Opinión

Sin novedad en el Frente Oriental

Uri Avnery
Uri Avnery
· 11 minutos

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Toda persona dotada de cierto oído político se vio sorprendida esta semana por dos palabras que, al parecer, se le escaparon a Binyamin Netanyahu por accidente: «Frente Oriental».

Érase una vez que estas palabras fueron parte del vocabulario cotidiano de la ocupación. En los últimos años, han estado guardando polvo en el depósito de chatarra política.

El compuesto verbal «Frente Oriental» nació después de la Guerra de los Seis Días. Sirvió para reforzar la doctrina estratégica de que el río Jordán constituye la ‘frontera de seguridad’ de Israel.

La teoría: cabe la posibilidad de que los tres ejércitos árabes —los de Iraq, Siria y Jordania— se unan al este del Jordán, crucen el río y pongan en peligro la existencia de Israel. Debemos detenerlos antes de que entren en el país. Por lo tanto, el Valle del Jordán debe servir como base permanente del ejército israelí, nuestras tropas deben permanecer allí.

Es imposible imaginarse a los tres aterradores ejércitos cruzando el Jordán como los hijos de Israel en la Biblia

Ésta era una teoría discutible para empezar. Para participar en semejante ofensiva, el ejército iraquí tendría que reunirse, cruzar el desierto y desplegarse en Jordania, una larga y compleja operación logística que daría al ejército israelí el tiempo suficiente para atacar a los iraquíes mucho antes de que alcanzaran la ribera del Jordán. En cuanto a los sirios, les sería mucho más fácil atacar Israel desde los Altos del Golán que trasladar su ejército hacia el sur y atacar desde el este. Y Jordania siempre ha sido un compinche secreto —aunque leal— de Israel (salvo durante el breve episodio de la Guerra de los Seis Días.)

En los últimos años, la teoría se ha revelado manifiestamente ridícula. Los estadounidenses han invadido Iraq y han derrotado y disuelto el glorioso ejército de Saddam Hussein, que resultó ser perro ladrador. El Reino de Jordania ha firmado un tratado de paz oficial con Israel. Siria está aprovechando todas las oportunidades para demostrar sus anhelos de paz, si Israel simplemente devolviera los Altos del Golán. En pocas palabras, Israel no tiene nada que temer de sus vecinos del este.

Es cierto que las cosas pueden cambiar. Los regímenes cambian, las alianzas cambian. Pero es imposible imaginar una situación en la que tres aterradores ejércitos crucen el Jordán hasta Canaán, como los hijos de Israel en la historia bíblica.

Además, la idea de un ataque a tierra, como la guerra relámpago nazi en la Segunda Guerra Mundial, pertenece a la historia. En cualquier guerra futura, los misiles de largo alcance desempeñarán un papel dominante. Uno puede imaginarse a los soldados israelíes en el Valle del Jordán, recostados en tumbonas y observando cómo los misiles vuelan sobre sus cabezas en ambas direcciones.

Entonces, ¿cómo ha cobrado vida esta idea tan tonta?

Puede ser útil retroceder 43 años en el tiempo para entender cómo nació este hombre del saco.

No fue hasta seis semanas después de la Guerra de los Seis Días que el ‘Plan Allon’ se puso en marcha. Yigal Allon, entonces ministro de Trabajo, lo presentó al Gobierno. No fue adoptado oficialmente, pero sí ejerció una gran influencia en las autoridades israelíes.

A Allon no le importaba si Cisjordania se devolvía o se convertía en una entidad palestina independiente

No se publicó nunca ningún mapa autorizado del plan, pero los puntos principales se dieron a conocer. Allon propuso anexionar a Israel el Valle del Jordán y la costa occidental del Mar Muerto. Lo que quedaba de Cisjordania se convertiría en una serie de enclaves rodeados de territorio israelí, a excepción de un estrecho pasillo, cerca de Jericó, que conectaría Cisjordania con el Reino de Jordania. Allon también propuso la anexión a Israel de ciertas zonas de Cisjordania, el Norte del Sinaí (‘la apertura de Rafah’) y el sur de la Franja de Gaza (el ‘bloque Katif’).

No le importaba si Cisjordania se devolvía a Jordania o se convertía en una entidad palestina independiente. En una ocasión, lo ataqué desde la tribuna de la Knesset y lo acusé de obstruir la creación del Estado palestino, que yo defendía, y cuando regresé a mi sitio, me envió una nota: «Estoy a favor de un Estado palestino en Cisjordania. Así que, ¿por qué voy a ser menos moderado que tú?”

El plan se presentó como un imperativo militar, pero sus motivos eran muy diferentes.

En esos días, me reunía con Allon con bastante regularidad, así que tuve la oportunidad de seguir su línea de pensamiento. Había sido uno de los comandantes destacados de la guerra de 1948 y se le consideraba un experto en asuntos militares, pero sobre todo era un miembro destacado del movimiento de los kibutz, que en su día ejerció mucha influencia en Israel.

El Plan Allon era fruto de la codicia agrícola, y la teoría militar no era más que un pretexto de seguridad

Inmediatamente después de la toma de Cisjordania, las gentes del movimiento de los kibutz se esparcieron por todo el territorio, buscando zonas que fueran aptas para la agricultura intensiva moderna. Naturalmente, se sintieron atraídos por el Valle del Jordán. Desde su punto de vista, se trataba de un lugar ideal para nuevos kibutz. Tiene muchísima agua, el terreno es llano y muy adecuado para la maquinaria agrícola moderna. Y, lo más importante: apenas poblado. Otras regiones de Cisjordania carecían de todas estas ventajas: había una gran densidad de población, la topografía era montañosa y el agua escasa.

En mi opinión, todo el Plan Allon era fruto de la codicia agrícola, y la teoría militar no era más que un oportuno pretexto de seguridad. Y, en efecto, el resultado inmediato fue la creación de un gran número de kibutz y moshav (aldeas cooperativas) en el valle.

Pasaron años antes de que los límites del Plan Allon se abrieran de golpe y los asentamientos se establecieran por toda Cisjordania.

El Plan Allon dio a luz , Hal hombre del saco del ‘Frente Oriental’ y desde entonces ha aterrorizado a los que buscan la paz. Como un fantasma, va y viene, se materializa y se desvanece, ahora con una forma, luego con otra.

Ariel Sharon exigió la anexión del ‘valle ampliado’. El valle en sí, una parte de la Gran Falla Sirio-Africana, mide 120 km de largo (desde el Lago de Tiberíades hasta el Mar Muerto) pero sólo unos 15 km de ancho. Sharon exigió casi obsesivamente que se le incorporase la «parte de atrás de la montaña», es decir, la vertiente oriental de la cordillera central de Cisjordania, lo que habría ampliado el valle sustancialmente.

¿Qué amenaza suponen nuestros vecinos del este? ¿Dónde está Sadam Hussein? ¿Dónde está Hafez Asad?

Cuando Sharon aprobó el proyecto del muro de separación, se suponía que debía separar Cisjordania no sólo de Israel propiamente dicho, sino también del Valle del Jordán. Esto habría permitido la puesta en marcha de lo que se llamó el ‘Plan Allon Plus’. El muro habría rodeado toda Cisjordania, sin el ‘pasillo’ de Jericó. Este plan no se ha aplicado hasta la fecha debido tanto a la oposición internacional como a la falta de fondos.

Desde el acuerdo de Oslo, casi todos los sucesivos Gobiernos israelíes han insistido en que el Valle del Jordán debe permanecer en manos israelíes en cualquier acuerdo de paz futuro. Esta exigencia se manifiesta de muchas formas: a veces las palabras son «frontera de seguridad», a veces «puestos de alerta», a veces «instalaciones militares», a veces «alquiler a largo plazo», dependiendo del talento creativo de los sucesivos primeros ministros. El denominador común: el valle debe permanecer bajo el control israelí.

Ahora viene Netanyahu y resucita el dúo verbal «Frente Oriental».

¿Qué Frente Oriental? ¿Qué amenaza suponen nuestros vecinos del este? ¿Dónde está Sadam Hussein? ¿Dónde está Hafez Asad? ¿Va a enviar Mahmud Ahmadineyad columnas de tanques de la Guardia Revolucionaria a los pasos fronterizos de Jordania?

Bueno, la cosa va así: los estadounidenses van a salir de Iraq algún día. A continuación se alzará un nuevo Sadam Hussein, en esta ocasión un chií, y se aliará con el Irán chií y los traicioneros turcos, y ¿cómo se puede confiar en el rey de Jordania que aborrece a Netanyahu? ¡Pueden suceder cosas terribles si no hacemos guardia a orillas del Jordán!

Esto es manifiestamente absurdo. Entonces, ¿cuál es el auténtico objetivo?

El mundo entero está ocupado ahora con la exigencia de Estados Unidos de iniciar ‘conversaciones directas’ entre Israel y la Autoridad Palestina. Uno podría estar tentado a pensar que la paz mundial depende de que las ‘conversaciones indirectas’ se conviertan en ‘conversaciones directas’. Nunca se había derramado tanta hipocresía santurrona sobre un tema tan trivial.

Las ‘conversaciones indirectas’ han estado en marcha desde hace varios meses. Sería incorrecto decir que sus resultados han sido casi nulos. Han sido nulos. Absolutamente nulos. Entonces, ¿cuál será el resultado si las dos partes se sientan juntas en una habitación? Se puede predecir con absoluta certeza: Otra vez nulo. A falta de la determinación estadounidense para imponer una solución, no habrá solución.

Así que ¿por qué insiste Barack Obama? Hay una explicación: a lo largo y ancho de todo Oriente Medio, su política ha fracasado. Necesita urgentemente un logro impresionante. Se comprometió a salir de Iraq y la situación allí hace que eso sea imposible. La guerra en Afganistán va de mal en peor, un general se va y otro llega, y la victoria está más lejos que nunca. Ya puede uno imaginarse al último estadounidense subiéndose al último helicóptero en el tejado de la embajada estadounidense de Kabul.

Obama necesita urgentemente un logro impresionante para disfrazar su fracaso en Oriente Medio

Sigue el conflicto palestino-israelí. Aquí también, Obama se enfrenta a un fracaso. Tenía la esperanza de conseguir mucho sin invertir nada en absoluto, y fue derrotado fácilmente por el lobby israelí. Para ocultar la vergüenza, necesita algo que pueda presentarse al público ignorante como una gran victoria estadounidense. Y pretende que el plan de renovación de las ‘conversaciones directas’ le proporcione esa victoria.

Netanyahu, por su parte, está bastante satisfecho con la situación tal como está. Israel está haciendo un llamamiento para mantener conversaciones directas, los palestinos se niegan. Israel está extendiendo su mano para hacer la paz, los palestinos la rechazan. Mahmud Abbas exige que Israel prorrogue la congelación de los asentamientos y declara de antemano que las negociaciones se basarán en las fronteras de 1967.

Pero los estadounidenses están ejerciendo una tremenda presión sobre Abbas, y Netanyahu teme que Abbas se rinda. Por lo tanto, declara que no puede congelar los asentamientos, porque en ese caso —Dios no lo quiera— su coalición se desintegraría. Y por si eso no fuera suficiente, aquí llega el Frente Oriental. El Gobierno israelí está avisando a los palestinos de que no va a renunciar al Valle del Jordán.

Para recalcar este punto, Netanyahu ha empezado a sacar a la población palestina que queda en el valle, unos pocos de miles. Las aldeas están siendo erradicadas, empezando esta semana con Farasiya, donde todas las viviendas y las instalaciones de agua han sido destruidas. Esto es una limpieza étnica pura y dura, muy parecida a la operación similar que se está llevando a cabo ahora contra los beduinos en el Negev.

Lo que Netanyahu está diciendo con tantas palabras es: Abbas debería pensárselo dos veces antes de entrar en ‘conversaciones directas’.

El Valle del Jordán desciende hasta el punto más bajo de la superficie de la tierra, el Mar Muerto, a 400 metros bajo el nivel del mar.

La reinstauración del Frente Oriental puede indicar el punto más bajo de la política de Netanyahu, con la intención de matar de una vez por todas cualquier posibilidad que quede de conseguir la paz.