Entrevista

Juan Goytisolo

«Un día, el idioma oficial de Marruecos será la 'dariya'»

Alejandro Luque
Alejandro Luque
· 8 minutos
Juan Goytisolo | Cedida
Juan Goytisolo | Cedida

Juan Goytisolo (Barcelona, 1931) es uno de los intelectuales españoles más polémicos y combativos. Residente en Marrakech desde 1996, es autor de una vasta obra narrativa y ensayística reconocida por el Premio Nacional de las Letras españolas, pero también por detalles como el hecho de que la biblioteca del Instituto Cervantes de Tánger lleve su nombre.

En sus libros Campos de Níjar (1954) y La Chanca (1962), Goytisolo describió una Almería asolada por la miseria. Medio siglo después, el escritor visita de nuevo aquellos escenarios en El regreso, película del director sevillano Nonio Parejo que acaba de presentarse en el Festival de Cine Europeo de Sevilla.

Estremecido por el recuerdo de aquella pobreza, también recordó que no pudo volver a Almería hasta después de la muerte de Franco, «porque el alcalde dijo que si volvía me colgaría por los testículos de una farola del Paseo», situación que volvería a repetirse años después con el primer edil de El Ejido, aunque bajo una simple declaración de persona non grata. “Cuando me dan premios dudo de mí mismo, cuando me declaran persona non grata sé que tengo razón», asegura.

¿Cómo de ajeno, o de lejano le resulta hoy el universo que usted mismo descubrió en Campos de Níjar, o en La Chanca?
Hay que tener en cuenta que el 60 por cien de la Humanidad vive en estado de pobreza.He recorrido zonas de la misma pobreza que se describe en los dos libros citados.El de aquellas zonas de Almería es un recuerdo muy lejano, pero me marcó de una forma muy profunda.

¿Son los nietos de aquellos desamparados los mismos que hoy rechazan a los gitanos rumanos, o a los magrebíes?
Algunos, sin duda. Hay gente que aprende la lección y gente que no, que quiere vengarse de su propio pasado. Eso pasa en Francia, en Estados Unidos…Carecen de memoria, se olvidan de lo que fueron y repiten la misma discriminación que sufrieron.

¿En qué se diferencia la sociedad marroquí de la española de aquel momento?
Bueno, el nivel de pobreza por ejemplo en La Chanca era mucho peor que el actual de Marruecos. Pero es una situación diferente. Marruecos es actualmente un estado que tiene elementos autoritarios y sectores democráticos. Por ejemplo, hay un semanario francés que se llama Tel Quel, que es un poco como Cambio 16 en la Transición, abordando con una gran valentía todos los problemas reales de la sociedad marroquí.

¿Cree que hay gente en España que quiere encontrar en una sociedad como la marroquí una cohesión, unos valores o una autenticidad que España ha perdido?
No sé, si hablo de mi propia experiencia, y concretamente de Marrakech, se trata de una sociedad muy abierta, la gente es muy cariñosa y aprecia mucho el esfuerzo de alguien que aprende su lengua. Eso cambia completamente la relación. Ahora en el barrio, cuando salgo, para los niños soy Tío Juan si el padre o la madre me conoce.

¿Y por qué le ha costado tanto a los europeos que se instalaban en Marruecos aprender el idioma?
Por fortuna eso está cambiando. Yo aprendí el árabe dialectal prácticamente a solas. Únicamente di clases en Tánger, porque quería aprender el sistema del verbo. Y fue con un profesor que se quedó muy sorprendido: era el primer español que conocía que se interesaba por esto. En cambio, todos los que estudiaban eran canadienses y norteamericanos, y algún inglés. Ningún español. Pero ya digo, poco a poco está cambiando.

¿No le tienta el tamazigh, ahora que se está fomentando?
Sí, hay incluso canales de televisión en las tres variedades:la lengua rifeña, el tamazigh y el susí [tachelhit]. Eso está muy bien, es una de las cosas que han mejorado, porque antes era imposible. Pero aprenderlo…Si fuese más joven, sin duda lo haría.Conozco algunas frases, que suelto para divertir a la gente, pero bastante me ha costado ya aprender el árabe dialectal.

El hecho de que una grandísima población marroquí quiera emigrar a Europa, ¿es sólo una cuestión económica, o buscan otras cosas?
No, no, es una cuestión económica. Por ejemplo, el efecto llamada que representan en verano los que vuelven a su tierra con un buen automóvil desde Bélgica, desde Holanda, es inevitable. Antes eran pobres, como la gente de su pueblo, y ahora prósperos. Lo que prima en Marruecos es la economía. Cuando algunos amigos me preguntan qué se dice ahora de Melilla, del problema del Sahara, les respondo que están hablando del cordero, del precio que tiene porque dentro de unas semanas es el Aid el Kebir.

En la literatura española hay a menudo una fuerte asociación entre Marruecos y homosexualidad. ¿A qué lo achaca?
Es un tema muy complejo, porque la percepción de la homosexualidad en Occidente no es la misma que en el mundo árabe, es completamente distinta. Veo que los europeos cometen con frecuencia bastantes errores de percepción. Yo lo veo, podríamos decir, desde dentro, y creo que la percepción europea es muy errónea.

Pero la literatura, ¿ayuda a explicar las cosas como son, o colabora en perpetuar el error?
Hay muchos lugares comunes, pero luego hay también gente valiente. Hay un escritor joven marroquí, del que se habla mucho en Tel Quel, [Abdellah] Taïa, que ha salido del armario, y esto choca porque la gente no está acostumbrada a esto. Su percepción es muy diferente.

¿En la literatura española hay actualmente gente con el mismo compromiso que usted y otros mostraban hace 30 o 40 años, o los jóvenes están en otra cosa?
Lo que me interesa no es el compromiso político, sino el literario, con la calidad literaria. Y hay media docena de novelistas ahora que están apostando por la Literatura, y no por el producto editorial, que es distinto. Intento ayudarles, publican en editoriales pequeñas, son libros que no resultan fáciles, que requieren un lector culto. Su situación es difícil. Suelo decirles que si enviase en este momento La reivindicación del Conde Don Julián a los editores españoles, y lo firmara como Perico de los Palotes, no me lo publicaba ninguno,  seguro.

¿Le apetece dar nombres?
Es difícil mencionar a dos o tres, pero ahí están Javier Pastor, Juan Francisco Ferré, José María Pérez Álvarez… Acabo de leer también un libro muy bello de Diego Doncel, otro de Vicente Luis Mora… En fin, hay varios que me interesan.

¿Y en Marruecos, una literatura tan desconocida para los españoles?
En la parte del Norte de Marruecos hay mucha mayor cultura que en el Sur. Marrakech es una ciudad muy, muy agradable, pero es una cultura de escaparate, de gente rica, de una burguesía afrancesada, y ese tipo de cultura no me interesa nada…

¿Es posible, como piensan muchos, que los mejores escritores de Marruecos estén escribiendo desde París?
Hay varias razones para pensar eso. Muchos se dirigen mentalmente al público francés, pero creo que el problema de fondo es otro. Es muy difícil escribir una novela en un lenguaje hablado, si tienes que escribir en un lenguaje que nadie habla. Esto plantea un problema que expliqué en un artículo, La fractura lingüística en el Magreb, con el que creí que iba a provocar un escándalo, pero que fue recibido con un silencio glacial. Lo que puedo decir es que en 30 años la ‘dariya’ ha avanzado muchísimo. Todo el teatro popular, el cine, las teleseries, son en ‘dariya’. No puedes poner en un diálogo a un chico de Marrakech hablando con una chica de Tánger en un árabe que no hablan, porque la gente se muere de risa. Esto explica que muchos escojan la lengua francesa, para escapar de esta situación. Esto se resolverá, dentro de 50 o 100 años: ninguno lo veremos, pero el idioma oficial de Argelia y de Marruecos será la ‘dariya’, y el árabe clásico quedará para temas religiosos y asuntos exteriores.

Para terminar, usted escribió sobre distintos conflictos bélicos que conoció de primera mano, de Argelia a Chechenia, pasando por Sarajevo. ¿Cuál diría, con la perspectiva actual, que se ha resuelto mejor?
Ninguno. Aparentemente en Bosnia sí, pero lo que era Sarajevo antes, es decir, una mezcla, se acabó, cada comunidad vive separada. En Chechenia, bueno, el horror sigue allí. En Palestina no se ha resuelto, siguen ocupando… Y Argelia, bueno, es un país extraordinario que no tiene en absoluto el régimen que se merece.