Opinión

El declive de Al Jazeera

Sultan Al-Qassemi
Sultan Al-Qassemi
· 13 minutos

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Asaltos a sus oficinas, expulsiones, indignación popular, dimisiones por parte de su personal, insultos y la pérdida de un gobierno simpatizante en El Cairo. Es fácil ver porque esta no ha sido la mejor semana de Al Jazeera.

El 3 de julio, horas después del golpe militar que destituyó al gobierno de Mohamed Morsi en Egipto tras varios días de protestas, la atención se desvió hacia los medios de comunicación afines a los Hermanos Musulmanes. Fuerzas de seguridad egipcias asaltaron las oficinas de Al Jazeera en El Cairo, junto con las de otras cadenas de tendencia islamista, detuvieron a algunos miembros de sus plantilla y cortaron la retransmisión de los canales. Tres días después Al Jazeera denunció una nueva redada.

Desde entonces, un grupo de emigrantes egipcios ha solicitado a Adly Mansour, el presidente provisional designado por los militares, anular la licencia de Al Jazeera e impedir que retransmita a través del satélite egipcio Nilesat.

La prensa egipcia en bloque prefirió guardar silencio sobre las redadas contra Al Jazeera

El fiscal general de El Cairo expidió una orden de arresto para el director de la oficina de Al Jazeera en El Cairo, Abdel Fattah Fayed (el mismo periodista que el 6 de julio fue expulsado de una rueda de prensa del ministro del Interior por sus propios compañeros) acusándolo de amenazar la seguridad nacional y el orden público retransmitiendo noticias incendiarias.

Fayed salió en libertad bajo fianza al día siguiente… aunque usted no se habría enterado de esto leyendo el panorama de la prensa egipcia, que prefirió en bloque ignorar los hechos y guardar silencio sobre el asalto a las oficinas y el personal de Al Jazeera.

Pero centrémonos en qué es lo que ha llevado a Egipto a cargar de forma indiscriminada contra la cadena que alcanzó fama a nivel mundial cubriendo las revueltas árabes de 2011. Mientras que en aquellos días de emoción y esperanza los árabes se levantaban contra sus gobiernos, Al Jazeera ofrecía un seguimiento a tiempo completo del desarrollo de las revoluciones, muchas veces en contra de la voluntad de los dictadores. Pero una vez estabilizada la situación, se ha acusado a la cadena de tomar partido a favor de los islamistas.

La lenta caída de Al Jazeera comenzó con la guerra civil en Siria,  donde renegó de la ética periodística

“Muchos de los editores y presentadores de las emisiones en árabe de Al Jazeera son de hecho simpatizantes de los Hermanos Musulmanes” afirma Fadi Salem, un investigador especializado en medios de comunicación árabes asentado en Dubái. “Este proislamismo se ha dejado notar en los últimos dos años en la cobertura tendenciosa de los acontecimientos que ha llevado a cabo la cadena, basada principalmente en una mezcla de provocación, escenas sangrientas, predicadores y comentaristas islamistas”.

La lenta caída de Al Jazeera comenzó con la guerra civil en Siria, momento en que renegó abiertamente de la ética periodística en favor de la tendenciosidad. Desde entonces, he registrado varios ejemplos del partidismo de Al Jazeera, algunos de los cuales rayaban en lo cómico, como cuando reporteros que llevaban a cabo entrevistas en directo en las calles retiraban apresuradamente el micrófono a aquellos egipcios que se atrevían a criticar a Morsi o elogiar a Mubarak delante de la cámara.

Los reporteros quitaban rápidamente el micrófono a los egipcios que se atrevían a criticar a Morsi

Qatar, base de Al Jazeera y su patrocinador, gastó el pasado año miles de millones de dólares ayudando al gobierno de Morsi y ha sido acusado de prestar apoyo a movimientos islamistas locales para disgusto de los estados árabes vecinos. El 30 de junio, en pleno levantamiento egipcio contra los Hermanos Musulmanes, Al Jazeera ignoró las protestas y emitió una entrevista con un disidente sirio junto con las últimas noticias de entrenamientos de fútbol.

El canal de emisión en directo de Al Jazeera en Egipto, una filial del gigante mediático qatarí que emite noticias ininterrumpidamente, sí cubrió las protestas, pero no dispone de una difusión tan amplia en la región. Además este canal también favorece de forma tendenciosa a los Hermanos, hasta el punto de que el lunes 8 de julio el portavoz de los Hermanos, Gehad El-Haddad, animó a sus seguidores en Twitter a sintonizar la cadena, que cubría el tiroteo que acabó con la vida de 51 partidarios de Morsi a manos del ejército.

La parcialidad de Al Jazeera es muchas veces sutil, como cuando el director de su oficina en el Cairo anunció el segundo día de gobierno de Morsi que la situación en el paso fronterizo de Rafah entre la franja de Gaza y Egipto había cambiado radicalmente, una considerable exageración.

Otras veces es evidente, como en junio de 2012, cuando emitió un reportaje afirmando que Morsi merecía el saludo militar, simplemente porque su mujer había pedido que la llamaran “Umm Ahmed” [el modo tradicional en varios países árabes de referirse a una señora, combinando la palabra «madre» con la de su hijo primogénito] en vez de “primera dama”.

Esta semana se ha ganado la antipatía de los egipcios no partidarios de los Hermanos con un controvertido reportaje titulado “Estados Unidos financia a activistas contrarios a Morsi”, en el que obviaba mencionar que muchas de las organizaciones citadas ya recibían fondos en tiempos de Hosni Mubarak.

“Una bala puede matar a un hombre, pero una cámara que miente puede matar a un país”

Los egipcios han reaccionado con rabia al distorsionado seguimiento de los hechos que ofrece Al Jazeera. El 8 de julio, se lanzaron octavillas desde la oficina de la cadena en El Cairo en las que se veía una mano ensangrentada. En ellas podía leerse: “Los que fabrican las noticias” y “la sedición y la otra sedición”, un juego de palabras con el eslogan de Al Jazeera “La opinión y la otra opinión”. La revista Foreign Policy ha publicado que se distribuyó otra octavilla en las cercanías de la oficina en la que se leía “Una bala puede matar a un hombre, pero una cámara que miente puede matar a un país”.

Incluso los periodistas han mostrado su frustración. En una rueda de presa del portavoz del Ministerio del Interior egipcio, también el 8 de julio, se oyó a los periodistas egipcios corear “¡barra, barra!” o “¡fuera, fuera!” ante el director de la oficina de Al Jazeera. Los periodistas acusaban a la cadena de retransmitir imágenes de la guerra civil en Siria, afirmando que habían tenido lugar en Egipto. Irónicamente, el portavoz del Ministerio del Interior suplicó a todos que mantuvieran la calma. “Estamos en Egipto, la tierra de la libertad y la democracia”, afirmó.

El mismo día, Gulf News, con base en Dubái, informó de que 22 miembros del personal de Al Jazeera en Egipto habían dimitido “ante lo que consideraban un seguimiento de la información que no se corresponde con lo que verdaderamente está ocurriendo en Egipto”.

 Los periodistas egipcios coreaban «¡fuera, fuera!» ante el director de Al Jazeera en una rueda ministerial

Que Al Jazeera está a favor de los Hermanos es un hecho totalmente asumido. En un artículo de enero de 2013, titulado “Hay que hacerlo mejor”, The Economist vituperaba a la cadena por su “inagotable apoyo” a “los Hermanos Musulmanes, aliados de Qatar en Egipto”. En noviembre de 2012, el politólogo Alain Gresh escribió que la cadena había “perdido mucho lustre y, como consecuencia, a algunos de sus mejores periodistas y se había convertido en portavoz de los Hermanos”.

Adel Iskandar, un investigador del mundo árabe asentado en Washington especializado en medios de comunicación, afirmó que “apoyando a los Hermanos, la cadena había perdido su cuota de mercado en el país más densamente poblado de la región y ase había convertido en un auténtico apestado».

En Egipto, la visión distorsionada de Al Jazeera ha hecho que perdiera espectadores rápidamente, muchos de los cuales han recurrido a las redes sociales para expresar su descontento. Durante las últimas rondas de protestas, el ambiente en Twitter estaba tan cargado que el 1 de julio, dos días antes del golpe, predije que “los egipcios echarían del país a la oficina de las emisiones árabes de Al Jazeera” una vez que Morsi fuera depuesto.

Un presentador animaba a Morsi a enviar al ejército a acabar con “el caos” de los manifestantes contrarios a él

Los presentadores de noticias de Al Jazeera no siempre han estado en contra de las intervenciones militares. El pasado diciembre, Jamal Rayyan, uno de los presentadores estrella de la cadena, en un tuit muy revelador, animaba a Morsi a enviar al ejército a acabar con lo que llamaba “el caos” de los manifestantes contrarios a Morsi. Estos se oponían a la nueva Constitución, escrita casi exclusivamente por los Hermanos Musulmanes y otros grupos islamistas.

Igualmente, un video que salió a la luz tras la destitución de Morsi mostraba a Ahmed Mansour, otro presentador de Al Jazeera, que según parece es miembro de los Hermanos, explicando a la audiencia como restablecer al presidente en el poder. “Enarbolad las banderas egipcias como hicieron aquellos (la oposición de Morsi) que se apropiaron de la revolución”, dice Mansour y añade: “Os pido que me escuchéis. Si no, los egipcios no saldrán a las calles con nosotros”.

Iskandar, el investigador de los medios de comunicación asentado en Washington, calificó el video de Mansour de “desarrollo preocupante”, haciendo notar que incluso periodistas veteranos de Al Jazeera “habían abandonado su rol de profesionales y se habían convertido en activistas políticos”.

Debe de haber mucha confusión en la redacción de Al Jazeera. Qatar ha abandonado a sus aliados entre los Hermanos literalmente de la noche a la mañana. El estado del Golfo Pérsico ha emitido un surrealista comunicado de prensa, en el que no solo reconoce los hechos, el derrocamiento de su aliado, sino que también alaba el papel de los perpetradores del golpe, el ejército, en su defensa de la seguridad del estado.

Puede que sea un acto de pragmatismo a manos del nuevo emir de Qatar, el jeque Tamim bin Hamad Al Thani, que no desea comenzar su reinado como aliado de unos Hermanos Musulmanes en declive.

Antes de la reconciliación entre Arabia Saudí y Qatar, la cadena acogía a los críticos de Riad

Al Jazeera ya ha alterado otras veces sus informaciones a favor de los intereses de sus propietarios. Previamente a la reconciliación entre Qatar y Arabia Saudí producida en los últimos años, Al Jazeera acogió a aquellos que criticaban a Arabia Saudí e incluso produjo un documental sobre el acuerdo de Al Yamama, mediante el cual británicos y saudíes regulaban el intercambio de armas por petróleo, un convenio plagado de acusaciones de corrupción. Ahora que han mejorado las relaciones entre los dos países, Al Jazeera ha cambiado de actitud y en enero de 2011 fue recompensada con la reapertura de sus oficinas en Riad.

Algo parecido ocurrió con Hizbulá, el grupo activista libanés aliado con el régimen sirio de Bashar Asad. Qatar se convirtió en el mayor apoyo de Hizbulá tras la última guerra con Israel en 2006. Cuando el anterior emir de Qatar, el jeque Hamad bin Khalifa Al Thani, visitó el sur del Líbano después de la guerra, Al Jazeera alabó exageradamente al grupo en un reportaje, diciendo que “el invitado (el emir) era generoso y aquellos que lo acogían (Hizbulá) también”.

En agosto de 2008, la sección de Al Jazeera en Beirut celebró una fiesta de cumpleaños en directo en honor de un combatiente libanés liberado en un intercambio de prisioneros con Israel. La fiesta incluía una gran tarta decorada con la foto de un sonriente Hasan Nasralá, líder de Hizbulá.

En 2008, Al Jazeera homenajeaba a Hizbulá, ahora los acusa de violar a mujeres en Siria

Pero después de la intervención de Hizbulá en Siria, el cambio de actitud de Al Jazeera se hizo evidente en sus informaciones diarias y programas de debates, en uno de los cuales un presentador afirmó hace poco que “activistas de Hizbulá habían violado a cientos de mujeres en (la ciudad siria de) Qusair; hay pruebas de ello”.

El mes pasado, la versión en árabe de Al Jazeera publicó una controvertida encuesta en la que se preguntaba quién era responsable de que el conflicto sirio se hubiera convertido en una guerra entre minorías: suníes o chiíes (léase Hizbulá). Del mismo modo, Qatar expulsó recientemente a 18 chiíes libaneses, después de que los estados del Golfo llegaran al acuerdo colectivo de tomar medidas contra los miembros del grupo.

Salem, el estudioso de los medios de comunicación árabes, ha declarado que “en el pasado Al Jazeera se posicionó como el canal de la resistencia en la región. En 2011, se convirtió en el canal de la Primavera Árabe. Hoy, desgraciadamente, la Al Jazeera en árabe es el ʻcanal estatalʼ de los Hermanos Musulmanes en todo el mundo árabe”.

Al Arabiya y otros medios en Egipto no lo hacen mejor, pero Al Jazeera ha caído de más alto

Dicho esto, al canal de televisión patrocinado por Arabia Saudí, Al Arabiya, la principal competencia de Al Jazeera, al igual que a la mayor parte de los medios de comunicación que hoy siguen lo que está pasando en Egipto, lo está haciendo igual de mal que a Al Jazeera en lo que respecta a la cobertura informativa selectiva. La diferencia es que la dramática caída de Al Jazeera ha tenido lugar desde lo que muchos consideraban un pedestal periodístico de más altura.

Mientras se prepara para el lanzamiento de su canal en Estados Unidos a finales de año, Al Jazeera aun puede considerarse una cadena con, en su mayoría, buenos periodistas, si bien controlada por una administración corta de miras y tendenciosa. Uno de los primeros pasos que el joven y nuevo emir de Qatar ha dado tras suceder a su padre ha sido la sustitución del director general de Al Jazeera, miembro de la familia reinante. Quizás el nuevo director sea capaz de salvar a la cadena en estos momentos de crisis.

También es posible que las simpatías de Al Jazeera hacia los Hermanos reflejen una apuesta a largo plazo por parte de los patrocinadores de la cadena. “No creo que los egipcios le hayan dado la espalda a Al Jazeera definitivamente” afirma Salem. “Los Hermanos Musulmanes siempre gozarán de un apoyo relativamente grande en el país”. Quizás con el tiempo le ocurra lo mismo a Al Jazeera.