Artes

Miquel Martí i Pol

Un día cualquiera

Alejandro Luque
Alejandro Luque
· 10 minutos

MartíEntre la playa y el cielo

El próximo mes de noviembre se cumplirán diez años de la muerte en Vich de Miquel Martí i Pol. La noticia no cogió por sorpresa a nadie, porque el poeta de Roda de Ter llevaba mucho tiempo afrontando su fin (“Si hablo de la muerte es porque me muero..”), preparando su partida. De hecho, buena parte de su obra lírica está impregnada de un hondo y sereno tono de despedida.

Su vocación literaria se manifestó, como en tantos otros casos, en una convalecencia, tras sufrir con 19 años de tuberculosis pulmonar. Antes de cumplir los 40, le fue diagnosticada una esclerosis múltiple, que paradójicamente marcó el despegue de su obra literaria: títulos como Vint-i-set poemes en tres temps (1972), Estimada Marta (1978), L’àmbit de tots els àmbits (1981), Suite de Parlavà (1991) o Llibre de les solituds (1997) fueron conformando una trayectoria tan coherente como seria y continuada en el tiempo.

La militancia socialista, la cercanía con la Nova Cançó, su labor de traducción (de Saint-Exupéry a Simone de Beauvoir, pasando por Lévi-Strauss, Flaubert, Apollinaire, Zola, Racine, Huysmans o Roland Barthes) son sólo algunas de las facetas públicas de un autor que, tanto bajo el yugo fascista como en la incipiente democracia, buscó la verdad del hombre en las palabras. Palabras a veces irónicas, otras ardientes, siempre tiernas y siempre vinculadas a su tierra, Cataluña, el Mediterráneo.

Durante décadas, Miquel Martí i Pol ha llegado a nosotros con más frecuencia a través de la música que del papel: hemos aprendido poemas suyos en la voz de Lluís Llach –quien le ha dedicado recientemente un hermoso libro, Estimat Miquel – , Teresa Rebull, Ramón Muntaner, Veneno, María del Mar Bonet, Miguel Poveda y muchos otros. Ahora toca leer sus versos sin la mediación de las guitarras: gracias al sello editorial Nórdica nos llega una buena traducción de Adolfo García Ortega acompañada por unos hermosísimos dibujos de Pep Monserrat.

Una edición, ésta de Un día cualquiera, que hace algo más que reivindicar a un gran poeta: impide, ojalá que para siempre, cualquier intento de apropiación de Martí i Pol en nombre de bandera alguna. Porque sus celebraciones y sus desasosiegos, su mirada viva, su verbo vibrante, son un patrimonio que nos pertenece a todos.

[Alejandro Luque]

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UN DIA QUALSEVOL

 

UN DÍA CUALQUIERA

Heu esbrinat que en un instant només

Heu esbrinat que en un instant només

pot estimar-se tant com en tota una vida.

Heu esbrinat que el goig és com una illa

inconeguda, que pot concretar-se

davant la proa de la nau que us mena,

algun matí ignorat,

per una ruta antiga.

I per això us llanceu ardidament

a la follia d’estimar-vos, ara

que el vostre cos és àgil, i feu miques

l’àmfora que servava el vell perfum

per aspirar-ne d’un sol cop

tota la intensitat dominadora.

I qui sap si morir després de la prova.

(De Paraules al vent, 1951-1953)

 

Descubristeis que en un solo instante

Descubristeis que en solo un instante

puede amarse como en toda una vida.

Descubristeis el gozo como una isla

desconocida que puede aparecer

ante la proa de la nave que os lleva,

una mañana ignorada,

por una ruta antigua.

Lanzaos ardientemente entonces

a la locura de amaros, ahora

que vuestro cuerpo es ágil, y haced trizas

el ánfora que conservaba el viejo perfume,

para aspirar de un solo golpe

toda su intensidad dominadora.

Y quién sabe si morir después de la prueba.

(De Palabras al viento, 1951-1953)

 

 

Ara que tot retorna

Ara que tot retorna: el silenci i l’espera,

les paraules que hem tant servat en lloc segur

tot aquest juliol de vent i enyor.

Ara que tot retorna: la tebior del cos

aquietat i dòcil sota les mans que estimen

i aquell perdre’s endins de les tardes tranquil·les,

bosc enllà, pel tapit cruixidor de pinassa,

¿no pot valer aquest càlid esforç tota la dura

voluntat de restar, present i absent alhora,

sense pensar que el temps és un buit sense límits?

Dona, no em costa gens de dir el teu nom, encara

que siguis lluny. L’escric a les pedres i a l’aigua,

a l’ombra acollidora dels arbres vora el riu

i al menjador de casa. Sé que tu escoltaràs

les paraules que dic, perquè dus a les mans

un senyal del temps nou i has crescut a l’espera

d’algú que l’acceptés sense fer-te preguntes.

(De He heretat l’esperança, 1963-1967).

 

 

Ahora que todo vuelve

Ahora que todo vuelve: el silencio y la espera,

las palabras que hemos guardado en lugar seguro

todo este julio de viento y nostalgia.

Ahora que todo vuelve: la tibieza del cuerpo

aquietado y dócil bajo las manos amantes

y aquel perderse en las tardes tranquilas,

bosque adentro, por el tapiz crujiente de hojas de pino,

¿no es su valor este esfuerzo cálido y el quererse

con certeza a solas, la dura

voluntad de permanecer, presente y ausente a la vez,

sin pensar que el tiempo es un vacío sin límites?

Mujer: nada me cuesta decir tu nombre,

aunque estés lejos. Lo escribo en las piedras y el agua,

en la sombra acogedora de los árboles a la vera del río

y en el comedor de casa. Sé que oirás

mis palabras, porque llevas en las manos

el signo de un tiempo nuevo, y has crecido en la esperanza

de que alguien lo aceptara sin hacerte preguntas.

(De He heredado la esperanza, 1963-1967).

 

 

Em declaro vençut

Em declaro vençut. Els anys que em resten

els malviuré en somort. Cada matí

esfullaré una rosa, la mateixa,

i amb tinta evanescent escriuré un vers

decadent i enyorós a cada pètal.

Us llego la meva ombra en testament,

és el que tinc més perdurable i sòlid,

i els quatre pams de món sense neguit

que invento cada dia amb la mirada.

Quan em mori, caveu un clot profund

i enterreu-m’hi dempeus, cara a migdia,

que en sortir el sol m’encengui el fons dels ulls.

Així la gent que em vegi exclamarà:

Mireu, un mort amb la mirada viva.

(De La pell del violí, 1972-1973).

 

 

Me declaro vencido

Me declaro vencido. Los años que me quedan

los malviviré en penumbra. Cada mañana

deshojaré una rosa, la misma,

y con tinta evanescente escribiré un verso

débil y nostálgico en cada pétalo.

Os lego mi sombra en testamento:

es lo más perdurable y sólido que tengo,

y los cuatro palmos de mundo tranquilo

que creo cada día con la mirada.

Cuando muera, cavad un profundo hoyo

y enterradme en él de pie, frente al mediodía,

que el sol, al salir, me ciegue el fondo de los ojos.

Así la gente que me vea exclamará:

Mirad, un muerto con la mirada viva.

(De La piel del violín, 1972-1973).

I recordar no és viure

Ara recordo els blaníssims capvespres,

els capvespres d’espígol i lluernes,

quan, eixint del cinema, passejàvem

pels afores del poble i ens junyíem

—passa’m el mot, si et plau— per la cintura

i ens besàvem i tot, entre silencis,

empegueïts de tanta gosadia.

Ara ho recordo clarament i freda

—no hi puc fer més— i et veig els ulls tendríssims

i et sento panteixar, poruga i dòcil,

però ja no em recorre l’espinada

aquell calfred d’aleshores, ni trobo

la rodonor dels pits a les mans. Ara

ordeno mots: un joc, un exercici;

i sóc plàcidament feliç, tal volta

profundament feliç. Ara les venes

se m’han endurit tant que ja no em sento

batre la sang. Ara només recordo.

I recordar no és viure altra vegada.

(De La pell del violí, 1972-1973).

 

 

Y recordar no es vivir

Ahora recuerdo los blandísimos atardeceres,

los atardeceres de espliego y luciérnagas,

cuando, al salir del cine, paseábamos

por las afueras del pueblo y nos uníamos

—excúsame, por favor, la palabra— por la cintura

y nos besábamos y todo, entre silencios,

ruborizados de tanto atrevimiento.

Ahora lo recuerdo clara y fríamente

—nada más puedo hacer— y veo tus ojos dulcísimos

y te siento jadear, temerosa y dócil,

pero ya no me recorre la espalda

aquel escalofrío de entonces, ni hallo

la redondez de tus pechos en las manos. Ahora

ordeno palabras: un juego, un ejercicio;

y soy plácidamente feliz, tal vez

profundamente feliz. Ahora las venas

se me han endurecido tanto que no siento

latir la sangre. Ahora sólo recuerdo.

Y recordar no es vivir de nuevo.

(De La piel del violín, 1972-1973).

 

 

Si parlo de la mort

Si parlo de la mort és perquè em moro

i al capdavall més val parlar de coses

que hom coneix intensament. La meva

mort, per exemple, la tinc ben sabuda,

fa molt de temps que convivim i encara

conviurem molt de temps, fins que es resolgui

d’un cop per sempre el plet que mai no aporta,

malgrat els aldarulls, sengles sorpreses.

Llavors serà el moment de l’elegia

i algú hi haurà per fer-me el panegíric

(en català, si us plau, i en decasíl·labs)

que jo, bo i mort, escoltaré amb respecte.

Mentrestant parlo de la mort, tal volta

perquè és allò que tinc més viu i pròxim,

per no caure en subtils pedanteries

que, fet i fet, no porten a cap banda.

Parlo, doncs, de la mort, i a més em moro.

No es pot pas demanar més honradesa.

(De Quadern de vacances, 1975).

 

 

Si hablo de la muerte

Si hablo de la muerte es porque me muero

y al fin y al cabo más vale hablar de cosas

que hemos conocido intensamente.

Mi muerte, por ejemplo, la tengo bien sabida,

hace mucho tiempo que convivimos y aún

conviviremos mucho tiempo, hasta que se resuelva

de un golpe para siempre el pleito, que nunca aporta,

pese a su alboroto, singulares sorpresas.

Será entonces el momento de la elegía

y alguien habrá para hacerme el panegírico

(en catalán, por favor, y en decasílabos)

que yo, bueno y muerto, escucharé con respeto.

Mientras tanto hablo de la muerte, tal vez

porque es lo que tengo más vivo y próximo,

por no caer en sutiles pedanterías

que, una a una, no llevan a ninguna parte.

Hablo, pues, de la muerte, y además me muero.

No se puede pedir más honradez.

(De Cuaderno de vacaciones, 1975).

 

 

© Miquel Martí i Pol | © De los herederos del poeta. De la traducción: Adolfo García Ortega [Cedido por Nórdica · Mayo 2013]