Reportaje

Intrigas vaticanas

Irene Savio
Irene Savio
· 9 minutos
Benedicto XVI (2006)  |  eürodäna / Creative Commons 2.0
Benedicto XVI (2006) | eürodäna / Creative Commons 2.0

Dicen algunos vaticanólogos que ya cuando Juan Pablo II empezó a enfermarse, allá a principios de este siglo, el Vaticano se había convertido en un avispero de intrigas. A poco más de década de distancia, la Santa Sede es escenario de otra batalla que llega de sus entrañas pero que podría afectar a toda la Iglesia.

Se trata de una lucha que el usualmente diplomático Osservatore Romano, el diario papal, dijo haber sido promovida por los «lobos» que rodean a Joseph Ratzinger y que, entre sus objetivos, tiene en la mira al cardenal Tarcisio Bertone, fiel número dos de Benedicto XVI. Una guerra que, según la práctica totalidad de los observadores, indica en Roma se está difundiendo «un aire de fin de pontificado», motivo por el cual los bandos buscan cobrar fuerza en vista del futuro cónclave.

Las palabras insólitamente duras del Vaticano revelan los motivos por lo que el Papa ordenó, la pasada semana, la abertura de tres investigaciones paralelas, una de ellas de tipo criminal, para encontrar quién y por qué ha filtrado en los últimos meses documentos oficiales a la prensa, entre otros, sobre un presunto complot para acabar en 12 meses con la vida del Papa y sobre el malestar que se generó dentro del Vaticano tras que se pusiera fin al secreto bancario del IOR, el Instituto para las Obras Religiosas, más conocido como el Banco del Papa.

Cuando un documento reservado de la Santa Sede sale a la luz, detrás se esconden objetivos muy concretos

Nunca, desde el inicio del pontificado de Benedicto XVI, se había llegado tan lejos. Quien cubre información de la Santa Sede lo sabe. Cuando un documento reservado de la Santa Sede sale a la luz, muy a menudo, detrás se esconden objetivos muy concretos. «La gran pregunta es quién filtra los documentos a la prensa y por qué. Es algo muy grave», explicó, en esta línea, una fuente vaticana.

«Es evidente —puntualizó— que hay una pugna interna, que se han reavivado las tensiones entre la nueva guardia y la vieja que gobernaba en los años de Juan Pablo II», cuyo máximo representante hoy es el poderoso cardenal Ángelo Sodano, el ex secretario de Estado. «Se trata de una lucha que tiene como telón de fondo no solo la sucesión del cardenal Bertone, sino también el conclave», añadió Andrea Tornielli, vaticanólogo desde hace más de tres décadas.

Era un apacible día de finales de enero cuando la pugna empezó a ser pública. Gianluigi Nuzzi, un periodista especializado en crónica judicial, ya autor del libro «Vaticano SA», informó poseer una serie de cartas (que el informador aseguró tener en sus manos) que el prelado Carlo Maria Vigano, exsecretario general del Governatorato del Vaticano, había enviado en el 2011 a Benedicto XVI y al secretario de Estado, Tarcisio Bertone. Nuzzi agregó que difundiría el material en su programa de televisión, «Los intocables», emitido el pasado 25 de enero por el canal privado la7.

«Las contratas se adjudican siempre a las mismas empresas, a precios que doblan los de fuera del Vaticano»

En las misivas, Vigano informaba de la «desastrosa» situación de la administración económica a la que había tenido que hacer frente tras haber sido llamado por el Papa para hacerse cargo de una revisión de la contabilidad y de los aparatos vaticanos en el 2009.

Vigano advertía, por ejemplo, de «múltiples y reiterados» casos de corrupción dentro del Vaticano y que la dirección de los servicios técnicos «es la más afectada por los casos de corrupción: las contratas se adjudican siempre a las mismas empresas y a precios que doblan los de fuera del Vaticano».

Además, el sacerdote alertaba en sus cartas al Pontífice de una misteriosa comisión de banqueros dirigida por Pellegrino Capaldo, expresidente del Banco de Roma, que administra casi 300 millones de euros del Vaticano al año.

«Miran más por sus intereses que por los nuestros. En una sola operación nos hicieron perder 2,5 millones de dólares», contaba Vigano al Papa, al tiempo que en otra misiva se mostraba contrariado por su traslado a Estados Unidos como nuncio (cargo que ejerce desde octubre del 2011) porque esto, decía, desalentará a quienes creen en la regeneración.

Un entramado sospechoso

Sin embargo, la radicalización de la crisis se evidenció el pasado 10 de febrero. En un amplio artículo, Il Fatto Quotidiano —prestigioso diario italiano especializado en periodismo de investigación— dio a conocer en esa fecha un documento secreto, y escrito en alemán, en el cual se sostenía, entre otras cosas, que Benedicto XVI morirá este año.

Se trataba de una carta, fechada a 30 de diciembre del 2011, que recogía unas declaraciones privadas que habría hecho el arzobispo de Palermo, Paolo Romeo, en ocasión de un viaje a China en noviembre. Dicha información —según Il Fatto— había llegado a oídos del cardenal colombiano Darío Castrillón, que fue quien la transmitió en enero a la secretaría de Estado del Vaticano y al secretario particular de Benedicto XVI.

Este episodio refuerza lo que sostiene la mayoría de los vaticanistas, entre ellos Tornielli, según el cual las filtraciones prueban que «alguien quiere desacreditar a la actual Administración vaticana», cuyo máximo responsable es precisamente el cardenal Bertone.

Y va en la misma dirección también la propia carta, en la que, en una de sus partes más interesantes, tras anunciarse la cercana muerte de Benedicto XVI, se habla precisamente de Bertone. Según el texto, hay «una relación muy conflictiva» entre el cardenal y el Papa, el cual incluso «odiaría» y desearía remplazar a su segundo. Algo que, siempre según ese documento, no sería posible porque no hay candidatos aptos.

Y más aún. Pues, posteriormente, a las filtraciones de esas cartas añadieron algunas más, entre las que sobresalen las relativas a las maniobras del Instituto para las Obras de Religión (IOR), el banco vaticano, que desde el pasado diciembre da a conocer sus operaciones a la autoridad internacional que vigila sobre las transacciones financieras. «El Vaticano ha perdido su poder», protestaron algunos de los casi tres mil empleados del Vaticano.

La presunta intención del Papa de abdicar antes de su muerte iría en contra de siglos de tradición

Esta decisión remitiría a la Secretaria de Estado que dirige Bertone, lo que explica de nuevo que los vaticanólogos relacionen el malestar dentro del Vaticano con las críticas que ha desatado la gestión del número dos del Papa, un hombre que antes de ser promovido tenía una escasa experiencia diplomática y cuya cabeza ya ha sido pedida por varios obispos alemanes y franceses. No en vano no es la primera vez que este prelado es objeto de ataques.

Ya en febrero de 2010, tras una serie de polémicas, la Secretaria de Estado se había visto obligada a emitir un duro comunicado en el que denunciaba una campaña difamatoria contra la Santa Sede que implica al mismo Pontífice y al secretario de Estado” a raíz de un caso por el que perdió su puesto Dino Boffo, el ex director del diario de la Conferencia Episcopal Vaticana (CEI), Avvenire.

Pero hubo también quién relacionó el ciclón que se abatió sobre el Vaticano con la presunta intención del Papa de abdicar antes de su muerte, algo que iría en contra de siglos de tradición. Lo dijo el pasado 14 de febrero el sacerdote italiano Luigi Bettazzi, Obispo de Ivrea, según el cual la revelación de un supuesto complot para asesinar al Pontífice no sería otra cosa sino un ardid para preparar el terreno para su renuncia.

“No creo (que exista un complot). Si hubiéramos hablado del anterior Papa (Juan Pablo II), lo entendería. Pero este Papa es tan religioso, tan tranquilo. Yo creo que él se siente cansado, basta mirarlo”, dijo Bettazzi a la cadena de radio pública Rai2. “Creo que es un sistema para prepararnos para su eventual dimisión. Para prepararnos para este trauma, ya que una dimisión sería traumática (para la Iglesia)”, argumentó.

La posible renuncia estaría motivada por tensiones existentes dentro del Vaticano

La posible renuncia, señaló Bettazzi, estaría motivada por tensiones existentes dentro del Vaticano. El prelado opinó así sobre una eventualidad que últimamente también han planteado expertos, como el vaticanista Marco Politi. “La dimisión de Benedicto es una posibilidad real y concreta, así como ha dicho el propio Papa públicamente y refiriéndose a sí mismo, y que se entiende si se considera que el Papa es un hombre profundamente racional y pragmático”, dijo Politi.

El también autor del libro «Crisis de un Pontificado» se refirió así a unas declaraciones de Ratzinger, publicadas en 2010 en el libro Luz del Mundo, en el que argumenta que un Papa tiene el derecho de retirarse si siente que pierde las fuerzas “físicas, psicológicas y espirituales” para cumplir su misión. La renuncia de un Papa es una eventualidad excluida por el código de Derecho Canónico. Según los expertos, Juan Pablo II, Pablo VI y Pío XII también lo consideraron, pero ninguno de ellos lo dijo públicamente.

En este sentido, no parece casualidad que estos documentos hayan acabado en manos de periodistas que no tienen una relación directa y frecuente con El Vaticano; de hecho, ninguno de los que entró en poder de estos documentos, ni los del Fatto Quotidiano ni Nuzzi, es un vaticanólogo.

Por su parte, Benedicto XVI, que antes de ser elegido Papa fue miembro de la curia durante 25 años, parece no tener visos de aflojar sobre lo que ocurre fuera y dentro del Vaticano. Además de las investigaciones que abrió, durante el último consistorio del 18 de febrero, con su típico lenguaje, el Papa descartó que vaya a dimitir. «Rezad por mí – afirmó Benedicto – para que pueda ofrecer siempre al pueblo de Dios el testimonio de la doctrina segura y regir con humilde firmeza el timón de la santa Iglesia». Al menos por ahora.