Ramadán


'Iftar' de protesta en Estambul, 2013 | © I.U.T. / M'Sur
‘Iftar’ de protesta en Estambul, 2013 | © I.U.T. / M’Sur

El ayuno de ramadán es uno de los cinco pilares de la fe islámica. Durante los 29 ó 30 días que dura este mes lunar, el noveno del calendario lunar islámico, se prohíbe ingerir cualquier tipo de comida entre el amanecer y el anochecer.  Tampoco se puede beber, ni fumar ni se pueden mantener relaciones sexuales mientras dure la luz diurna. Los más devotos evitan incluso oler aromas o escuchar música.

Dado que el año lunar islámico es 11 días más corto que el año solar, el ramadán se desplaza a través de las estaciones. Se celebra cada día 11 días antes, cumpliendo un ciclo entero en 33 años. En la década 2010-2020 caía en verano, acercándose gradualmente a la primavera.

Los niños hasta los 12 ó 13 años, los enfermos y las madres lactantes no necesitan observar el ayuno; además, las mujeres no pueden ayunar mientras tengan la regla pero —al menos en teoría— deben recuperar esos días posteriormente. Según la teología clásica, también los viajeros pueden aplazar el ayuno a otro mes, aunque esta costumbre ha caído en desuso y en la mayor parte del mundo musulmán, viajar no se considera hoy excusa para no cumplir el ramadán.

En el momento de la puesta del sol se rompe el ayuno, preferiblemente en compañía. Esta cena ritual, que tiene ecos del ágape cristiano, se conoce como iftar.  Puede ser breve, pero también puede ser el inicio de un largo banquete. En países con políticas islamistas, como Turquía, las autoridades disponen mesas públicas con comida gratuita para garantizar que nadie tenga que renunciar a esa cena por falta de medios: no romper el ayuno en el momento correcto es tan grave como romperlo en el momento inadecuado.

El desayuno —en realidad, la última comida de la noche— debe tener lugar antes del alba, concretamente «antes de que se pueda distinguir un hilo blanco de uno negro». Dado que las vigilias producen somnolencia, muchas oficinas y fábricas imponen un horario reducido durante este mes, en general improductivo, sobre todo si cae en verano, cuando las largas horas de sol ponen la voluntad a una dura prueba.

En algunas regiones, como en Marruecos, el ramadán es el único mes durante el que es habitual acudir a la mezquita y escuchar prédicas religiosas; además es tradición realizar reuniones familiares y convertir las noches en fiestas culinarias. Esta costumbre suele producir un encarecimiento general de la cesta de la compra durante este mes e incluso impulsa a las familias a endeudarse para poder exhibir cenas opulentas durante las visitas de parientes y vecinos.

Por otra parte se considera que el ramadán, en general, es un «mes sagrado» durante el que de los creyentes se deben abstener —también durante la noche— de los pecados que cometen durante el resto del año. Así, en gran parte del mundo musulmán, y especialmente en Marruecos, se considera estrictamente prohibido consumir alcohol durante este mes, mientras que en los demás 11 meses, esta prohibición, teóricamente válida para todo el año, apenas se tiene en cuenta. Por el mismo motivo, muchos practicantes se abstienen en ramadán de las relaciones sexuales no sancionadas por el matrimonio.

El origen del ramadán
Luna | | © I.U.T. / M'Sur
Luna | | © I.U.T. / M’Sur

El año lunar consiste de 12 ciclos lunares que se inician en cuanto se distinga la luna nueva en el horizonte. Suma 354 días, 11 menos que el año solar. Como consecuencia, las fechas del calendario se desplazan a través de las estaciones: cada año tienen lugar once días antes que en el anterior. Antes de Mahoma, este calendario lunar árabe disponía de un año ‘bisiesto’ en el que se intercalaba cada tres años un mes corrector para compensar esta deriva y devolver los meses a las estaciones que les correspondían.

Hay motivos para suponer que el primer mes de este año lunisolar, el muharram, correspondía a enero en los calendarios solares, ya que sólo así los dos meses Rabi’ I y Rabi’ II, cuyos nombres significan «primavera», coinciden con marzo y abril.

El ramadán, noveno mes, caía entonces siempre en septiembre, es decir en la época de mayor escasez de agua, dado que las reservas se habrían gastado y aún se esperaban las lluvias de otoño. El cuerpo responde al calor mediante el sudor, que refresca la piel al evaporarse, pero solo puede hacerlo cuando dispone de agua. Beber agua durante un día de calor ayuda a regular la temperatura del cuerpo, pero no lo hidrata. Durante una gran escasez de agua, es mejor beber solo por la noche, para evitar el sudor y mantener el agua en el cuerpo. Es probable que el ramadán, al reducir al mínimo todas las actividades diurnas, ayudara a mantener el gasto de agua lo más bajo posible.

Mahoma no solo ordenó, según la tradición islámica, la continuación de las normas de ayuno, dándoles un aspecto religioso [Corán, 2,182-185] sino que además eliminó expresamente el mencionado mes corrector del calendario [Corán, Sura 9,37]. Desde entonces el ramadán se desplaza a través de las estaciones, convertido en un acto puramente religioso sin relación con la situación local climática o económica. [/box]