Opinión

El Golfo abraza a Egipto

Sultan Al-Qassemi
Sultan Al-Qassemi
· 7 minutos

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La mala gestión de Egipto los Hermanos Musulmanes, ahora depuestos, se extendía a varios sectores, desde lo social a lo político, pero quizás el punto que más les importa a los egipcios es la chapuza que han montado en la economía del país. Antes de ganar las elecciones, los Hermanos pregonaban reiteradamente su así llamado Proyecto Renacimiento para el desarrollo de Egipto. Este plan resultado de años de estudios – o eso les dijeron a los votantes – se iba a implementar en los primeros 100 días del presidente Mohamed Morsi.

Pero el plan resulto ser nada más que retórica electoral: Morsi no cumpliá más de cuatro de las 64 promesas electorales, según un centro de análisis. El gobierno de los Hermanos siguió demostrando su incompetencia hasta el último día, por ejemplo nombrando a un miembro de la Gamaa Islamía en el cargo del gobernador de Luxor, un importante lugar turístico, que fue escenario de una masacre sangrienta perpetrado por ese mismo grupo radical 16 años antes.

Días después del derrocamiento de Morsi, Arabia Saudí y Emiratos ofrecieron 8.000 millones a Egipto

Ya hemos explicado antes por qué Egipto es un aliado tan importante de los estados del Golfo. Es difícil oponerse a su importante ejército, a su ubicación estratégica y su poder real y psicólógico en África, la Cuenca Mediterránea y Oriente Próximo. Pero nada ilustró este hecho mejor que la llegada al poder de los Hermanos Musulmanes. Uno de los escasos éxitos de la organización era la rápidez con la que se enemistaron con los estados árabes del Golfo.

La apertura de los los Hermanos respecto a Irán, que culminó con la visita del presidente Mahmud Ahmadineyad en febrero, poco antes de terminar su legislatura, hizo sonar la alarma no sólo entre los salafistas, hasta entonces aliados de los Hermanos, sino también en las capitales del Golfo. Un alto cargo de la Hermandad, Essam El Erian, que fue presidente del Comité de Relaciones Extranjeras del ahora disuelto Parlamento, advirtió a los ciudadanos de los Emiratos Árabes Unidos que se convertirían en «esclavos de los persas», como ya relaté.

Menos de una semana después del derrocamiento de Morsi, Arabia Saudí y los Emiratos ofrecieron a Egipto, el mismo día, ayudas por valor de 8.000 millones de dólares. Cada uno de los dos países iba a donar a Egipto 1.000 millones y prestar otros 2.000; sin intereses en el caso de los Emiratos. En añadidura, los saudíes ofrecieron petróleo y gas por valor de 2.000 millones. El diario Al-Monitor recibió información de primera mano de que esta ayuda emiratí a Egipto, anunciada el 9 de julio, iba a ser sólo «el primer paso».

En dos años, las reservas de divisas de Egipto bajaron de 36.000 a 14.900 millones

La ayuda que Arabia Saudí brindará a Egipto probablemente también superará este paquete individual. El reino es miembro del club G-20, que reúne a las 20 economías más fuertes del mundo, y puede influir en el Fondo Monetario Internacional tanto directamente como a través de sus contactos en Washington, para que el organismo financiero le extienda a Egipto un muy deseable préstamo de 4.800 millones. Algo que vendría como agua de mayo.

Hasta el derrocamiento del anterior presidente, Hosni Mubarak, Egipto tenía 36.000 millones de dólares en reservas de divisas. Dos años y medio más tarde, en el momento de caer Morsi, el país dispone de 14.900 millones. La situación es aún más seria si uno tiene en cuenta que la suma anterior sólo equivale al valor de las importaciones de tres meses: la factura total de importaciones de Egipto para 2012 alcanza los 58.600 millones, según los responsables del Banco Central del país.

Kuwait, uno de los estados árabes del Golfo más ricos, se distanció del gobierno de Morsi durante el año pasado, a causa de la postura de los Hermanos Musulmanes respecto a la invasión del ejército iraquí bajo Sadam Husein en 1990. En aquel entonces, según señala Wendy Kristianasen en Le Monde Diplomatique, «destacados cargos de los Hermanos visitaron Bagdad e hicieron declaraciones en las que condenaban la presencia de Estados Unidos en Kuwait con formulaciones que parecían respaldar a Sadam». Kuwait, seguramente aliviada de ver el fin del gobierno de los Hermanos, anunció el 10 de julio un paquete de ayudas por valor total de 4.000 millones.

Qatar, que ha invertido enormes cantidades y esfuerzos tanto financieros como políticos y mediáticos para apoyar a los Hermanos Musulmanes, se arriesga a ver sus inversiones desvalorizadas. Cuando los Hermanos estaban en el poder, Doha le entregó a El Cairo donaciones y préstamos por valor de 8.000 millones de dólares, como parte de un programa de ayudas que sumaba un total de 18.000 millones.

Tras caer su gran aliado Morsi, también Qatar declaró su respaldo al Ejército egipcio

Pese a que algunos se esperasen lo contrario, el día después de caer su gran aliado Morsi, Qatar emitió una declaración de prensa en la que alababa «el rol del Ejército egipcio en la protección de la seguridad nacional de Egipto», no sin añadir su «respeto a la voluntad del pueblo egipcio». El comunicado señalaba también que Qatar seguiría respaldando Egipto, omitiendo toda referencia al presidente y gobierno derrocados. Se espera que Qatar ofrezca pronto otro paquete de ayuda a Egipto, en parte para acabar con toda sospecha que su único objetivo haya sido ayudar al gobierno de los Hermanos Musulmanes.

Mientras que Emiratos expresó su «satisfacción» frente al fin del régimen de la Hermandad, el rey saudí Abdulá alabó el Ejército por salvar Egipto de lo que él definía como «un túnel oscuro». Los estados del Golfo estarían muy felices si pudieran asegurarse de que los Hermanos nunca regresen al poder.

Pero sería ingenuo pensar que el derrocamiento de Morsi es el final de los Hermanos Musulmanes en Egipto. El mundo tendrá que arreglárselas con la presencia del islam político en Egipto, ya sea bajo las siglas de los Hermanos Musulmanes o bajo las de los numerosos partidos salafistas, al menos durante el futuro próximo.

Sería ingenuo pensar que el derrocamiento de Morsi es el final de los Hermanos en Egipto

Sólo una mejor educación, un desarrollo social y la creación de empleo puede eliminar o al menos reducir de forma significativa la influencia del islam político en Oriente Próximo. La corrupción, los chanchullos y el nepotismo del régimen de Mubarak exacerbaron las lacras sociales a las que se enfrentaban los egipcios y acabaron por desencadenar la revolución de enero de 2011.

Si los estados del Golfo tienen algún interés en que los egipcios no vuelvan atrás en el tiempo, debería apoyar el país con algo más de asistencia financiera y depósitos bancarios. Ayudar a Egipto en la mejora de su infraestructura logística y de transportes, por ahora en ruinas, invertir en una mejor educación y un mejor sistema de salud y apoyar a pequeñas y medianas empresas mediante préstamos bien enfocados cambiaría la vida de los egipcios y evitaría los errores cometidos por el régimen de Mubarak.

En añadidura, los estados del Golfo deberían establecer urgentemente un acuerdo de libre comercio con Egipto, como ya se planificó hace más de una década, y decretar de inmediato los bienes egipcios exentos de tasas y procesos burocráticos.

Los miles de millones de dólares en ayuda que Qatar ha entregado a Egipto no han prevenido el derrocamiento del gobierno egipcio; de manera que los estados del Golfo no deberán pensar que una segunda oleada de miles de millones funcione en el futuro.