Opinión

Nada nuevo bajo el sol

Uri Avnery
Uri Avnery
· 11 minutos

opinion

Durante los últimos 100 años, Rusia ha sufrido enormes cambios.

Al principio gobernaba el zar, en una monarquía absoluta con algunos adornos democráticos, una ‘‘tiranía mitigada por la ineficiencia’’. Tras la caída del zar, un régimen liberal e igual de ineficiente gobernó durante pocos meses, hasta que lo derrocó la Revolución bolchevique.La ‘‘dictadura del proletariado’’ duró unos 73 años, lo que significa que tres generaciones pasaron por el sistema educativo soviético. Eso debería haber sido suficiente para absorber los valores del internacionalismo, socialismo y dignidad humana, como los enseñó Karl Marx.

El sistema soviético se derrumbó en 1991, dejando atrás algunos vestigios políticos. Después de algunos años de anarquía liberal con Boris Yeltsin, Vladimir Putin lo relevó. Ha demostrado ser un hombre de estado capaz, al hacer que Rusia vuelva a ser una potencia mundial. También ha instaurado un nuevo sistema autocrático, que reprime la democracia y los derechos humanos.

Hay algo así como un carácter nacional que no cambia facilmente, si es que llega a cambiar

Cuando consideramos estos acontecimientos, que abarcan un siglo, nos vemos forzados a concluir que después de sufrir todas estas dramáticas turbulencias, Rusia está políticamente más o menos donde empezó. La diferencia entre el reino del zar Nicolás II y el presidente Putin I es mínima. Las aspiraciones nacionales, el panorama general, el régimen y el estado de los derechos humanos son más o menos los mismos.

¿Qué nos enseña esto? Para mí significa que hay algo así como un carácter nacional, que no cambia fácilmente, si es que llega a cambiar. Las revoluciones, las guerras, los desastres vienen y van, y el carácter básico de un pueblo permanece tal y como era.

Tomemos otro ejemplo, más cercano a nosotros geográficamente: Turquía.

Mustafa Kemal era una persona fascinante. Las personas que lo conocieron, cuando servía en Palestina como oficial del ejército otomano, lo describían como un personaje interesante y un bebedor empedernido. Nació en Salónica, ciudad en su mayoría judía por aquel entonces, y participó en la revolución del movimiento de los Jóvenes Turcos, cuyo objetivo era la renovación del Imperio otomano, que se había convertido en el ‘‘hombre enfermo de Europa’’. Después de la derrota turca en la Primera Guerra Mundial, Mustafa Kemal se dispuso a crear una nueva Turquía. Sus reformas fueron muy trascendentales. Entre otras, abolió el Imperio otomano y el antiguo califato musulmán, cambió la escritura árabe por la latina en el idioma turco, apartó a la religión de la política, convirtió al ejército en el ‘‘guardián de la república (laica)’’, prohibió llevar trajes tradicionales como el fez o el hiyab a hombres y mujeres. Su ambición era convertir a Turquía en un país europeo moderno.

En 1934, cuando se adoptó la ley de apellidos, el Parlamento nacional le dio el nombre de ‘‘Atatürk’’ (padre de los turcos). La gente lo sigue adorando hasta el día de hoy. Su retrato cuelga en todas las oficinas del gobierno. Sin embargo ahora presenciamos la revocación de la mayoría de sus reformas.

En Turquía, el retrato de Atatürk cuelga en todas las oficinas del gobierno, pero presenciamos la revocación de sus reformas

Actualmente gobierna en Turquía un partido religioso islámico, elegido por la ciudadanía. El islam está haciendo una gran reaparición. Después de que el ejército organizara varios golpes, se le ha echado de la política. Algunos acusan a la actual cúpula política de seguir políticas neootomanas.

¿Significa esto que Turquía está volviendo a donde estaba hace cien años?

Se pueden citar ejemplos de todo el mundo.

Aproximadamente 220 años después de la madre de todas las revoluciones modernas, la gran Revolución francesa, se están comparando las aventuras frívolas del actual presidente francés con las de los reyes borbones. No ha quedado gran cosa de los tiempos del austero Charles de Gaulle, ni moral ni políticamente.

Italia no ha logrado todavía estabilidad política, después del intermezzo del bufonesco Silvio Berlusconi. Una Inglaterra muy venida a menos todavía piensa y se comporta como el Imperio en su apogeo, esforzándose por escapar de la Europa de los ‘‘franchutes’’ y los ‘‘morenos’’.

Y así sucesivamente.

Me gusta citar (una vez más) a Elias Canetti, el ganador del premio nobel reivindicado por Bulgaria, Inglaterra y Suiza, así como por los judíos. En uno de sus libros afirma que cada nación tiene su propio carácter, como si de un ser humano se tratase. Incluso emprendió la tarea de describir el carácter de las grandes naciones mediante símbolos: los británicos son como un capitán de barco, los alemanes son como un bosque de robles altos y rectos, los judíos se forman por el éxodo de Egipto y el errar por el desierto. Ve estas características como una constante.

Puede que los historiadores profesionales se rían de semejante diletantismo. Sin embargo, creo que la inyección de algunas percepciones literarias en la historia solo puede hacer bien. Hace más profundo el entendimiento.

Todo esto me lleva a la metamorfosis judío-israelí.

Israel lo creó el movimiento sionista, que pretendía coger a la comunidad judía  y convertirla en una nación moderna

A Israel lo creó literalmente el movimiento sionista. Esta fue una de las revoluciones más revolucionarias, si no fue la más trascendental de todas. No aspiraba a cambiar un régimen, como Mandela en Sudáfrica. Ni tampoco a cambiar la sociedad en profundidad, como los movimientos comunistas. Ni a un cambio cultural, como el de Atatürk. El sionismo quería conseguir todo eso, y mucho más.

Quería coger a una comunidad religiosa-étnica dispersa, nacida en tiempos antiguos, y convertirla en una nación moderna. Coger a masas de individuos de su país natal y hábitat natural y transferirlos físicamente a otro país y a otro clima. Cambiar el estatus social de cada uno de ellos. Hacer que adoptaran un nuevo idioma; un idioma muerto que se revivió, una tarea que nadie nunca había logrado conseguir. Hacer todo esto en un país extranjero en el que habitaba otro pueblo.

De todos los movimientos revolucionarios del siglo XX, el sionismo fue el más exitoso y duradero. Comunismo, fascismo y docenas de otros vinieron y se fueron. El sionismo perdura.

¿Pero es la sociedad israelí realmente sionista, como afirma fuerte y repetidamente?

El sionismo fue básicamente una rebelión contra la existencia judía en la diáspora. En el ámbito religioso, fue una reforma más profunda que la de Martín Lutero.

Todos los rabinos judíos importantes, tanto jasídicos como antijasídicos, condenaron al sionismo como herejía. El pueblo de Israel estaba unido por su obediencia absoluta a los 613 mandamientos de Dios, no por unos ‘‘vínculos nacionales’’. Dios había prohibido estrictamente cualquier retorno en masa a la tierra de Israel, ya que Él había exiliado a los judíos por su comportamiento pecaminoso. La diáspora judía fue de este modo decretada por Dios y tenía que permanecer así, hasta que Él cambiara de opinión.

El sionismo es el movimiento revolucionario del siglo XX más exitoso y duradero

Y entonces llegaron los sionistas, ateos la mayoría, y querían traer a los judíos a la tierra de Israel sin el permiso de Dios, aboliendo por completo a Dios de hecho. Construyeron una sociedad laica. Menospreciaban abismalmente la diáspora, especialmente a los judíos ortodoxos ‘‘de los guetos’’. Su padre fundador, Theodor Herzl, sostenía que después de la fundación del Estado judío, ya nadie fuera de este sería considerado judío. Otros sionistas no eran tan radicales, pero sin duda seguían esta línea de pensamiento.

Cuando yo era joven, muchos de nosotros fuimos incluso más lejos. Renegamos de la idea de un Estado judío, y en vez de eso hablábamos de un Estado hebreo, conectado solo ligeramente con la diáspora judía, que creara una nueva civilización hebrea estrechamente ligada al mundo árabe que nos rodeaba. Una nación asiática, que no se identificara con Europa y Occidente.

Entonces, ¿dónde estamos ahora?

Israel se está rejudaizando a un ritmo rápido. La religión judía está protagonizando un gran retorno. Muy pronto, los niños religiosos de varias comunidades serán mayoría en los colegios judíos israelíes.

La religión ortodoxa organizada ha hecho inmensos avances. La definición oficial israelí de judío es exclusivamente religiosa. Todos los asuntos de estatus personal, como el matrimonio y el divorcio, se rigen por el rabinato. Lo mismo pasa con los menús de los restaurantes. El transporte público, por tierra o por aire, se detiene en el shabat. Las denominaciones religiosas judías no ortodoxas, como los ‘‘reformistas’’ o los ‘‘conservadores’’, están prácticamente excluidas.

Israel se está rejudaizando a un ritmo rápido, y la definición oficial israelí de judío es ya exclusivamente religiosa

En un escándalo que está sacudiendo a Israel en estos momentos, que gira en torno a un rabino cabalista, parece que esta persona milagrosa ha amasado una fortuna de cientos de millones de dólares vendiendo bendiciones y amuletos. No es sino uno de los muchos rabinos semejantes que se rodean de magnates, ministros del gabinete, gánsteres y agentes de policía de alto rango.

Herzl, que prometió ‘‘mantener a los rabinos en sus sinagogas y al ejército profesional en sus barracones’’, seguramente se está revolviendo en su tumba en el Monte Herzl de Jerusalén.

Pero estos son todavía síntomas relativamente superficiales. Estoy pensando en asuntos mucho más profundos.
Una de las convicciones básicas de la diáspora judía era que ‘‘el mundo entero está contra nosotros’’. Los judíos han sido perseguidos a lo largo de los siglos en muchos países, hasta el holocausto. En la ceremonia seder en vísperas de la Pascua, que une a los judíos de todo el mundo, el texto sagrado dice que ‘‘en cada generación se levantan para aniquilarnos’’.

El objetivo oficial del sionismo era convertirnos en ‘‘un pueblo como todos los pueblos’’. ¿Cree un pueblo normal que todo el mundo está dispuesto a aniquilarlo en todo momento?

‘‘El mundo entero está contra nosotros’’ es una convicción básica de casi todo israelí judío (también es una alegre canción popular). ¿Que Estados Unidos está cerrando una negociación con Irán? ¿Que Europa se vuelve contra los asentamientos? ¿Que Rusia ayuda a Bashar Al-Assad? Todos antisemitas.

¿Cree un pueblo normal que todo el mundo está dispuesto a aniquilarlo en todo momento?

Las protestas internacionales contra nuestra ocupación de los territorios palestinos son, por supuesto, simplemente otra forma de antisemitismo (El primer ministro de Canadá, que ha visitado Israel esta semana y dio un discurso ridículo en la Knesset, también proclamó que toda crítica a la política de Israel es una forma de antisemitismo).

¿Significa esto que en Israel, el autoproclamado Estado judío, todas las antiguas actitudes, sospechas, miedos y mitos judíos están volviendo a saltar a la palestra? ¿Que los conceptos revolucionarios sionistas están desapareciendo? ¿Que no ha cambiado gran cosa en el panorama judío?

Como dicen los franceses: ‘‘Mientras más cambian las cosas, más iguales permanecen’’.

O, como lo expresa Eclesiastés en la Biblia (1:9): ‘‘Lo que fue, eso será, y lo que se hizo, eso se hará; no hay nada nuevo bajo el sol.’’