semitas


Las lenguas semitas dominan el sur del Mediterráneo: desde Tánger hasta Bagdad y Addis Abeba. Guardan aún cierta similitud con los idiomas mesopotámicos de los que se derivan y que estuvieron entre los primeros en ser escritos. Se agrupan junto a las camitas (o bereberes), el copto y los idiomas cushitas en la familia afroasiática.

Hoy casi 300 millones de personas hablan un idioma semita como lengua materna y más de 20 estados utilizan alguno como lengua oficial. El grupo de las lenguas árabes, con aproximadamente 260 millones, no es sólo el más difundido sino que representa también un importante idioma de comunicación y cultura en las sociedades en las que no se utiliza como lengua materna.

Mucho menos difundido es el hebreo, que sólo se habla en Israel, aparte de ser la lengua sagrada del judaismo, junto al arameo, la lengua de la Biblia, que hoy se habla aún en diversas comunidades de Siria y Mesopotamia.

Más alejado de este grupo son las lenguas etíopes como el amhárico y el similar tigriña, difundidos en Etiopía y Eritrea. En la ciudad de Harar, en la Etiopia suroriental, se habla una variante del árabe influido por el amhárico.

También fueron lenguas semitas el fenicio, quizás el primer idioma que, gracias al comercio marítimo, vinculara todas las costas del Mediterráneo, el similar púnico, hablado en Cartago hasta la época romana, y el acadio y asirio, idiomas de las civilizaciones mesopotámicas.

Estructura

Común a todas las lenguas semitas es su estructura basada en la raíz consonántica de la palabra, en la que poco importan las vocales. Las raíces suelen componerse de tres —raramente dos— consonantes, cuya combinación se asocia a un campo semántico concreto. La introducción de las vocales entre los consonantes y la adición de prefijos y sufijos permiten formar verbos, nombres, plurales, adjetivos… Así, si la raíz árabe KTB transmite la idea de la escritura, KaTaBa significa escribir, KáTaBa corresponder, KáTiB es el escritor, KiTaB e l libro, KuTuBí el librero, maKTaB la oficina y maKTuB el destino (lo que está escrito).

Las derivaciones en hebreo son ligeramente distintas, pero se basan sobre el mismo de concepto de combinar los letras radicales con las vocales y algunas consonantes auxiliares que amplían el significado.

Hoy se utilizan cinco alfabetos para escribir los diferentes idiomas semitas: el árabe y el hebreo para los idiomas homónimos, el siriaco para el arameo, el geez para el amhárico y tigriña, y el latino para el árabe de Malta.