Opinión

Internet en la era de ISIL

Sultan Al-Qassemi
Sultan Al-Qassemi
· 12 minutos

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Incluso antes de la Primavera árabe, los activistas se habituaron a difundir información a través de las redes sociales, en una atmósfera en la que el Estado controlaba el discurso oficial con firmeza.

En noviembre de 2007 YouTube cerró la cuenta del activista egipcio Wael Abbas por contener ‘‘material inapropiado’’, después de que éste publicara un vídeo que mostraba la brutalidad policial. Más tarde, el vídeo se readmitió tras las protestas por parte de grupos de derechos humanos, y fue entonces cuando se usó para condenar por brutalidad a los dos policías.

Durante la campaña aérea israelí de 2006 en Líbano, la artista y activista Zena El Khalil convirtió su blog ‘‘Beirut Update’’ en una fuente de noticias sobre la guerra y éste apareció en medios internacionales como la CNN, la BBC y The Guardian. En el verano de 2010 una página de Facebook administrada anónimamente y titulada ‘‘Todos somos Khaled Saeed’’ (un joven egipcio al que unos policías golpearon hasta matarlo), se convirtió en el punto de referencia para las protestas contra el régimen que precedieron al levantamiento de enero de 2011.

Ya en 2012 los gobiernos árabes despertaron ante la ‘‘amenaza’’ de las redes sociales y castigaban a los activistas

Durante los meses siguientes, fueron casi exclusivamente los activistas a lo largo de Oriente Medio y el norte de África, desde el Magreb hasta la Península Arábiga, los que usaron de forma relevante las redes sociales en estas regiones. Ya en 2012 los gobiernos árabes habían despertado ante la ‘‘amenaza’’ de las redes sociales y empezaron a imponer duras penas a los activistas, empujándolos todavía más a la clandestinidad. También hubo una escisión significativa entre activistas que, en algunos casos, tras la expulsión del jefe del régimen, se volvieron los unos contra los otros. La luna de miel online había acabado.

Las redes sociales ya no eran un espacio abierto en el que los activistas de la región podían expresarse libremente y sin cohibiciones. La policía online, cuyo trabajo era vigilar la publicación de ‘‘contenidos obscenos’’, puso su atención en los activistas políticos que operaban en Twitter y Facebook. Piratas informáticos que apoyaban a diferentes gobiernos a lo largo de la región, o estaban vinculados a ellos, como el Ejército Electrónico Sirio, lanzaban ataques de denegación de servicios a ciertas cuentas, mientras que matones progubernamentales intimidaban a los activistas a través de las plataformas de las redes sociales: esa misma ‘‘tecnología de la liberación’’ que los activistas habían usado con anterioridad.

Las redes sociales, en su día dominado por activistas laicos, ha abierto paso a clérigos conservadores

El panorama de las redes sociales, en su día dominado por activistas liberales y laicos, ha abierto paso a clérigos conservadores o a grupos extremistas. Por ejemplo, la cuenta de Twitter del activista prodemocracia Wael Ghonim (con 1,4 millones de seguidores) ha caído en el silencio y éste ha decidido mantenerse al margen, ya que, según sus propias palabras, Egipto no acepta a gente como él.

Al mismo tiempo, la cuenta de Mohamed Al Arefe, el clérigo conservador de Arabia Saudí, prospera con alrededor de diez millones de seguidores. Algunos clérigos populares de Arabia Saudí como Salman Al Odah y Ayedh Al Qarnee han llegado a unos números y a un alcance que ni los activistas liberales ni incluso los gobiernos podrían llegar imaginar. Por otro lado, a algunos activistas laicos con una presencia fuerte en las redes sociales como Alaa Abdel Fattah, Ahmed Maher y Ahmed Douma, que han elegido quedarse en Egipto, se los ha encarcelado.

Mientras tanto, puede decirse que los factores que provocaron la Primavera árabe han empeorado. Según la Organización Internacional del Trabajo, la tasa de desempleo era de casi un 25 por ciento antes de los levantamientos. A día de hoy, estos números serían más altos a causa del estancamiento de la industria del turismo en países como Egipto, la interrupción de la venta de petróleo en Libia y los millones de refugiados que la guerra civil Siria y otros conflictos han generado.

Cinco Estados árabes se encuentran entre los diez Estados más corruptos del mundo, y una encuesta internacional sobre transparencia reveló que, de hecho, la corrupción ‘‘endémica’’ ha empeorado en el mundo árabe desde los levantamientos de 2011. Sin duda, este panorama tan desolador ha facilitado el reclutamiento (que habría de producirse a través de internet) de jóvenes desempleados de la región por parte de extremistas.

La proliferación en las redes sociales de cuentas progubernamentales empeñadas en silenciar la disidencia, así como la introducción de duras penas a lo largo de la región (que incluyen períodos en prisión) por quebrantar ligeramente las normas definidas de las redes sociales, han tenido como resultado que muchos activistas liberales restrinjan sus perfiles de Facebook, que antes eran públicos, a ‘‘Sólo amigos’’, o que recurran en esta misma red social a grupos cerrados con un número de miembros limitado, que filtran de forma continua y concienzuda. Mientras que los activistas liberales y laicos se han resguardado, las cuentas y perfiles de extremistas, tanto públicas como privadas, se han multiplicado.

Los vídeos del ISIL son otro nivel: usan efectos especiales al estilo de las películas de Hollywood

Aunque Al Qaeda, más allá de publicar sus vídeos en YouTube, ha utilizado las redes sociales de forma limitada durante los últimos años, ISIL, el grupo escindido de esta organización, ha llevado su uso a otro nivel. Para empezar, los vídeos del ISIL, en los que se usan efectos especiales al estilo de las películas de Hollywood, se han producido con una calidad mucho mayor que los de Al Qaeda. En uno de los vídeos publicados en Internet, el asesino del ISIL desenvaina su cuchillo para decapitar a un rehén al tiempo que la película pasa a cámara lenta para aumentar el efecto dramático. En un vídeo posterior en el que decapitaban a soldados del régimen sirio, se añade a la banda sonora el sonido de los corazones latiendo.

La publicación más horripilante que el ISIL ha subido hasta la fecha mostraba cómo se quemaba vivo a un piloto jordano en un vídeo de 21 minutos ‘‘que imita los estándares de producción de los documentales que emiten canales como History Channel”, como observó la revista Forbes. La película termina mostrando las supuestas casas de otros pilotos jordanos, localizadas mediante tecnología de mapeo aéreo.

ISIL invitaba a charlas en Twitter, calcuando la franja horaria de Londres y Nueva York

Desde julio de 2014 el ISIL también ha venido publicando una revista online titulada Dabiq, que va por el quinto número, está disponible para descargar en PDF y se publica en inglés. La publicación propagandista, que sin el contenido atroz parecería una revista de tendencias, muestra entrevistas con soldados e historias sobre conquistas recientes de la organización terrorista. El grupo también ha usado hashtags populares como #WorldCup2014 para difundir sus vídeos e inundar Twitter con sus mensajes.

Los predicadores pro-ISIL no sólo han usado las herramientas de las redes sociales populares para propagar sus mensajes. Plataformas menos conocidas como PalTalk albergaron conferencias y debates de predicadores islamistas radicales que alababan al líder del ISIL, Abu Bakr Al Baghdadi, como ‘‘el líder de todos los musulmanes’’. En Twitter se publicaron invitaciones para escuchar la charla en PalTalk, y se les dio publicidad calculando la franja horaria de Londres y Nueva York, hecho que dejaba claro cuál era la audiencia a la que las invitaciones iban destinadas.

En 2014 el ISIL desarrolló una aplicación para Android con el nombre de Fajer Al Bashayer (Amanecer de los Buenos Presagios), que al descargarla no sólo envía a sus usuarios actualizaciones automáticas sobre el grupo, sino que también piratea sus cuentas de Twitter y publica tuits pro-ISIL y actualizaciones en nombre del usuario. El pasado junio, al tiempo que las fuerzas de ISIL entraban en la ciudad iraquí de Mosul, la aplicación envió 40.000 tuits en un período de 24 horas. Este hecho, sumado a los vídeos cada vez más estremecedores, hizo que empresas de redes sociales como YouTube, Facebook y Twitter tomaran duras medidas contra las publicaciones de terror. Esta vigilancia se hizo más evidente tras la publicación en agosto de 2014 del vídeo de la decapitación de James Foley, el periodista free lance estadounidense.

Los gigantes de las redes sociales pidieron a los usuarios que no compartieran el vídeo y cerraron las cuentas de los que lo hicieron tan pronto como los denunciaban los usuarios. La Casa Blanca también intervino y pidió a estas plataformas que no permitieran que se compartiera el vídeo. Además, una exitosa campaña que lanzó el usuario de Twitter @LibyaLiberty con el hashtag #ISISMediaBlackout (Apagón mediático ISIL), llamó a los usuarios de redes sociales a que no compartieran los vídeos de terror del ISIL. En sus primeras 24 horas, el hashtag se compartió alrededor de 11.000 veces.

Las redes sociales pueden ser un arma de doble filo para el ISIL. Cuando publicaron el primer vídeo del llamado califa Al Baghdadi dando un sermón en una mezquita, los internautas musulmanes echaron mano de las redes sociales para ridiculizar lo que parecía un reloj suizo muy pijo que llevaba, mediante tuits como: ‘‘Omega: la elección de Baghdadi’’.

Los internautas musulmanes ridiculizaban en las redes el reloj suizo muy pijo de Baghdadi

Los cambios en las políticas de las empresas de redes sociales, que por lo general suelen ser reacias a vigilar los contenidos online, han sido evidentes en los últimos dos años. En 2012 el gobierno de Estados Unidos intentó cerrar la cuenta de Twitter del grupo terrorista somalí Al Shabab y dijo que estaba investigando las vías legales para hacerlo. Al final, Twitter cerró la cuenta de Al Shabab después de que el grupo se hubiera acostumbrado a usarla para presumir de sus ataques y que la plataforma de la red social anunciara una serie de nuevas medidas con el objetivo de combatir las imágenes gráficas y la violencia.

El ISIL entiende el alcance potencial de las redes sociales y las usa para reclutar, para difundir miedo y propagar su ideología extremista. Estas plataformas también se usan para conseguir fondos y buscar simpatizantes que puedan hacer propaganda en su nombre y otros que en un futuro puedan llegar a perpetrar ataques terroristas en solitario. Una de estas cuentas de Twitter se llamaba ShamiWitness, y antes de que fuera cerrada por su administrador en diciembre de 2014 contaba con alrededor de 17.000 seguidores.

Las redes sociales recuerdan lo que fueron hace un tiempo las plazas y las calles de la Primavera árabe

El usuario, un ejecutivo de marketing con residencia en Bangalore, India, declaró al canal británico Channel Four (cuya investigación acabó con su carrera como propagador del terror) que habría ido a unirse al Estado Islámico, si no fuera porque su familia dependía económicamente de él. ShamiWitness se unió a Twitter en 2009 con un apodo diferente y empezó a hacer propaganda del ISIL poco después de la aparición de este grupo. Incidentes como éste puede que obliguen a empresas y a gobiernos a introducir más restricciones en las redes sociales y de esa forma transformar en algo irreconocible la ciberesfera, antes abierta y libre.

Lo que inicialmente era un espacio para frikis de la tecnología y activistas con una mentalidad liberal es ahora un mundo más oscuro y sombrío en el que se hacen amenazas y en el que se comparten y aplauden vídeos de decapitaciones brutales y de palizas a activistas liberales por parte de funcionarios del Estado. A día de hoy, el panorama de las redes sociales en Oriente Medio recuerda a lo que fueron hace un tiempo las plazas y a las calles de las ciudades de la Primavera árabe: un nuevo campo de batalla para conquistar corazones y mentes en una guerra entre regímenes, islamistas y activistas; entre viejos y jóvenes; entre la libertad y la coacción.

Sin embargo, hay signos de esperanza. En medio de toda esta muerte y oscuridad, el humor de gente como Bassem Youssef, Karl Sharro y Fahad Albutairi se ha convertido en una herramienta para contrarrestar las crecientes restricciones en la red. La sátira, ‘‘el arma de los desposeídos contra los poderosos’’ ha enfurecido a los seguidores adoctrinados del ISIL y ha contrarrestado la cobertura racista e islamofóbica a raíz de la masacre de Charlie Hebdo. Una cosa está clara: puede que los activistas con mente liberal de la Primavera árabe estén en horas bajas pero, sin duda, siguen ahí.

Primero publicado en PS21 | 25 Febrero 2015 | Traducción: Víctor Olivares