Opinión

Milagros para Mattarella

Saverio Lodato
Saverio Lodato
· 6 minutos

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Palermo | Marzo 2018

No hay que dar crédito a los elogios exagerados que desde todos los partidos, sin excepción, está recibiendo la figura del jefe de Estado, Sergio Mattarella, en estas últimas semanas. Lo cual no significa que algunos no se hagan de buena fe, aunque deberán ser los hechos los que se encarguen de demostrarlo.

El abrumador resultado electoral es muy claro, en cuanto resulta un indicador del espíritu de revuelta de los ciudadanos hacia el Sistema Político entendido en el sentido tradicional, pero cojea por no haber sido asignada una clara mayoría de gobierno, fácilmente traducible en fórmulas unívocas y definitivas.

Se trata de poner orden, partiendo en primer lugar de los pocos datos ciertos de los cuales disponemos, y que permiten al menos señalar, con una buena aproximación, quiénes son los vencidos y quiénes son los vencedores.

Si hay un vencedor que no necesita videoarbitraje, este es el Movimiento 5 Estrellas

Gana el Movimiento 5 Estrellas, rozando el porcentaje del 34%: porcentaje como no se veía desde hace mucho en tiempos de desapegos de la política y de escasos márgenes de consenso para cualquiera. Alguno podrá torcer el gesto por el modo casi rocambolesco (si rocambolesco, digamos, queriendo considerar los usos, las costumbres y las tradiciones de la Primera y de la Segunda República) con el que los del 5 Estrellas han acertado de lleno al ser el primer partido de Italia: con primarias online; programa e hipotética lista de ministros que proponer a los votantes y al Quirinale; reducciones monetarias; proclamación de una clase de “moralidad” fundacional; etcétera, etcétera. Pero sería tonto no ver que si hay un vencedor que no necesita el sistema de videoarbitraje (si se permite la referencia al fútbol) este es precisamente el Movimiento 5 Estrellas.

Sube al podio de los vencedores, aunque con la mitad exacta de los votos de los del 5 Estrellas (y conviene no olvidarlo), la Liga de Matteo Salvini. También en este caso, no faltan las razones para torcer el gesto: los temas elegidos por la Liga para la campaña electoral, sobre todo en el tema de la inmigración y de Europa, estaban caracterizados por un juego peligroso, al límite de la “falta”, pero, también en este caso, sólo los idiotas podrán negar que a muchos italianos les funcionó tal cual; y ahora tendría poco sentido llorar sobre la leche derramada.

En lo más alto de la lista de los perdedores, el Partido Demócrata (PD) de Matteo Renzi, que después de años de autolesión y de “renzismo” (y ya está todo dicho), pierde la mitad de su fuerza electoral.

Salvini  ha humillado a Berlusconi, enviando al desván su liderazgo de veinte años

Sobre el mismo podio está Forza Italia, el partido de Silvio Berlusconi. Y aquí hay que tener el valor de decir con claridad que la derrota se presenta doble: Silvio Berlusconi, en este debate a cuatro, es el cuarto clasificado. Detrás de los del 5 Estrellas, del PD y de la Liga. Pero también lo derrota clamorosamente Salvini quien, con casi 4 puntos de ventaja, lo ha humillado, enviando definitivamente al desván su liderazgo de más de veinte años en el centro derecha. Por esto hablamos de dos derrotas en una.

Nos quedarían los “Hermanos de Italia” de Giorgia Meloni y los “Libres e iguales” de Piero Grasso, pero a este respecto basta con decir que los electores o no han querido tomarlos en consideración, o los han considerado fastidiosamente petulantes, y en cualquier caso, muy por debajo del nivel requerido.

Detengámonos un momento.

Si la política fuera también un pariente, incluso lejano, de la aritmética, bastaría con poner juntos los dos sumandos (5 Estrellas y Liga) para obtener una mayoría, pero ni siquiera en este caso robusta y adecuada para una navegación larga y segura.

Por eso, día tras día, los comentaristas políticos, en ausencia de datos fiables, se ven obligados a hacer cábalas sobre formulaciones quiméricas, tan ricas por lo demás de variables y derivadas que resultan inverificables.

Tampoco debemos silenciar que el rechazo por parte del PD (al menos en esta fase) a asumir responsabilidades de gobierno complica aún más las cosas. Y se tratará de ver, en las filas del PD, si la “inapetencia” de cargos institucionales está destinada a durar. Lo dudamos.

¿Qué hacer?, se habría preguntado el bueno de Lenin.

En este panorama desolador se espera un milagro por parte del jefe del Estado, Sergio Mattarella

Hay una sola cosa que los italianos podrían considerar razonable: que Di Maio y Salvini se repartieran la Presidencia de la Cámara y la Presidencia del Senado. Para ver, sucesivamente, qué caminos son factibles para la formación de un nuevo gobierno. La objeción de que el centroderecha sea una federación de la cual “forma parte también Salvini”, que sin embargo, casualmente ha destrozado a sus aliados, no se tiene en pie. Es, como la homóloga federación de centroizquierda, el miserable fruto diabólico de esta ley electoral – la Rosa Porcellum – con la cual (y se espera que por última vez) los italianos han sido llamados a votar.

En este panorama desolador se espera un milagro (El Milagro, sería más exacto decir) por parte del jefe del Estado, Sergio Mattarella. El cual, hasta ahora, no ha dicho una palabra de más, y ha hecho muy bien. Dejando apenas entender que, en una fase como esta, confía sólo en la infinita paciencia y en la infinita capacidad de escucha.

Además, permítasenos la blasfemia, no puede hacer milagros quien no puede hacerlos: el único que entendía de milagros, era, de hecho, el anterior jefe de Estado, Giorgio Napolitano, tan bien visto por los actuales, que lo propusieron dos veces seguidas a presidente de la República, quizás para pagar el enorme favor de haber evitado reiteradamente a los italianos que volvieran a votar con un ritmo normal.

En conclusión: ¿Qué es legítimo esperar de él, puesto que no puede hacer milagros quien no puede hacerlos?

Que elija, eso sí, entre Pasado y Futuro. Que imprima una aceleración hacia una Tercera República que no podrá seguir fingiendo no ver los pocos datos ciertos emanados de este resultado electoral.

Cuando Mattarella lo haga – porque lo hará – sus interesados “elogiadores” de hoy disminuirán a ojos vistas.

Y será bueno, para él y para todos los italianos.

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© Saverio Lodato | Publicado en Antimafiaduemila | 20 Mar 2018 | Traducción del italiano: Irene García Morales

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