Reportaje

La cara oscura de los dos Chipres

Daniel Iriarte
Daniel Iriarte
· 10 minutos
Colono turco en el norte de Chipre, 2010 © Daniel Iriarte/M'Sur
Colono turco en el norte de Chipre, 2010 © Daniel Iriarte/M’Sur

La actual crisis financiera ha atraído la atención del mundo sobre la pequeña isla de Chipre, un lugar que hasta ahora rara vez aparecía en las noticias. A los chipriotas les gustaba destacar las excelencias turísticas de su isla, pero preferían que no se hablase demasiado de algunos sus aspectos: blanqueo de dinero a gran escala, inversiones de las mafias rusa y turca, negocios rozando la criminalidad, y refugio discreto para aquellos con cuentas pendientes con las autoridades de sus países. Actividades, todas ellas, que se prefieren alejadas de los focos de la prensa.

Por ejemplo, los casinos y la prostitución, que, debido al agujero legal en el que se encuentra la República Turca del Norte de Chipre, florecen en este estado no reconocido. “El sector de los casinos aporta a la república unos 600 millones de dólares anuales”, asegura Ayhan Sariçiçek, coordinador de la Unión de Gerentes de Casinos Turcochipriotas, lo que supondría en torno a un sexto del Producto Interior Bruto de la RTNC. “Hay veinticinco casinos en el Chipre turco. Cada año, estos casinos mantienen entre 55 y 60 torneos, que tienen un gran impacto en nuestra economía. Turistas de sitios como Canadá o China vienen a la RTNC para estos torneos”, afirma.

El sector de los casinos, dice Sariçiçek, emplea a unas cinco mil personas, y el gobierno de la República recibe anualmente unos 2.000 dólares por mesa de juego en concepto de impuestos, y 200 dólares por máquina tragaperras. No obstante, semejante volumen económico ha atraído desde un primer momento la actividad de las mafias, que utilizan estos locales y otros negocios como plataformas para el blanqueo de dinero, según varias organizaciones internacionales anticrimen.

Los casinos aportan 600 millones de dólares al año a la economía de Chipre del Norte

La República Turca del Norte de Chipre ya no es la tierra de miseria que describen las crónicas periodísticas de los años 80. La economía mejora cada año, pero el aislamiento persiste. La invasión turca de 1974, lanzada por el entonces primer ministro Bülent Ecevit para prevenir las matanzas de turcos a manos de ultraderechistas griegos, terminó convirtiéndose en permanente, pero la RTNC (proclamada en 1983) sigue sin ser reconocida por ningún estado aparte de Turquía. Una situación que, por ejemplo, obliga a que los productos turcochipriotas sean exportados con etiqueta turca, o a que los códigos postal y telefónico sean los de una provincia de Turquía, pero que beneficia a la «economía canalla».

En 2010, el enviado especial de M’Sur inquirió sobre esta cuestión al entonces presidente saliente, Mehmet Ali Talat, quien se mostró visiblemente molesto por la pregunta. “En el caso del norte de Chipre, eso es una exageración. Esas actividades no se dan aquí, y si las hay, no son efectivas, porque no estamos en el sistema financiero mundial. Estamos aislados y permanentemente monitorizados”, declaró Talat. “Con la ayuda de organizaciones de prevención de lavado de dinero hemos hecho algunos ajustes, como por ejemplo la Ley de Casinos. Ahora mismo, estas actividades de blanqueo de dinero han sido reducidas al mínimo”, aseguró.

Combatiendo el blanqueo

Lo mismo cabe decir del sur de Chipre, donde el ajuste impuesto por el FMI, la Comisión Europea y el BCE tendrán con toda probabilidad un efecto devastador en el sistema bancario chipriota, considerado hasta ahora un paraíso fiscal, dificultando enormemente las operaciones con capitales ilícitos. Sin embargo, la isla sigue siendo un paraíso para los fugitivos de todo el mundo.

El pasado septiembre, la policía chipriota, conjuntamente con la británica Agencia de Crimen Organizado Importante (SOCA) y la ONG Crimestopper, lanzaron la llamada “Operación Zygos”, destinada a rastrear a algunos de los criminales más importantes del Reino Unido, que, aparentemente, se encontraban en Chipre. No por casualidad. La isla es uno de los refugios favoritos de los evadidos de la justicia, especialmente británicos, por numerosas razones: una vida agradable, un clima estupendo, y una importante comunidad de compatriotas expatriados en la que disolverse.

La operación localizó a nueve personas, acusadas de todo tipo de delitos: desde el presunto violador Paul Lockwood hasta el galés Martin Evans o los turcochipriotas Hasan Akarcay o Mehmet Salih, acusados de narcotráfico en Gran Bretaña, pasando por Martin Power y Timur Mehmet, buscados por fraude, o Wayne Smith y su novia, imputados por haberse dado a la fuga tras un atropello con resultado de muerte. Dependiendo de la época, las autoridades chipriotas han mostrado mayor o menor interés en perseguir a estos evadidos, pero la tendencia es constante: 49 de los 65 criminales más buscados del Reino Unido han sido detenidos en Chipre y extraditados.

Algunos de estos acusados, como Timur Mehmet o la pareja Smith, han sido localizados por algunos medios británicos y chipriotas en pueblos y villas en los alrededores de Kyrenia, en el norte de la isla bajo control turco, lo que complica su detención. Puesto que solo Ankara reconoce a la República Turca del Norte de Chipre, esta no es parte de organismos internacionales como la ONU o… la Interpol.

La RTNC, de hecho, se ofreció a firmar un tratado de extradición con el Reino Unido, de donde proceden la mayoría de estos criminales, pero el gobierno británico lo rechazó para no provocar un incidente diplomático con el gobierno grecochipriota o con Grecia.

El millonario John Doherty, buscado por fraude en el Reino Unido, vivía tranquilamente en su yate de Kyrenia

“Dado que el Norte de Chipre no tiene un tratado de extradición con Gran Bretaña, es inevitable que atraiga a aquellos que, por decirlo educadamente, desean evitar la atención de las autoridades británicas”, asegura Rowan Bosworth-Davies, un antiguo detective de Scotland Yard y experto en blanqueo de dinero, en una entrevista concedida al diario “Daily Telegraph”. “El dinero robado puede destinarse a propiedades, bares, restaurantes, negocios de automóviles, y particularmente a casinos. Con los casinos, tú solo compras una gran cantidad de fichas, juegas un poco, y devuelves el resto a cambio de un cheque de casino, que puedes depositar en una cuenta bancaria”, explica.

Existencia cómoda

Por este motivo, la RTNC ha sido tradicionalmente el refugio preferido de aquellos fugitivos que, no obstante, no querían renunciar a una existencia relativamente cómoda. Es famoso el caso de John Doherty, que durante años ha vivido en su yate de medio millón de dólares, el “Louis Marie”, el más grande del puerto de Kyrenia, con su amante belga. Buscado desde 1996 por las autoridades europeas por un fraude internacional de 5 millones de libras esterlinas, por el que fue condenado ‘in absentia’ por un tribunal británico, era, no obstante, una celebridad local dedicada –de forma legal, según la legislación de la RTNC- a la importación de cigarrillos.

Hasta 2002, otro que disfrutó de un estatus similar fue el narcotraficante Brian Wright “el Lechero” (llamado así porque “siempre entregaba a tiempo”), que vivía en un chalet de lujo en Lapta, cerca de Kyrenia. Wright fue una de las primeras víctimas de la política de cooperación desplegada por las autoridades turcochipriotas, durante el fallido proceso de reunificación de principios de la pasada década. En 2002, la policía turcochipriota se presentó en su casa con una orden de detención, pero el ‘capo’ había volado tras haber recibido un soplo. Desde entonces permanece fugado.

Pero a veces, esta impunidad no es suficiente. La presión psicológica puede acabar pasando factura a los evadidos, como le ocurrió al magnate turcochipriota Asil Nadir, propietario de un fondo de inversión fallido, que escapó del Reino Unido en su jet privado en 1993 después de que la Oficina de Fraudes Importantes le imputase por un desfalco de 34 millones de libras esterlinas (41 millones de euros). A pesar de haber pasado 17 años en la isla, obtenido un pasaporte turcochipriota legal y haber fundado importantes negocios, como el grupo de comunicación Kibris, su estado de ánimo, según sus propios abogados, era “paranoico, depresivo y probablemente suicida”.

Tal vez por ello, Nadir regresó voluntariamente al Reino Unido hace tres años, con la esperanza de ser absuelto. El pasado agosto, un tribunal le condenó a diez años de cárcel. Como asegura Martin Molloy, director adjunto de la Agencia Británica para el Crimen Organizado Importante: “Estamos decididos a hacer que la vida a la fuga sea intolerable para ellos, y que sean devueltos para enfrentarse a la justicia”.

Más peliaguda aún resulta la cuestión de la prostitución, especialmente en el norte. Hace un mes, el ministro de salud turcochipriota, Ertugrul Hasipoglu, respondió con una ‘anécdota’ a aquellos que le piden que cierre los clubs nocturnos, que, según la legislación de la RTNC, pueden contratar a meretrices.

“Había un miembro de la oposición que en cada sesión parlamentaria nos instaba a cerrar las ‘fábricas’ [una forma eufemística de denominar los prostíbulos]. Entonces se convirtió en ministro, así que fui y le pregunté: “¿Has cerrado las fábricas?”. Y me respondió: “¿Cómo vas a cerrarlas? Hay cuarenta mil soldados y cuarenta mil estudiantes aquí. ¿Quieres que me maten?”. Así que no os molestéis”, dijo Hasipoglu.

«¿Cómo voy a cerrar los burdeles? ¿Quieres que me maten?», dice un ministro turcochipriota

Sus comentarios provocaron las protestas de un total de 19 asociaciones feministas y de derechos humanos, que solicitan su dimisión. Algunos estudiantes han declarado, jocosamente, que “este ministro que asume que somos clientes regulares no conoce los precios de los clubs nocturnos”, según el diario “Hürriyet Daily News”.

Un total de 39 clubs operan en la RTNC, que en estos momentos emplean a 364 “trabajadoras”. “Vienen de Moldavia, de Rusia, de países del este de Europa. Hay muchos grupos de la sociedad civil, tanto aquí como grecochipriotas, que aseguran que en realidad se trata de tráfico humano”, dice a M’Sur Hasan Kahvecioglu, locutor de radio y activista por la reunificación. “Las chicas vienen de forma legal, a trabajar, pero aquí la policía requisa sus pasaportes a su llegada, con lo que están indefensas”, comenta.

“En 2009, nuestro parlamento aprobó una ley que impuso cierto control sobre los casinos, y las cosas mejoraron un poco”, asegura Kahvecioglu, quien añade: “La reunificación ayudaría, porque las leyes de la Unión Europea son un poco mejores que las nuestras”. La llegada de la crisis, sin embargo, no parece que vaya a ayudar a solucionar estas cuestiones.