Opinión

Qatar, ejemplo incompleto

Sultan Al-Qassemi
Sultan Al-Qassemi
· 6 minutos

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El pasado mes, el jeque Hamad bin Jalifa Al Thani, emir de Qatar, abdicó en su hijo y príncipe heredero, el jeque Tamim. Este movimiento ha copado rápidamente los titulares con numerosas publicaciones y cargos públicos elogiando al emir. The Economist lo trató de “extraordinario” y “algo difícil de emular” mientras que el ministro británico de exteriores, William Hague, aclamó el momento como “un día histórico”.

De hecho, ha sido un año de abdicaciones. El pasado abril, Beatriz, la reina holandesa, abdicó en su hijo y, más recientemente, el rey belga Alberto II anunció su abdicación en el suyo. Menos conocido es un incidente que tuvo lugar un mes antes de la abdicación qatarí en la vecina Arabia Saudí, cuando el líder del clan Al Sager, el jeque Haif bin Saleem “de 115 años” abdicó a favor de su hijo después de ochenta años como jefe de Sarat Odaiba, en la provincia de Asir.

Ha sido un año de abdicaciones: Beatriz, Alberto II, ahora el emir de Qatar…

Aunque a primera vista estas abdicaciones puedan parecer similares, existe una diferencia significativa. Al contrario que las monarquías vecinas de Bélgica y Países Bajos, Qatar no tiene un consejo legislativo ni un gobierno elegido de forma independiente. Como en los países vecinos del Golfo, la monarquía controla, ella sola, tanto la política como la forma de gobierno.

En un artículo que escribí el pasado septiembre exploraba la posibilidad de un evento tipo ‘Cisne Negro’ que podría empujar a los países del Golfo a introducir reformas políticas serias y muy necesarias (desde la caída de una de las monarquías árabes a la militarización de la oposición). El último de mis hipotéticos puntos se centraba en Qatar y en si este impredecible país del Golfo nos sorprendería de nuevo. “El comodín aquí”, escribí, “podría ser que el inconformista Qatar introdujera grandes reformas políticas en lugar de las cosméticas elecciones al consejo consultivo que se anunciaron para el año siguiente, animando a otros a que siguieran su ejemplo”. Unos meses después aparecieron los informes sobre una posible abdicación.

Actualmente hay una diferencia de seis décadas entre el líder del Golfo Árabe más joven y el más viejo. Los medios de comunicación qataríes han informado sobre los incómodos mensajes de felicitación que enviaron los monarcas del Golfo a su “hermano” de 33 años. Uno de los puntos culminantes de la próxima cumbre de líderes del Consejo de Cooperación del Golfo en Kuwait será presenciar la interacción entre el joven jeque Tamim y los otros líderes del Golfo que, al menos, lo doblan en edad.

Esperar las elecciones

Muchos ven los acontecimientos recientes en Qatar como un desarrollo positivo, pero hay una advertencia que se debería resaltar. En noviembre de 2011, el antiguo emir jeque Hamad pronunció un discurso en el que anunciaba que Qatar tendría sus primeras elecciones al consejo legislativo en la segunda mitad de 2013. “Estos pasos son necesarios”, dijo el emir en un discurso al designado Consejo de la Shura, “para construir un estado moderno de Qatar”.

En el momento de la abdicación, los qataríes esperaban conocer algo más sobre las elecciones legislativas que se habían anunciado, como quién estaba cualificado para ser candidato o cuántos parlamentarios elegidos habría. Sin embargo, un día antes de la abdicación, el emir de Qatar promulgó un decreto que extendía, de nuevo, el Consejo de la Shura unos tres años más. De acuerdo con Doha News, el actual período del consejo consultivo se extendió previamente en el 2010.

Esta no es la primera vez que se han retrasado las elecciones legislativas. En los años 70, el período del Consejo de la Shura se extendió de forma repetida. Más recientemente, se hizo un referéndum popular en abril 2003 que incluía la cláusula para elegir un consejo legislativo. Las elecciones se retrasaron hasta 2008 y se fueron retrasando de forma continua cada vez más. En febrero de 2011, el primer ministro qatarí dijo que las elecciones legislativas se celebrarían en un “futuro cercano”. Pedí aclaraciones a un miembro designado del Consejo de la Shura de Qatar activo en Twitter que me informó de que menos de la mitad de los miembros del Consejo de la Shura cambiaron en 2004.

A principios de 1992, 53 qataríes pidieron al entonces emir jeque Jalifa bin Hamad (destituido por su hijo el jeque Hamad en 1995) que celebrase elecciones legislativas. En lo que parece ser una tradición política del Golfo, algunos de los que firmaron la petición fueron llamados a declarar a la policía, detenidos o arrestados mientras a otros se les prohibió viajar, todo esto de acuerdo al New York Times.

Esto no quiere decir que Qatar no haya tenido nunca elecciones. De hecho, Qatar ha celebrado con éxito cuatro elecciones municipales, algo que he pedido que hiciese, desde hace años, a mi propio país, Emiratos Árabes Unidos. En otras partes del Golfo, Kuwait y Bahréin son los únicos países con parlamentarios elegidos de forma activa. Tristemente, actualmente los parlamentos de ambos países al igual que sus políticas más amplias, han caído en el desorden y se usan como ejemplo para avisar a los ciudadanos del Golfo de los “peligros” de la política.

Hoy, los países del Golfo han llegado a un punto muerto político. El islam político, que tanto favorece a los gobiernos, ha causado daños a la causa de los reformistas laicos en toda la región. Los reformistas del Golfo necesitan de forma desesperada decididos avances políticos pos-Primavera Árabe en la región. El joven emir de Qatar tiene una oportunidad de oro para dar la bienvenida a una nueva era de desarrollo político en el Golfo. Liberando al poeta encarcelado Mohammed Ajami, adelantando, para variar, las elecciones legislativas y dando a los ciudadanos voz en la dirección del país podría ser realmente un evento de ‘Cisne Negro’.