Reportaje

Prodi obliga a pasar por caja

Ángel Villarino
Ángel Villarino
· 7 minutos
Mercado en Sicilia |  ©  Darío Menor
Mercado en Sicilia | © Darío Menor

Con la llegada de Romano Prodi al Gobierno, miles de italianos han visto cómo sus pesadillas se hacen realidad. El primer ministro está cumpliendo a rajatabla al menos uno de los capítulos de su programa de gobierno: la lucha descarnada contra la evasión fiscal.

Durante el último semestre, las entradas tributarias han aumentado en un 12,3% con respecto al año pasado, lo que ha incrementado la recaudación en 179.000 millones de euros. Los  analistas creen que la campaña electoral de la izquierda, acompañada por la certeza de su victoria, animó a los italianos a ser más honestos con Hacienda.

Las primeras medidas de choque de Prodi han dado la razón a quienes pusieron sus barbas a remojo. Al mandatario no le ha temblado el pulso a la hora de hacer pasar por caja a los italianos.  Es así como más de un 90% de las personas y empresas revisadas han sido sancionadas por no pagar sus tasas.

«No era difícil darse cuenta de que algo fallaba cuando los propietarios de restaurantes de moda declaraban unas ganancias similares a las de un albañil», aseguran fuentes del Ministerio de Economía. Si las primeras cifras de recaudación del Gobierno de Prodi son tan abultadas, explican, no es porque se estén aplicando medidas especiales para descubrir a quienes no cumplían sus deberes, sino porque bastaba con utilizar los mecanismos necesarios para solucionar los efectos de los cinco años de la ‘era berlusconiana’.

«Algo falla cuando los propietarios de restaurantes de moda declaran ganancias similares a los de un albañil»

«La evasión de impuestos es una plaga italiana, pero en tiempos de Berlusconi alcanzó cuotas inimaginables», explica la economista romana Carla Alimandi a La Clave. Según sus datos, el famoso 25% de economía sumergida que los manuales de economía suelen atribuir a Italia fue altamente superado durante el quinquenio de ‘Il Cavaliere’.

Antes no se pagaba

En diferentes ocasiones, el propio Berlusconi animó públicamente a los ciudadanos a no pagar los impuestos, asegurando que la presión fiscal era excesiva. Muchos de los beneficiados reconocen hoy las ventajas del pasado reciente. «No es que Berlusconi nos bajara los impuestos, es que directamente no los pagábamos», asegura con media sonrisa el propietario de un conocido restaurante de la capital.

El aumento de los ingresos fiscales es tan evidente que ha movilizado al resto de las fuerzas políticas. La oposición de derecha, encabezada por Berlusconi, intenta apuntarse el tanto, asegurando que los nuevos datos son frutos de la «tendencia que comenzó a despegar en la legislatura anterior».

Los socios más izquierdistas del Gobierno italiano han exigido que se cancele el programa de recortes sociales que anunció el ministro de Economía, Tommaso Padoa-Schioppa. Desde Refundación Comunista y Los Verdes, así como en ciertos sectores de Demócratas de Izquierdas, se argumenta que con los ingresos extras obtenidos de la lucha contra la evasión fiscal se puede mantener el gasto público, o incluso incrementarlo, frenando también los efectos de la legislación liberal.

El sector público registró un promedio de tres huelgas por día en 2006, lo que evidencia el malestar del funcionariado, acosado por los sucesivos recortes del gasto público de los últimos siete años, los mayores de la Unión Europea. Los ejemplos son innumerables: hay escándalos en los hospitales porque los usuarios —por ejemplo— no pueden hacerse radiografías; mientras, los trabajadores sanitarios conviven con cañerías rotas y carecen de sistemas informáticos para las consultas.

No puede sorprender: el presupuesto para 2007 del ministro de Finanzas, Tommaso Padoa-Schioppa, prevé recortes de 30.000 millones de euros, la mayor parte en reducción de gastos públicos; aunque también se prevé aumentar los ingresos fiscales en 15.000 millones de euros.

Padoa-Schioppa no tiene elección: la Comisión Europea le ha recordado, en tono de advertencia, al Gobierno italiano que durante 2007 deberá hacer esfuerzos extraordinarios para reducir su elevada deuda pública —el 107% del Producto Interior Bruto del país— y, sobre todo, mejorar el control de gastos en el ámbito sanitario.

El actual programa económico pasa por aplicar las medidas ‘liberales’ que durante años anunció el Gobierno precedente. En un mercado tradicionalmente proteccionista como el italiano, los analistas económicos quedaron sorprendidos ante la falta de preocupación del Ejecutivo tras el anuncio de la posible fusión entre San Paolo IMI y Banca Intesa, dos de los mayores bancos italianos. Se trata de la punta del iceberg de la nueva mentalidad que reina en la política económica. Empezando por el nuevo presidente del Banco de Italia, Mario Draghi, pasando por el ministro de Actividades Productivas, Pierluigi Versan, y acabando por el titular de Economía, las nuevas caras de la gestión económica italiana parecen decididas a emprender las reformas liberales tan anunciadas en décadas anteriores.

En algunas regiones del sur, el fraude implica incluso a las instituciones públicas

Aunque la mayor parte de los economistas liberales consideran que habría que intensificar mucho más el ritmo, casi todos reconocen que sí se está produciendo un sustancial cambio con respecto al Ejecutivo anterior.

La «regeneración económica» que Prodi prometió a sus votantes incluye no sólo un paquete de reformas fiscales y una nueva mentalidad, sino que también pretende acabar con algunos de los privilegios históricos de varios sectores de la economía italiana, sobreprotegidos durante décadas y viciados por la falta de competencia.

El caso paradigmático es el de los taxistas. Estudios recientes muestran que el sueldo medio (declarado) de un taxista está por encima del de muchos médicos. Sus tarifas se cuentan entre las más altas de Europa y su escasez es antológica. Llamar un taxi puede convertirse en una verdadera odisea en Roma y Milán. Pierre Luigi Bersani, ministro de Desarrollo Económico, ha propuesto aumentar el número de licencias, efectuar un control más efectivo sobre los impuestos que pagan y evitar los frecuentes abusos con turistas y despistados.

El sueldo medio de un taxista supera al de muchos médicos

Algo parecido se procura con notarios, banqueros y farmacias, entre otros sectores, que en la Italia de los privilegios tienen atada de manos a la competencia. A pesar de la violencia de las manifestaciones y de los cambios del borrador final, el ‘decreto Bersani’ está saliendo adelante. Pero miles de ciudadanos siguen defraudando a Hacienda sistemáticamente. En algunas regiones del sur, el fraude implica incluso a las instituciones públicas: hasta la cafetería de las excavaciones de Pompeya se niega a extender facturas al cliente.

Para cumplir su promesa electoral de reducir la evasión fiscal en más de un 40%, Prodi ha decidido poner en práctica nuevos sistemas a la hora de declarar. Obligará a muchos profesionales a cobrar mediante transferencias bancarias, cheques o tarjeta de crédito, evitando el pago en efectivo, mucho más fácil de falsear. Ha dejado claro que hacer que todos paguen los impuestos es un primer paso para reequilibrar el balance del Estado y saldar parte de la deuda pública (que actualmente supera el 100% del PIB). El segundo paso es reducir los gastos públicos y hacer ‘adelgazar’ la pesada y masificada burocracia italiana. Sólo una vez que esto se lleve a cabo, asegura el primer ministro, será posible volver a elevar el gasto, e incluso bajar los impuestos.