Crítica

Música contra los muros

Ilya U. Topper
Ilya U. Topper
· 4 minutos
film-checkpointrock
Checkpoint Rock
Dirección:  Fermín Muguruza / Javier Corcuera

Una panorámica de 360 grados a través del paisaje musical de Palestina con un muro al fondo. Esto es lo que es Checkpoint Rock, el documental ideado por el músico vasco Fermín Muguruza y rodado por el cineasta hispano-peruano Javier Corcuera (lo recordarán de La Espalda del mundo o Invierno en Bagdad).

El muro al fondo es el que separa Israel de los territorios ocupados (o, más exactamente, el que rodea y encierra parte de los territorios ocupados, porque otra parte se queda fuera, en espera de ser anexionado). Pero Muguruza y Corcuera no se paran frente a este muro: el documental recoge la voz y los sonidos de artistas palestinos a ambos lados, los encerrados, sin pasaporte, tras la valla, y los que forman parte de este 20 por ciento de ciudadanos israelíes de habla árabe y trasfondo musulmán, que Israel nunca ha considerado realmente parte de la nación, aunque son casi iguales ante la ley (sólo casi). Una decisión acertada: la música no entiende de líneas de armisticio.

El documental recoge la voz de artistas palestinos a ambos lados del muro

Aquí desfilan los raperos Dam, en una barriada cualquiera, rodeados de un grupo de fans de los que algunas deberían jugar con muñecas en lugar de jalear a unos raperos. Y uno se pregunta por qué estas niñas pizpiretas de las barriadas árabes se vuelven tan modositas en cuanto se hagan mayor y alguien les habla del velo.

La respuesta en el siguiente fotograma: estas niñas pizpiretas no se vuelven modositas. Ahí está Safaa Arapiyat, frente al viejo muelle de Acre, el mar al fondo: una rapera con melena y malicia, acróbata del micro, cascada de risas. Ahí está la maravillosa voz de Amal Murkus, sus oníricas melodías de fusión, su programa de radio y sus convicciones feministas. Ahí está Sabreen. Y ahí están los rockeros Khalas (‘Basta’ —un nombre que tiene la ventaja de que sientes que te animan cuando alguien te grite que dejes ya de cantar), los históricos Ayman PR, el trío Joubran, virtuosos del laúd, el tradicional maestro de baladas Muthanna…

Lo que le da ritmo a este muy logrado documental son las risas de las raperas

El documental intenta seguir un hilo: el rastro del poeta nacional Mahmud Darwish, muerto en 2008. Pero es lo de menos. Lo que le da ritmo a este muy logrado documental son las risas de las raperas, las palabras de los guitarristas y laudistas, el silencio del público, los barridos de calles, playas, muros, ruinas, alambradas, soldados, metralletas y las eternas colas ante los bloques de hormigón de los check-point, los ubicuos puntos de control militares israelíes que trocean el territorio palestino e impiden la comunicación entre sus habitantes. Ni siquiera hace falta que le guste a uno el rap, el hip hop o el laúd para disfrutar: es un trozo de vida palestina. Una Palestina muy distinta de la del telediario.

Eso sí, uno se pregunta si era necesario enmarcar la película con discurso y canción de Fermín Muguruza. ¿Una manera de captar a los incondicionales del músico vasco? Hay obras de arte que quedan más elegantes sin una firma tan pronunciada. Esta vez bastaba con la voz de los palestinos para encantar al espectador.

En fin: vayan a verla. Si no la traen al cine del barrio, pero a usted le gusta este tipo de música, pida al menos el disco en la tienda. Se llama igual: Checkpoint Rock. E imagínese Haifa, Acre, Ramalá, Yenín tras las ráfagas de laúd, guitarra y rap. No le defraudará.

Y si averiguan por qué el título en árabe reza “El checkpoint de la roca” en lugar de ‘Checkpoint Rock”, me lo cuentan. ¿Un guiño? ¿Un error? No importa: el rock mueve a las piedras.