Entrevista

José Luis Pardo

«En un mundo sin fronteras, los perseguidos no tendrían dónde refugiarse»

Alejandro Luque
Alejandro Luque
· 10 minutos
José Luis Pardo | © Cedida por el retratado
José Luis Pardo | © Cedida por el retratado


Sevilla | Julio 2016

 

Madrileño de 1954, José Luis Pardo es uno de esos filósofos que no se limitan al ensayismo endogámico: tanto sus ensayos como sus artículos periodísticos tienen una clara vocación de llegar a la sociedad, invitarla a reflexionar e incluso cambiar las cosas. Catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, ha denunciado recientemente el acoso al que las autoridades educativas vienen sometiendo a la filosofía. Entre sus obras destacan La regla del juego, que obtuvo el premio Nacional de Ensayo en 2005, así como los más recientes Esto no es música, Nunca fue tan hermosa la basura, Estética de lo peor o El cuerpo sin órganos.

En el manifiesto que ha publicado recientemente junto a otros compañeros en El País se habla de “acoso” desde hace años a la Filosofía. ¿Por parte de quién, con qué objeto?

«El adoctrinamiento en la ideología barata del emprendimiento es mucho más dañino hoy que el catecismo»

Por parte de las autoridades educativas. Ellas son las que se han esmerado en destruir el bachillerato a fuerza de impedir que tuviera una buena formación en humanidades. Los intentos (a menudo exitosos) de reducir al mínimo la presencia de la filosofía en la enseñanza secundaria son evidentes desde hace años. El por qué sólo lo saben ellos. Pero sin duda se detecta un anhelo de dejar hueco a un tipo de adoctrinamiento en la ideología barata del emprendimiento que es completamente inútil para chicos de esta edad y mucho más dañino hoy en día que el catecismo.

¿Piensa que la machacona apuesta por la I+D+I ha sido perjudicial para las Humanidades?

Mucho de lo que rodea la I+D+I es pura palabrería demagógica e inconcreta. En la universidad siempre se ha distinguido entre investigación fundamental (que no tiene una finalidad utilitaria determinada) e investigación aplicada (social o económicamente rentable). Siempre ha habido investigación en Física fundamental, como siempre ha habido gente que estudiaba a Petrarca o a Epicuro sin una finalidad ulterior; de estas investigaciones acaban naciendo conocimientos que son susceptibles de aplicación por parte de las ingenierías (en el caso de la Física) o de las tecnologías de la información y la comunicación (en el caso de las humanidades). La investigación aplicada (I+D+I) es absolutamente legítima y necesaria, pero sólo puede existir si hay investigación fundamental.

¿Cómo explicarle al ciudadano de a pie –ese que, según las estadísticas, en el último año no cogió un solo libro ni pisó un museo– la importancia de la Filosofía?

«En Secundaria, la gente le tiene mucha más ojeriza a las matemáticas que a la filosofía»

No tengo la sensación de que el ciudadano de a pie tenga una especial inquina a la filosofía (si me guío por mi experiencia como profesor de secundaria, creo que la gente le tiene mucha más ojeriza a las matemáticas), y estoy casi seguro de que, sin entrar en demasiadas explicaciones, casi todo el mundo estaría de acuerdo en que la lectura de Aristóteles, Hegel o Nietzsche sigue siendo una tarea digna y respetable, aunque no sea una lectura mayoritaria, como nunca lo fue.

Algunos han hecho paralelismo entre la situación de la Filosofía hoy y la que vive su cuna occidental, Grecia. ¿Es algo forzado, o cree que existe alguna relación?

Es forzado, a mi modo de ver. La Grecia –entre comillas– de Platón y Aristóteles sólo existe hoy en las páginas de sus libros y en las de la Historia de la Filosofía. La filosofía que nació en Grecia es patrimonio de la humanidad, no de un país concreto.

Mucha gente cree que el pensamiento se estancó en la última página de su manual de Filosofía de BUP, pero –como enseña usted en la universidad– ha seguido evolucionando. ¿Qué se ha perdido esa gente hasta hoy?

«El gremio de los filósofos es mucho más “dinámico” y vigilante que otros dominios del saber»

Sí, la filosofía no terminó con Wittgenstein, Sartre y Ortega y Gasset. Sigue habiendo filosofía, filosofía que piensa en los problemas fundamentales en los términos en los que se plantean en cada momento histórico, y creo que el gremio de los filósofos es, en este punto, mucho más “dinámico” y vigilante que otros dominios del saber, y seguramente la gente se sorprendería si conociera más de cerca algunos de los temas a los que se dedica la filosofía de nuestros días, y sobre todo la pasión con la que se dedica a ellos. La filosofía siempre se ha puesto en cuestión a sí misma, y por tanto para los pensadores de nuestro tiempo siempre se plantea el problema de cómo hacer filosofía precisamente hoy, no “a pesar de lo que está cayendo”, sino con lo que está cayendo y justamente porque cae del modo que lo hace.

¿Qué opinión tiene de filósofos más o menos mediáticos, como Zizek, que precisamente por esa visibilidad parecen vivir entre la veneración y el desprecio?

Como la filosofía es un saber “menor” y marginalizado, cuando (más por casualidad que por otras cosas) alguno de sus miembros se convierte en estrella mediática tiene la tentación de desempeñar el papel de “profeta” y la obligación de aguantar el resentimiento de todos los que creen merecer más que él esos mimos. Yo creo que Zizek lleva bastante bien esta condición, más allá de los acuerdos o desacuerdos que yo tenga con él.

Se habla de crisis de valores en Europa. ¿No sería más necesaria que nunca la asistencia de los filósofos?

No, por Dios, librémonos de la idea de que el filósofo tiene que venir a rescatar a la sociedad desorientada y decirle qué es lo vale y lo que no. Ese es el papel de los sacerdotes desde los púlpitos. Nunca hubo un momento histórico en el que no hubiese una gran crisis de valores, en el que todo el mundo estuviera de acuerdo en lo que significaba ser bueno o justo, y si hubo esos momentos de unanimidad fue en instituciones como el Kremlin. No, recordemos que Sócrates, en Atenas, no se dedicaba a dar a los ciudadanos los valores que necesitaban, sino a poner en cuestión las seguridades que creían tener. Esa es la función de la filosofía, si puede hablarse así.

Giorgio Agamben me dijo que la Europa de hoy es ilegítima, porque es solo la Europa de la moneda. ¿Lo cree así? ¿El Brexit le ha dado la razón?

«La idea de “refugiarse” es posible porque hay una frontera que el perseguidor no podrá atravesar»

Hombre, que la UE se asienta sobre fundamentos económico-monetarios yo ya lo venía sospechando hace bastante tiempo, y creo que no soy el único. Ahora, que eso signifique que es “ilegítima” depende de lo que uno entienda por legitimidad. Y decía Max Weber que, en las democracias parlamentarias, la forma de la legitimidad es la legalidad.

Vivimos un auge del populismo y un renacimiento de los nacionalismos. ¿El sueño de un mundo sin banderas y sin fronteras se ha desvanecido del todo?

El nacionalismo y el populismo me parecen realmente dos venenos para la democracia, que acaban con ella si se emplean en dosis altas o durante períodos prolongados. Pero eso no quiere decir que la alternativa sea un mundo sin fronteras. Las fronteras están muy bien, a mi modo de ver. Decimos a veces que el hecho de que haya fronteras es un drama o una catástrofe para los refugiados que huyen de las guerras. Pero no es verdad. Aunque no compartamos el modo como son tratados actualmente los refugiados que piden asilo en la UE, el caso es que la idea misma de “refugiarse” de los perseguidores es posible solamente porque hay una frontera que el perseguidor no podrá atravesar. En un mundo sin fronteras, los perseguidos no tendrían dónde refugiarse y los perseguidores podrían acabar con ellos allí dónde fueran. Así que ojo con las utopías.

También querría saber si la Filosofía tiene una respuesta a fenómenos actuales como la violencia fanática. El propio Zizek lo ha intentado, ¿alguien más?

«El Estado Islámico tiene en cuenta los deseos reprimidos de los occidentales y sus complejos de culpa»

Si por “respuesta” se entiende una receta para terminar con ella de manera eficaz y legítima, entonces no creo que ni Zizek ni nadie tenga esa respuesta, porque se estaría aplicando de forma generalizada en el mundo. Si, en cambio, por “respuesta” entendemos una “interpretación” de sus causas, raíces y consecuencias, entonces conozco a varios más que tienen esa respuesta, pero eso no nos acerca ni un ápice, por el momento, a un modo políticamente viable de afrontar el fenómeno.

Aparte de la consideración ética de dicha violencia, me gustaría pedirle, como autor de ese ensayo titulado Estética de lo peor, una valoración estética del llamado Estado Islámico, al que la imagen no pasa ni mucho menos desapercibida…

El (sedicente) “Estado islámico”, como ya sucedía con Al-Qaeda, tiene un componente importante de lo que Walter Benjamin llamaba “estetización de la política”, es decir, de sustitución de los elementos racionales de la política por los irracionales y de la deliberación consciente por la fascinación inconsciente, e incluso tiene en cuenta, como decía Baudrillard, los deseos reprimidos de los occidentales y sus complejos de culpa, para compensar sus carencias militares. Esto siempre fue un ingrediente importante de los totalitarismos, y hoy también lo es, mutatis mutandis, de los populismos.

Como usuario de Facebook, ¿ha podido descubrir aspectos que hace veinte años pasaran desapercibidos para un ensayo como La intimidad, donde tanta importancia se daba al lenguaje?

«Las redes sociales tienen poco que ver con la intimidad, pero mucho con la privacidad»

La verdad es que la cuestión de la intimidad nunca ha dejado de preocuparme, y sigo trabajando sobre ella. Las redes sociales tienen poco que ver con la intimidad, pero mucho con la privacidad, permiten tener una enorme vida privada a quienes no disponen de grandes propiedades mobiliarias ni inmobiliarias.

Bauman cree que las redes sociales son “una trampa”, Umberto Eco también arremetió contra ellas. ¿Saldría usted en su defensa, o se limita a ser un discreto usuario?

La verdad es que son bastante poco “sociales” (quiero decir que parecen más el resultado de una degradación de la “vida social” que una forma de continuidad de esas relaciones). Pero yo soy un usuario asiduo y experimental. No me definiría como discreto. Creo que soy exactamente un usuario indiscreto.

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