Opinión

El fascismo en pantuflas

Saverio Lodato
Saverio Lodato
· 3 minutos

opinion
Palermo | Octubre 2017

E Italia no se da cuenta.

Desde que el mundo es mundo, el fascismo ha entrado en escena en pantuflas. Sólo después, tras expandirse entre la indiferencia, el miedo, la subestimación del enemigo, el silencio de la razón, se ha calzado las botas claveteadas. Pero entonces ya es demasiado tarde. Como fue demasiado tarde en Italia, en Alemania y en España. Y no solo.

Examinemos, por ejemplo, algunas noticias de los últimos meses.

En Como,  jóvenes rapados irrumpieron en un centro de acogida de inmigrantes, “solo” para declarar en voz alta que Italia habría sido arruinada por los “extranjeros”.

¿Han repartido bofetadas? ¿Han quemado el centro de acogida? ¿Han ensalzado Hitler o Mussolini? No. Nada de eso.

Por eso, Giorgia Meloni, argumenta, diccionario en mano, las diferencias entre “intimidación” y “violencia”.

En Ostia – y los servicios de televisión lo han contado con detalle – los activistas de Casa Pound se ocupan con dedicación exclusiva a la gestión de las rentas y de las ocupaciones ilegales de cientos de apartamentos cuando ni siquiera las instituciones cívicas son capaces de establecer cuales son los inquilinos legítimos.

En Florencia, en los cuarteles de la policía, ondea una bandera del Segundo Reich y aparece un retrato de Matteo Salvini empuñando una metralleta. Cuando un buen periodista, que se había dado cuenta desde la carretera que había esos raros trofeos en el cuartel de la “Benemerita”, grabó todo con su cámara, estalló el escandalo. La ministra de Defensa, Roberta Pinotti, indignada, pide claridad y rigor a la fuerza de carabineros.

Hasta ahora se echa la culpa a un solo carabinero, ya que ese era su cuarto.

Casos como este, más o menos pequeños, más o menos grandes, más o menos individuales, más o menos colectivos – desde los altavoces en una playa de Chioggia, donde el propietario había escrito: “aquí rige el régimen, si no te gusta me da igual”, hasta el rostro de Anna Frank en las camisetas de la Roma, por decisión de los hooligans de la Lazio; desde el saludo fascista a la exposición del escudo de la República Social Italiana, por parte del futbolista en el campo de Marzabotto, ciudad medalla de oro de la Resistencia – no son otra cosa que el fascismo en pantuflas.

¿Cuál es el mecanismo de respuesta de la política, las instituciones y los medios a esta cadena de eventos que es demasiado larga para pasar inadvertida? Tratar cada “caso” como un si fuera un “caso” en sí mismo, aislado: “rara avis”, decían los latinos.

Pero en realidad ya no se trata de una golondrina solitaria, que no hace verano (una rara avis) sino de oscuras bandadas que empiezan a revolotear en los cielos de demasiadas ciudades italianas.

En otras palabras, cuando acaba el interés mediático, se pasa a otras cosas.

¿Alguién ha pagado por eso?

¿Pagarán los rapados de Como?

¿Habrá castigos especiales en la fuerza de carabineros?

¿Van a pagar los que han ensuciado el rostro de Anna Frank?

¿O el fútbolista que se ha exhibido en Marzabotto?

Lo dudamos.

Pero cuidado: pasar de las pantuflas a las botas claveteadas es solo cuestión de tiempo.

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© Saverio Lodato | Publicado en Antimafiaduemila | 17 Dic 2017 | Traducción del italiano: Cristina Salonna

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