wahabíes


Mujeres con niqab en Estambul, 2013 | © I. U. T. / M'Sur
Mujeres con niqab en Estambul, 2013 | © I. U. T. / M’Sur

La corriente wahabí es la más poderosa de las corrientes fundamentalistas del islam y, de lejos, la más severa. Probablemente defienda la interpretación más intolerante del islam en toda su historia. Aunque pertenece a la rama suní y pretende ser simplemente la ‘interpretación correcta’ del islam, este movimiento estuvo a punto de ser declarado oficialmente una secta hereje por los prestigiosos teólogos egipcios a principios del siglo XX.

El movimiento fue creado alrededor de 1745 en Arabia central por el predicador Abd al Wahab. Perseguía especialmente el consumo de vino y tabaco, el juego, la ostentación material y la veneración de todo santuario excepto la Caaba. Imponía unas normas sociales y sexuales restrictivas, desconocidas hasta entonces.

Desde el momento de su fundación, los seguidores de esta secta elevaron a la familia de Ibn Saud al rango de líderes políticos e intentaron desgajar Arabia del imperio otomano al que pertenecía en aquella época.

La corriente perdió fuelle a finales del siglo XIX, pero encontró un nuevo defensor en Abdul-Aziz ibn Abdul-Rahman Saud, más conocido como Ibn Saud, que consiguió entre 1900 y 1925 unir la mayor parte de la Península Arábiga gracias a su valentía personal, su falta de escrúpulos y el cauteloso apoyo de Gran Bretaña.

Desde entonces, las normas impuestas en toda Arabia son severas: la prohibición del alcohol es total, la separación entre hombres y mujeres se observa de forma estricta y se aplica la charia, incluyendo castigos corporales, mutilaciones y la muerte por decapitación o lapidación. La característica más visible es la imposición de un severo código de vestimenta a las mujeres, que deben llevar en público el niqab, una prenda que tapa todo el cuerpo excepto los ojos.

Los seguidores de esta corriente musulmana suelen rechazar el término wahabí, que consideran despectivo, ya que reivindican que el suyo es simplemente el ‘islam verdadero’. Los extremos wahabíes contradicen, no obstante, varios de los consensos teológicos del islam. Así, en Arabia Saudí se veta la posesión de una Biblia… mientras que en las Facultades teológicas de prácticamente todos los demás países musulmanes, el ‘inyil’ (Evangelio) forma desde siempre parte de la materia de estudio obligada.

Tampoco se permiten celebrar ritos cristianos o judíos mientras que en todo el resto del mundo musulmán, iglesias, sinagogas y sacerdotes, ya sean cristianos o judíos, se consideran dignos de especial protección.

Petroislam

El descubrimiento de enormes yacimientos de petróleo en el desierto de Arabia en 1938 transformó no sólo la economía del país sino también la forma del islam en el resto del mundo, que a partir de ese momento no pudo sustraerse al poder financiero del estado wahabí, hasta entonces contemplado con desdén por los habitantes refinados de metrópolis como Damasco, El Cairo, Fes o Bagdad.

Los ingresos del petróleo permiten al reino saudí financiar en todo el mundo la construcción de mezquitas, habitualmente atendidas por imanes a sueldo de Arabia, que difunden en sus prédicas las ideas wahabíes. Nace así el lllamado ‘petroislam’.

Aparte de Arabia Saudí, el wahabismo es también la corriente oficial en Qatar. Además hay cuatro países en los que grandes partes de la sociedad siguen interpretaciones de tintes wahabíes: Afganistán, Sudán, algunas provincias del norte de Nigeria y la pequeña región autónoma de Banda Aceh en Indonesia. En Afganistán, este rigor data de finales del siglo XIX, en Sudán, Nigeria e Indonesia se trata de evoluciones posteriores a 1970.

Los movimientos salafistas siguen el islam wahabí, pero combinan su práctica con una ideología combativa que impulsa a sus miembros a no sólo observar los códigos de su fe sino a defender su observancia o incluso imponerla a los musulmanes que siguen otras interpretaciones.

Europa

Desde la década 2000, esta visión religiosa se va extendiendo en prácticamente todos los países islámicos y especialmente las comunidades musulmanas en Europa. En éstas, el wahabismo se difunde sobre todo entre los jóvenes de segunda generación de inmigrantes y entre los conversos, mientras que las generaciones mayores suelen conservar la fe tradicional suní o chií.

La difusión del islam wahabí ha llegado hasta el punto de que esta interpretación rigorista es hoy prácticamente la única conocida por el público europeo y presente en prensa, radio, televisión y libros. Aún los representantes musulmanes en Europa definidos como «moderados» y habituados a dialogar con políticos y periodistas suelen pertenecer a esta corriente.

La pretensión de volver a través de las interpretaciones rigoristas a la forma ‘original’ del islam es dudosa desde el punto de vista histórico: no constan reinos o dinastías en las que se hayan aplicado las normas religiosas con una severidad comparable a la wahabí. Desde la época preislámica hasta hoy, la mayor parte de los poetas en lengua árabe ha cantado los elogios del vino y el amor carnal; así, la obra completa de Abu Nuwas (siglo VIII) se empezó a censurar por primera vez en el siglo XX. Este proceso de radicalización del islam hacia una interpretación más severa se ha acelerado a partir de los años 80 y está actualmente en pleno auge.

 

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