal aquí? ¿Es solo una campaña de desprestigio?

Seguro que hemos cometido errores, pero el trazo del dibujo más claro es el siguiente: estamos entre dos movimientos, independentistas y Podemos, que tienen como objetivo declarado terminar con el llamado Régimen del 78. Nosotros somos una pieza de caza mayor de este supuesto régimen.

¿Creen que les atacan más a ustedes que al ABC?

ABC les va de maravilla. Que ABC les denuncie por sus relaciones con Maduro… jajajajijijiji. Creen que solo los pone en contra de los viejos carcas del barrio de Salamanca. Pero claro, El País no. Nuestra imagen, ¿cuál es? Viva la Constitución. La portada del 23 F. Esta portada, ahora mismo, simboliza al parecer el inmovilismo.

¿Qué opina de la tan reclamada reforma constitucional?

Ahora habrá que hacer una reforma, pero si somos honestos con nuestra historia, podríamos haber encontrado un camino reformista sin necesidad de tocar la Constitución. Esta Constitución permite lecturas muy amplias, muy generosas, pero como se ha hecho todo lo contrario, las más restrictivas posibles…

¿Ha llegado a entender en estos últimos tiempos las motivaciones de sus amigos independentistas?

«Si quieres conservar la democracia, Europa, la sociedad tolerante, me apunto a conservador»

Claro que sí, he discutido muchísimo con ellos y puedo decir que comparto con ellos muchos análisis del origen del problema. Lo que me obliga a distanciarme es, en primer lugar, un sentido del Estado de derecho y la legalidad, que me lo tomo como una cuestión incluso ética. Una frivolidad que no puedo compartir es la especulación de cómo cambiar las leyes por la puerta de atrás, cómo provocar situaciones de facto… Me parece obsceno y éticamente reprobable. Por tanto, legalismo, de entrada. Y quizás por mi trabajo en política internacional me siento identificado con lo que se llama la realpolitik, que es lo contrario del idealismo ideológico. Te obliga a analizar bien la correlación de fuerzas, a respetar la fuerza de los adversarios y a no hacer apuestas arriesgadas. Y luego está el pragmatismo. Sabes que haciendo reformas, bien hechas, bien trabadas y consensuadas, se obtienen mejores resultados que con rupturas virulentas. Todo configura en mi caso un pensamiento conservador. No lo escondo, y lo defiendo. Depende de qué quieres conservar: si quieres conservar la democracia, Europa, la paz, la prosperidad, la estabilidad, el modelo de sociedad tolerante y plural, lo soy, me apunto a conservador.

¿Está amenazado todo esto?

Yo valoro muchísimo la convivencia, pero ya se ha roto en Cataluña. Se escuchaba desde hacía mucho tiempo, pero todavía no se había llegado a lo de esta semana. Hemos llegado a que quien llame a no participar en el referéndum, está apoyando la represión de Rajoy sobre Cataluña.
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