Opinión

Grexit

Stelios Kouloglou
Stelios Kouloglou
· 8 minutos

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El veto de Alemania a los proyectos de Mario Draghi, relacionados con la intervención decisiva del BCE [Banco Central Europeo] en la crisis de la zona euro, añadió una pequeña piedra más a la lápida sepulcral del euro. Ya es muy evidente que el sistema alemán, abanderado de los omnipotentes bancos alemanes, preserva la crisis de la zona euro, porque gracias a ésta disfruta de ganancias tremendas.

Merkel, en lugar de explicar los motivos reales de la crisis a sus votantes y los beneficios del euro para su país, hace demagogia desvergonzada contra los vagos de Grecia y de Europa del Sur y está totalmente apremiada: si no toma medidas a favor del euro, éste se va a derrumbar y la crisis llegará a Berlín.

Merkel, en lugar de explicar los motivos de la crisis, hace demagogia contra los vagos de Europa del Sur

Por otro lado, si Alemania mete la mano en el bolsillo, va a perder votos. Puesto que no saben qué hacer, el diario Bild y los mandatarios del Parlamento alemán echan la culpa a Grecia, sin parar.

La dama de hierro oxidada está retrasando las decisiones dolorosas para después de las elecciones alemanas, en otoño del 2013 y está contemplando como un Nerón femenino, la zona euro que está en llamas. Está contemplando los bonos españoles e italianos que se están disparando y Eslovenia, el sexto de los diecisiete países de la zona euro que se está preparando para formar parte del grupo de los “problemáticos”: la geografía también desmiente la teoría de los vagos del Sur.

Esta ceguera estratégica de Alemania consiste en un golpe aplastante para los defensores locales de la táctica de la víctima eterna: el gobierno actual, con los cerebros de Samaras y Stournaras [ministro de Economía] en cabeza, incumplió todas las declaraciones prelectorales, en las que se había basado la votación de los tres partidos del gobierno, porque en Berlín, en París y en Bruselas se estaba preparando un nuevo proyecto para Europa, del que Grecia no debería faltar. Entonces, no deberíamos enfadar a los europeos, incluso con exigencias leves, como el aplazamiento de la aplicación del programa. Al contrario, deberíamos demostrar una conducta excelente para que no nos expulsaran de la clase.

Los círculos dominantes de la zona euro, después de haber asegurado sus bancos, decidieron expulsar Grecia

En realidad, como ya se sabe, los círculos dominantes de la zona euro, después de haber asegurado sus bancos, decidieron expulsar Grecia, incluso si aplicara diez memorándums de la manera más ejemplar. Y esto, porque conocen lo que, como reveló hace poco tiempo Roumeliotis [ex representante de Grecia en el FMI], sabía el FMI, desde el período del primer memorándum, hace dos años: la recesión provocada por las medidas de austeridad vuelven imposible la aplicación de los programas de saneamiento fiscal y de liquidación de la deuda.

Grecia aún no está obligada a salir de la zona euro por dos razones: la primera es su imagen miserable, ampliada por los medios de comunicación internacionales, que da miedo a los otros países y así aplican sin protestar los programas neo-liberalistas de austeridad.

Obama ha prohibido cualquier movimiento que pudiera provocar sacudidas durante el período prelectoral

En su entrevista reciente en Bild, el ministro de Economía de Baviera, Marcus Zender, advirtió de la salida de Grecia de la zona euro, en el año 2012 y también estuvo muy explícito: “Cada nueva financiación, cada nuevo aligeramiento de las condiciones, representaría el mal camino… Atenas tiene que ser un medio de castigo ejemplar para los otros países, algo que significa que la zona euro puede enseñar los dientes”.

La segunda razón son las elecciones presidenciales de noviembre, en Estados Unidos: Barack Obama ha prohibido cualquier movimiento que pudiera provocar sacudidas internacionales e incontrolables durante el período prelectoral, como la salida griega. La pregunta es si Grecia tiene algún interés en quedarse en la zona euro hasta entonces, teniendo también el papel del alumno desobediente y adoptando nuevas medidas inhumanas, que derriben todo lo que aún queda en pie.

La respuesta es negativa. Como ya se ha demostrado, las nuevas medidas que se están planificando, para tapar los agujeros de las anteriores, van a empeorar la situación. No habrá ningún aligeramiento del programa y el famoso aplazamiento en su aplicación, algo que, de todos modos, los acreedores no aceptan, acercará el derrumbe… Al contrario, la lógica de obediencia de Stournaras ha hecho a los representantes de la Troika muy agresivos y así al final no aceptaron la liquidación de los impuestos de los contribuyentes a nueve plazos, como se lo rogó ¡el equipo económico del gobierno!

Los acreedores chantajean a Grecia claramente a través de los plazos de los préstamos, que desembolsan cuando les da la gana: todo empezó con la retención arbitraria de mil millones en el período entre las dos batallas electorales. Muy pocos protestaron, puesto que esto servía a los dilemas de chantaje que se propusieron el 17 de junio.

La pregunta es si para Grecia tiene algún interés quedarse en la zona euro; la respuesta es negativa

Además, los días siguientes, Grecia hace frente a la posibilidad de la expedición de letras del Tesoro, para que pueda pagar el bono de los 3,2 millones de euros al BCE. El bono expira el 20 de agosto y las cajas públicas están vacías, puesto que —entre presiones para las nuevas medidas— queda pendiente el plazo siguiente de la Troika, el que iría a volver íntegro al BCE para el pago del bono.

Como Giannis Varoufakis [profesor de Economía] analizó hace tiempo, la única solución sería que el gobierno griego no liquidara la deuda de agosto exponiendo otra vez el asunto griego, pero el gobierno parece que va a seguir su táctica habitual. Las consecuencias de la expedición de las letras del Tesoro serán extremamente negativas, puesto que los bancos griegos que las tendrán que comprar se quedarán sin liquidez para la economía real.

El tiempo pasa a costa de Grecia y un gobierno serio y responsable, interesado en el futuro del país, tendría que preparar una salida organizada de la zona euro. Es verdad que la participación en el núcleo de la Unión Europea fue combinada con la realización del sueño desde la época de la Revolución del 1821, es decir, la liberación del país de su pasado otomano y su europeización.

La transición a la dracma no es fácil; los especuladores están al acecho y el choque será gigante

Pero por razones que tienen que ver tanto con el ataque universal del neoliberalismo y las debilidades estructurales del euro, como con la corrupción y la insuficiencia del sistema político griego, el sueño no sólo no se puede realizar hoy en día, sino que se ha convertido en pesadilla. Grecia no aguantará encontrarse por debajo de las ruinas de la zona euro, cuyo derrumbe no deja de advertirse. Incluso el diario Vima, que tanto luchó por la victoria de los “partidos filoeuropeos”, ahora se ve obligado a admitir que “el precio del euro no puede ser ilimitado”.

La transición a la dracma no es un caso fácil. Los especuladores están al acecho y la falta de mecanismos de control, lo que ha convertido Grecia en el país más caro de Europa, a pesar de la diminución de los sueldos, esconde grandes peligros. El choque de la sociedad griega y los problemas que se van a presentar será gigante. Desde la justicia hasta la habilidad productiva de Grecia, las grandes debilidades estructurales no cambiarán, con euro o con dracma. No obstante, mejor que experimentemos una transición bien organizada que una transición en condiciones de derrumbe social, de caos político y de sangre.