Entrevista

Matteo Garrone

«Tuve miedo de Nápoles sólo antes de conocerla»

Alejandro Luque
Alejandro Luque
· 8 minutos
Matteo Garrone
Matteo Garrone

Sevilla | Noviembre 2012

Matteo Garrone (Roma, 1968), el director que alcanzó el reconocimiento mundial con Gomorra, adaptación de la célebre novela de Roberto Saviano, está de vuelta con una propuesta muy distinta: Reality, la historia de un napolitano obsesionado con el programa concurso Gran hermano, presentada como «un viaje a través de las contradicciones de un país, la Italia de hoy, que está cambiando muy aprisa».

Como escenario, un Nápoles que recuerda inevitablemente al cine de Fellini y De Sica, pero con ciertos detalles de puesta al día. «Traté de que todo fuera un poco de dibujo animado, un poco Pixar», explica el cineasta, autor de otros títulos como L’imbalsamatore(2002) o Primo amore (2003). »

Por otro lado, está ese modo de grabar que ya ha pasado a ser una de mis características como director, cámara en mano. Para mí es el mejor modo de entrar en relación con los actores, y de lograr momentos únicos», añade.

Repantigado en el largo sofá, con los brazos extendidos y apoyados sobre el respaldo, Garrone parece cansado después de una tarde de entrevistas. Le preguntamos si quiere descansar, pero rehúsa el ofrecimiento: viene al Festival de Cine Europeo de Sevilla, afirma, a hablar de su película. Aunque empieza haciéndolo con cierta desgana, conforme avanza la conversación se inclina sobre la grabadora y se toma unos segundos para meditar sus respuestas.

En otras películas que abordan el tema de la televisión, como Videocracy, se subrayaba una clara relación entre la televisión y Berlusconi. ¿Por qué ha eludido usted ese hecho?
[Ríe y se dirige a la intérprete que está sentada al lado] ¿Ves? La pregunta…

Sí, debe de ser una pregunta clásica ya para usted…
Bueno, hemos caminado hacia una televisión más ligada al modelo americano, al entretenimiento, pero no creo que Berlusconi sea culpable. Por otra parte, no se trata de un filme con intención de denuncia, como Videocracy. Es la historia de un hombre que persigue un sueño, y se pierde en él. Cómo se precipita la realidad, cómo una familia entra en crisis. Son tantos elementos humanos que… Sinceramente, el paralelo más próximo sería El jeque blanco, de Fellini.

No quería hablar de política, ¿no?
No, el filme se mueve en otro nivel. Hablamos de Gran Hermano, pero no es lo más importante. Podría ser cualquier otra cosa, es un sueño.

En la película, el personaje central entiende la televisión como una manera de escapar de la grisura de la vida, del barrio.
Sí, pero ¿quién lo empuja a presentarse al casting? La familia, los parientes, el barrio. Al final, no es él, es una sociedad, víctima y a su modo cómplice de un sistema. Todos somos parte de él, como consumidores, como piezas del capitalismo. Hay un paraíso que hemos creado entre todos, sueños colectivo. El protagonista cae en esa trampa.

Sin embargo, para la mayoría de la gente estos programas tienen más que ver con un atajo para el éxito, con la cultura del pelotazo…
Sí, puede ser una lectura, pero me parecía más interesante la idea de que la televisión te da la posibilidad de existir. Los otros pueden por fin verte y conocerte en la pantalla, se certifica que para los otros “eres”. No es sólo cuestión de detentar un poder o de hacerte rico, hay algo más, es una relación más compleja. Mi película se mueve en ese nivel de lectura sociológica.Si me hubiera quedado con la otra, sería una visión un poco más empobrecida.

Es impactante esa imagen de los estudios de Cinecittà, donde tantos grandes filmes se rodaron, convertido ahora en sede de los casting de Gran Hermano. ¿Italia ha cambiado una fábrica de sueños por otra?
Sí, si piensas en Bellissima, la película de Visconti, en el viaje que hace la Magnani a Cinecittà con la hija… Sí, ha cambiado y seguirá cambiando. Hoy, seguramente, la televisión encarna este lugar, este otro espacio donde se puede entrar y, si no hacerse rico, sí puede uno al menos ser feliz. Porque, por lo general, la gente hace su vida dentro del televisor, hemos perdido la costumbre de vivir nuestra realidad.

Hace unos años, se hablaba de la televisión como una gran fábrica de basura y frivolidad.Ahora, al menos en España, parece haber adquirido un nuevo prestigio con las grandes series americanas, Los Soprano, Breaking bad, The wire…. ¿Sucede también en Italia?
Sí, los contenedores tienen tal cantidad de cosas dentro, de programas, de entretenimientos, de películas, hay de todo… Pero entramos en una realidad que yo no conozco.

¿No ha influido en la nueva cinematografía italiana?
No, a menudo me han asegurado que The wire recordaba a Gomorra, pero aún no lo he visto.

¿No cree entonces, eso de que si Shakespeare viviera hoy, escribiría para la HBO?
No lo creo de Shakespeare. Pero seguramente Balzac, los grandes novelistas, sí. La serie televisiva te da la posibilidad de desarrollar personajes como en la novela. El cine, donde todo es más breve, está más cerca del cuento.

Y los nuevos soportes, como internet, ¿han cambiado en algo la forma de hacer cine?
Se hacen muchas cosas, pero creo que el cine es siempre el cine, una buena película será siempre una buena película. Sí, hay nuevos canales de distribución, hay una nueva forma de hacer películas… Pero no cambia tanto el modo de verlas. Mira, yo vengo de la pintura, entonces para mí la imagen es fundamental. Soy feliz cuando sé que mis películas se ven en pantalla grande.

¿Qué puede decirnos de esa Nápoles que muestra Reality, de esa gente que vive en el filo de la ilegalidad?
Bueno, sabemos cómo es Nápoles, me parecía importante contar este aspecto del personaje, que se transforma y se convierte en una especie de San Francisco… Lleva esa vida de triquiñuelas, de picaresca, y luego cambia por razones dramatúrgicas.

A la gente de allí, sin embargo, no le gusta que se dé una imagen de los napolitanos como gente fuera de la ley.Recuerdo las críticas que recibió Saviano, incluso de un futbolista que se sintió molesto por Gomorra
Ah, Cannavaro, ¿no? Esas cosas suceden, cada cual tiene su idea de la ciudad.

¿Volverá a trabajar con Saviano?
No. No, no es porque tengamos mala relación. Ya hemos hecho un trabajo juntos, no hay motivo para hacer otro.

Se ha hablado de que, antes de rodarGomorra, se entrevistó con un mafioso napolitano.Usted ha negado que le diera dinero, pero ha reconocido que el encuentro se produjo, y que fue una fuerte experiencia. ¿En qué sentido?
Simplemente he dicho que no escondo que, cuando hago un filme sobre la Camorra, debo hablar de ese mundo. Y necesitaba valerme de la ayuda de quien forma parte de ese mundo, aunque manteniendo mi mirada y mi honestidad intelectual. Lo he contado como lo veo, honestamente, aunque haya situaciones que no sean precisamente glamourosas, como las que tan a menudo muestra el cine.

Scorsese…
Scorsese ha hecho grandes películas, no entro en eso. El cine usa actores que encarnan a criminales y los hacen fascinante. Aparte de Scorsese, hay toda una estela que emplea este sistema para crear una empatía con el espectador. Yo, es verdad, probablemente he contado con verdaderos criminales, pero no he tenido problemas cuando me han acusado de haber conocido a algún boss, porque no me he dejado manipular. Era una ocasión para ver cómo viven realmente.

¿Ha conocido el miedo?
No, tuve miedo de Nápoles sólo antes de conocerla. Cuando escribíamos el esqueleto del guión junto con Saviano, sí. Pero una vez dentro de la jungla, no.

Un nuevo Totò entre rejas

Aniello Arena
Aniello Arena

En clave tragicómica y con numerosos guiños al neorrealismo, Reality tiene entre sus puntos fuertes a un soberbio actor protagonista, Aniello Arena, una suerte de Totó del siglo XXI que actualmente cumple condena en la prisión de Volterra.

«Lo descubrí en la Compagnia della Fortezza, una compañía dramática integrada por presos que mi padre, que era crítico teatral, me llevaba a ver con frecuencia. De Aniello me gustó mucho su talento y su físico, esa cara tan expresiva que es una mezcla de De Niro y de Totó. Quise contar con él para Gomorra, pero el magistrado no le dio permiso. Siendo esta una película que no tiene nada que ver con la criminalidad, todo fue más fácil», explica el cineasta.

«Aniello imprimió al personaje la pureza, la fuerza y la ingenuidad que necesitaba», prosigue Garrone. «En sus ojos se lee que viene de pasar 20 años de cárcel, sobre todo cuando atravesaba lugares que descubría o redescubría. Ese matrimonio entre persona y personaje ha hecho posible una interpretación única». Cabe recordar que los hermanos Taviani, grandes representantes del cine italiano, también han contado con reclusos de Volterra para su última película, Cesare debe morire [César debe morir].