Opinión

Mohamed ¿dónde estás?

Uri Avnery
Uri Avnery
· 11 minutos

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Suena a chiste pero no lo es.

Hace como un mes, en vísperas del Año Nuevo judío, la oficina de estadísticas del Gobierno publicó una serie de datos interesantes sobre la población del país. Se concibe como un regalo para los ciudadanos. La población crece, se enriquece y está contenta.

Uno de los datos recoge los nombres más populares que durante el año anterior se ponían a los niños y niñas al nacer.

Cuando los empleados de la oficina de estadísticas vieron los resultados, se quedaron boquiabiertos. Resulta que el nombre que encabezaba la lista era Mohamed.

¿Mohamed? ¿El nombre más común en el Estado judío?

¿Mohamed? ¿El nombre más común en el Estado judío? ¿Qué hacer con las estadísticas?

Hay una explicación simple. Los árabes componen más del 20 por ciento de la ciudadanía. A los padres árabes les gusta ponerles a sus hijos el nombre del profeta, Dios lo tenga en su gloria. Además, los ciudadanos árabes tienen mucho más hijos que los ciudadanos judíos. Si a uno de cada dos niños árabes se le pone Mohamed, en un principio tendríamos un 5 por ciento.

Los ciudadanos judíos tienen un abanico de opciones mucho más amplio. Hay cientos de nombres para niños y la lista se alarga todo el rato, porque a los padres jóvenes les gusta inventar nombres hebreos nuevos. Incluso si uno de cada diez familias judías prefiere Josef, el nombre hebreo más popular según la lista, no pasamos del 4 por ciento.

¿Qué hacer? Muy sencillo: omitimos simplemente los nombres árabes. Mohamed desaparece.

Cuando esto se llegó a saber, a muchos israelíes les dio la risa. ¿Hasta dónde llegará la estupidez?

Pero no es un chiste. Muestra que a los ciudadanos árabes se les considera como que en realidad no pertenecieran a este país. Lo menos que se puede decir es que 66 años después de la fundación de Israel, el lugar de los árabes en el “Estado judío” sigue siendo problemático.

El martes pasado, mientras leía el diario Haaretz, me di cuenta de que una página entera – la 4 – estaba dedicada a noticias sobre las relaciones entre judíos y árabes.

Noticia 1: Decenas de colonos judíos invaden el barrio árabe de Silwan, junto al Monte del Templo, en medio de la noche. Silwan, llamada Siloé en la Biblia, es un pueblo árabe que se juntó con Jerusalén tras la Guerra de los Seis Días, cuando Israel anexionó Jerusalén Este.

La organización de los colonos entrega donaciones a un grupo que se especializa en expulsar a profesores izquierdistas

Hace ya años que una asociación de colonos llamada Elad está intentando judaizar este barrio. Para ello compran en secreto edificios a los vecinos árabes pobres, utilizando a traidores árabes como hombres de paja. Ahora, la asociación ha decidido llenar estas casas, llegando como ladrones en la noche.

(El presidente de Elad es Elie Wiesel, un escritor del Holocausto galardonado con el premio Nobel de la Paz. Puedo jactarme de odiarlo desde la primera vez que lo vi y de haber inventado incluso una nueva palabra hebrea para describirle. Se puede traducir más o menos como “holocaustero”.

Noticia 2: Se ha sabido que la organización central de construcciones de los colonos, ampliamente subvencionada por el Gobierno, entrega enormes donaciones a un grupo llamdo “Si quieres”, que se especializa en expulsar a profesores izquierdistas de las universidad y otras instituciones.

El grupo ha establecido un sistema de informadores al estilo de la Stasi y alardea de “promover los valores sionistas en Israel”… denunciando a profesores que piden igualdad de derechos para los árabes y cosas similares.

Noticia 3: El profesor (emérito) Hillel Weiss, que todavía da clases en la Universidad de Bar-Illan, ha publicado un llamamiento en Facebook a favor de un genocidio de los palestinos. “Dado que no son personas, esto no constituiría un genocidio”, afirma, “sino simplemente la erradicación de la gentuza”. Advirtió a los palestinos que deberán abandonar Eretz Israel (la tierra hasta el río Jordán) de inmediato, antes de que ocurra ese genocidio inevitable.

La Universidad de Bar-Illan, hay que recordarlo, es la Alma Mater de Yigal Amir, el asesino de Yitzhak Rabin.

Noticia 4: El ministro de Exteriores, Avigdor Lieberman, ha exigido que a Hanin Zuabi debería metérsela “en prisión para muchos años”.

Zuabi, una diputada de la Knesset para una pequeña facción nacionalista árabe, está aficionada a los comunicados extremamente provocadores. Hace pcoo dijo que no hay diferencia entre un combatiente del ISIL que corta la cabeza a algunas personas y un piloto israelí que aprieta un botón y mata a muchos palestinos.

Lieberman le dijo a Zuabi que se fuera a vivir a Gaza. Le advirtió que “como mujer soltera, que viste como viste (lleva atuendo moderno)” sufriría bajo Hamás. También exigió que se le despojara de su nacionalidad israelí.

El Tribunal Supremo ha ordenado cerrar una prisión “abierta” para los refugiados africanos; el Gobierno se niega

Noticia 5: Esto no afecta directamente a los árabes, pero representa lo peor del racismo. El Tribunal Supremo de Israel, que hace las veces de un Tribunal Constitucional (aunque Israel no tiene una Constitución escrita, sólo algunas “leyes fundamentales”) ha ordenado al Gobierno que cierre de inmediato una prisión “abierta” construida en medio del desierto para los refugiados africanos que piden asilo, a los que se les encierra de forma indefinida sin juicio, hasta que se declaren dispuestos a abandonar Israel “voluntariamente”.

El Gobierno se ha negado a cumplir la sentencia, algo que no tiene precedentes, y ahora está en vías de aprobar una nueva ley, que permitiría a 61 diputados (de un total de 120) de la Knesset rechazar una decisión del Tribunal Supremo.

Israel se vanagloria de ser la Única Democracia de Oriente Medio.

Estas noticias aleatorias, como las que se publican cualquier día, arrojan ciertas dudas sobre esta afirmación.

Desde luego, Israel no es el único país que trata asi a su minoría nacional como la trata, ni tampoco es el peor. Prácticamente todo país del mundo tiene una minoría o varias, y casi todas las minorías tienen motivos de queja. Basta con pensar en los kurdos de Siria, los rusoparlantes en Ucrania o los tamiles en Sri Lanka para tener cierto sentido de la proporción.

La familia de Hanin Zuabi ha estado en la Baja Galilea desde hace siglos; Lieberman llegó en 1978 de Moldavia

Yo calcularía que en cualquier repaso imparcial del mundo dedicado al estado de las minorías, Israel estaría en alguna sección intermedia.

Supongo que la posición de toda minoría es única, condicionada por su historia y las circunstancias locales. La situación de la la minoría árabe en Israel desde luego lo es.

En primer lugar, al igual que los aborígenes de Australia y los inuit en Canadá, estaban aquí desde mucho antes que la mayoría actual de la población. El caso de Zuabi-Lieberman lo ilustra.

La familia de Hanin Zuabi ha estado en la Baja Galilea desde hace siglos, quizás milenios. Después de fundarse Israel, Saif-al-Din Zuabi fue miembro del Partido Laborista sionista y vicepresidente de la Knesset. Otro familiar suyo, Abd-al-Rahman Zuabi, ha sido juez del Tribunal Supremo. Abd-al-Aziz Zuabi, un diputado del partido sionista Mapam (ahora Meretz) fue viceministro.

El nombre de pila original de Lieberman era Evet. Nació en Kishinev en la Moldavia soviética, y su lengua materna es el yídish. Aunque llegó a Israel en 1978, todavía se le considera un “inmigrante reciente” y habla hebreo con un nítido acento ruso. Salta a la vista que de los dos, Hanin Zuabi habla mejor hebreo.

Era Abd-al-Aziz quien acuñó la frase: “Mi tragecia es que mi país está en guerra con mi pueblo”.

Este es el segundo aspecto anormal: los “árabes israelíes” son una parte integral del pueblo palestino. Prácticamente todo ciudadano árabe israelí tienen familiares en Cisjordania o Gaza o en ambos lugares, así como en los campamentos de refugiados.

Cuando hay combates de verdad, como en la reciente guerra de Gaza, sus corazones están con el otro lado, con el “enemigo”. En este momento, varios jóvenes ciudadanos árabes israelíes están luchando en las filas del ISIL, después de cruzar a Siria a través de Turquía.

Como demuestra el árbol familiar de los Zuabi, hay otra cara de la medalla. Los ciudadanos árabes también forman una parte profundamente integrada en el tejido social de Israel.

Muchas veces me pregunto qué ocurriría si se cumplieran los deseos de Lieberman (y de otros de su calaña en el resto del mundo) y esta minoría abandonara el país.

Lo sabemos por la Historia. Cuando Francia expulsó a los hugonotes, muchos de ellos huyeron al recién fundado Estado de Prusia. La remota ciudad de Berlín se convirtió en un centro económico y Prusia floreció, mientras que Francia se debilitó. Lo mismo ocurrió, todavía de forma más pronunciada, en España con la expulsión de los judíos y musulmanes. España nunca volvió a ser la misma, y el Imperio otomano, encantado de absorber a la mayoría de ellos, se enriqueció.

Los árabes están mucho más integrados en la sociedad israelí de lo que admiten: hay médicos, ingenieros, jueces…

Los ciudadanos árabes de Israel no hacen el servicio militar. No quieren luchar contra sus hermanos palestinos, ni tampoco el Ejército quiere entrenarlos ni darles armas, Dios no lo quiera. (Aunque en este momento, a las Fuerzas Armadas sí les gustaría acoger a los árabes cristianos, una minoría dentro de la minoria, para crear divisiones. Algunos árabes, sobre todo beduinos y drusos, de hecho forman parte del Ejército).

Pero aparte del servicio militar, los ciudadanos árabes cumplen con todas las obligaciones de un ciudadano. Pagan sus impuestos. Dado que el IVA y otras tasas indirectas forman una gran parte de los ingresos de las arcas públicas, tampoco pueden evadirlos. Cumplen muchas tareas.

De hecho, los árabes están mucho más integrados en la sociedad israelí de lo que a muchos les gustaría admitir. Son médicos, abogados, ingenieros, jueces. Cuando llevé al hospital a mi mujer, antes de fallecer, tardé varios días en darme cuenta de que el jefe del departamento era un médico árabe.

Todos los ciudadanos árabes aprenden hebreo y lo hablan bien, mientras que el departamento de espionaje de nuestro Ejército tiene grandes dificultades para encontrar a un judío que hable árabe.

Los judíos tienen miedo de que la extrema derecha los estigmatice como “amantes de árabes”

Los ingresos per cápita de un ciudadano árabe son, como media, menores de los de un ciudadano judío, pero todavía muy por encima de los que consiguen sus familiares en los territorios ocupados. Los árabes en las zonas anexionadas de Jerusalén Este, no han recibido la nacionalidad israelí y son oficialmente “residentes”, pero aún así tienen todos sus derechos garantizados en el sistema nacional de seguridad social, que son bastante amplios.

En general, la situación de los ciudadanos árabes está lejos de lo que nosotros (y ellos, desde luego) desearían. Debemos luchar por la igualdad total. Esta lucha debe ser permanente y en ella deberían participar los activistas de derechos humanos judíos y árabes mano a mano.

Sin embargo, la triste realidad es que esta cooperación, que en tiempos era estrecha y casi íntima, se ha vuelto distante y rara. Los árabes tienen miedo a la “normalización”, ya que podría parecer que apoyan la ocupación. Los judíos tienen miedo de que la extrema derecha los estigmatice como “amantes de árabes” y traidores.

Esta situación, aunque sea natural, debe superarse. La izquierda israelí no tiene posibilidades de recuperar jamás el poder sin la colaboración activa de “las Zuabis”, como el ministro de Finanzas, Yair Lapid, llamó una vez de forma despectiva a todos los ciudadanos árabes. Incluyendo a Hanin, aunque sea una mujer que es soltera y que viste como quiere.

Y sin todos estos Mohameds que no están.

Publicado en Gush Shalom | 25 Octubre 2014 | Traducción del inglés: Ilya U. Topper