Opinión

El éxodo judío, una historia tabú

Ali Amar
Ali Amar
· 6 minutos

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El 8 de abril de 2012, la emisión en el canal de televisión público marroquí 2M, de Tinghir-Jérusalem: les échos du Mellah, una película documental del joven director franco-marroquí Kamal Hachkar, 35 años, provocó un clamor de protesta. Desde entonces, la intensa polémica que ha suscitado está lejos de acabarse.

La película resucita la historia del éxodo masivo de los judíos marroquíes en los años 50 y 60. Es la primera vez que se trata tal tema en las pantallas en Marruecos. Una historia ocultada por los discursos oficiales más de una vez.

Hassan II, príncipe heredero, pactó con emisarios de Israel la marcha de los judíos marroquíes

Tras la creación de Israel en 1948, Hassan II, entonces príncipe heredero, había concluido con emisarios del Estado hebreo un pacto secreto que organizaba su marcha. En 1967, la Guerra de los Seis Días acentuó el movimiento. Para convencer a los judíos marroquíes de exiliarse a una ‘tierra prometida’, Israel había alegado el riesgo que conllevaría quedarse en un país que formaba parte de un mundo árabe que se había vuelto más hostil que nunca.

La única referencia aceptada en los libros de texto acerca de ese episodio desconocido de la historia marroquí es la de Mohammed V, padre de Hassan II. Según la historiografía oficial, el abuelo del monarca actual se negó a entregar a los judíos marroquíes durante la Segunda Guerra mundial y acogió a los que huían del nazismo en Europa.

Marruecos contaba con alrededor de 250.000 judíos al final de la guerra. Hoy en día sólo quedan unos 3.000.

Traidor a la patria

Cuando se emitió la película, su director Kamal Hachkar fue atacado por muchos medios de comunicación marroquíes que lo acusaron de ser un “traidor a la patria y a todos los musulmanes” y de hacer “propaganda para el ocupante israelí de los territorios palestinos”.

‘Tinghir-Jérusalem’ muestra el sufrimiento de los judíos marroquíes frente al proyecto sionista

“Tinghir-Jérusalem hace visible la desilusión y el sufrimiento de esos judíos marroquíes frente a la injusticia de la que han sido víctimas, ellos también, por parte del proyecto sionista.Cuesta entender entonces que algunos espíritus amargados se hayan levantado en Marruecos contra la emisión de esa película, y no hayan querido apreciar sus verdaderas cualidades”, considera por su parte Ruth Grosrichard, profesora de lengua y civilización árabes del Instituto de Estudios Políticos (Sciences-Po) de París.

Para llevar a cabo su proyecto, el cineasta, que también enseña Historia en Francia, había vuelto a Tinghir, el pueblo bereber de su infancia ubicado en el Atlas, para volver a sumirse en los recuerdos dolorosos de ese desgarrón que fue el exilio de la comunidad judía que llevaba generaciones viviendo allí. Y para atravesar el espejo de esa ruptura, acude a Jerusalén para encontrarse con esos desarraigados, en su mayoría establecidos ahora en Israel.

Amnesia forzada

“Una separación que pudo tener lugar en el seno de un mismo pueblo, lo que dio lugar a dos partes, antagonistas y opuestas políticamente. Por un lado, los marroquíes musulmanes, que apoyan a Palestina, y por otro esos marroquíes judíos que tuvieron que dejar su tierra a la fuerza, para irse hacia otras comarcas, hacia la tierra de Israel” comenta la página webArtisthick.

El documental quiere ser un testimonio sobre la memoria, sobre el carácter multicultural de Marruecos donde el judaísmo es milenario y consubstancial a su identidad. Centenares de morabitos hebraicos siguen siendo venerados allí cada año por peregrinos judíos de ascendencia marroquí que vienen del mundo entero.

Maguy Kakon, política marroquí de confesión judía, dijo sentirse muy orgullosa que fuera un marroquí musulmán y no judío quien realizó esa película. “Es importante revisar el contenido de los libros de texto, para evitar que Marruecos se hunda en una amnesia de su historia y para recordar a los marroquíes más jóvenes que los judíos siempre han estado presentes en Marruecos y que el país posee una identidad plural” declaró.
Pasar esa historia por la pequeña pantalla no fue del gusto de los conservadores hinchados de ‘arabismo’ e islamismo.

El 2 de julio, bajo la cúpula del Parlamento, el diputado Ahmed Boukhobza, del Partido Justicia y Desarrollo (PJD), el partido islamista que dirige el Gobierno, la emprendió con la película, acusando a su autor de hacer “apología del sionismo” y querer “normalizar las relaciones con Israel” a través de una obra cinematográfica.
“Esas personas mean fuera del tiesto. Resulta que, hoy en día, la comunidad de judíos de Tinghir vive en Israel. Si viviera en Papúa Nueva Guinea, ¡me habría ido a Papúa Nueva Guinea! Estén donde estén, ¡esaspersonas siguen siendo marroquíes!” soltó Kamal Hachkar a sus detractores.

«Hay que recordar a los más jóvenes que los judíos siempre han estado presentes en Marruecos»

“Desgraciadamente, existen muchas personas en Marruecos hoy en día, que simplemente quieren borrar una parte entera de nuestra historia, lo que no pueden hacer, y menos ahora que la Constitución llegó a validar nuestra herencia hebrea. Y cuando se alude a ese pasado nacional, como en el documental de Hachkar, queda tan solo un arma para no oírlo: acusar al autor de las declaraciones de estar a sueldo de los sionistas” protesta el editorialista de Au fait Maroc que acusa las críticas de la obra de ser ‘negacionistas’.

Mustapha Khalfi, ministro de la Comunicación, portavoz del gobierno y miembro del Partido Justicia y Desarrollo (PJD) se apresuró a pedir explicaciones a la dirección del canal 2M, con el que su formación política ha tenido otros contenciosos relacionados con su línea editorial.

El PJD había tratado de entrometerse en la programación del canal, acusándolo de emitir demasiadas emisiones francófonas “influenciadas por la cultura occidental y contrarias a la identidad árabe y musulmana del país”.
“Es antisemitismo sin confesar. No hay nada en esa película que haga apología del Estado de Israel. Relata hechos históricos que una gran parte de la juventud marroquí ignora, y esta juventud tiene derecho a volver a apropiarse de ellos” replica Kamal Hachkar al diario La Croix.

“Soy marroquí, hijo del pueblo, con raíces plurales, judeo-bereberes, musulmanas… Con la primavera árabe, se observa la emergencia de un islamismo político oscurantista. Ese islam, intolerante, no es el que conozco y en el que creo, y tampoco es el de nuestros abuelos, de los habitantes de Tinghir. Hoy en dia, lo que tiene lugar es una lucha ideológica”, argumenta el cineasta que planea realizar una segunda parte sobre el mismo tema.

Traducción del francés: Delphine Blin