Artes

Salwa Neimi

M'Sur
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· 10 minutos
Salwa Neimi (Sevilla, 2010) | © Alejandro Luque / M’Sur
Salwa Neimi (Sevilla, 2010) | © Alejandro Luque / M’Sur

Sentirlo en la lengua

“El árabe es la lengua del sexo”, ha dicho Salwa Neimi, escritora siria. Y también, hablando de los clásicos árabes: “No podía leer ni una línea sin mojarme”. O en fin, “Follo, luego existo”. Todo ello, en el libro El sabor de la miel (Emece, 2009), que no sólo le dio fama sino también la certificó como una de las escritoras más valientes de las últimas décadas.

Valiente, porque una novela en forma de reflexiones y experiencias en primera persona que habla de sexo, firmada por una autora siria y publicado en Beirut (2007) es capaz de provocar airadas reacciones en ciertos países: sin ir más lejos, dicen que en Estados Unidos hasta lo quitaron del catálogo de ibooks. Pero sobre todo porque Salwa Neimi se ha atrevido a utilizar la lengua árabe para hablar de sexo, de mojarse, de follar. Rompiendo una barrera mental que aún hoy separa a muchos jóvenes magrebíes o sirios de su propia educación, su propia vida: pueden decir coño sin sonrojarse, pero nunca tabbún. Salwa Neimi puede.

Esto nos da la medida de la escritora, nacida en la década de 1950 en Damasco, residente en París desde los años setenta, autora de cuatro poemarios, una colección de relatos y esta famosa novela: ha sido capaz de romper todos los tabúes para atreverse a ser ella misma, ser siria, sentir lo más íntimo – el sexo – en su propia lengua, reivindicar su cultura, su tierra, su pasado a través de la libertad de hablar, y con una alegría arrojadiza.

Esta misma sensación trasmina también los dos relatos, inéditos en castellano, que Neimi ha cedido a M’Sur para su publicación en la revista Caleta: ‘Tienes los ojos bonitos’ y ‘Bajo mi cama hay un cementerio’. Aquí no se habla de sexo, pero sí de sexos: ¿una mujer trabajando en un bar, una barmaid? Una puta, dirían algunos. O un ideal de mujer trabajadora y romántica a la vez, agrega la autora. Y lo hace con un lenguaje sencillo, nada alambicado, tan directo como su mirada, lejos de los estereotipos de la literatura árabe que hoy día se reproducen a través de las novelas más traducidas. El árabe de Neimi es el que todos quisiéramos leer.

Ambos cuentos retratan las distancias que siempre han separado, bajo la correcta apariencia de una convivencia cordial, las comunidades musulmanas y cristianas en Damasco o Alepo. Otro tabú. Y uno más triste: años más tarde, una guerra más tarde, hasta esa correcta apariencia se nos antojará pronto un sueño lejano. Tan lejano como ser barmaid, hoy, en Siria.

[Ilya U. Topper]

Tienes los ojos bonitos

Ésta es la casa, la misma casa a la que él la llevó para que viviera con su familia. Robé con mucha dificultad un único día de mi viaje a Damasco con el pretexto de tener que ir a fotografiar la histórica alcazaba de Masiaf. Visité a mi tía en su vieja casa. Era la misma casa de mi abuelo al que mi madre llegó como una chavala enamorada, agarrándose al brazo de su amado. Yo quería recuperar su fotografía revuelta en esta decoración que apenas ha cambiado. Mi madre se agarra al brazo de su amado Josef, con el que se acaba de casar en la iglesia. Atrás dejó su ciudad y su gente para que él se la llevara lejos, para que cayera aquí, en medio de quienes la llamarían con un nombre distinto y la mirarían con ojos de odio. ¿Quién será esta extraña que se casó con el hijo de ellos, allá a lo lejos, y ahora viene a su casa para vivir con ellos? ¿Quién será esa foránea, distinta en todo a ellos? ¿Quién será esa extraña con un nombre que no saben pronunciar?

Recupero la foto que la muestra entre ellos y es como si yo estuviera con ella. Como si estuviera con ella y entre ellos. Entre sus ojos inquisidores, sus labios despectivos y sus palabras envenenadas. La odiaban. Ella nos lo contó. La odiaban y ella intentaba agarrarse a cualquier pretexto para no huir. «Si no hubiera estado embarazada, habría huido el primer día». Eso nos contó.

La novia cristiana que llega desde una ciudad lejana aterriza en medio de la campiña ismailí y descubre que se ha casado con un musulmán. Los dos bandos vivían un choque de civilizaciones, y no era momento de diálogo religioso.

Él ocultó que era musulmán. Falsificó sus papeles. Falsificó hasta su nombre y reemplazó Mohammed por Josef. Mi madre contó la argucia y mi padre volvió a aparecer orgulloso delante de nosotros, por millonésima vez. Como alejaba a los admiradores que rodeaban a mi madre, guapa y morena. Como sobornaba al cura con liras de oro para que diera por buenas todas las mentiras blancas, negras y de colores, así como las hojas del pasaporte falso, y llevara a cabo la ceremonia de la boda en la iglesia de Antakya, en presencia de la familia de ella, como si nunca hubiera hecho otra cosa.

«Era una barmaid cuando tu padre la conoció y se enamoró de ella», dijo mi tía, resumiendo la historia de mi madre y mi padre. Desde luego, ella no dijo barmaid; esto lo he traducido yo. «Trabajaba en el bar de su padre. Sabes que tu abuelo tenía un bar en Antakya y tu madre le ayudaba». Mi tía recalcaba la palabra bar con una acentuación que sugería que mi madre era una chica fácil. Una chica que trabaja en un bar, aunque sea el bar de su padre, es una chica fácil, y en árabe de plata, una puta. Eso no lo dijo mi tía, pero se hacía evidente a través de sus palabras.

Mi madre ¿una barmaid?

Lo traduje de repente y casi me puse a bailar de alegría. Después de todos estos años, la palabra se me manifestó por primera vez, como una ninfa que sale del mar. La historia era más y más linda. ¿Quién no sueña con que su madre fuera una barmaid? La palabra tiene una alta carga de imágenes e ilusiones, filmes y novelas. Un aire con olor a humo, hombres borrachos, vasos que se llenan y se vacían, y una chica morena, que es la hija del patrón, tras la barra, que sonríe y mira a los hombres con sus ojos negros. El escenario completo. Mi padre entra en el bar y la ve, y vuelve todos los días para verla y pedirle una copa y ella le sonríe con una sonrisa más ancha que las sonrisas que dedica a los demás y le lanza una mirada más larga que las miradas para los demás.

Él se llamaba Mohammed y ella se llamaba Victoria y yo nací en Damasco y tuve que irme.

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لكِ عينان جميلتان

هذا هو البيت نفسه الذي أحضرها إليه لتعيش مع أهله. خطفتُ بصعوبة يوماً واحداً من رحلتي الدمشقية بحجة تصوير قلعة مصياف التاريخية. زرت عمتي في بيتها القديم. هو نفسه بيت جدي الذي جاءت أمي إليه صبية عاشقة تتأبط ذراع حبيبها. كنت أريد أن أستعيد صورتها تتحرك في هذا الديكور الذي لم يتغير إلا قليلاً. تتأبط أمي ذراع حبيبها جوزيف الذي تزوجته في الكنيسة. تركت وراءها مدينتها وأهلها ليحملها بعيداَ لتسقط هنا وسط هؤلاء الذين ينادونه باسم آخر وينظرون إليها بعيون الكراهية. من هي هذه الغريبة التي تزوجها ابنهم بعيداً عنهم وجاء بها إلى بيتهم لتعيش بينهم؟ من هي هذه الغريبة المختلفة في كل شيء عنهم؟ من هي هذه الغريبة بهذا الاسم الذي لا يعرفون كيف ينطقونه؟

أستعيد صورتها بينهم وكأنني كنت معها. كأنني كنتُ معها وسطهم. وسط عيونهم المستكشفة وشفاههم الممتعضة وكلماتهم المسمومة. كرهوها . كانت تحكي لنا. كرهوها وهي تحاول أن تتشبث بأي حجة كي لا تهرب. «لو لم أكنْ حاملَ لهربتُ منذ اليوم الأولكانت تحكي لنا.

العروس المسيحية الآتية من المدينة البعيدة تحط في وسط ريفي اسماعيلي وتكتشف أنها تزوجت مسلماً. صدمة الحضارة عاشها الطرفان وحوار الأديان لم يكن يومها.

أخفى أنه مسلم . زوّر أوراقه. زوّر حتى اسمه ومحمد تحول إلى جوزيف. كانت أمي تحكي الخديعة وأبي يستعيد فخوراً أمامنا، للمرة المليون، كيف أبعد المعجبين كلهم يحومون حول أمي السمراء الجميلة، كيف رشى القسيس بالليرات الذهبية كي يتستر على كل الكذبات البيضاء والسوداء والملونة وعلى أوراق الهوية المزورة ويقيم مراسيم الزواج في الكنيسة في أنطاكية، بحضور عائلتها، وكأنه يعرفه منذ ولادته.

«كانت بارميد عندما التقاها أبوك وعشقها » قالت عمتي ملخصة حكاية أمي وأبي. من المؤكد أنها لم تقل بارميد أنا ترجمتُ. » كانت تعمل في خمارة والدها. تعرفين أن جدك كان يملك خمارة في إنطاكية وأمك كانت تعاونه» تركز عمتي على كلمة خمارة بلهجة توحي بان أمي كانت مباحة. بنت تعمل في خمارة ، حتى ولو كانت خمارة أبيها هي بنت مباحة وبالعربي الفصيح شرموطة. لم تقلها عمتي ولكنها كانت واضحة وراء كلماتها.

أمي بارميد؟

ترجمتها فوراً وكدتُ أرقص فرحاً. بعد كل هذه السنوات تتجلى الكلمة أمامي للمرة الأولى كحورية طالعة من البحر. الحكاية أحلى وأحلى. من يحلم بأن تكون أمه بارميد؟ في الكلمة شحنة عالية من الصور والخيالات والأفلام والروايات . جو عابق بالدخان ورجال سكارى وكؤوس تمتلىء وتفرغ وفتاة سمراء هي ابنة الباترون وراء البار تبتسم وتنظر إلى الرجال بعينيها السوداوين. سيناريو كامل. أبي يدخل البار ويراها ويأتي كل يوم ليراها يطلب كأساً وتبتسم له ابتسامة أوسع من ابتسامتها للآخرين وتنظر إليه نظرة أطول من نظرتها إلى الآخرين.

كان اسمُه محمداً وكان اسمها فيكتوريا وولدتُ في دمشق وكانَ علي أن أرحلَ.

Bajo mi cama hay un cementerio

 

Cuando murió mi madre por última vez, rezaron por ella en la iglesia. El cura hablaba del amor conyugal que junta a un hombre y una mujer de dos religiones diferentes sobre una sola almohada, bajo la sombra del único dios. De los hijos que criaron y educaron bajo la sombra del único dios. Mi madre dormía en su ataúd y nosotros estábamos en los bancos de madera detrás de ella. Éramos pocos en la iglesia del barrio de Bab Tuma en Damasco.

En la iglesia estaba mi madre en su ataúd y la imagen era rosa.

¿Es un color de este cuento?

Mi madre dormía en su ataúd y la muerte es un dormir dulce sin sueños. Un dormir dulce sin pesadillas. ¿Desde cuándo yo ya no tengo mis pesadillas nocturnas?

¿Qué se esconde tras la imagen del ataúd de mi madre y el color rosa?

El papel de la esquela estaba pegado al muro al lado de la puerta abierta donde se recibía a los deudos, y ahí estaban escritos nuestros nombres al lado del nombre de mi madre y sus hermanos Jacqueline, Cristo y Salim, y el nombre de mi padre y sus hermanos Amina, Jadiya, Ahmed y Ali. Yo había escondido dos de ellas entre mis hojas y no abrí la boca cuando llegaron recién hechas de la imprenta y mi hermana mayor las escudriñaba para estar segura de que no se le había olvidado nadie de la familia, como si no estuviera intentando olvidar adrede a quienes quería borrarlos de su vida y de la muerte de mi madre.

Cuando murió mi madre por última vez, no me puse triste. Estaba acostumbrada a su muerte y mi tristeza se habían convertido en uno de los colores de mi sangre. Ya antes había muerto varias muertes. Tendría que repasar toda mi vida para contar cuántas veces era y en qué fechas. La primera vez fue… ¿qué sentido tiene todo esto ahora? Mi madre murió y yo me harté de muerte el día que la enterraron. Mi madre se murió y nadie pronunció el nombre de la enfermedad que dormía con ella en la cama ancha. Nadie de nosotros se atrevió a pronunciarlo.

Cuando se murió mi madre por última vez no me puse triste pero interpreté el papel que me tocaba con seriedad, como es mi costumbre. Me vestí de negro como mis hermanas y participé en la recepción de los hombres y las mujeres que venían a darnos el pésame en la iglesia de Damasco. Recibí sus palabras de consuelo con la voluntad rota y medio llorando. Lo suficiente como para insinuar una lágrima tragada que se resiste a caer. Justo lo suficiente. Como hacían todos. Hasta mi padre. Nos limitamos a intercambiar informaciones de forma automática, evitando mirarnos a los ojos.

¿Hasta mi padre, he dicho? No. Mi padre no estaba allí. Había muerto ya y estaba enterrado en el cementerio de su ciudad lejana, tal y como siempre nos había pedido.

-¿Quiéres que te entierren como musulmán? – lo interrumpió mi madre, en tono de reproche.
-¿Quieres perseguirme hasta después de morir? – respondió mi padre, irónico. Nos reímos todos pero no era una historia de color rosa como lo era en aquella iglesia de Damasco, con mi madre durmiento en su ataúd.

En Masiaf, camino de la alcazaba histórica, mi tía señaló con la mano en una dirección indeterminada: Tu padre está enterrado allí. No respondí. Fingía ocuparme de la pequeña cámara de fotos y no respondí.

A mi padre lo enterraron a solas en su ciudad, lejos de mi madre.

A mi padre lo enterraron en su ciudad y yo estuve allí y no visité su tumba y fingía ocuparme en fotografiar las ruinas históricas.

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تحت سريري مقبرة

عندما ماتت أمي للمرة الأخيرة صلوا عليها في الكنيسة. تحدث الكاهن عن الحب الزوجي الذي جمع رجلاً وامرأة من دينين مختلفين على وسادة واحدة تحت ظل الإله الواحد. عن الأطفال وتربيتهم وتعليمهم تحت ظل الإله الواحد. أمي نائمة في تابوتها ونحن على المقاعد الخشبية خلفها. كان عددنا قليلاً في الكنيسة في باب توما في قلب دمشق.

في الكنيسة كانت أمي في تابوتها و الصورة وردية.

هل هذا لون من ألوان الحكاية؟

كانت أمي نائمة في تابوتها والموت نوم ناعم من دون أحلام. نوم ناعم من دون كوابيس. منذ متى لم أرَ كوابيسي الليلية؟

ماذا يختفي خلف مشهد تابوت أمي في الكنيسة واللون الوردي؟

كانت ورقة النعي ملصقة على الحائط إلى جانب الباب المفتوح لاستقبال المعزين عليها أسماؤنا نحن إلى جانب اسم أمي وإخوتها جاكلين وخريستو وسليم واسم أبي وإخوته آمنة وخديجة وأحمد وعلي.

كنت قد خبأت اثنتين منها بين أوراقي ولم أفتح فمي عندما جاءت طازجة من المطبعة وتفحصتها أختي الكبيرة بانتباه كي تتأكد أنها لم تنس أحداً من أفراد العائلة متجاهلة أنها تناست عمداً من تريد أن تلغيهم من حياتها ومن موت أمي.

عندما ماتت أمي للمرة الأخيرة لم أحزن. تعودت موتها وصار حزني لوناً من ألوان دمي. كانت قد ماتت من قبل عدة ميتات. يجب أن أراجع حياتي كلها كي أحسب عددها وتواريخها. المرة الأولى كانت.. ما الفائدة من هذا كله الآن؟ ماتت أمي وشبعت موتاً يوم دفنها. ماتت أمي ولم يلفظ أحد اسم المرض الذي كان ينام معها في السرير العريض. لم يجرؤ أحد منا على لفظه.

عندما ماتت أمي للمرة الأخيرة لم أحزن ولكنني مثلتُ الدور الذي كان علي أن أقوم به بكثير من الجدية، كعادتي. لبست الأسود مثل أخواتي وشاركتُ في استقبال المعزين والمعزيات في الكنيسة الدمشقية. تقبلت كلماتهم المواسية مكسورة الخاطر نصفَ دامعة. ما يكفي للإيحاء بدمعٍ مبلوعٍ مقاومةًً للانهيار. ما يكفي فقط. كما فعل الجميع، حتى أبي. اكتفينا بتبادل التعليمات بآلية متحاشين أن تلتقي عيوننا.

حتى أبي قلت؟ لا ، أبي لم يكن هناك. كان قد مات ودفن في مقبرة مدينته البعيدة كما أوصانا دائماً.

تريد أن تًدفن مسلماً؟ تقاطعه أمي باستنكار.

تريدين ملاحقتي حتى بعد الموت؟ يرد أبي متهكماَ ونضحك جميعاً ولكنها لم تكن حكاية وردية كما كانت في تلك الكنيسة الدمشقية مع أمي نائمة في تابوتها.

في مصياف، على طريق القلعة التاريخية، أشارت عمتي بيدها إلى جهة مبهمة: أبوك مدفون هناك. لم أجب. تشاغلت بآلة التصوير الصغيرة ولم أجب.

دُفن أبي وحيداً في مدينته بعيداً عن أمي.

دفن أبي في مدينته وكنتُ هناك ولم أزر القبر وتشاغلتُ بتصوير الآثار التاريخية.

 

© Salwa Neimi . Traducción del árabe: © Ilya U. Topper · Primero publicado en Caleta (Dic 2015)

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