Reportaje

La larga huida de Berlusconi

Ángel Villarino
Ángel Villarino
· 12 minutos

 

Silvio Berlusconi (Roma, 2008) |  ©  Fabio Cimaglia/ Comisión Europea
Silvio Berlusconi (Roma, 2008) | © Fabio Cimaglia/ Comisión Europea

«Ustedes no están juzgando a un ciudadano, están juzgando a un hombre que ha sido ungido por el voto de la mayoría de los italianos y están paralizando la vida política del país».

Durante cinco largos años, Silvio Berlusconi utilizó este argumento para frenar a jueces y opositores, para eludir tribunales, para comparecer con semanas de retraso, abandonar el banquillo aludiendo asuntos de Estado, legislar a favor de sus intereses personales, hacer prescribir condenas….

Más allá de sus televisiones y empresas, el mayor conflicto de intereses del Gobierno de Berlusconi ha sido entre política y justicia. Con la derrota en las urnas y la investidura del nuevo gabinete de Romano Prodi, debería abrirse una nueva estación para ‘Il Cavaliere’.

Sin embargo, y en contra de lo que muchos esperan, no parece posible que Berlusconi sufra una etapa de persecución o un ajuste de cuentas.

En primer lugar, falta voluntad política por parte del nuevo Gobierno. En más de una ocasión, los colaboradores de Prodi han comentado que al ‘Professore’ no le faltan ganas, pero que no puede sacrificar la estabilidad del país por ello.

El partido del ex primer ministro, Forza Italia, ha sido el más votado en las elecciones, consiguiendo en torno a un 24% de los votos en ambas cámaras. Berlusconi será el jefe de la oposición. Con este peso político, avalado por un consenso popular de tales dimensiones y unido al reducido margen de escaños en el Senado, el Gobierno de Prodi no puede permitirse un ataque frontal.

En su película sobre Berlusconi (‘Il Caimano’), Nanni Moretti predice el inicio de una revuelta social el día que un tribunal lo mande a la cárcel. A la luz de lo sucedido durante la campaña electoral, no puede considerarse un final disparatado.

Berlusconi ha sido condenado varias veces, pero nunca tuvo que ingresar en la cárcel

Ante este panorama resulta más que probable que el expediente judicial de ‘Il Cavaliere’ se archive inmaculado. La intrincada telaraña de procesos que ha vivido a lo largo de su carrera política y empresarial —sólo comparable a su red de empresas y relaciones políticas— no ha conseguido atraparlo: fue absuelto de varios procesos, condenado a años de prisión en otros, pero nunca tuvo que ingresar en la cárcel: bien porque un tribunal de apelación le absolviera o porque una nueva ley, aprobada muy oportunamente por su mayoría en el Parlamento, despenalizara las actividades por los que había sido condenado o porque los delitos prescribieran antes de que se pronunciara la sentencia definitiva.

Hoy sólo penden sobre Berlusconi dos procesos: el ‘caso Telecinco’ y el ‘caso Mills’. El primero, aplazado en España en 2002 para no interferir en la vida política italiana, podría volver a la palestra con la derrota electoral. El juez Baltasar Garzón acusó a Berlusconi de un millonario fraude fiscal y de falsear documentos mercantiles en la gestión de la cadena de televisión controlada por Mediaset.

El ‘caso Mills’ saltó en medio de la campaña electoral, desatando la ira de ‘Il Cavaliere’, que reaccionó descargando insultos contra las «togas rojas». La Fiscalía de Milán solicitó el procesamiento por corrupción judicial de Berlusconi y del abogado David Mills (marido de la ministra británica de Cultura Tessa Jowell).

600.000 dólares por un testimonio falso

Según los fiscales, David Mills habría recibido 600.000 dólares de las arcas de la empresa de Berlusconi a cambio de prestar falso testimonio en dos procesos en los que estaba involucrado el primer ministro italiano: el juicio por el pago de sobornos a la Guardia de Finanzas y el llamado ‘caso All Iberian’, proceso en el que Silvio Berlusconi y varios ex directivos de su compañía fueron acusados (y absueltos después de un oportuno cambio de la legislación) de haber falsificado balances contables a fin de desviar dinero hacia la financiación ilegal de partidos a cambio de favores políticos.

El propio Mills, en una declaración en julio de 2004 ante la Justicia italiana, reconoció haber prestado falso testimonio en esos dos procesos, convencido probablemente de que ese delito ya había prescrito. Y así era. Pero con lo que no contaba era con que podía ser acusado de otro delito: el de corrupción en acto judicial. Así que cuando fue llamado a declarar por ese nuevo delito en noviembre de 2004, se desdijo de su testimonio anterior. Aún así, es poco probable que este proceso lleve hacia la celda a Berlusconi.

Donde el desalojo de ‘Il Cavaliere’ del poder sí podría producir novedades es en la marcha de sus empresas. Dos días después de las elecciones, las acciones de Mediaset, el holding de televisiones, perdieron dos puntos en Bolsa. Con la disminución de la influencia política (que pese a todo permanece potente) Berlusconi podría perder ventajas en el mundo audiovisual y en el resto de sectores donde actúan sus empresas.

Prodi se ha mostrado algo más combativo en el terreno empresarial que en el jurídico, asegurando que «aplicará con rigor las leyes sobre la libre competencia», un propósito que figura incluso por escrito en el programa de La Unión, la coalición que ganó las elecciones. También Bertinotti, hoy presidente del Congreso, dejó dicho en una entrevista televisiva que habrá que «redimensionar Mediaset».

Miedo a arruinar a Berlusconi

Pero la izquierda tiene miedo a emprender una medida que deje un saldo negativo. Las empresas de Berlusconi conforman la tercera fuente de empleo del país, tras la administración pública y la industria metalúrgica. Constituyen, además, uno de los pocos grupos empresariales que mantienen el paso en el mercado exterior. Son empresas que en estos tiempos de crisis obtienen buenos resultados en las campañas en el extranjero. Arruinar a ‘Il Cavaliere’ significa también acabar con todo esto.

Incluso en los diarios de partidos de la extrema izquierda ha remitido el acoso contra ‘Il Cavaliere’. Las denuncias sobre sus presuntas relaciones con la mafia o sus negocios sucios han dejado de ocupar portadas. Ya sólo queda una decena de ‘condottieri’ solitarios, casi todos desplazados de los círculos de poder por alguna ‘razzia’ de Berlusconi.

Massimo D’Alema, ex primer ministro, resumió las razones por las que la izquierda no se lanzó a fondo en su momento para investigar al empresario-diputado y apartarle de su carrera política antes de que alcanzara el cargo máximo: «Berlusconi fue votado por más de la mitad de los italianos. Es una señal de que el conflicto de intereses no le importa a nadie y nosotros no podíamos ponernos en contra de la mitad del país», explicó.

Cuestión de tribunales

«Las cuentas con Berlusconi tendrán que hacerlas los tribunales, no es una misión de la política», confirmó también el líder de Refundación Comunista, Fausto Bertinotti, en una entrevista con La Clave. En definitiva, casi todos prefirieron hacer caso al difunto intelectual Indro Montanelli cuando dijo que «Italia necesita un Gobierno de Berlusconi para vacunarse contra Berlusconi». Lo que no está claro es que la receta haya funcionado.

Los procesos

Acusado de implicación en tráfico de drogas. Archivado en 1991.
Culpable de jurar en falso sobre su pertenencia a la masonería. El delito había prescrito.
Condenado a dos años y 9 meses de prisión por corromper a inspectores fiscales que investigaban sus empresas. Absuelto en la apelación por «pruebas insuficientes» gracias a nuevas leyes recién aprobadas por su Gobierno. Varios colaboradores fueron encarcelados.
Condenado a 2 años y 4 meses de prisión por financiación ilícita del Partido Socialista de Bettino Craxi. El cargo prescribió por la prolongación del juicio de apelación.
Absuelto de la falsificación de balances en el caso All Iberian gracias a una nueva ley.
Condenado a un año y 4 meses de cárcel por falsificar los balances de la productora Medusa. Absuelto por insuficiencia de pruebas en juicio de apelación.
Procesado por irregularidades en la compra de terrenos en Macherio (Milán). Absuelto en primer grado de varios de los cargos. El resto prescribió.
Absuelto «con dudas» de irregularidades en la adquisición de la editorial Mondadori. La Apelación concedió atenuantes y logró que el delito prescribiese.
Acusado de corrupción de jueces. El delito prescribió gracias a varias reformas legales.
Acusado de haber comprado con dinero negro al jugador Gianfranco Lentini para el Milán. Archivado por una nueva ley que despenalizó la falsificación de balances.
Archivado un proceso por colaboración con la Cosa Nostra.
Archivado un proceso por blanqueo de dinero.
Procesado en España por la evasión fiscal en Tele 5. Pendiente.
Procesado por corrupción judicial en el ‘caso Mills’. Pendiente. 

Aún queda mucho por investigar. «Esas cuentas es probable que sólo las haga la historia», dice el director del Diario della SettimanaEnrico Deaglio, uno de los ‘condottieri’ que siguen en la cruzada. Queda por descubrir, por ejemplo, de dónde sacó el dinero para levantar su imperio o desde dónde llovieron las liras en 1994, cuando fundó faraónicamente Forza Italia a pesar de que las cuentas de sus empresas estaban en números rojos.

Marco Travaglio documentó la pregunta en un libro de investigación de casi 400 páginas llamado ‘El olor del dinero’, pero sin encontrar respuestas. ‘Il Cavaliere’ le puso una demanda. Hace un par de semanas los tribunales absolvieron al periodista, admitiendo que el origen de la fortuna de Berlusconi sigue siendo un misterio.

Otra pregunta, que podría ser matriz de futuros procesos, la han estado aireando cabeceras tan conservadoras como la londinense The Economist. ¿Cómo es posible que las empresas de Berlusconi triplicasen sus dividendos y su fortuna personal se convirtiese en una de las más abultadas del mundo (más de 10.000 millones de euros) en estos cinco años de gobierno, cuando ha sido un periodo de crisis para la economía italiana, en el que la casi todas las grandes compañías sufrieron pérdidas?

La cuestión no ha recibido respuesta alguna, aunque los indicios son muchos y preocupantes. La transfusión de publicidad de los canales públicos a los de su propiedad o el rastro de las leyes ‘ad personam’ para proteger y blindar sus intereses son dos pistas.

Aquellos (pocos) analistas que en Italia han afrontado la cuestión del futuro de Berlusconi subrayan un último dato: la edad. ‘Il Cavaliere’ tiene 69 años y dentro de poco gozará de una inmunidad definitiva frente a la cárcel. Como el jefe histórico de Cosa Nostra, Bernardo Provenzano, Berlusconi siempre ha conseguido escapar en el último momento. La habilidad le viene de lejos: cuentan los cronistas oficiales que sus profesores estuvieron a punto de pillarle cuando vendía sus apuntes al mejor postor en un colegio de Milán.

La huida de Provenzano terminó el 11 de abril pasado cuando se le pusieron las esposas en Corleone. Sólo el tiempo dirá si Berlusconi lo logrará superar.

El caso Telecinco

Fraude fiscal y falsedad de documentos mercantiles en la gestión de la cadena Telecinco 

Baltasar Garzón (2010) |  ©  Ilya U. Topper
Baltasar Garzón (2010) | © Ilya U. Topper

Un proceso como otros muchos que Silvio Berlusconi tenía pendientes en Italia, pero con una diferencia: imputado en 1998 por el juez español Baltasar Garzón, ninguna mayoría parlamentaria podrá amoldar la ley para hacer prescribir o despenalizar los delitos. A Berlusconi le salvó, temporalmente, la inmunidad parlamentaria. Así lo decidió en octubre de 2003 el Tribunal Constitucional, que acordó ‘suspender’ la causa mientras el acusado ocupara el cargo de primer ministro de Italia, una medida que se hacía extensible a la mano derecha de Berlusconi, Marcello dell’Utri. La victoria en las elecciones italianas de 2000 fue un salvavidas para Silvio Berlusconi, que ya declaró durante cuatro horas ante Garzón en 1998: su calidad de eurodiputado no le protegía.

Una vez desalojado el famoso acusado de su cargo público, la Audiencia Nacional puede continuar con las diligencias que implican, además, a otros ocho imputados, entre ellos españoles como el financiero Javier de la Rosa o Miguel Durán, ex director general de la ONCE, que se sentará en el banquillo en junio. La Fiscalía pide 14 años de cárcel para Durán y 5 para De la Rosa.

La imputación no impidió a Berlusconi seguir en el negocio: en diciembre de 2002, el grupo Mediaset, en manos del ahora ya ex primer ministro, tomó el control de Telecinco comprando el 12% del Grupo Correo y se convirtió en accionista mayoritario —con el 52%— de la cadena de televisión española.


Publicado en: La Clave Nº 264 · 5 May 2006