Entrevista

Zoubeir Ben Bouchta

«El teatro es un árbol que sólo florece en los campos de la democracia»

Ilya U. Topper
Ilya U. Topper
· 9 minutos
Zoubeir Ben Bouchta | © Karima Imerhrane
Zoubeir Ben Bouchta | © Karima Imerhrane

Sevilla | Abril 2010 | Con Mar Barbero

Es uno de los dramaturgos más conocidos de Marruecos: Zoubeir Ben Bouchta (Tánger, 1964) ha publicado siete dramas, algunos de ellos traducidos al castellano y al inglés. Sus obras se representan con frecuencia en Tánger, Rabat y Casablanca, alguna ha sido llevada hasta Nueva York, otra a la televisión marroquí.

En 1993, Ben Bouchta recibió el premio Autor Joven de la Asociación de Escritores Marroquíes por la obra El pulpo, escrito en árabe clásico, y en 2004, el Festival Nacional del Teatro premió su texto Lala Yamila, escrito en magrebí. Más tarde llegaron An-nar al-hamrá (El fuego rojo, 2006) y Aqdam baidá (Pies blancos, 2008), ese último un diálogo entre un francés de origen magrebí que acaba recalando sin querer en el puerto de Tánger y un marroquí que llegó a este lugar esperando la ocasión de partir hacia Europa…

Recientemente, el Ministerio de Cultura marroquí editó sus tres textos más conocidos, Lala YamilaYa Mouya Ghanní (Cántame, ola) y Zanqa Shakespeare (Calle Shakespeare) reunidos en la trilogía Hotel Tánger. Permanece inédito ―aunque sí se está representando en algunos teatros― su última obra, Tingitanus, que recurre a la mitología griega y figuras como Hércules, Anteo o Deyanira y del que M’Sur ha publicado un fragmento.

Es difícil meterse en una categoría pero ¿usted considera que escribe teatro social? 

«Mi teatro tiene un compromiso humano: intenta denunciar la estupidez del pensamiento único»

Para mí, el teatro es un compromiso humano y cívico. Sin este compromiso, que nace de la pasión de expresarse no se puede crear un teatro digno de este nombre. Mi teatro tiene un compromiso humano que intenta denunciar la estupidez del pensamiento único.

¿Cómo es el panorama actual del teatro marroquí?

En este momento se está desarrollando una visión teatral muy moderna. Con la nueva generación teatral, las artes se mezclan para crear un teatro que quiere diferenciarse del que fundaron los líderes… Las artes escénicas en general han experimentado una evolución y trangresión importante gracias a los multimedia, convertidos en una especie de ideología virtual. Y el teatro marroquí es parte de este contexto.

¿Destacaría algo especial sobre la tradición teatral de Tánger?

No se diferencia de la marroqui en su conjunto. Eso sí, desde mis primeros textos he prestado atención a nuestra cultura y civilización mediterránea. Así, mi teatro evoca a menudo temas relacionados directamente con el mar, los marineros y las ciudades portuarias como Tánger, que son parte de mis personajes más importantes. Intento inmortalizar la época dorada de la Tánger internacional; de ahí que mis personajes sean marroquíes, españoles, ingleses, franceses… judíos, cristianos y musulmanes.

Y eso nos debe hacer reflexionar sobre….

…una nueva mirada a la historia del Mediterráneo, refrescar la memoria fraternal, leer el presente como si fuera un fruto del pasado.

¿Una meta?

Cumplir un deber que nadie me ha pedido cumplir: buscar la humanidad en la inhumanidad. Es el rol de todo creador o creadora.

«No le veo sentido adaptar un texto del clásico al magrebí: un escritor elige su idioma»

Usted escribe tanto en árabe clásico como en magrebí. ¿Se representa tal cual se escribe o ocurre que los actores adaptan el texto al habla local?

Eso sería más bien raro. Es una experiencia que a mí no me parece funcionar. No le veo sentido adaptar un texto del clásico al magrebí porque cuando se escribe en una lengua eso ya es una elección artística. Un escritor elige su idioma.

¿Cómo escribe la mayoría de los dramaturgos en los países árabes?

En Egipto, Marruecos, Argelia… la gran mayoría escribe en el habla local, aunque haya textos en clásico. Para que sea accesible a un gran público se escribe en el árabe popular…

…que no tiene una ortografía estandarizada, ni gramática. ¿Quién decide cómo escribirlo?

Cada uno, cuando escribe, lo hace un poco como quiere. Se escribe fonéticamente, a fin de cuentas es árabe también…

En el mundo árabe apenas hay libros editados en las lenguas árabes locales ¿Utilizarlo para el teatro es una elección vanguardista?

Podría decir que sí, que es vanguardista. Hay dos cosas a tener en cuenta: por una parte así se escribe para el gran público y por otra, hay que buscar la poesía en la lengua cotidiana, en el idioma que se habla todos los días en casa, en la calle etc. Buscar la poesía en este lenguaje cotidiano ya es un trabajo vanguardista, un trabajo de investigación.

El teatro que usted hace se inspira en la tradición dramática europea o existe una tradición de drama árabe de siglos anteriores a la que recurrir?

Creo que el teatro es una forma de expresión que hemos importado de Europa. No me limito a la idea de crear un teatro árabe con formas árabes, no creo en eso. Para mí, el teatro es teatro, como tampoco existe una novela árabe o una europea. Es cierto que existe una sensibilidad, una cultura propia pero la forma siempre es la del teatro, es una cosa humana. Buscar una forma muy árabe que se base en las tradiciones… había formas populares de espectáculo: la halqa [comedia juglaresca], el hakawati [cuentacuentos]. Para mí también es teatro, pero no en el sentido técnico: es una forma popular como se encuentra en todas las sociedades antiguas. Cuando hablamos del teatro, para mí es otra cosa, aunque se puede explotar la halqa o el hakawati u otras formas de espectáculo en el teatro auténtico.

¿No existen autores árabes de teatro de los siglos de oro árabes?

El mundo árabe ha conocido el teatro a principios del siglo XIX, finales del XVIII. Antes no había dramaturgos. El primero fue Maron Naqqash [1817-1855], quien  adaptó o reescribió el Avaro de Molière [1847]. Es, por así decirlo, la primera pieza de teatro en el mundo árabe, adaptada de Molière. No tiene una historia muy antigua.

 «El teatro es teatro:  tampoco existe una novela árabe o una europea»

¿Hay una crisis de teatro o goza de buena salud?

Cualquier tipo de creación necesita un aire de libertad que sirve para respirar bien y un clima sociocultural sano para que se pueda adoptar una tradición teatral progresista y productiva en el sentido moral y material. Las sociedades que viven una crisis teatral son las que viven una crisis de identidad, una crisis de tolerancia y de reconocimiento del otro, una crisis de valores humanos… El teatro será siempre un árbol que sólo puede florecer en los campos que creen en la democracia.

¿Y la falta de medios?

En Marruecos, el teatro sufre una carencia terrible de medios, tanto de infrastructuras como de financiación. Hay un solo teatro con una estructura profesional, el Teatro Mohamed V de Rabat. En las demás ciudades hay salas municipales que acogen espectáculos, pero que no producen, que no tienen un programa anual concreto.

Pero no faltan grupos de actores que representan sus obras.

Hay tropas en todo el país, tanto aficionados como profesionales y semiprofesionales, gente vieja y joven. Están dispersos en todo el país, pero sobre todo están en las ciudades, en Casablanca y Rabat, aunque también hay bastantes en Marrakech, algunos en Meknés, Fes, Oujda, Tanger, Tetuán, Kenitra, Agadir, Essaouira…

«El teatro es como la Educación, la Salud, la Seguridad Social… Debe beneficiarse de la ayuda del Estado»

¿Cree que el teatro comprometido debe recibir ayudas de la Administración?

Considero el teatro como la Educación, o la Salud, la Seguridad Social… Debe beneficiarse de la ayuda del Estado y de los municipios para que pueda cumplir su importante rol en la sociedad cívica.

Porque el teatro en magrebí, hoy ¿cumple una función de crítica social y política?

Por supuesto, hay una enorme consciencia, el teatro marroquí tiene este perfil crítico y político, no al cien por cien, pero sí se preocupa de los problemas actuales de Marruecos, aunque no esté tan comprometido como el teatro de los años sesenta y setenta.

Usted viaja mucho a España. ¿Qué influencias recibe? 

Acabo de asistir por primera vez al Festival Iberoamericano de Teatro en Cádiz. Era una gran ocasión para abrirme al teatro latino, español, que goza de un posmodernismo brillante y de una pos-dramaturgia sorprendente. El teatro marroquí no está en esta misma onda, debido a varias condiciones, entre ellas la libertad del cuerpo.

¿A quién admira entre los dramaturgos españoles?

Los clásicos: Moratín, Calderón… En el siglo XX, el gran Fernando Arrabal, evidentemente, Lorca, el español más traducido al árabe, y la nueva generación de posguerra, como Antonio Gala, Martín Recuerda, Muñiz, Olmo, Rodríguez Méndez, Rodríguez Buded, Alfonso Sastre por supuesto y muchos otros.

En otoño pasado, usted dio una charla en la Universidad de Cádiz, donde la carrera de Filología Árabe atrae a muchos estudiantes…

…y fue una experiencia excepcional: hablar a un público español en árabe me tranquiliza respecto al futuro de mi lengua materna y mi lengua de creación. Me da la esperanza de que mi teatro tenga un día un lector occidental en árabe. Así empezaría un verdadero diálogo entre las civilizaciones.