Crítica

Griegos de Estambul

Alejandro Luque
Alejandro Luque
· 6 minutos

Petros Markaris
La muerte de Ulises

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Género: Relatos
Editorial: Tusquets
Páginas: 184
ISBN: 978-84-9066-233-5
Precio: 17,50 €
Año: 2015 (2016 en España)
Idioma original: griego
Traducción: Ersi Marina Samará Spiliotopulu
Título original: Τριημερία και άλλα διηγήματα (Tres días y otros relatos)

Sorprendentemente, vuelve a oírse por ahí el lugar común –que creíamos felizmente desterrado– según el cual la novela negrocriminal es el refugio de los mediocres. No perderé mucho tiempo tratando de rebatirlo, más allá de recordar que la mediocridad siempre se ha caracterizado por una extraordinaria capacidad para refugiarse en cualquier parte, acomodarse y prosperar, ya sean las letras, la política, la universidad, los medios, las iglesias, las fuerzas armadas… Salvo en la neurocirujía y el encaje de bolillos, ¿dónde no se ha refugiado la mediocridad?

Pero no quedan ahí los tópicos, y de nuevo proliferan por doquier quienes aseguran que las novelas negrocriminales son la mejor radiografía de nuestro tiempo, y cosas así. Y bueno, nadie discute que Sciascia desveló como nadie la Italia de finales del siglo pasado, o que la Barcelona del posfranquismo no se entiende sin Vázquez Montalbán, y para qué decir nada de Hammett y Chandler. Pero de ahí a que cualquiera con habilidades para plantear un asesinato y resolverlo mal que bien pueda reivindicarse como cronista de una época, hay un paseo.

Márkaris puede presumir de una obra que explica con terrible claridad el devenir de su país

Sin creerse más que nadie, sin pretender escribir la gran novela de ninguna parte, el griego Petros Márkaris sí puede presumir de haber configurado una obra que explica con terrible claridad el devenir de su país en los últimos años. Después de consolidar la saga del policía Kostas Jaritos, embarcó a su héroe en una temeraria Tetralogía de la Crisis casi en la frontera de la crónica periodística, y logró salir airoso. Ahora regresa a las librerías españolas con una colección de relatos, una ocasión tan buena como cualquier otra para comprobar el estado de forma del autor después los citados empeños.

Las dos primeras piezas del volumen, ‘El asesinato de un inmortal’ y ‘En terrenos conocidos’, no suscitan demasiado entusiasmo, a lo sumo entretienen. Se trata de relatos que recuerdan demasiado a esos encargos para los suplementos de verano de los periódicos, a los que los escritores suelen responder reciclando cualquier material de cajón y resolviendo con oficio.

“Armenios, griegos y judíos somos los tres mosqueteros. Si uno mete la pata, lo pagan los tres»

Uno es el clásico caso, en cierto modo paródico, de poetas rivales cuya sangre acaba llegando al río; el otro, un poco más trabajado, gira en torno a un asesinato relacionado con la construcción de una mezquita en Alemania, argumento que no extrañará a quienes sepan que Márkaris nació en Estambul y ha sido traductor de algunos de los mejores escritores alemanes y austríacos.

No obstante, cuando uno empieza a temer que este libro no sea más que una recopilación de textos dispersos con vistas comerciales, de pronto nos encontramos con ‘Tres días’, que sí es un señor cuento, casi una nouvelle. Aquí sí hay una historia elaborada, personajes desarrollados a pesar de las limitaciones de espacio, hay un mundo encerrado en esas páginas: aquel  Estambul en el que convivieron, con algunas tensiones y sobresaltos que no se ocultan, turcos, griegos y otros pueblos de procedencia diversa.

Entre los momentos brillantes que aguardan al lector, dejo este comentario de uno de los personajes que me parece espléndido: “En este país los armenios, los griegos y los judíos somos los tres mosqueteros. Si uno de nosotros mete la pata, lo pagan los tres. Y cuando los turcos quieren castigar a uno, castigan a los tres…”

El cadáver y el pozo, así como Poemas y crímenes, son otras historias sobre rivalidades artísticas -en ambos casos sobre el cine, otro medio que Márkaris conoce bien- y tienen de nuevo algo de divertimento sin más, aunque contienen algún sarcasmo digno de enmarcar. Pero llega la narración que da título al volumen, al menos en la edición española, y de nuevo nos encontramos con la mejor versión del autor, un alarde de virtuosismo encerrado en unas pocas páginas.

«Soy griego de Estambul», se presenta el personaje central que lleva el nombre del más célebre héroe homérico, mientras su interlocutor masculla reflexiones como esta: «Sabía que los griegos arrastramos la maldición de todas las minorías étnicas y no somos felices en ningún sitio. En Estambul echamos la culpa a los turcos, en Grecia a los griegos, y así confirmamos el proverbio turco de los males futuros: ‘Lo que ha de venir te hará añorar lo que ya se ha ido'».

«Los griegos arrastramos la maldición de todas las minorías étnicas y no somos felices»

Identidades vulneradas, raíces entrelazadas, exilios íntimos, regresos soñados, los personajes del mejor Márkaris no se avienen a los arquetipos de buenos y malos del género negro más indolente. El autor sabe que las víctimas y los victimarios son pretextos para contar otras cosas, a veces de vibrante actualidad, a veces inesperadas lecciones de Geografía e Historia. Así, en La destrucción de Pompeya, los griegos detestan a albaneses, búlgaros y rumanos porque les disputan el trabajo, y de nada sirve al padre Ioannis argumentar que «Nuestro señor Jesucristo era un inmigrante como ellos». Aquí el extranjero, el otro, es, como en los anteriores relatos, o bien incomprensible, o bien temible, o bien el chivo expiatorio idóneo y universal. Y Grecia, la cuna de la civilización y la democracia, es esa pompeya sepultada bajo la lava de la codicia y el egoísmo.

Por último, Un atentado que llegó tarde, pieza -sin ser ni mucho menos pobre- en apariencia incoherente en el conjunto, gira en torno una conjura contra Hitler en el agónico verano de 1944. Y digo en apariencia porque ese personaje que lamenta «las condiciones de vida más insoportables cada día» y clama por «una mano fuerte que lleve el país», aunque sea la del Führer, es un espejo de esa Grecia que pasó de buscar comida en la basura a confiar su voto a Amanecer Dorado…

En resumen, este libro -originalmente titulado Trimeria, ignoro por qué- deja el listón alto pese a lo desigual del sumario, y confirma a Márkaris, ese griego de Estambul, como un narrador lleno de inteligencia, sensibilidad y compromiso.

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