Reportaje

La nueva ficha de la OTAN

Daniel Iriarte
Daniel Iriarte
· 9 minutos
Bahía de Kotor, Montenegro (2015) | © Ilya U. Topper / M'Sur
Bahía de Kotor, Montenegro (2015) | © Ilya U. Topper / M’Sur

Madrid | Junio 2017

El 5 de junio, Montenegro se convirtió oficialmente en el 29º miembro de la OTAN. La primera reacción de Rusia era una enérgica protesta. Horas antes de la ceremonia de entrada, el Ministerio de Exteriores ruso aseguró en un comunicado: “La histeria antirrusa que sigue en Montenegro solo ha causado dificultades. Ante la línea hostil de las autoridades montenegrinas, la parte rusa se reserva el derecho de tomar medidas de represalia sobre una base de reciprocidad. En política, como en física, toda acción genera una reacción”. La primera medida: sanciones al vino montenegrino.

Pero las autoridades del diminuto estado balcánico tampoco se estuvieron quietos: han imputado a 14 personas -entre ellas varios ciudadanos rusos ‘in absentia’- por un presunto intento de golpe de estado en octubre de 2016. La narrativa que maneja el Gobierno de Podgorica es que mercenarios y agentes vinculados al Kremlin pretendían asesinar al entonces primer ministro Milo Djukanovic para impedir, mediante un cambio de liderazgo, la entrada de Montenegro en la Alianza Atlántica.

«La base en Kotor era una de las principales entre las antiguas fuerzas armadas yugoslavas»

¿Por qué un país de apenas 13.800 kilómetros cuadrados -poco más que la provincia de Córdoba- y con un ejército de solo 2.000 soldados está provocando semejante tormenta? A priori, es poco lo que Montenegro puede aportar a la OTAN en términos militares. Algunos observadores, sin embargo, han señalado que con el acceso a las bases navales de Bar y Herceg Novi, y tal vez al puerto de Kotor, la Alianza controla ahora toda la costa a ambos lados del mar Adriático -Croacia y Albania se convirtieron en países miembros en 2009-, con la excepción de una pequeña franja de apenas 20 kilómetros en Bosnia.

“Es difícil decir por ahora si se desplegarán instalaciones de combate de la OTAN en Montenegro. Pero la base en Kotor era una de las principales entre las antiguas fuerzas armadas yugoslavas. Estaba bien equipada y había barcos que controlaban la mayor parte del Adriático”, ha explicado el coronel Boris Podoprigora, presidente del Club de Resolución de Conflictos de San Petersburgo, a Radio Free Europe/Radio Liberty. “Hasta donde sé, no hay bases importantes en el lado contrario, en Italia. Están todas en la otra costa de Italia, principalmente cerca de Nápoles. Sin embargo, Montenegro es un punto estratégico de la región. Es una unidad geográfica importante en el conglomerado de la OTAN”, señala.

Huir del abrazo ruso

“Montenegro tiene una ubicación de una importancia geopolítica enorme para la OTAN”, opina Mira Milosevich, investigadora principal para Rusia, Eurasia y Balcanes del Real Instituto Elcano. “Junto con Albania -que es ya miembro de la Alianza-, Croacia y Eslovenia, e Italia en el otro lado, le permite un control absoluto del mar Adriático. Y teniendo en cuenta el empeoramiento de las relaciones con Turquía, para la OTAN tener un amplio abanico estratégico cubierto, tan cerca del Mediterráneo, es de una importancia capital”, opina.

«Formar parte de la OTAN supone un reconocimiento y es el primer paso para la entrada en la UE»

Este paso, además, sirve para impedir que Rusia logre acceso a esos mismos puertos. Varios observadores estadounidenses han asegurado en los últimos años que Moscú habría ofrecido miles de millones de dólares a Montenegro a cambio de permitir la construcción de bases militares en su costa, en los antiguos recintos de la armada yugoslava en Bar y Kotor, lo que habría permitido a Rusia establecer una presencia en el Adriático. Además, Rusia solicitó a Montenegro poder usar las instalaciones de Bar como punto logístico para sus barcos en ruta hacia Siria, a lo que el Gobierno montenegrino, bajo presión de la Alianza, se negó.

“Creo que este paso, ante todo, es importante para Montenegro”, indica Borja Lasheras, director de la oficina en Madrid del European Council on Foreign Relations. “Desde el punto de vista político es una apuesta del Gobierno actual, que la ha llevado adelante con resistencia de grupos de oposición, algunos de ellos -solo algunos- vinculados con Rusia, y a pesar de las amenazas rusas. Es una especie de victoria política para un país pequeño”, comenta.

En el mismo sentido se expresa Milosevich. “Para Montenegro, el interés es sobre todo huir de Rusia”, opina la investigadora. “Sin duda alguna es un paso importante para su seguridad nacional, formar parte de la OTAN supone un reconocimiento digno como país, y además, como se ha demostrado en las ampliaciones anteriores, es el primer paso para la entrada en la UE”, comenta.

montenegro-otan

Según los expertos se trata de dar ejemplo. “En los últimos años la OTAN ha sostenido una actitud y una política de mantener la ampliación. Públicamente casi siempre ha apoyado la entrada de Ucrania y Georgia, la llamada ampliación hacia el Este, pero en ambos casos la situación ha acabado en conflictos congelados con Rusia. En conversaciones privadas, los oficiales dicen que no se puede ampliar hacia el este en las fronteras rusas. De este modo, al aceptar a Montenegro están dando una señal de que la Alianza continúa extendiéndose aunque Rusia proteste”, dice Milosevich.

“La OTAN deja el mensaje de que la perspectiva euroatlántica es parte de la estabilización de la zona. Como la OTAN fue parte de los instrumentos de pacificación tras las guerras de los Balcanes, esto intenta mantener viva la idea de que esta región tiene un futuro y no va a ser tierra de nadie. Se trata de lanzar un mensaje: que los países que quieran ingresar en el ámbito euroatlántico aún tienen la puerta abierta”, dice Lasheras. El mensaje tiene especial eco en Bosnia, país candidato a la entrada en la OTAN desde 2007 y aspirante a la UE desde el año pasado.

«Para Rusia es una derrota política, porque busca crear un limbo estratégico en los Balcanes»

En su discurso durante la ceremonia de adhesión, el secretario general de la Alianza Atlántica, Jens Stoltenberg, afirmó que Montenegro «se sienta a la mesa como un igual, con igual voz a la hora de dar forma a la Alianza, y con su independencia garantizada», y subrayó «la profesionalidad, la valentía y la dedicación de sus hombres y mujeres en uniforme». Esto no significa que las autoridades de Europa y EEUU no sean conscientes de las enormes carencias del país, similares a las de sus vecinos.

Minoría rusa

“Obviamente, la región está en una fase delicada, es inestable y hay problemas de déficit democrático, y sigue habiendo preguntas sobre las necesarias reformas democráticas, entre ellas el estado de derecho”, puntúa Lasheras. “Montenegro siempre ha estado muy apoyado por la OTAN y la Unión Europea. No porque sea un país con un desarrollo democrático ejemplar, ni mucho menos, sino porque es un escenario de rivalidad entre la OTAN y Rusia”, argumenta Milosevich. Cita el caso de un alto diplomático europeo que a finales de los años 90, al ser preguntado sobre la connivencia del Gobierno montenegrino en el floreciente contrabando de tabaco en la zona, se encogió de hombros y respondió: “Algo tienen que hacer para comer”.

La adhesión es un nuevo gol al Kremlin. «Para Rusia es una derrota política, porque busca crear un limbo estratégico en los Balcanes. Aunque ya hay algunos estados de la zona que son miembros en la UE y en la OTAN, como Croacia o Albania, Rusia había señalado que una de las líneas rojas era el ingreso de países como Montenegro, por no hablar de Serbia, aunque ahí no es una opción que se esté planteando», señala Lasheras.

Los propietarios del 40% de la costa montenegrina son ciudades rusos

También están los lazos económicos, que un conflicto ruso-montenegrino podrían poner en peligro. Unos 7.000 rusos residen de forma permanente en Montenegro, una minoría significativa en un país de apenas 620.000 habitantes. Ciudadanos rusos son también propietarios de aproximadamente el 40% de la costa montenegrina, y los turistas de esta nacionalidad componen un tercio de los visitantes de la capital. En ese sentido, «Montenegro puede sufrir mucho más que Rusia, porque es un país muy pequeño, aunque no le falten aliados», señala Milosevich. Cree que para Moscú las consideraciones económicas no juegan un papel fundamental en este enfrentamiento.

«Mientras que para la OTAN cubre un valor estratégico, para Rusia tiene importancia más simbólica que real. Rusia ha repetido, desde 2007 explícitamente, y antes implícitamente, que está en contra de la ampliación de la Alianza Atlántica, y por eso sigue protestando aunque Montenegro tenga apenas seiscientos mil habitantes. En la costa montenegrina hay muchos nuevos ricos rusos, pero Rusia puede prescindir de Montenegro», opina Milosevich. «Sin embargo, Rusia tiene que presentarse ante su tradicional aliada Serbia como una potencia que sigue respaldando a sus socios en los Balcanes. Por eso, la aplicación de sanciones y las agresiones verbales son un poco un castigo ejemplar», comenta.

Lasheras tampoco cree que la situación lleve visos de escalar. «Aunque es una derrota, Rusia se adaptará al nuevo escenario. Probablemente seguirá apoyando a grupos de la oposición, pero lo aceptará», dice. Mientras tanto, una nueva ficha en el tablero balcánico ha cambiado de color, tal vez para siempre.

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