Crítica

Querido dietario

Alejandro Luque
Alejandro Luque
· 3 minutos
Puig

Valentí Puig
Ratas en el jardín

Género: Diarios.
Editorial: Libros del Asteroide.
Páginas: 176.
ISBN: ISBN: 978-84-9266-363-7.
Precio: 17 €.
Año: 2012.
Idioma original: Mallorquín.
Título original: Rates al jardí.

No me atrevería a decir que estemos en una edad dorada de la literatura autobiográfica, las memorias, los diarios y los dietarios. Pero no cabe duda de que el renovado interés que las editoriales españolas vienen demostrando por el género está permitiendo descubrir a autores cuyo fuerte es precisamente esa forma de escritura del yo, tan digna como la mejor de las ficciones. He aquí un caso ejemplar.

Los dietarios ofrecen al lector un ángulo especial para conocer a los escritores. A veces iluminan zonas de su personalidad que las ficciones ocultan, otras les permite asomarse a su intimidad a través de un agujero impúdico, o ponen sobre el tapete ideas políticas, literarias o vitales más o menos reveladoras. Lo seguro es que la lectura de un buen dietario siempre es un placer.

Es el caso de Ratas en el jardín, del periodista y escritor mallorquín Valentí Puig, que acaba de ver la luz con el mimo habitual en Libros del Asteroide, pero que data de 1985. Veintisiete años después, el público puede asomarse a aquel tiempo de Guerra Fría, a aquella Transición que ya empezaba a producir decepciones y aquella germinal Unión Europea que todavía era capaz de despertar ilusiones. Puig, buen conocedor y seguidor del gran Josep Pla, escribe a tumba abierta, con excelente tono –la mano del poeta de Blanc de blancs y Molta més tardor no pasa desapercibida– y sin posar para la galería.

Ésta es precisamente una de las cosas más llamativas del volumen: que un señor de derechas no sólo no guarde las apariencias en público, sino que se abstenga de retocar su autorretrato –a la manera de un Jesús Pardo- cuando rescata sus cuadernos al cabo de tanto tiempo. A diferencia de sus Cien días del milenio, un diario que respondía a un proyecto premeditado, acotado en el tiempo y por tanto más artificioso, aquí tenemos la vibrante sensación de acercarnos mucho a la verdad del hombre. Amigo de los alcoholes y de la compañía de pago, además de mostrarse simpatizante con Reagan, el autor recrea la atmósfera a ratos fascinante y a ratos opresiva de la isla, dialoga con sus fantasmas íntimos y con sus referentes literarios, mientras afuera, en el jardín de su casa, se oye el movimiento de las ratas entre las hojas.

Una extraña y feliz apuesta del editor Luis Solano que sólo nos deja una petición: ¿Para cuándo los demás dietarios de Puig?