Entrevista

Jean-Marie Colombani

«Cataluña ha pasado de modelo a contraejemplo nacionalista»

Javier Calero
Javier Calero
· 8 minutos
Jean-Marie Colombani | © Institut Français  Madrid  / Cedida
Jean-Marie Colombani (Madrid, Nov 2017)  © Institut Français Madrid / Cedida


Madrid | Noviembre 2017

Cuando el relato independentista se imponía en las portadas internacionales, tanto el presidente, Emmanuel Macron, como la plana mayor de la prensa francesa condenaron fieramente las aspiraciones secesionistas y respaldaron al Gobierno español en contraste con la tibieza de los medios anglosajones. En pleno terremoto político catalán, Jean-Marie Colombani (Dakar, 1948), influyente exdirector del vespertino Le Monde y cofundador del portal Slate.fr, ha visitado recientemente el Instituto Francés de Madrid para explicar el fenómeno Macron: uno de los pocos presidentes franceses en prometer en campaña la implantación de una agenda ‘girondina’ -más descentralizadora- para la centralista Francia.

Colombani, ensayista de reconocido prestigio en el país galo, ha abordado en varios libros los desafíos de la V República, entre los que se encontraba el encaje de Córcega, isla gobernada hoy por una coalición entre autonomistas e independentistas. Mientras que el sector mayoritario de la alianza de gobierno (autonomista) anhela una autonomía ‘a la catalana’ previa al ‘procés’, sus socios, los independentistas liderados por Jean-Guy Talamoni (presidente de la Asamblea corsa), aspiran a independizar con un referéndum en los próximos años la isla que vio nacer a Napoleón.

Desde el clásico jacobinismo (centralista) francés, ¿cómo ve la deriva secesionista?

«Córcega aspiraba a ser reconocido como pueblo dentro de la identidad francesa»

Lo que pasa en Cataluña tiene una gran repercusión en Francia desde hace años. Primero representó un modelo nacionalista como autonomía en el cuadro nacional español. La esperanza para consolidarlo ha tenido como punto culminante los acuerdos aprobados por el Gobierno de Zapatero con los dirigentes catalanes que convertían a Cataluña en una nación dentro de la nación española. Parecía un modelo posible: una nación compuesta por otras nacionalidades. Pero esta visión fue invalidada por el Tribunal Constitucional por la deriva que constataba. Córcega aspiraba en el fondo a ser reconocido como pueblo dentro de la identidad francesa, sin embargo esta noción fue recusada e invalidada por la presidencia de François Hollande.

¿Y qué pasará ahora?

En la próxima década habrá un problema por las presiones para organizar un referéndum de esta naturaleza. Cataluña ha pasado de modelo a contraejemplo para Córcega. Cataluña ha organizado un referéndum, en el que solo participaron los independentistas, sin acuerdo político con Madrid. Esto no es un ejemplo a seguir para Córcega, donde se ha pasado del combate violento al político en los últimos 15 años, ha sido un cambio importante. sería desastroso: los independentistas representan una minoría y si esta se manifiesta en un referéndum en el que solo votarían ellos sería muy nocivo para sus intereses.

¿Por qué Francia y sus medios han sido más contundentes que los anglosajones en la crisis catalana?

«La insolidaridad de los independentistas de regiones ricas debería hacer reflexionar a la izquierda»

Hay una gran diferencia entre Francia y Gran Bretaña: Francia está en Europa y Gran Bretaña no lo quiere estar de momento, al menos oficialmente. Evidentemente, Europa no reconoce la identidad de una secesión dentro de un Estado miembro porque puede suponer un peligro para la propia Unión Europea. En la tradición francesa, jacobina, refractaria a la descentralización, constituida República en contra del feudalismo de provincias fuertes y la monarquía, ha habido siempre un poder central en París y un temor a ir demasiado lejos en las reformas que despierten el particularismo y problemas como el corso.

La izquierda ‘bobó’ (burgués-bohemia) sí que ha mostrado simpatías por la causa independentista.

Sí, es lógico, la extrema izquierda apoya a la extrema izquierda, aunque sigue una posición menos ligada al nacionalismo catalán que al hecho de querer propiciar contradicciones y provocar un choque que lleve a una revolución. La insolidaridad de los partidos independentistas de regiones ricas como Flandes o Véneto que se quieren abstraer de la ayuda a las pobres debería hacer reflexionar a la extrema izquierda.

Ya no se habla tanto de las dos Francias.

El gran centralismo del Estado asfixia a la economía, pero no hay dos Francias en las que el norte se oponga a la del sur y viceversa, según los resultados de las elecciones. Hay una brecha enorme por territorios en cuestión de economía, educación… Vemos que cuanto más alejado se esté del centro de las metrópolis hacia lugares más despoblados, más votos consigue el FN.

¿Cómo se responde a este desafío?

«Cuanto más alejado se esté del centro de las metrópolis, más votos consigue el FN»

Con Macron parece haber un movimiento de franca descentralización, pero hace falta esperar si hay un pacto girondino – que por cuestiones económicas es difícil de aplicar – y qué mete dentro. No está claro porque, de hecho, como presidente, Macron ha suprimido una tasa que es el principal recurso de los territorios, y el Estado va a suplantar esta tasa. ¿Habrá más autonomía para Córcega? Sin duda, pero por el momento no hay nada desarrollado al respecto.

El Frente Nacional sufre su peor crisis de los últimos cinco años. Distinto a otros políticos, Macron dice que hay que confrontar el populismo, no evitarlo. ¿Está en lo cierto?

Es lo que ha hecho durante su campaña. Toda su campaña presidencial ha consistido en enfrentarse directamente al Frente Nacional. Cualquier cosa que proponía el FN, Macron decía lo contrario. El mejor ejemplo de eso es Europa: no había que dejar la UE ni debilitarla, había que reforzarla. Sobre muchos temas él ha buscado el contrapié de Marine Le Pen.

¿Se ha apagado el sentimiento antieuropeo en Francia?

La opinión francesa está muy apegada a la construcción de la Unión Europea y el discurso crítico no forma parte de las mayorías. La UE supone una ambición y una adquisición francesa considerables. Es uno de los problemas de Jean-Luc Mélenchon (Francia Insumisa), que ha ido demasiado lejos en la crítica de Europa.

Los franceses ven a Macron como un presidente muy arrogante y que solo mira por los ricos.

«Macron es arrogante: desde pequeño piensa que es más inteligente que el resto»

Sí, es arrogante, es verdad. Desde pequeño, piensa que es más inteligente que el resto, y además porque cree que ha ganado de forma inédita y extravagante: no existe en la historia política francesa otro caso de llegada tan rápida al poder y con un éxito construido con tanta inteligencia y audacia. Esto le incita a pensar que es el mejor e infalible. Es un defecto que la opinión percibe. Y si es el presidente de los ricos, ya se verá. Es pronto para ver si será siempre visto así. Era muy popular cuando ganó y ha pasado a ser impopular en cuestión de meses. Sin embargo, ninguna de las manifestaciones de septiembre contra él ha funcionado porque los franceses entienden que acaba de ser elegido y que se necesita tiempo.

Para el filósofo Régis Debray, con la victoria de Macron, Francia pasa de ‘cato-laica’ a ‘neoprotestante’ por la ideología de la transparencia. ¿Comparte su análisis?

No, no estoy nada de acuerdo con el señor Debray. No comprendo estas distinciones. Es absurdo. Francia es un país de cultura y orígenes católicos, pero al mismo tiempo hay una gran diversidad interna. La obsesión de Régis Debray es Estados Unidos, él forma parte de una corriente antiamericana y cree que la importancia de la transparencia en política se ha importado de allí. Para él, la República es una cuestión mítica y autoritaria, el jacobinismo puro y duro. La Francia de hoy no puede llevarse a una naturaleza así, no corresponde a nuestra realidad. Ni el protestantismo está en los hechos ni en los gestos de la política actual, está claro.

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