Reportaje

Los muertos y los vivos

Karlos Zurutuza
Karlos Zurutuza
· 9 minutos
Ali Jalil y Diar, en su funeraria en Serekaniye (Kurdistán sirio), Oct 2014 | ©  Karlos Zurutuza
Ali Jalil y Diar, en su funeraria en Serekaniye (Kurdistán sirio), Oct 2014 | © Karlos Zurutuza


Serekaniye 
(Kurdistán sirio) | Octubre 2014

Las paredes de la Asociación para los Mártires de Serekaniye están repletas de las fotos de los mártires de esta localidad kurda de Siria. Ali Jalil los conoce bien. Los ha enterrado a todos junto con la ayuda de Diar, su hijo de trece años.

Serekaniye, en árabe llamado Ras al Ain, se sitúa a unos 100 kilómetros al oeste de Qamishli, la ‘capital’ de Rojava, el Kurdistán sirio. Hacia el oeste se encuentra Kobani, el enclave kurdo asediado por los yihadistas desde septiembre. Serekaniye marca la frontera del cantón kurdo-sirio oriental: más allá es territorio bajo control de los extremistas islámicos.

Ali Jalil guarda la memoria de quienes murieron. Empieza por su hermano Abid: “Soñaba con ser periodista hasta que lo mató un francotirador, en noviembre de 2012. Fue al primero al que enterré, y así lo he hecho con el resto desde entonces”, recuerda este antiguo comerciante de 39 años convertido en enterrador.

“Estos tres llegaron completamente carbonizados; a ésta le cortaron la cabeza, lo mismo que a esos dos…»

“Estos tres llegaron completamente carbonizados; a ésta le cortaron la cabeza, lo mismo que a esos dos…»  Uno a uno, Jalil, señala con el dedo a los protagonistas; apenas media docena de entre el más de un centenar de rostros cuya mirada se pierde en el infinito.

Fue precisamente la muerte de su hermano lo que le llevó a crear esta asociación de apoyo a las familias de los caídos en combate. La gestiona junto a otros diez miembros, todos voluntarios como el. “Además de preparar los funerales, intentamos asistir a las familias con dinero, cestas de comida o mantas para el invierno”, aclara Jalil. La ayuda, añade, llega del Gobierno local de Yazira.

Tras el comienzo de la guerra en Siria en 2011, los kurdos optaron por una neutralidad que les ha llevado a combatir tanto contra el Gobierno de Asad como contra la oposición. A día de hoy controlan tres enclaves al norte del país: Afrin, en el extremo oeste de Siria, Yazira, en el este y Kobani, entre ambos. Redur Xelil, portavoz de las YPG (siglas de las Unidades de Protección Popular), la milicia que defiende el territorio, asegura que, tras el de Kobani, el frente de Serekaniye ha sido el más sangriento para los kurdos de Siria.

Mahmud Rashid es otro de los voluntarios. Tiene dos hermanas y nueve hermanos, “todos combatiendo, incluido uno de 60 años”. Dice que uno de ellos, Brahim, cayó en manos del Estado Islámico hace cinco meses, y que no sabe nada de él desde entonces. “Su mujer se acercó a la asociación hace cuatro días para recibir ayuda: ropa para los niños, mantas y 10.000 libras sirias (unos 48 euros)”, explica Rashid, de 37 años.

«La mayoría de los otros niños se han ido de la ciudad, y los que quedan no se atreven a salir a jugar por los combates”

La conversación se ve interrumpida por la llegada del camión con los dos últimos féretros encargados por la asociación. Tras descargarlos e introducirlos en la habitación, Jalil y su hijo se aprestan a envolverlos en la tela roja habitual, a la que añadirán la enseña amarilla de las YPG junto a una corona de flores de plástico.

Trabajan con la precisión que confiere un rutina repetida desde hace dos años. Apenas les lleva diez minutos. Amortajar los cadáveres, dice Jalil, es mucho más laborioso, pero no está solo. “Diar me ayuda en todo y hace lo que haga falta sin protestar”, explica el voluntario, mientras posa la mano orgulloso sobre los hombros de su hijo. Jalil tiene otro hijo, Rojdar, de 11 años, pero no les puede acompañar porque sufre de hepatitis crónica y no sale de casa.

“Seré soldado”

No resulta fácil arrancarle una palabra a Diar. “¿Por qué no quieres hablar ahora? Dile cuánto querías a tu tío; dile que os pasabais el día juntos en el café de internet”, le espeta su padre.

Sin levantar la mirada del suelo, Diar admite que no tiene mucho más que hacer que ayudar a su padre. “La mayoría de los otros niños se han ido de la ciudad, y los pocos que quedan no se atreven a salir de casa a jugar por los combates”, explica el pequeño.

“Explica al periodista lo que decías los días en los que más bombas caían: ‘Que echen todas las que quieran, que no nos vamos a ir’”, le insiste sin éxito Jalil a su hijo, mientras el pequeño se concentra en centrar la corona sobre el segundo ataúd.

Una vez incorporado, Diar asegura que se unirá a las filas de las YPG en cuanto cumpla los 18. Todavía le quedan cinco años y puede que la guerra en Siria ya haya acabado para entonces. No importa. “Seré soldado igualmente”, asegura, sin levantar la mirada del suelo. Hasta entonces, dice, ayudará a su padre.

Combatientes solidarios

Al otro lado del frente, en las filas del Estado Islámico, se agolpan combatientes franceses, alemanes, británicos, turcos, españoles, belgas… muchos de familias originalmente musulmanas, otros conversos. Según algunas estimaciones del Ejército Libre de Siria, hasta el 80% de los yihadistas viene de fuera.

Los kurdos, por su parte, están casi enteramente solos. Casi. Mientras la comunidad internacional se debate sobre si ha de apoyar a los kurdos en Siria, algunos han tomado ya la iniciativa a título personal.

Uno es Brian Wilson, estadounidense de 43 años. Es el segundo combatiente norteamericano en el YPG, tras Jordan Matson, un joven de Wisconsin de 28 años. Quizás haya alguien más: “Creo que el primero fue un tal George, aunque no le conozco personalmente ni sabría decir cuándo llegó”, dice Wilson. “En cualquier caso, las YPG no están reclutando extranjeros de forma activa pero estoy seguro de que vendrán muchos más”, agrega.

Wilson, que usa el nombre en clave de Zagros, habla con M’Sur en el cuartel general de las YPG en Serekaniye. Aparece tras horas de espera y se relaja tras comprobar que no será grabado en vídeo, pero permite una fotografia. Elige colocarse junto al retrato de Arin Mirkan, la guerrillera suicida de las YPG más conocida.

‘Zagros’ se presenta: nació en Ohio, está divorciado, tiene dos hijos. Se fue sin avisar. “Mi hermano sabía algo pero no se lo dije a nadie, ni siquiera a mi exmujer ni a mis hijos”, recuerda.

“Fui militar, trabajé en la oficina del Sheriff durante 16 años y en el negocio de la seguridad privada”, explica. Con esos antecedentes, confirma, no ha tenido que pasar por el programa de formación del YPG. “Cierto. Ni siquiera he visto sus campos de entrenamiento”, acota.

Brian Wilson | Combatiente estadounidense en las YPG

“Esta gente está haciendo lo correcto”

Brian Wilson, combatiente en las YPG (Serekaniye, Kurdistán sirio, Oct 2014)  | ©  Karlos Zurutuza
Brian Wilson, combatiente en las YPG (Serekaniye, Kurdistán sirio, Oct 2014) | © Karlos Zurutuza

¿Cuando, cómo y porqué se integró en este cuerpo armado?
Creo que hace más un mes y dos semanas aunque, para serle sincero, he perdido la noción del tiempo. Siempre me había llamado la atención la lucha de los kurdos por lo que tenía contacto con ellos desde hace tiempo. Comprobé que estaban luchando contra el Daesh (ISIL) así que decidí unirme a ellos. He estado en varias zonas de Yazira hasta que decidieron destinarme a este frente.

El Ejército Libre Sirio y varios grupos islamistas también están luchando contra el ISIL. ¿Por qué eligió usted a las YPG?
Porque son los únicos que hablan de democracia, de derechos humanos y de un Estado laico. Y porque el suyo no es un proyecto únicamente para los kurdos sino que también integran a los árabes, los cristianos y los circasianos viviendo en la región. No existe un adoctrinamiento, cada uno puede ser lo que quiera. Quizás me equivoque pero creo que no hay ningún episodio en la historia de los kurdos en el que éstos hayan atacado a sus vecinos; más bien se han dedicado a defenderse de ellos. Esta gente está haciendo lo correcto.

¿Tiene usted una labor concreta asignada dentro de las YPG?
Por el momento no he estado envuelto en combate directo por lo que me he dedicado a gestionar labores de seguridad personal para el doctor Hussein (líder de las YPG). También me han pedido ayuda para una página de Facebook en inglés así como colaboración en su centro de prensa. Haré lo que esté en mi mano.

¿Cree que las YPG serán capaces de contener el avance del ISIL sin ayuda de tropas internacionales sobre el terreno?
El Daesh (ISIL) está muy bien financiado y organizado; rechazarlo sólo será posible con cobertura aérea y si recibimos el equipamiento adecuado. Los kurdos tienen experiencia en combate pero necesitamos más armas y también equipamiento sanitario y tecnología avanzada, como lentes de visión nocturna, detectores de minas… Occidente ha de intervenir para ayudar en Kobani y romper así el bloqueo impuesto por Turquía, que se limita a entorpecer dichos esfuerzos.

Turquía insiste en que las YPG son una especie de franquicia de la guerrilla kurda PKK en Siria, ¿Qué opina?
¿Quién mejor que Occidente para ayudar a uno de los pocos pueblos de Oriente Medio que no se rige por una visión del islam excluyente? Espero que la situación actual haga reconsiderar a Turquía su postura y que se acabe de eliminar al PKK de la lista de organizaciones terroristas.

¿Cuánto tiempo tiene pensado quedarse?
Lo que haga falta.