La violencia exilia la palabra

por Marquerie

Barcelona 1-O

La larga jornada del 1 de octubre y el día anterior dejaron imágenes para todo tipo de interpretaciones. En muchas localidades se vivió como un día festivo y reivindicativo. Ni en los peores momentos de la crisis económica hemos visto en la calle tanta gente de varias generaciones compartiendo una ilusión y lucha común. ¿Fue un proceso histórico que tenía posibilidades de hacerse realidad o simplemente un espejismo?

El 1-O mostró la debilidad del gobierno español para manejar la escalada de eventos que se veían venir. El hecho de que el gobierno catalán ignoró la ley es irrefutable, pero el debate secesionista no es puramente legal, es un problema político que Rajoy no ha sabido o no ha querido manejar con proporción.

Por otro lado, el independentismo liderado por Carles Puigdemont ha reiterado en más de una ocasión que «estamos jugando con la democracia». Cierto. Los partidos independentistas han jugado con la palabra democracia para justificar cada paso que han dado, para asegurar un plan futuro que semanas más tarde se ha descubierto que no existía. También para ignorar a parte de su electorado, que ha salido a las calles para mostrar que hay otra Cataluña que se siente parte de España.

Las imágenes del 1-O son un gran reflejo de los días posteriores a esa extraña jornada electoral: imprevisibles, agotadores y dolorosamente divisivos. Tras el 1O, llegaron el 155 y el 21D, unas siglas que solo han añadido incertidumbre y sobre todo, más banderas en los balcones.

Javier Marquerie Bueno (Madrid, 1969) recorrió varias localidades de Cataluña durante el referéndum del 1 de octubre y los preparatorios del día anterior. Aunque pone el foco en el retrato de estudio y en la fotografía de aviación – que le ha permitido recorrer mundo – y valora la especialidad, también encuentra tiempo para desarrollar otro tipo de fotografía, más a pie de calle, como en este histórico episodio de «El Procés» catalán.

Lara Villalón