Entrevista

Marcello Fois

«La identidad, ¿viene antes o después de la economía?»

Alejandro Luque
Alejandro Luque
· 17 minutos
Marcello Fois (Sevilla, 2014) | © Alejandro Luque / M'Sur
Marcello Fois (Barcelona, 2014) | © Alejandro Luque / M’Sur


Barcelona| Noviembre 2014

Marcello Fois (Nuoro, 1960) es uno de esos guadianas que deslumbran de pronto en el panorama literario español y luego quedan invisibilizados bajo la marea de las novedades editoriales. Se dio a conocer con Siempre caro, novela piropeada generosamente por el mismísimo Camilleri, aunque en español vieron la luz otros títulos como Hierro reciente, su debut, Mejor morir o Gap. Recientemente publicó en Hoja de Lata una nueva y extraordinaria historia, Memoria del vacío, inspirada en la vida de un legendario proscrito de su isla, Cerdeña. Hablamos con él antes de su presentación en Barcelona.

D. H. Lawrence hablaba de Cerdeña como “un lugar distinto de todo”. Usted, de una “cosa aparte”. ¿Cómo se puede seguir siendo distinto en un mundo globalizado?

Precisamente en este mundo globalizado, ser distinto es un valor. Y cultivar la propia diversidad es compartirla sustancialmente: he ahí la solución para esta aparente paradoja.

«La literatura es un accidente, no la normalidad. Si dos se aman y se casan, ahí no hay literatura»

Y en el caso de Cerdeña, ¿qué cree que la singulariza a través del tiempo, en la Historia?

Como escritor puedo decirte cómo he resuelto yo la cuestión. He probado a contar historias, a discutir problemas desde un punto de vista aparentemente distinto y distante, desde una apartada isla del Mediterráneo. Al final, se comprende que los problemas son iguales para todos. Que la literatura, cuando es buena, habla de cosas que afectan a todos; lo de menos son las particularidades. Más allá de los métodos, las cosas necesitan ser contadas bien. ¿Qué nos interesa de Don Quijote? Que el mundo está lleno de soñadores y de locos, y de personas que afrontan molinos de viento. La maravilla es esta, la particularidad depende del método que uno usa, no afecta al contenido. Todos amamos, odiamos, somos traicionados…

Casi toda la literatura sarda que llega a España gira en torno a la muerte, y una muerte casi siempre violenta: Satta, Murgia, Todde, usted mismo… ¿Por qué?

Yo diría que no es una característica sarda como tal. Si pienso en los personajes de García Lorca, no me viene a la cabeza una sola muerte tranquila. Y ahí está la tragedia griega, Esquilo, Eurípides, la Ilíada, la Odisea… La muerte normal no tiene nada especial. No hay nada que contar en ella, como en el amor normal. La literatura es un accidente, no es la normalidad. Si dos se aman y se casan, ahí no hay literatura. Pero si dos se aman, se quieren casar, y un tercero lo impide, ahí hay algo que contar. Si uno muere con 80 años, sonreímos. Pero si muere en mitad de una plaza, asesinado, ahí hay una historia. La muerte violenta siempre atrae.

¿También en una isla es tan bella y luminosa?

Cerdeña es verdaderamente el ombligo del Mediterráneo. Han llegado tantas cosas, tal inmensidad de culturas… Los españoles estuvieron ahí 400 años, tenemos un montón de palabras españolas.

«Uno cree que ha inventado algo, pone la televisión y se rinde: “No he inventado un pimiento”»

Y catalanas, en Alghero.

Claro, y francesas, piamontesas, fenicias, romanas… Es un lugar que ha dado pie a unas cuantas cuestiones. Y una de ellas es, para nosotros, ¿cómo hacer una historia interesante? Pues una historia es interesante cuando no es lineal. Una historia lineal es una información. “Romeo y Julieta se casan”. Eso es una información. Julieta y Romeo se quieren, pero pertenecen a familias enemigas, que se oponen al matrimonio, hay problemas por los cuales ella amaga con matarse, él no comprende y se mata, a su vez ella lo sigue… Ahí hay una historia. La muerte es un hecho biológico, como el amor, como la maternidad, la paternidad… Una mujer que alumbra tranquilamente nueve hijos es una madre feliz de familia numerosa. Pero una que querría un hijo y no llega a tenerlo, tiene algo diferente. Este es el sistema que hemos escogido para contarnos las historias.

En el caso de los bandidos de la Barbagia, uno de los cuales protagoniza su última novela, ¿qué hay de verdad histórica y qué de mitología?

Hay un poco de todo. Te hago la estadística, en Memoria del vacío el 40 por ciento de verdad y el 60 de, digamos, invención literaria. Pero esto significa poco, porque la invención literaria en cualquier momento puede prender, generar una verdad histórica más profunda que los hechos reales. Hoy, con la perspectiva de los años, en Italia este libro sobre Stocchino es considerado como histórico. Después de este libro, he empezado una trilogía, que acabaré este año [por 2014 ] de grandes familias nuorenses. Toda falsa, inventada, pero me preguntan qué hay de verdad. Y respondo: mira, las poquísimas cosas verdaderas son las más increíbles. Lo juro. La realidad es tremenda, hace las cosas que nadie, ningún escritor, puede llegar a imaginar. Uno cree que ha inventado algo, pone la televisión y se rinde: “No he inventado un pimiento”.

¿Diría que Banditi a Orgosolo, la famosa película de Vittorio de Seta, es una influencia en su novela?

No, en este caso no tanto, porque los periodos son muy distintos. Banditi a Orgosolo está ambientado en torno a los años 50, muy cerca del boom económico, un periodo muy particular. La historia de Stocchino va a caballo entre la Primera Guerra Mundial y el nacimiento de la dictadura, el advenimiento de Mussolini. Parece un libro español en ciertos aspectos, aquel de Alicia Giménez-Bartlett

… Donde nadie te encuentre.

Sí, ese bandido que es una mujer o un hermafrodita, ambientado durante la dictadura. Como digo, se parecen, y están basados en historias verdaderas.

«Para decir que ha acabado con el banditismo, Mussolino debe ponerse de acuerdo con los bandidos»

¿Quería jugar con una relación de poderes, el del crimen y el de la dictadura?

Claro, Mussolini, cuando toma el poder, quiere poder decir que ha eliminado completamente el banditismo. Para hacerlo, tiene que ponerse de acuerdo con los bandidos. Es un poco como sucede hoy, como sucedió también en la España de Franco. Stocchino no aceptó ningún tipo de acuerdo, porque era un desobediente total. Y Mussolini ofrece por él una recompensa 250.000 liras, una cifra espantosa para la época, ¡en 1928! Podías comprarte un pueblo con eso. Pero Stocchino se hace prender cuando está a punto de morir… Y no cuento más.

¿Su enfoque es el de un bandido heroico?

Al principio sí, va a la guerra y regresa incluso condecorado. Pero su problema es que no llega a comprender por qué. Sustancialmente, esta es una novela sobre la guerra. En el campo de batalla las cosas se resuelven disparando, pero en la vida corriente no. Cuando vuelve a casa, con medallas en el pecho, la situación es malísima en su pueblo, no tiene casi nada, gente del entorno ha timado a sus parientes… Y él decide aplicar el método de guerra para resolver asuntos civiles, y no comprende por qué no salen bien las cosas. ¿Por qué, después de arriesgar mi vida en el frente, debo soportar que me humillen en mi casa?, se pregunta. Y continúa su guerra personal. Viaja incluso con el uniforme militar… Ese es el punto en que se derrumba el mito. Tiene algo de tragedia griega, pero también es como Caperucita roja, como los hermanos Grimm. Y es una historia oral, lo cual es dificilísimo, en el sentido en que yo he tenido que escribir fingiendo que hablaba.

«Los jóvenes deben saber que un montón de gente ha muerto para construir el mundo que están disfrutando»

¿Cómo logró eso?

Todo debía parecer dicho, aunque me haya basado en escritos. Si lo piensas, esta ambigüedad es muy de la cultura del Mediterráneo, no saber qué es escrito y qué contado. En todo el Mediterráneo contamos cosas muy parecidas, en Italia, en España, en Grecia, incluso en los Balcanes. La maravilla mediterránea es hacer ordinario lo extraordinario. “No te imaginas lo que he encontrado esta mañana”. “Ah, no te he dicho algo importante”. “Te saludo pero mañana tengo que contarte algo que te tirará de espaldas”. No somos nada mitteleuropeos, no contamos simplemente “hoy me ha pasado esto, esto, y lo otro”.

¿Qué tiene que ver todo esto con su obsesión con la memoria? Usted habla siempre con cierta angustia al respecto…

Sí, estoy realmente angustiado con la idea de perder la memoria. No puede haber generaciones de españoles que tengan solo una información genérica sobre el franquismo. En tal caso, se cometerá el mismo error en que incurrimos nosotros, cuando pensábamos que no valía la pena hablar de fascismos. Hay que ser pesados, insistir, especialmente con los jóvenes. Ellos pueden llegar a pensar que todo lo que tienen es gratuito. Deben saber que un montón de gente ha muerto para construir el mundo que están disfrutando. Y luego, cuando van a votar, se inclinan por el primer cretino que pasa. La literatura no son unas vacaciones, debe servir para más cosas, por ejemplo para la memoria.

¿Cómo colabora el sardo en esta recuperación de la memoria?

Yo escribo en sardo y en italiano. Piensa que hace dos años, para el teatro en Milán, hice una versión en sardo nuorense de Bodas de sangre, de Lorca, y te aseguro que es perfecto, no cambia nada. Puedes transportar todos los personajes a la Barbagia, y todo es comprensible, no hay que cambiar una coma. El punto es siempre, en primer lugar, qué dices, y el segundo nivel, cómo lo dices. Es una tarea tremenda, debes revisar una marea de cosas. Estamos rodeados de libros, pero los escritores de verdad son poquísimos. Producimos miles de títulos para obtener cinco o seis obras maestras. La literatura debería ser una cuestión persistente. Uno debería preguntarse, ¿por qué Cervantes nos parece tan joven? ¿Por qué el Decamerón de Bocaccio ha cumplido 700 años y nos parece escrito ayer? Si respondes a estas preguntas, no hay premio Planeta que aguante la prueba…

«Somos un enclave del viejo Imperio romano; hemos conservado la lengua de los conquistadores»

¿Usted piensa en sardo, o en italiano?

Verás, es complicado. Mis hijos entienden que estoy enfadado de verdad porque me sale el sardo. La lengua madre sale cuando no controlo, y ellos salen pitando, claro [risas]. La lengua de mis sueños es a menudo el sardo. Yo soy licenciado en italianística, por otro lado, he enseñado la lengua italiana en la universidad, imagínate, para mí es una especie de fetiche…

¿Y el dialecto de la Emilia Romagna, lo habla, ya que reside en Bolonia?

No, no. Pero me gusta mucho, porque es muy francés, el dialecto emiliano. Mientras el nuorense es una especie de latín rústico, con galicismos y españolismos, por ejemplo decimos “ventana”, y no finestra, “die” en vez de giorno… Para saber a qué familia perteneces, te preguntan “de quién eres”, a lo latino. Somos un enclave del viejo Imperio romano, el contrario del independentismo. Hemos conservado la lengua de los conquistadores, de los romanos. Así comprendemos que si se libra una batalla por el sardo, paradójicamente  es una batalla por el imperialismo. El problema es que las batallas se deben hacer sobre el contenido, no sobre los contenedores. En el primer caso, son batallas importantes, que cambian las cosas. En el segundo, solo se favorece a la economía, no a lo sustancial.

«Las cosas no nacen solas. La Deledda nació en Nuoro porque era territorio fértil»

¿Nuoro es la indiscutible capital literaria de Cerdeña? Recuerdo que compré allí en un supermercado Cosima, nombre en homenaje a Grazia Deledda.

Las cosas no nacen solas. La Deledda nació allí porque era territorio fértil. Todo lo que hemos dicho hasta ahora, los nuorenses lo son en máximo grado. Son una población enfática, los cuentos son importantes para ellos, las comunicaciones vienen a través de una especie de teatro social… Mira a Satta, El Día del Juicio es la Deledda en el diván del psicoanalista. Y todos los editores sardos son nuorenses.

Usted ha escrito que Deledda decubrió Cerdeña, que no existía antes del Nobel.

Pienso, con Wilde, que el arte y la literatura inventan la realidad. Cerdeña simplemente no existía antes de la Deledda, nadie sabía que existía. Hoy, en particular en Nuoro, es una pequeña capital literaria. Un lector de Laponia puede tener noticias de Nuoro, pero tal vez no sepa nada de Bologna. Y eso se lo debemos al Nobel.

Esto ocurrió muchos años antes de la llegada del turismo masivo, ¿no? ¿Usted conoció esa Cerdeña preturística?

Claro, yo he estado a caballo de la Costa Esmeralda y… Pero he nacido en la montaña, de ahí el título de mi libro, In Sardegna non c’è il mare [En Cerdeña no hay mar]. Los sardos tienen una relación discontinua con el mar, del mar han venido muchas cosas malas…

«Los sardos tienen una relación discontinua con el mar: del mar han venido muchas cosas malas»

Como sucede con los sicilianos.

Nuestra cocina, la barbaricina, es toda de interior, de tierra. El pescado se come solo en la costa, la botarga es solo de la zona de Alghero, que es espléndida… Conozco alguereses que vienen a Barcelona y hablan estupendamente, aunque el catalán alguerés suena antiquísimo para un catalán de Barcelona, como si uno hablara en el italiano de Dante. Alguien querría estandarizarlo con el sardo, pero yo no estoy muy de acuerdo.

La criminalidad en Cerdeña, ¿es menos fuerte que en Sicilia o Nápoles?

En este momento Cerdeña es un sitio tranquilísimo, segurísimo. Es un sitio con mentalidad muy individualista. La mafia no ha llegado a echar raíces, no ha funcionado. Hay delincuencia, claro, pero la época de mitad de los años 90, la más peligrosa, la de los secuestros, la Barbagia roja, la historia escrita en Hierro reciente, yo diría que ya acabó.

¿Cómo es su relación con la isla vecina, Córcega?

He estado varias veces en Córcega, y la relación es buena con los sardos, somos como primos. Es un poco más violenta, porque los franceses son distintos de los italianos. Es una cuestión de relación con la Madre Patria. Ellos son más intransigentes, quizás.

¿Y cómo se llevan los sardos con su Madre Patria?

Cerdeña es de centroizquierda, como el centro del país. Todo se debate ahora en Italia, en Europa en general. Somos cautivos de la contabilidad, y solo los alemanes pueden creer que el dinero resuelve todo lo demás. No se resuelve nada si no se discute… La Murgia, por ejemplo, ha promovido un movimiento político independentista, que ha sacado el 10 por ciento en sus primeros comicios, no está mal…

«En la Liga Norte quieren privilegios fiscales que por otro lado han tenido siempre, han sido siempre ricos»

¿Usted simpatiza con los independentistas?

Creo que la independencia es distinta del independentismo. No creo que ser independiente sea un affaire. Hay que ver si discutes de principios o de economía. Me parece que siempre hay una gran ambigüedad en estas cosas, también en otros lugares, como Cataluña. Los leguistas [de la Liga Norte] en Italia quieren privilegios fiscales, que por otro lado han tenido siempre, de ahí que hayan sido siempre ricos. Desde un punto de vista cultural, en el momento en que estas regiones se vuelvan independientes, se empobrecerán.

¿Qué diría a los que esgrimen razones sentimentales, deudas con sus antepasados?

Si tuvieran memoria, sabrían que todo es un timo. No se trata de que tú fundes un lugar independiente donde tu independencia venga asistida. La identidad, ¿viene antes, o después de la economía?  ¿Estás dispuesto a pagar tu identidad para tenerla? Si yo te pago, ¿te haces sardo? Mira a los escoceses: toda la industria escocesa ha dicho: “Si salimos del Reino Unido, nos vamos, porque no vamos a soportar un régimen fiscal distinto”. Y de hecho, van a pagar el referéndum en los próximos años. No puedes hacer una independencia vieja en un mundo nuevo. Tienes que hacer una independencia nueva en un mundo viejo.

«Los países se unen por un lado y tú quieres fundar otro país. Es de cretino»

En un mundo que va aboliendo las fronteras, otros quieren levantar nuevos muros…

Eso es, los países se unen por un lado y tú quieres fundar otro país. Es de cretino.

No quería acabar sin preguntarle también por algo que menciona en uno de sus libros, la cultura del silencio.

Es toda una cultura mediterránea, ligada a la mirada, al modo de ver las cosas, a aquello que no dices, que a veces es más importante de lo que dices. Un charlatán habla mucho porque no quiere decir las cosas, es un ejemplo de la cultura del silencio. Es un poco lo que pasa en nuestras televisiones, ver continuamente a gente que te habla, aplica científicamente la cultura del silencio. La televisión española me mete una ansiedad terrible, porque la gente habla a una velocidad… Los telediarios, sobre todo.

«Actualmente Cerdeña es el sitio donde mejor se escribe en Italia. Nnos conocemos todos»

Y Salvatore Satta, cuando habla del muerto, también alude a esa cultura del silencio.

Así es, dice: “El muerto no era el más silencioso de todos”… Es fantástico.

Sabe que Satta no es muy conocido aún en España, ¿no?

Es una pena. Pero sobrevivirá. Mucha morralla, en cambio, será olvidada. A mí los libros de Satta me han cambiado la vida completamente. Yo nací a 200 metros de la casa de Satta, y a 200 de la casa de Grazia Deledda. Para mí fue un shock descubrir a Satta, fue él quien determinó mi vocación.

¿Y hoy, qué buenos escritores sardos tenemos que descubrir?

¡Hay tantísimos! Actualmente Cerdeña es el sitio donde mejor se escribe en Italia. Los conozco a todos, claro, nos conocemos todos… Incluido Sergio Atzeni, que murió hace 19 años, ahogado mientras se bañaba en el mar. Es un caso de escritor que predice su propia muerte: era admirador de Eliot y tomó de él el título de uno de sus libros, Muerte por agua. [Giorgio] Todde, por su parte, es un señor un poco cínico, como de otro mundo, su El estado de las almas es bellísimo… Es muy sardo que la lengua haga la historia. Somos una generación que primero aprendió el sardo y luego el italiano. Por eso tenemos ahora un italiano muy escolástico, muy complejo. Somos académicos desde el punto de vista de la lengua, por eso resulta muy potente, muy literaria.
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