Crítica

El intenso diálogo con la amada

Carmen Rengel
Carmen Rengel
· 3 minutos

Mahmud Darwish
El lecho de una extraña darwish_lecho

Género: Poesía
Editorial: Hiperión
Páginas: 157
ISBN: 9788475178288

Precio: 15 €
Año: 2005 (1998 en España)
Idioma original: árabe
Título original: Sarir al ghariba
Traducción: María Luisa Prieto

Poco tiene que ver esta obra con la poesía dura, combativa, política, habitual en el maestro palestino Mahmud Darwish. Es como una parada en su camino, en su batalla por la dignidad de su pueblo. Esa es la lectura inicial que puede hacerse de este compendio de poemas de amor.

Pero la apariencia engaña. Detrás de la sensualidad exuberante, del calor de la ternura hecha verso, late su pelea vital. Porque también desde el amor se combate, porque el amor es parte del derecho a la normalidad que, afirma el prólogo, el autor ansía para los territorios ocupados. El amor visto como arma para sobrevivir, los espacios del amor reflejados como campo de batalla para la vida y para el éxtasis.

Darwish repite en ésta las claves de su obra poética: ansia de vida, celebración del amor, encendida defensa de los sentidos y el deleite, ejes transversales en la mayor parte de la poesía árabe. Las alusiones a las aves, el cielo, las flores, los ríos y desiertos de Palestina, son constantes y magistralmente enlazadas para reflejar en un único verso el espacio interior de los amantes y el exterior, esa tierra dolorida en la que habitan y que determina su forma de querer y su entrega sin límites. Porque universales son sus sentimientos, pero su lucha es precisa y clara.

Las sinestesias, las alegorías, plagan sus versos, que en no pocas ocasiones guardan numerosos paralelismos con el Cantar de los cantares, pura entrega a la amada.

Darwish repite las claves de su obra poética: ansia de vida, celebración del amor…

Esos poemas laudatorios se entremezclan con otros de incurable desasosiego, el que genera el misterio que, dice Darwish, rodea a la mujer. La preocupación por el sentir de la amada, por las razones de sus actos y por sus actos mismos, es una de las constantes de la obra. La pasión a flor de piel esconde un millón de incógnitas que, reconoce, para siempre quedarán sin aclarar. Ahí radica el encanto y de ahí nacen algunos de los diálogos más intensos con la amada.

El futuro, la alianza y el compromiso basados en la comunión y el deseo jalonan también El lecho de una extraña pero cuando más conmueve el autor es cuando se debate entre la unión de los cuerpos, las almas y los caminos, y la necesaria dualidad que han de conservar los amantes. La eterna disyuntiva entre la independencia y las ataduras del amor. El palestino, queda claro, se inclina por el íntimo gozo de compartir aún a sabiendas de la pérdida que acarrea. Da mucho frío ser libre y es preferible encontrar un lecho cálido donde cobijarse.

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