Reportaje

La ciudad de las chispas

Ethel Bonet
Ethel Bonet
· 9 minutos
Estatua de un peshmerga en Kirkuk (2017) | © Ethel Bonet
Estatua de un peshmerga en Kirkuk (2017) | © Ethel Bonet

Kirkuk | Septiembre 2017 

La ciudad petrolera de Kirkuk no ha necesitado un referéndum para decidir su futuro. La disputada localidad iraquí comenzó su “proceso” de independencia de Bagdad en junio de 2014 cuando las fuerzas kurdas, conocidas como peshmerga, echaron a las huestes yihadistas del Estado Islámico que intentaban arrimar el hocico a esta tierra prospera donde el oro negro mana a borbotones.

Disputada por décadas entre el gobierno central de Bagdad y el autónomo de Erbil, la gallina de los huevos de oro de Kirkuk pone hasta 600.000 barriles de crudo al día. Ahora, el viejo sueño del Gobierno autónomo iraquí de anexionar los campos petroleros de Kirkuk al Kurdistán puede estar un paso más cerca de la realidad, gracias al referéndum convocado por el presidente Masud Barzani, del Partido Democrático del Kurdistán (KDP), el 15 de septiembre. Bagdad rechaza frontalmente el plebiscito pero para Barzani, colocar urnas en Kirkuk es una manera de proclamar ya de facto la soberanía kurda sobre el territorio.

“Esta estatua representa el sacrificio de todos los peshmerga que han luchado por un Kurdistán libre»

De hecho, con o sin consentimiento del gobierno de Iraq, en la entrada de Kirkuk se ha erigido una estatua de un miliciano peshmerga de 26 metros y medio para dar la bienvenida a los visitantes. El monumento, obra del artista kurdo iraní Man Ahmad Hamid, ha costado 80.000 dólares a un empresario kurdo iraquí. “Esta estatua representa el sacrificio de todos los peshmerga que han luchado por un Kurdistán libre. No representa a ningún partido político ni etnia. En el nuevo Kurdistán son bienvenidos los árabes, turcomanos, cristianos, kakai, no sólo kurdos”, explica el artista, que está supervisando los trabajos para colocar la bandera del futuro Estado kurdo en el mástil que empuña el coloso.

Kirkuk ha aprendido a vivir a espaldas de Iraq, y desde hace años el gobierno autónomo del Kurdistán controla las ventas del crudo y firma contratos unilaterales de exportación, lo que ha enojado al gobierno de Bagdad. La realidad es que el gobierno central tiene cada vez menos autoridad en Kirkuk. El hecho de que Bagdad haya cesado al gobernador de Kirkuk, Najmaddin Karim, por participar en el plebiscito de independencia no ha tenido efecto práctico ya que Karim sigue al frente del Consejo provincial. “Nos amenazan con destituciones, con dejar de pagarnos los sueldos. Bagdad lleva tres años sin pagar a los funcionarios en el Kurdistán y nos las hemos arreglado. No cederemos ante el chantaje”, asegura Aso Mamand, máximo responsable de la oficina política de la Unión Patriótica del Kurdistán (PUK), el partido que gobierna en Kirkuk y la mitad meridional del Kurdistán autónomo, siempre en una incómoda alianza con el KDP de Barzani.

 La autonomía de Kirkuk está contemplada en el artículo 140 de la Constitución iraquí

La contienda territorial se remonta a varias décadas atrás, hasta el punto que muchos kurdos llaman a Kirkuk la “Jerusalén kurda”. En la década de los ochenta del siglo pasado Sadam Hussein llevó a cabo una campaña de “arabización” en las ricas zonas petroleras del norte de Iraq, en manos de los kurdos. Entonces Kirkuk pasó a ser una ciudad de mayoría árabe musulmana suni. Después de la invasión estadounidense de Iraq en 2003, más de medio millón de kurdos desplazados regresaron a la “tierra prometida” y a otras regiones anteriormente arabizadas para reclamarlas. Pero no fue hasta 2005 cuando se contemplo incluir los territorios disputados en el Kurdistán autónomo.

La autonomía de Kirkuk está contemplada en el artículo 140 de la Constitución iraquí, y en 2007 debería haberse celebrado un referéndum en la ciudad petrolera sobre su incorporación a la región autónoma del Kurdistán. Nunca se celebró. Por motivos políticos.

El artículo 140 de la Constitución estipula un proceso en tres etapas (normalización demográfica, administrativa, y referéndum) para resolver el estatus de los territorios disputados. Sin embargo, “la falta de voluntad de Bagdad a la hora de implementar el artículo 140 se debe a las ricas reservas de petróleo de la provincia, por lo que no ha tenido voluntad de descentralizar Kirkuk y delegar el poder a nivel provincial y federal”, explica el analista Shivan Fazil. “El fracaso de sucesivos gobiernos en Bagdad, incluso la de la actual administración de Al Abadi, ha demostrado la poca empatía hacia los kurdos”, critica.

Kirkuk esta dividida en barrios de kurdos, de árabes suníes o chiíes, turcomanos, y cristianos asirios. Se cree que hoy en día los kurdos son mayoría en Kirkuk, pero nadie se atreve a hablar del censo de la población. No existe. Nadie conoce el peso demográfico de cada colectivo. Se trata de un asunto tan tabú como peligroso que podría transformarse de nuevo en un conflicto armado.

Precisamente, el hecho de querer “kurdizar” Kirkuk y convertir el referéndum en un proyecto separatista abanderado por Barzani ha inquietado a las minorías, en especial a los turcomanos, una minoría dispersa en Iraq y también Siria que habla turco y recibe un fuerte respaldo diplomático de Ankara. “No confiamos en el gobierno kurdo. Hasta ahora hemos sido marginados por unos y los otros. Prefiero ser parte de Iraq antes que del Kurdistán. Kirkuk nunca será kurda”, se planta Mustafa Yanguis, partidario del Frente Turcomano iraquí, que reclama Kirkuk y otras zonas disputadas del norte de Iraq.

El PUK estuvo a favor de cancelar el referéndum en Kirkuk por miedo a posibles enfrentamientos

La semana pasada, un joven recibió un disparo y otros tres resultaron heridos después de que un grupo de kurdos intentara poner una bandera kurda en las oficinas de una de las sedes del Frente Turcomano en Kirkuk. Este incidente despertó el fantasma de conflicto sectario que palpita en cada barrio de Kirkuk. La desconfianza al otro es lo habitual y por ello es tan fácil que pueda saltar la chispa del sectarismo. Por esto, también entre los kurdos de Kirkuk hay un sector grande que piensa que este no es el tiempo correcto para celebrar el referéndum tanto por la inseguridad como la crisis económica. Incluso el propio PUK estuvo a favor de cancelar el referéndum en la ciudad petrolera por miedo a posibles enfrentamientos entre las fuerzas peshmerga y las milicias chiíes conocidas como Hashd Shaabi (Unidades de Movilización Popular), apoyadas por Bagdad.

“Necesitamos la ayuda militar y económica de Estados Unidos para derrotar al Estado Islámico. Si Turquía e Irán cierran sus fronteras afectará gravemente a la economía del Kurdistán. Dependemos de las exportaciones para recuperarnos de la crisis”, señala Mohamed Habib, cofundador de la asociación Kokar, un grupo civil formado por voluntarios de las diferentes grupos religiosos y étnicos.

Durante el último año los funcionarios han estado cobrando la mitad del sueldo y los peshmerga llevan meses sin que nadie les pague. “Yo ganaba antes cerca de 800 dólares al mes, ahora no me pagan más de 400”, se queja Habib, que es también profesor en la Universidad de Kirkuk. Aunque dice no tener afiliación política piensa como el partido Gorran (Movimiento por el Cambio) que ha protagonizado la campaña del No en el referéndum.

“Apoyar el referéndum es como entregarle el Kurdistán a Barzani. Con esta consulta el gobierno pretende tapar la corrupción y la mala gestión de los últimos años”, denuncia por su parte Dana Askar Kabir, un ensayista y escritor kurdo.

“Apoyar el referéndum es como entregarle el Kurdistán a Barzani» denuncia un escritor

Askar Kabir puntualiza que no es que él esté en contra de la independencia del Kurdistán. “Tener una nación kurda es nuestro sueño desde 1920”, aboga el escritor en referencia al acuerdo de Sèvres, el primer acuerdo internacional en el que se reconoció la independencia del Kurdistán pero que llegó a aplicarse. “Esta es la tercera vez que se celebra un referéndum para decidir el futuro del Kurdistán. Me pregunto por qué va a funcionar ahora”, matiza Askar Kabir. El plebiscito de independencia no es vinculante por lo que si sale el Sí abrirá el camino a nuevas negociaciones para que antes de 2019 se decida el destino del Kurdistán iraquí.

“Hemos sacrificado más de 2000 mártires en la guerra con el Estado Islámico. Estados Unidos debería habernos apoyado en vez de abandonarnos”, denuncia Noa Salah Ahmad, peshmerga del PUK y jefe de Policía de una comisaría de Kirkuk. Como muchos kurdos de Kirkuk teme que la consulta para la independencia genere violencia y enfrentamientos entre los peshmerga y las milicias Hashd Shaabi, dominadas por chiíes.

“No entiendo porque ahora el ejército iraquí quiere liberar Hawija (a 60 kilómetros de Kirkuk). Creo que Bagdad está preparando algo y las Unidades atacarán Kirkuk después del referéndum. Pero nosotros la defenderemos. Estamos dispuestos a luchar lo que sea necesario”, advierte Muhamed Said, también peshmerga. En el horizonte se escuchan ya los tambores de guerra.

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