Opinión

La izquierda en guerra

Stelios Kouloglou
Stelios Kouloglou
· 5 minutos

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Los diversos argumentos anticuados, la defensa o la tolerancia ante las provocaciones de Kassidiaris [candidato a diputado por Hrysi Avgi, que atacó a dos diputadas de la Izquierda en televisión] que provienen de una parte pequeña pero sólida de la opinión pública, y que en otras circunstancias la habrían condenado absolutamente, demuestran la crisis profunda y compleja de la sociedad griega. El agravamiento rápido de la situación impone a la Izquierda la adopción de tácticas de «emergencia». No sólo para ganar las elecciones, sino también para evitar el derrumbe del país durante su gobierno.

El agravamiento de la situación impone a la izquierda la adopción de tácticas de emergencia

Las razones de esta situación grave son varias. La recesión de la economía y los negocios cerrados, la suspensión de pagos en el sector público y el desvencijamiento del estado social y de los servicios sanitarios constituyen los resultados básicos del memorándum y de las tácticas según el estilo de Loverdos [ministro de Sanidad], es decir, de la incapacidad y de la indiferencia total de los gobiernos anteriores.

El retraso de los ingresos se debe también a la intencionalidad preelectoral y a la decisión de la presentación retrasada de las declaraciones de Hacienda. Las pequeñas reservas de las cajas del estado y la incapacidad incluso de los negocios sanos en cuanto a la importación de materias primas se debe a la política de chantaje de los acreedores, que han retenido, queramos o no, mil millones del último plazo del préstamo.

En condiciones de guerra, la izquierda debe incluir a gente de todos los terrenos

Aparte del derrumbe de la economía real, la quiebra de la Bolsa y las llegadas reducidas, como parece, de los turistas tienen que ver con el clima que se ha formado en el país y en el extranjero y se debe a las amenazas y al alarmismo, según el que, si los griegos votan por el SYRIZA, el país se va a excluir de la zona euro. Aunque verbal, es decir ficticia, en principio, la intimidación ya se ha convertido en una fuerza material, en un peso insoportable que lleva más rápido la sociedad y la economía al fondo del mar.

Quizás todo esto no sea una responsabilidad de la Izquierda, pero a partir del 7 de mayo las cosas han cambiado. Los momentos históricos que experimentamos son tan fuertes que la situación se ha transformado en pocas semanas. Si la Izquierda tiene la ambición no sólo de formar su propio gobierno, sino también de quedarse en el poder más que unos pocos meses, tiene que cambiar radicalmente su política en los tres sectores siguientes:

  1.  Tiene que acelerar el refuerzo o la creación de redes para la solidaridad social y para la democracia, en todas las zonas y en todos los municipios del país. La movilización pacífica de estas redes será necesaria, sobre todo si se forma un «gobierno de la Izquierda» después de las elecciones.
  2. El «gobierno de la Izquierda» puede tener como base parlamentaria a los diputados de sus partidos, pero no tiene que limitarse a la Izquierda. En condiciones de guerra, como las actuales, tiene que incluir a gente democrática de todos los terrenos sociales. Incluso los oponentes acostumbrados al poder hablan de un gobierno de responsabilidad compartida y nacional y quizás con un primer ministro de un consenso más amplio. Se trataría de un error típico y quijotesco si intentara gobernar sola una Izquierda que hace dos años reunía, en total, el 5% de los votos.
  3. Y lo más importante, la Izquierda tiene que proceder a un «compromiso histórico» con el mundo empresarial del país. Exactamente como haría si hubiera hostilidades reales, en una guerra convencional, con un enemigo extranjero. Hace falta un compromiso histórico con el mundo empresarial, como en una guerra convencional Las explicaciones que nos da la Izquierda, por ahora, que el dinero para hacer inversiones o para aliviar a los que sufren de la crisis se encuentra, principalmente, en la eliminación del fraude fiscal, traen a la memoria los antiguos discursos, llenos de deseos, del PASOK. Quizás suenen bien y su realización sería lo correcto, pero las propuestas de Tsipras en cuanto a la disminución de los sueldos de los ministros o a la limitación del número de los asesores no alivian ni en lo más mínimo la gravedad del problema económico del país.

Hacen falta algunas medidas muy valientes, desde la revitalización de las construcciones y el refuerzo de los negocios, hasta la disminución de los precios de la energía y del IVA, en algunas categorías de productos. Además, unos movimientos hacia el sector bancario son necesarios, sobre todo para evitar fenómenos de pánico el lunes que viene y para tranquilizar a los ciudadanos ante el temor de que sus ingresos estén en peligro. Si la Izquierda —y sobre todo el SYRIZA— quiere ganar las elecciones, tiene que pasar a la realización de estas medidas inmediatamente, antes del domingo.