Corán


Corán (suras 1 y 2) | © I. U. T./M’Sur

El Corán es las pieza central del islam. Se considera un libro eterno y divino, que existe desde el inicio de los tiempos, aunque no fue revelado por Dios hasta la aparición de Mahoma. El mérito del profeta se limita a ser quien transmitió el Corán a la humanidad. Desde entonces, para todo musulmán devoto, este libro no sólo es el guía hacia el paraíso sino también el juez supremo en todas las circunstancias de la vida y base para numerosas leyes.

El libro está compuesto por 114 suras (o azoras), ordenadas de más largas a más cortas. Todas ellas se dividen en versículos (o aleyas), a veces rimados. Aunque el lenguaje es frecuentemente lírico y posee una gran fuerza expresiva, no se trata de poesía, al menos no según las normas poéticas árabes, que prevén ritmos exactos de sílabas tónicas y átonas, condición que no cumple el Corán.

La lectura del Corán en árabe puede impactar por la fuerza de las imágenes y la cadencia de sus palabras: impresionan incluso cuando no se entienden. La recitación es todo un arte que se aprende durante largos años; saber todo el Corán de memoria es un gran mérito para un musulmán devoto, que así se convierte en háfiz (conservador del texto). La recitación de partes del libro es un rito habitual durante las fiestas religiosas.

La omnipresencia de Dios es uno de los hilos centrales de todas las azoras del Corán. Gran parte de los versos se centran en la afirmación de que Dios ayuda a los creyentes y les hará vencer a sus adversarios, anima a hacer el bien y amenaza con los castigos del infierno a quienes cometan pecados o quienes se nieguen a reconocer a Dios.

Junto a estos párrafos de carácter moral se encuentran otros que relatan sucesos de la vida de Abraham y sus hijos, Noé, Jonás, Moisés, Salomón o David y otros personajes conocidos de la historia hebrea, aunque las versiones del Corán no siempre coinciden con los del Antiguo Testamento.

También Jesucristo, conocido como ‘Isa ben Miriam’ (Jesús hijo de María) tiene una amplia presencia en el Corán. Se le destaca como el último profeta antes de Mahoma y el más importante de todos; la virginidad de María se reconoce, pero se niega expresamente que Jesús pueda ser hijo de Dios.

También hay tramos que narran sucesos míticos y prehistóricos, ya sea la edificación de la torre de Babel o los hechos de reyes enigmáticos que a veces se identifican con Alejandro Magno. Finalmente hay versos que recuerdan una catástrofe remota que destruyó una civilización impresionante, la de los Ad y los Tamuda (pueblos míticos a veces asociados a la Atlántida) como castigo divino a la soberbia de sus habitantes.

Interpretación

Las suras del Corán reveladas durante la estancia de Mahoma en La Meca tienen un carácter narrativo o espiritual, se hace más hincapié en la clemencia de Dios y se asegura su perdón. En la fase más tardía, conocida como medinense, las visiones de Mahoma se convierten en una especie de código legislativo, aparentemente a menudo relacionados con hechos puntuales de la vida del profeta: ahora se fijan normas detalladas para herencia, matrimonio y divorcio y otras funciones sociales, se prohibe el vino y la carne de cerdo. Las amenazas de castigo contra los pecadores y las proclamas de lucha contra los ‘enemigos de la fe’ se hacen más frecuentes.

En algunos casos, los versos de ésta fase contradicen los de la primera, mucho más tolerante y abierta. En este caso se considera tradicionalmente que los versos de revelación más tardía anulan a los anteriores. Una nueva corriente interpretativa plantea lo contrario: asegura que los versos revelados en La Meca contienen la esencia del islam mientras que los de Medina serían más bien ordenamientos temporales para la sociedad árabe del siglo VII, hoy obsoletos. Abogan por recuperar el espíritu que inspiró al profeta en su primera época y orientarse en esta visión más tolerante, sin mantener las leyes codificadas después.

La interpretación exacta de los versos del Corán es una ciencia en sí. Muchas palabras de oscuro significado, un estilo telegráfico y con gran probabilidad errores de lectura o anotación hoy irreconocibles han convertido la exégesis del Coran en la disciplina teológica básica en las universidades islámicas.

Es una ciencia que va más allá de la disputa teológica y tiene a menudo una influencia directa en las leyes de un país. En la mayoría de los estados, el debate se limita oficialmente a dilucidar las interpretaciones de los exégetas clásicos, mientras que se pone freno a otra disciplina histórica, el llamado ‘iytihad‘ (esfuerzo). Ésta se dedica a la lectura del Corán a la luz de las condiciones de cada época y sociedad y establece nuevas interpretaciones no necesariamente acordes al consenso tradicional.

Los centros teológicos suníes más importantes vetan el iytihad y consideran que toda jurisprudencia debe basarse en el ‘taqlid’ (tradición), es decir las interpretaciones ofrecidas por los comentaristas clásicos, normalmente anteriores al siglo XI d.C.

¿Qué dice realmente el Corán?

El ejemplo de la poligamia muestra cómo se puede derivar del Corán una norma y la contraria. Durante siglos se ha considerado que el Corán permite al hombre tomar hasta cuatro esposas, siempre y cuando es capaz de ofrecer a todas ellas las mismas condiciones materiales y emocionales: «Toma una esposa o dos o tres o cuatro» [Sura 4,3; Las Mujeres]. Pero el versículo no termina ahí. Continúa: «…pero si temes que no puedes ser justo con ellas, pues sólo una (…); es más probable que no cometas injusticias». El verso 129 de la misma sura advierte que «no serás nunca capaz de ser justo con las mujeres, ni aunque lo desees». En consecuencia, argumentan muchas feministas musulmanas, la poligamia debe ser abolida y la actitud del profeta Mahoma, casado con varias mujeres, no debe considerarse un modelo para el hombre corriente.

Un caso similar se da en la prohibición del alcohol. El Corán hace cuatro veces referencia al vino: una vez subraya que Dios ofrece a los creyentes “la fruta de la palmera y de la viña, buen alimento y embriagadora bebida”[16,69]; otro verso prohíbe rezar en estado de ebriedad (de lo que se deduce que ésta en sí es admisible) [4,46], otro afirma que “en el vino hay gran utilidad y gran pecado, pero es mayor el pecado que la utilidad” [2,216] y sólo un versículo establece que “el vino es obra de Satán” [5,29]. Dado que éste parece ser el más tardíamente revelado, se considera que anula los anteriores.