Entrevista

Nazario

«Cualquier maricón de pueblo se hartaba de follar en el Rocío»

Alejandro Luque
Alejandro Luque
· 11 minutos
Nazario | Cedida por el dibujante

Sevilla | Junio 2018

Tras inaugurar sus memorias con La vida cotidiana del dibujante underground, Nazario Luque (Castilleja del Campo, Sevilla, 1944) da a la imprenta una segunda entrega, Sevilla y la casita de las pirañas (Anagrama), esta vez evocando sus años juveniles en Sevilla y Morón, sus escapadas a Torremolinos –que empezaba a ser importante centro de peregrinación gay– o a Ibiza, pero sobre todo el florecimiento de su sexualidad y su formación como artista.

El autor de obras de referencia como Anarcoma o Turandot, todavía afectado por el fallecimiento de su compañero de siempre, Alejandro, evoca con cierta nostalgia sus correrías por la capital hispalense, París o Londres, donde llegó a ser detenido una vez por practicar sexo con hombres, y reivindica su papel de pionero: “En mis viñetas retrataba todo lo que podían hacer dos hombres en la cama, algo que no se había hecho nunca en España y casi en el mundo, porque Tom de Finlandia retrataba tíos con las pollas enormes pero que no follaban. Que una revista hetero publicara mis viñetas creó una normalización: el homosexual en su pueblo leyó aquello y vio que había gente que escribía cosas así, y le dio libertad”.

La primera revelación sorprendente de su nuevo libro es que fornicó usted con un papa. En concreto, con aquel papa Clemente del Palmar de Troya. No todo el mundo puede presumir de una hazaña así…

«Al papa Clemente lo conocimos por los váteres de los bares, como un homosexual más»

Eso lo vivimos todos allí en Sevilla, donde lo conocimos por los váteres públicos y privados de los bares, como un homosexual más. Hasta que empezó a salir en la prensa hablando de aquella especie de visiones que tenía, y luego la creación de la Iglesia del Palmar… Todo eso lo seguíamos porque un amigo mío pintor mantenía también relaciones con el que sería el segundo papa después de Clemente, Manuel Alonso Corral, a quien llamábamos El Monjo. Le daban ataques de arrepentimiento por su homosexualidad y se iba a un monasterio de Ávila a apartarse de todo, pero siempre volvía. Este fue un poco el cerebro gris de aquella iglesia, ya que Clemente era un patán. Me río recordando esto porque mi amigo y yo estamos santificados.

¿Lo del clero y la abstinencia ha sido siempre una gran hipocresía?

«Cuando me libré del complejo de culpa, la religión dejó de suponer nada para mí»

No es que haya conocido a muchos más. Si tengo que pensar en la pederastia, tengo que remitirme al primer volumen de mi autobiografía, en el que hablo de los 20 años de vivencia en mi pueblo hasta que empiezo a descubrir mi vida. Ahí sí cuento que en Salesianos sí había curas que follaban con amigos míos, pero yo en el colegio no me enteraba de nada. También sé que un canónigo de la catedral follaba con [mi marido] Alejandro, cuando eran jóvenes, con 16 o 17 o 18 años. Pero no es una cosa que en mi vida sexual tenga gran importancia. Cuando me libré del complejo de culpa, la religión dejó de suponer nada para mí.

En su libro cuenta un polvo en el altar de una capilla. ¿Un rapto de transgresión?

En general soy bastante realista, si fuera fantasioso escribiría novelas. Como me encantan Sade y Bataille, no podía dejar pasar la ocasión: vivía en un pueblo apartado al lado de una capilla, mi amante de entonces vino a pasar un fin de semana conmigo, y fue una oportunidad para inventar esas parafernalias.

Cuenta también sus años en Morón, cuando era una de las mecas del flamenco. ¿Cómo fue su contacto con Diego de Morón, maestro de tantos guitarristas?

Diego era uno de los intérpretes máximos de la guitarra, equivalente a Ravi Shankar en la india o a cualquier gran instrumentista iraní. Además, era un creador, no de los que se dedican a repetir lo que hacen otros. Sonaba su guitarra diferente a todos, incluidos sus sobrinos, que tocaban muy bien pero no llegaban al alma.

Cuando habla de la soledad de Diego, no me queda claro si insinúa que fuera homosexual…

No, no, era un hombre un poco asexuado. No pasaría nada si lo fuera, Mairena era abiertamente homosexual, y eso no quita que fuera un buen cantaor y una buena persona, pero Diego no…

También conoció a Fernanda y Bernarda, otras grandes artistas. ¿Cómo era ser lesbiana en aquel mundo rural, cerrado?

«Antes de conocer a Diego de Morón odiaba el flamenco, porque lo identificaba con Valderrama»

Como ocurría con La Paquera, Fernanda y Bernarda eran superfamosas y llevaban esa conducta semioculta, aunque había voces que decían que mantenían relaciones con Fulanita o Menganita. En general no se comentaba nada de eso, todo era en voz baja. No solo en el caso de ellas, sino de cualquier lesbiana. Era algo incomprensible por parte de muchos machos, no se entendía que hubiera relaciones sin penetración por medio. Otro tipo de sexo no existía para ellos.

Morón supuso un baño de jondura. ¿Se hizo purista allí?

Que me guste María Callas y no Elisabeth Schwarzkopf no es purismo, es conocimiento. Si conoces, puedes decir “este me gusta más, este menos”. No me considero purista porque me gusten Proust o Celine. Hay montones de obras que son superfamosas y me gustan, y otras no. Que me guste Diego del Gastor, Juan Talega o Borrico, y que Menese, Curro Malena o El Lebrijano no me hicieran gracia, es una forma de ver el arte como otra cualquiera. Yo antes de conocer a Diego y a los flamencos de Morón odiaba el flamenco, porque lo identificaba con Valderrama y Antonio Molina. Me gustaban solo los fandangos, porque soy casi de Huelva, pero no lo consideraba un arte superior. Cuando me meto a fondo, veo que como cantaba Rosalía de Triana o La Piriñaca no ha salido nadie que valga la pena. ¿Dónde está el Bambino de hoy? No hay nadie ni con la garra ni con la calidad de su voz. Y no niego el valor que puedan tener Camarón u otra gente, pero no me compraría un disco suyo. No es mi música.

Leyendo sus andanzas sevillanas, se descubre que usted llevaba una doble vida, pero la ciudad en cierto modo también. ¿Había dos Sevillas, una hetero de día y otra homosexual de noche?

«Los maricas descarados acababan en cárceles de Huelva, de Badajoz. Eso genera miedo»

Bueno, eso pasa con toda la sociedad. Mira el Rocío, era un mariconeo horroroso, toda aquella gente que se hartaba de follar aprovechando las borracheras. Siempre se hablaba de La Chester, un homosexual que tenía un puesto de tabaco en La Campana, y luego en el Rocío tenía una tienda de campaña en la que había colas de tíos para follar. Y no solo la Chester, cualquier maricón de pueblo se hartaba de follar en el Rocío, se desinhibía.

¿Pero Sevilla…?

Eran los años 60, estábamos en plena Ley de Peligrosidad Social. Los maricas descarados acababan en cárceles de Huelva, de Badajoz. Eso genera tanto miedo que no vas por la calle soltando plumas como hoy. Incluso había un argot para que no se enteraran de lo que hablábamos. Había que esconderse en estudios de amigos, de artistas… Y también era de dominio público que en cines como el Coliseo o el Trajano había relaciones entre hombres en el gallinero, en los asientos y en los váteres. También en los jardines.

Estar confinados a los meaderos, ¿no era una humillación añadida?

Un váter es el mejor sitio para ver la mercancía. Si te gusta la polla de él y a él la tuya, lo normal es que se la cojas. Es una forma de tomar contacto. En el libro cuento que había muchos que no querían ir a estos sitios, como mi amigo pintor, ya que les parecía algo denigrante. Pero yo nunca lo consideré así, y es curioso, porque por otro lado nunca he estado en un cuarto oscuro, y en una sauna solo un par de veces. En aquella época me atraían los meaderos lo mismo que me encantan los mercados, allá donde iba tenía que visitarlos, echar un vistazo. Me gustaba el morbo, ver si se empalmaba alguno, o no…. A mi edad, añoro esos tiempos, más aún los jardines. Cuando alguno de mis amigos paquistaníes me cuenta que ha follado con alguien en los jardines, me da mucha envidia.

¿No era, pues, algo triste e insalubre tener que ligar allí?

«Nunca consideré una división homosexuales/heterosexuales, sino gente sexuada y asexuada»

No lo creo, no era nada sórdido. Se hacen muchas cosas que no se comprenden, como quien deja trozos de pan flotando en un meadero y luego van a recogerlo y se lo comen. Es una forma de satisfacción sexual que puede parecer aberrante, pero hay muchas formas de disfrutar. Si te limitas a lo que es moral, solo cabe liarse un hombre con una mujer, y para procrear. El sexo es algo de una amplitud inmensa. Nunca consideré una división homosexuales/heterosexuales, sino gente sexuada y asexuada, como Diego. Yo me considero sexuado e incluso adicto, y no por eso voy al psiquiatra. Estoy contentísimo con mi vida, lo he pasado muy bien, sigo pasándolo muy bien y espero seguir haciéndolo.

¿Cuánto alucinarán los chavales que hoy solo saben ligar por móvil u ordenador?

«Aunque salga un tío con una polla fenomenal, por ordenador no me hace gracia»

Me parece increíble que estén todo el día histéricos con el Wapo o el Grindr, que si Fulanito está a diez metros, que si el del piso de abajo pide guerra… Yo no tengo ni i-phone, me gusta el contacto físico descarado y eso es todo lo contrario. Aunque salga un tío con una polla fenomenal, por ordenador no me hace gracia. Tengo mis amistades, mis novios, no necesito salir a la calle a buscar nada.

Usted usa la palabra “maricón” con preferencia a “gay”. ¿No le suena ofensiva?

Si me lo llaman por la calle a gritos en plan agresivo no me gusta, claro, pero en sentido coloquial me resulta más entrañable que gay. Maricona sí es ofensivo, pero me parece un insulto sin connotación sexual, no quiere decir que el insultado sea homosexual, sino una persona no legal o algo así. No tiene nada que ver.

La última vez que hablamos usted confiaba en poder estar al margen de las polémicas nacionalistas en Barcelona. ¿Le ha sido posible mantenerse ahí?

En Barcelona últimamente casi por cojones te empujan a mantener una postura determinada. Me he intentado zafar porque soy totalmente antinacionalista. Mi vecino ve una estelada y saca la bandera española, pero nosotros la única bandera que hemos tenido en casa es la de Palestina, aunque no me considero nacionalista. Pero sí, la situación es tensa. Tengo amigos indepes y procuro no sacar el tema, porque normalmente el debate es agrio, tanto si hablas con un españolista como con un catalanista. Y siempre se acaba de mal humor, porque nadie se baja del carro.

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